viernes, 2 de septiembre de 2011

Los dioses del Antiguo Testamento







Sobre Él, Elohim, YHWH, El Saddai, El Señor, El Rey y YHWH Sebaot




Siempre he creído que detrás de los apelativos usados en el Antiguo Testamento para describir el significado profundo del Dios de los antiguos hebreos había mucho más que la creencia en una divinidad como creación mental o como sustitución de deidades anteriores, adoptadas por ellos de las culturas sobre las cuales se constituyeron como nación. Tanto en la fe contractual en su Dios como en los distintas divinidades de los pueblos adyacentes de las que tomaron sus atributos, pienso que se esconde una realidad palpable de contacto personal y físico con Dios, no sólo imaginado como un creador absoluto eterno, omnisciente, infinito e innombrable, sino sobre todo porque ese Dios se les manifestaba sin lugar a dudas con artificios y demostraciones de poder palpables, y que dichos “contactos” suponían para ellos una certeza indiscutible de que Él (el nombre divino de uno de los dioses cananeos) era el Dios verdadero y el único, por encima de los atributos del resto de dioses. Además, tenía la virtud de ejercer regularmente como tal en defensa y protección del pueblo elegido, en el momento deseado.

Sin embargo, el tema de este ensayo trata sobre la naturaleza de los dioses que se describen y sus actos, ya sea de matiz coetáneo en las distintas épocas de su historia como de acopio de relatos y mitos anteriores de otros pueblos, cuyas identidades y poderes suplantaron, en un proceso de identificación, eliminación e integración. De forma que la hipótesis que trato aquí discurre en el ámbito de una inteligencia extraterrestre, o varias, que tenían como pauta de actuación la formación ética y religiosa de cierto pueblo elegido de acuerdo a sus cánones, pero con una finalidad que se me escapa de las manos, que pedía sumisión absoluta y cumplimiento de sus preceptos a cambio de asegurar la protección necesaria y la conquista de un territorio previamente fijado. Para los antiguos hebreos, las proezas ejecutadas por “su” Dios superaban completamente su capacidad de comprensión; la tecnología usada en esos momentos aún hoy no estamos en condiciones de emular, aunque sí de entender mejor su dinámica, especialmente a raíz del avance de la física moderno y la peculiaridad del fenómeno OVNI, algunos de cuyos modos de operar son similares a los descritos en aquella época.

Este estudio me lo ha sugerido la lectura del excelente libro de Tryggve N.D. Mettinger: “Buscando a Dios” (Significado y mensaje de los nombres en la Biblia), ejecutado con rigor y con profundo conocimiento del idioma hebreo, su cultura, ritos, etc., así como las del resto de naciones encuadradas en el relato bíblico. Aunque su hipótesis de trabajo viene a confirmar la Omnipotencia de la divinidad, su trascendencia de este mundo y la inefable constatación de Dios como el único y creador de todo lo existente, como bien afirma: “El Antiguo Testamento resalta la separación de Dios de todo lo de este mundo, su trascendencia, pero nunca es tal como para que Dios aparezca como una divinidad que desapasionadamente abandona el mundo a su destino. Por el contrario, Dios se manifiesta periódicamente interviniendo en los asuntos del mundo”. De esta forma en los textos se viene a afirmar la “inmanencia” o presencia del Dios real, inmanu-él (Emmanuel), o sea, Dios está con nosotros, o Dios está “en medio de nosotros”. De otra manera, puestos a llegar a un conocimiento más plausible de a qué Dios se refieren los textos… ¿qué mejor manera que leerlos en su significado más literal? 

La mejor opción que tiene para los especialistas el estudio exegético de cierto nivel es entender los textos en sentido metafórico o traduciéndolos simbólicamente. Es cierto que muchos de los pasajes usan una terminología alusiva a los mitos ancestrales, como que se encuentran fusionados en los textos con la propia perspectiva ó “visión” del autor. Por ejemplo, ya vimos que el Génesis se basa casi por completo en los más antiguos relatos mesopotámicos de la creación, como la Epopeya de Gilgamesh, y además deben haberso incluido otras serie de tradiciones o teologías de origen egipcio cuando menos, o la antigua Nubia, donde aparece el testimonio más antiguo del nombre bíblico de Dios. En uno de los templos encontrados en la época de Amenofis III se lee” YHVH en las tierras de los beduinos Shasu”, datados a finales del siglo XV a.C., mucho antes de la elaboración de los textos bíblicos; los nabateos tienen la expresión bd-hyw: “el siervo de Yo Soy”; en Biblos tenemos tanto un Dios que muere y resucita como un dios en un trono de querubines, en el sarcófago del Rey Ahiram; también mueren y resucitan Tammuz, dios asirio, Melkart y Eshmun de las ciudades sirias.

