miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sobre el Plano Astral, según Porrini


Prescindiendo de todo lo fraudulento, incierto o dudoso en esta clase de fenómenos simulados, veamos qué hay de verdad en la comunicación de las entidades del plano astral con las del mundo físico.
Esta comunicación es de dos clases: la superior y la inferior. La comunicación de clase inferior comprende dos casos:
1º Cuando un alma desencarnada residente en los subplanos inferiores y ligada todavía a los intereses terrenos se aparece a una persona de la tierra o se comunica con ella.
2º Cuando se galvaniza un cascarón astral.

La comunicación de clase superior sólo comprende el caso en que un alma residente en los subplanos superiores del astral se manifiesta de un modo u otro a una persona de la tierra.
El alma residente en los subplanos superiores del mundo astral se halla en una condición idealística, sin ocuparse ni preocuparse del mundo que tras sí dejó.
Por tanto, no se extingue en ella el amor que profesó en la tierra a sus parientes y amigos, pero la relación que con ellos mantiene es de índole puramente afectiva, sin asomo de proximidad física.
Los lazos que unen el alma desencarnada con la que quedó en la tierra son a manera de filamentos espirituales, algo así como una comunicación telepática.
Cuando el alma desencarnada se forja la imagen mental de la que dejó en la tierra, le parece a ésta que aquella está a su lado o muy cerca; pero esta sensación dimana del enlace telepático a que nos hemos referido.
Análogamente, el alma desencarnada experimenta la sensación de que "alguien la llama" cuando la persona en la tierra piensa intensamente en ella.
Respecto a la continuidad de los sentimientos de amor y afecto entre las almas separadas, no puede menos de ser beneficiosa, porque al alma en la carne la consuela y fortalece el convencimiento de que está en relación con el alma desencarnada, mientras que ésta se goza y regocija como cuando en la tierra estaba junto a la persona amada.

Quienes hayan tenido o presenciado comunicaciones con entidades astrales, recordarán que en la mayoría de los casos auténticos la entidad comunicante da respuestas incoherentes y confusas, de suerte que aun en las mejores condiciones es insatisfactorio el resultado, porque la evocación de las entidades astrales pervierte el proceso normal de la Naturaleza.
Verdad es que a veces las almas residentes en el plano astral, impelidas por algún profundo remordimiento o por algún asunto de supremo interés para sus deudos más cercanos, se han comunicado voluntariamente con ellos y en algunos casos de excepcional gravedad hasta llegaron a materializarse momentáneamente.
Estos casos son raros, pero dignos, por lo auténticos, de mencionarse para mejor conocimiento del asunto.
EI vehementísimo anhelo del alma desencarnada la mueve entonces a tomar una forma perceptible por la persona con quien desea comunicarse, de la propia suerte que también toma forma objetiva una vigorosa impresión telepática.
Pero aun en tales casos el alma afligida, la llamada vulgarmente "alma en pena", acaba por substraerse a la atracción de los intereses mundanos y se restituye a la normalidad de la vida astral, de acuerdo con las leyes de la Naturaleza.
En tales casos, la entidad astral planea en el espacio junto a la persona o sobre el lugar en que tiene enfocado su interés, y en condiciones psíquicas extremas puede hacerse visible a la persona con quien necesita comunicarse.

A esta clase pertenecen las pobres almas errantes de uno a otro de los lugares que frecuentaron en vida, y cuyo remordimiento las mueve a vanos esfuerzos para remediar el mal que a sí mismas o a los demás hicieron.
Por supuesto que estas almas infortunadas no están completamente despiertas en el mundo astral ni en el físico, sino en un estado sonambúlico en ambos planos, sin participar de la normalidad de la vida astral ni de la terrena.

En análoga condición se encuentran aquellas otras almas atormentadas por el pensamiento de haber dejado incompleta una labor o incumplido un deber, y que en estado sonambúlico planean sobre los lugares más frecuentados en su vida anterior y más particularmente rondan por la casa en que habitaron, con el soñoliento propósito de enmendar sus yerros.
En efecto, el subplano inferior del astral, donde moran estas almas, está tan próximo al mundo físico que parece como si dijéramos el anillo de tránsito o subplano de transición entre uno y otro mundo, o una entremezcla de ambos, o bien como si únicamente los separara un tenue velo que es una tentación continua para dichas almas, pues aunque no puedan tomar parte en los sucesos terrenos, perciben confusamente cuanto va ocurriendo en la tierra.
Estas almas de atrasada evolución contraen su visita a los lugares en que más actuaron durante la vida terrena, y se complacen siniestramente en influir en las personas de su misma índole, incitándolas a toda clase de acciones crapulosas y aun de crímenes.
En algunos casos extremos han logrado estas almas magnetizar un cascarón astral y darle apariencias de ectoplasma.
La índole de estas entidades varía muy poco al pasar del plano físico al astral, y se deleitan en las burlas y jugarretas con que alucinan a los concurrentes a las sesiones espiritistas, haciendo sonar los timbres de las casas, apagando las luces, provocando ruidos extraños y golpeando a los circunstantes.

¿Sabe en lo que estoy pensando? En la extrañeza del hecho de que se pueda volver a entrar en posesión de objetos que nos pertenecieron en otras existencias. Pero, ¿acaso toda la vida no está llena de coincidencias significativas e inexplicables? El misterio central está en eso: en el eterno reencontrarse de cosas y personas que son siempre las mismas, unidas por invisibles hilos entrelazado por el destino… Amigos y enemigos, todos somos prisioneros de las mismas fuerzas kármicas, todos estamos destinados a reencontrarnos juntos cíclicamente y en circunstancias que cambian sólo en su aspecto exterior… ¿Cree usted que nosotros nos vemos aquí por primera vez?... (Sólo) se trata de una pausa. Las pausas no cuentan en las interminables distancias del tiempo. Estamos predestinados a reencontrarnos de nuevo, realizando, como siempre, una unidad de orden superior. Cada uno de nosotros ha recibido, en doctrina y conocimientos técnicos, la enseñanza adecuada para él, según el grado de evolución espiritual que alcanza… lo poco que he recibido ha bastado para colmar mi vida y mi soledad, para darme una finalidad y una certeza… Me acuerdo de cuando llegué a alcanzar por primera vez ese particular nivel de conciencia que permite separarse del cuerpo y mirar, desde el exterior, con ojos inmateriales. Fue después de meses de una dieta especial y tras interminables entrenamientos de retención progresiva de la respiración. Estaba en esta misma habitación. De repente me sentí levitar desde la estera sobre la que estaba tumbado y elevado hacia lo alto, hacia el techo, mientras mi cuerpo inerte permanecía allí, sobre el pavimento; una pobre y mísera cosa. Era la primera etapa y la más modesta; luego siguieron las otras… 

¿Qué tiene usted que ver en todo esto?... no estoy en modo alguno tratando de convencerlo, de llevarlo hacia mis ideas. No hay necesidad de ello; aparte del hecho de que se necesitaría _y perdóneme la franqueza_ una madurez espiritual de cierto tipo para poderlas compartir.

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