 En esta serie de apropiaciones teológicas y culturales ajenas es muy interesante detenerse en los dioses cananeos Él y Baal. Él es visto como un dios viejo y sabio, amable y misericordioso, llamado “Padre de la Humanidad” y “Creador de todo lo Creado”, incluso se habla de él como Rey. Baal por el contrario es un dios-príncipe batallador, que derrota al Caos. Él decide darle a Baal un palacio, que al entrar en su nueva casa… “abre una ventana haciendo un hueco en las nubes, y grita desde de ella con voz de trueno, y la tierra y la montañas tiemblan”. Una larga sequía posterior lleva a Baal contra Mot, el dios de la muerte, que le vence y sustituye en el mando, mientras Baal se entretiene en fecundar una vaca y dejar descendientes. Al creer Él que Baal estaba muerto instala en el trono a Athor, “pero sus pies no llegan al suelo y su cabeza no alcanza la parte alta del trono”. Por fin Anath, la diosa del Sol libera a Baal cortándolo en trozos, quemándolos y arrojándolos al viento, para después resucitar. Por ello se le asocia al ciclo vegetal y al cambio de las estaciones. La tarea pues consistió en asumir el rol de Él como dios absoluto, pero un dios vivo que nuca muere ni único, ya que según leemos en Salmos 97,7: “El Señor es encumbrado sobre todos los dioses que, de hecho, son Hijos del Altísimo”. El resto de divinidades entonces pasa a convertirse en “Corte divina” ó “Consejo de Ángeles”. En fechas tan tardías como la redacción de los Salmos se admite sin problemas que: “Los cielos celebran, Yahveh, tus maravillas, y tu lealtad en la asamblea de los santos. Porque ¿quién en las nubes es comparable a Yahveh, quién a Yahveh se iguala entre los hijos de los dioses? Dios temible en el consejo de los santos, grande y terrible para  toda su corte” (Sal 89,5-7). Y ya antes en boca de Miqueas: "Escucha la palabra de Yahveh: he visto a Yahveh sentado en un trono y todo el ejército de los cielos estaba a su lado, a derecha e izquierda" (1 Rey 22,19-23). ¿Entienden la idea de leer “literalmente” lo que se nos está diciendo?

Uno de los problemas principales para descubrir el sentido original de los textos es el de encontrarnos en las traducciones que la variedad de nombres divinos se reducen a “Dios”, YHWH”, “El Saddai”, “YHWH Sebaot” “El Señor”, y una gran multitud de apelativos. Por ejemplo, en el texto: “Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la haz de la tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas... Los nefilim existían en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos (Gn 6,1-4)”, en los primeros capítulos del Génesis, el Dios creador es designado con la palabra Elohim (dioses), cuando lo normal es “Elohé” (dios). Si la creencia es un Dios único, la utilización del término Elohim nos dice que no había duda alguna de que había múltiples dioses verificados a través de los siglos y era obvia su existencia. Pero… ¿quiénes son estos Hijos de Dios, y los nefilim? Sin duda se refiere a dos facciones distintas de seres de naturaleza no humana ni terrestre, que intervienen en la época de Noé y dan lugar a los héroes ó semidioses antiguos, y a un sinnúmero de seres antropomorfos.

La maldad y depravación cunden por la tierra y  entonces Dios ordena el diluvio. Ese Dios es el responsable de la creación de la humanidad, y en términos actuales podríamos compararlo a un equipo de expertos en genética especializado, con la misión de crear de una raza homínida preexistente un ser nuevo capaz de adorar a “Dios” como “Su Creador”. Pero este equipo genético debe cuidar su plan y evitar en todo momento ser visto, apareciendo siempre como algo sobrenatural e incognoscible. Según Mettinger “conviene recordar que Dios es un Dios escondido y en sus contactos se debe respetar el anonimato divino”. Por esa razón, las teofanías, o manifestaciones de Dios (o de los encargados de supervisar el plan), suelen referirse a la manifestación de la divinidad sea desde el Sinaí u otro lugar, usando un verbo de movimiento que implica que Dios se acerca, normalmente en medio de fenómenos naturales, como nubes, humo, rayos y truenos, la tierra tiembla y las montañas se mueven…, o artificiales, como “la Gloria de Dios” o “los Ejércitos celestes”.

En el Éxodo  por ejemplo, Moisés solicita permiso para ver a Dios en su “Gloria”, y Dios accede a la petición pasando junto a su lado. No se le permite a Moisés acercarse a la Gloria de Dios ni de mirarle a Dios a la cara. Escondido en la roca y protegido por la mano divina Moisés apenas ve nada, ya que se queda inmediatamente cegado, pero… ¡lo oye! Entonces Dios pronuncia su nombre: YHWH, y al decirlo, la presencia divina se manifiesta por completo. Y a continuación añade: “Este es mi nombre para siempre y así me llamaréis de generación en generación” y, en la traducción de la Nueva Biblia Española, de L.A. Schökel y J. Mateos, que es la más explícita y determinante: “Soy el que Soy. Esto dirás a los israelitas: “Ehyeh (Yo Soy) me envía a vosotros”. Pronunciar el nombre divino es sinónimo de invocar su presencia, y ello puede acarrearles tremendas consecuencias, ya que “el sol se puso y vino la oscuridad, una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados” (Gn, 15,17). Es evidente que ese equipo genético-militar se sirve de cualquier artificio para sus fines con la intención expresa de no ser identificado.

No obstante, las conversaciones de Dios con sus elegidos son frecuentes en la época patriarcal, y algo más esporádicas al pasar los siglos hasta desvanecerse casi por completo tras el periodo del exilio para centrarse en los profetas. A Jacob le asegura “Yo estoy contigo, yo te guardaré adondequiera que vayas, te haré volver a esta tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido” (Gn 28,15), mientras él exclama: “si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham y el terrible de Isaac no hubiera estado conmigo” (Gn, 31-42).. Y a José: “Yo soy Dios, el Dios de tus padres, no temas bajar a Egipto, que allí te convertiré en un pueblo numeroso. Yo bajaré contigo a Egipto, y te haré subir” (Gn 46, 3-4). Del mismo modo, este Dios no tiene problemas para moverse a su antojo cuando la ocasión así lo requiera: “Bajó YHWH para ver la ciudad y la torre que habían edificado los humanos y dijo Yahveh: «He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y este es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que no entienda cada cual el de su prójimo” (Gn 11,5-7). ¿A quiénes se refiere este plural bajemos?

Las manifestaciones divinas también son frecuentes. En la época patriarcal las promesas divinas carecen de antítesis y faltan por completo las advertencias al juicio. En el resto del A.T. siempre se promete algo sujeto a una cláusula condicional. Es lógico pensar que en los primeros tiempos Dios controlaba la situación y sus fuegos de artificio eran advertencia suficiente para provocar la sumisión absoluta, pero una vez instalados en la tierra de Canaán, la simbiosis con las diversas religiones de la zona alteró fuertemente el lazo de unión, y no quedaba más remedio que poner condiciones para ser obedecido, normalmente forzando la situación hacia el fin deseado. Aún así había dudas, y en muchos textos se nota el lamento por la protección perdida; del mismo modo, en ciertos escritos sagrados se cuestiona si YHWH será capaz de seguir el nomadeo tras la salida del Sinaí, por estar Dios asociado al lugar, o sea, residía en la montaña rodeado de nubes permanentes. Este Dios que habita la montaña es designado con el nombre de El Saddai (Dios Todopoderoso), al igual que otras culturas tenían su dios habitando montañas, pero a diferencia de ellos, este nuevo Dios les sigue, se mueve en forma de nube, humo o luz cegadora… “Señor, cuando salías de Seír, avanzando desde los campos de Edom, la tierra temblaba, los cielos destilaban, agua destilaban las nubes, los montes se agitaban ante YHWH, el Señor del Sinaí” (Jue, 5,4-5). De esa forma era fácilmente identificable, ya que “El Dios que responde lanzando fuego, ése es el Dios verdadero”, y no tiembla en su labor de provocar el exterminio de cuantos pueblos se crucen en su proyecto, de modo que “así conoceréis que un Dios vivo está en medio de vosotros, y que va a expulsar ante vosotros a cananeos, hititas, heveos, fereceos, amorreos y jebuseos. Mirad, el Arca de la Alianza del Señor de la tierra va a parar el Jordán delante de vosotros” (Jos 3, 10-11).

Otro aspecto reseñable es el envío de seres con apariencia humana, denominados comúnmente como ángeles, tanto para comunicarse como para cualquier otra misión. En Génesis 21, 17 se proclama:Oyó Dios la voz del chico, y el Ángel de Dios llamó a Agar desde los cielos y le dijo: ¿Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del chico en donde está”.  Y en Gn22, 10-12: “Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Entonces le llamó el Ángel de Yahveh desde los cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham! El dijo: Heme aquí. Dijo el Ángel: No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único hijo”. Más adelante se afirma en boca de Jacob: “Y tuvo un sueño; soñó con una escalera apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Y vio que Yahveh estaba sobre ella, y que le dijo: «Yo soy Yahveh, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu descendencia” (Gn, 22-12). “¡Qué temible es este lugar! ¡Esto no es otra cosa sino la casa de Dios y la puerta del cielo” (Gn 22, 17). Nos recuerda las escalerillas tanto de nuestras naves modernas como de los artefactos OVNI. En muchas observaciones de objetos no identificados, las escaleras o rampas por las que suben y bajan diversos seres es habitual, así como el vehículo, que suele estar oculto por una potente luz que no permite apreciar su forma. Este Dios se complace en apariciones mágicas, por medio de sus asesores: “El ángel de Yahveh se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía. Dijo, pues, Moisés: «Voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la zarza. Cuando vio Yahveh que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: ¡Moisés, Moisés! El respondió: Heme aquí. Le dijo: «No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada” (Ex 3, 2-5).

Como buenos mensajeros, estos seres denominados varones, o sea, con apariencia masculina, advierten a Lot de la futura destrucción de la ciudad: “Los dos ángeles llegaron a Sodoma por la tarde. Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó a su encuentro…”. Lot no era consciente del peligro que se avecinaba, puesto que: “Al rayar el alba, los ángeles apremiaron a Lot diciendo: Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran aquí, no vayas a ser barrido por la culpa de la ciudad.Y como él remoloneaba, los varones le asieron de la mano lo mismo que a su mujer y a sus dos hijas por compasión de Yahveh hacia él, y sacándole le dejaron fuera de la ciudad. Mientras los sacaban afuera, dijo uno: ¡Escápate, por vida tuya! No mires atrás ni te pares en toda la redonda. Escapa al monte, no vayas a ser barrido” (Gn 19, 15-17) . Es mucho más difícil dar una explicación coherente que no menoscabe la idea de Dios único, que aceptar este relato tal como ha sido contado y admitir que estos varones ó ángeles son fácilmente identificables con tipos de apariencia humana y bastante bellos, ya que los sodomitas al verlos los desearon de forma apremiante, pero no precisamente humanos, ya que no comían ni tomaban alimento alguno, equipados con armas mortíferas y teniendo como apoyo una alta tecnología capaz de arrasar una ciudad, cuya descripción es lo más parecido que pueda leerse en algún texto antiguo con una explosión nuclear: “Entonces Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahveh.Y arrasó aquellas ciudades, y toda la redonda con todos los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo. Su mujer miró hacia atrás y se volvió poste de sal” (Gn,19, 24-26). Como suficientemente conocidas y que hablan por sí mismas, no me detengo en la consideración sobre las plagas de Egipto y la separación de las aguas del Mar Rojo, después de lo visto.., ¿qué prodigios no se podrían realizar dotados de una tecnología extraordinaria, tal como hoy día poseemos ó estaremos en condiciones de obtener, pero totalmente inimaginables para los hombres de esa época?

 Son innumerables los ejemplos de este tipo que podemos encontrar en el Antiguo Testamento, y el comentario de cada uno de ellos conllevaría una extensión desproporcionada para el objetivo de este ensayo, además de pesada y repetitiva. A pesar de ello, es preciso detenerse un poco en otros pasajes claramente demostrativos que confirman sobradamente la hipótesis de un plan determinado por una desconocida raza extraterrestre, como mínimo para afirmar el concepto monoteísta y de adoración única, frente al resto de los pueblos con marcado politeísmo. En tiempos de los profetas, preferentemente del autor de Isaías, las visiones de la divinidad se hacen aún más cercanas y tangibles: “Mirad, el nombre del Señor viene de lejos, trono de querubines, arde su cólera con espesa humareda” (Is 30,27). Más enfáticamente: “Ay de mí, estoy perdido… he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos” (Is 6,5). El término usado para Señor de los Ejércitos es Sebaot, ó YHWH Seabot, y es que nuestro Dios se vale de un alto de número de colaboradores para afianzar y llevar acabo su misión. El apelativo de Sebaot, según Mettinger, está asociado íntimamente al Arca de la Alianza, y a su entronización posterior en el Templo de Salomón, cuya puerta debía ser altísima, pero como se nos declara, insuficiente para que pase por ella la Gloria de Dios. A la entrada, un par de querubines la custodian, muy similar a la encontrada en el sarcófago del rey Ahiram de Biblos ya citado, o a la placa de marfil de Meggido. Y es que el poder del Arca es descomunal, es garante absoluto y letal de protección, y solamente la tribu de Leví tenía licencia para su custodia.

Uno de los personajes más enigmáticos que podemos encontrar es Elías, considerado Varón de Dios, capaz de todo tipo de actos mágicos o milagrosos. No se dan noticias de su linaje, es lógico, ya que debió ser realmente un Hijo de Dios y, como tal, no murió, sino que ascendió directamente hacia la nave nodriza: “Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un  torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio…” (2 Re 2,11-12).

Vamos a ver por último cómo nos describe Ezequiel esta Gloria de Dios de que hablamos, ampliamente comentada por especialistas. Algunos científicos de la NASA no dudan en afirmar que la descripción encaja perfectamente con los módulos de aterrizaje lunares. Otros autores no tienen dudas de que el artefacto que se detalla responde como mínimo a una alta tecnología, aún no superada, y en todo comparable a los avistamientos de múltiples OVNI, o como a mí me gusta llamarlos, VED: Vehículo Extraterrestre Dirigido. No hay otra solución que atender aún más explícitamente al sentido literal del texto, ya que, para el autor, no cabía otra explicación ni existía ninguna traba para describirlo lo más fidedignamente posible, ya que se trataba de una manifestación de lo divino. Dice así: “Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios... Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y ésta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido. Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados. Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante. Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila. Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos. Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían. Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos. Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos. Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados. El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda. Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban. Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Ycuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban. Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas. Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo. Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas. Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas. Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Ésta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jahveh. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba” (Ez 1). Por si el alucinado espectador albergaba dudas, se repitió el avistamiento: “Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo. Y me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la Gloria de Jahveh, como la gloria que había visto junto al río Quebar” (Ez 2, 22). Por si fuera poco, depués es llevado en volandas por un ser resplandeciente hasta Jerusalén: “Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente. Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos. Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo” (Ez 8, 2-5).







Quizá me gustaría albergar alguna duda sobre la realidad de una intervención extraterrestre programada y continuada, cuyos efectos de carácter sobrenatural son encumbrados bajo los distintos epítetos de Dios, y así estar abierto algún día a la fe en el Dios de todas las religiones, pero desde que tengo uso de razón pienso de esta manera, y no encuentro motivos para cambiar de idea.

2 comentarios:

  1. no puedo decir mas... que es una interesante perpectiva, mas interesante que cualquiera que yo me hubiese planteado hasta el momento

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    1. La perspectiva viene en realidad precedida de la confusión en que está inmerso siempre el concepto o la realidad de Dios, pues con ese nombre o atributo se menciona tanto al Dios Creador, que por su naturaleza desconocida está mas allá de nuestro entendimiento, como otros múltiples seres con distintos rangos que también son vistos como "Dios", ya que sus poderes son fabulosos. Entonces... ¿quiénes son, quién manda y desde cuando en esta parte del Universo? ¿Son estos dioses menores los que crearon la raza humana? ¿pueden volver a mutar radicalmente nuestro código genético?

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