martes, 17 de enero de 2012

Conciencia sucesiva de lo hermoso (J. Ramón Jiménez)


Juan Ramón Jiménez... "Me refiero a esa poesía comprometida con una búsqueda de naturaleza metafísica, que arranca del propio yo, como individuo histórico, para desembocar en el yo, como conciencia; una búsqueda que implica una doble reflexión sobre el mundo (objeto) y sobre el lenguaje (vehículo) y que persigue "un infinito para lo que finiquita". Se trata de una poesía cuya palabra se construye con la convicción de que, aunque no somos más que un débil saco / de sangre y huesos, / y un alfiler, verdad, puede matarnos, / la mariposa única; / el ser invulnerable, / inmaterial, tan largo como el mundo, / que colma, libre, lo infinito / y se sale de él a lo imposible. La entrevisión de lo infinito es sin duda una anticipación de fondo de lo que el hombre ha de ser algún día". (Prólogo, Javier Blasco: Antolojía).




Quiero… suplir con belleza las fealdades o darles melodía simplemente; hacerme, en suma, yo mismo, otra vez, desde lo primero, y a mi gusto. Porque esto es el arte, gusto, deleite, encanto; echarse a conciencia y heróicamente, a un tiempo, en la tabla del mundo y jirar con él, a su música infinita, por los eternos espacios.



Yo sólo Dios y padre y madre míos,
me estoy haciendo, día y noche, nuevo
y a  mi gusto.

    Seré más yo, porque me hago
conmigo mismo,
conmigo sólo,
hijo también y hermano, a un tiempo
que madre y padre y Dios.

                                Lo seré todo,
pues que mi alma es infinita;
y nunca moriré, pues que soy todo.

    ¡Qué gloria, qué deleite, qué alegría,
qué olvido de las cosas,
en esta nueva voluntad,
en este hacerme yo a mí mismo eterno!




    Yo no soy yo.
                     Soy éste
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.



¿Cómo, muerte, tenerte
miedo? ¿No estás aquí conmigo, trabajando?
¿No te toco en mis ojos; no me dices
que no sabes de nada, que eres hueca,
inconsciente y pacífica? ¿No gozas,
conmigo, todo: gloria, soledad,
amor, hasta tus tuétanos?
¿No me estás aguantando,
muerte, de pie, la vida?
¿No te traigo y te llevo, ciega,
como tu lazarillo? ¿No repites
con tu boca pasiva
lo que quieres que digas? ¿No soportas,
esclava, la bondad con que te obligo?
¿Qué verás, qué dirás, adónde irás
sin mí? ¿No seré yo,
muerte, tu muerte, a quien tú, muerte,
debes temer, mimar, amar?



EL PRESENTE

    ¡Cómo me siguen
 en fila interminable
todos los yos que he sido!

    ¡Cómo se abre él ante mí
en infinita fila
para todos los yos que voy a ser!

    ¡Y qué poco, qué nada soy yo,
este yo, de hoy,
que casi es de ayer,
que va a ser todo de mañana!



DISTINTO

    Lo querían matar
los iguales,
porque era distinto.

Si veis un pájaro distinto,
tiradlo;
si veis un monte distinto,
caedlo;
si veis un camino distinto,
cortadlo;
si veis una rosa distinta,
deshojadla;
si veis un río distinto,
cegadlo…
si veis un hombre distinto,
matadlo.

¿Y el sol y la luna
dando en lo distinto?

Altura, olor, largor, frescura, cantar, vivir
distinto
de lo distinto;
lo que seas, que eres
distinto
(monte, camino, rosa, río, pájaro, hombre);
si te descubren los iguales,
huye a mí,
ven a mi ser, mi frente, mi corazón distinto.




El mundo no necesita venir de un dios. Sea como sea, aquí está el mundo. Pero sí necesita ir a él. Que, ¿dónde está? Por eso existe el poeta.

Si el fin del hombre no es crear una conciencia única superior, el dios de cada hombre, un dios de cada hombre con el nombre supuesto de dios, yo no sé lo que es. Pero sí, yo sé lo que es. Que nuestro dios no es sino nuestra conciencia.




A ESTA MÚSICA CÁLIDA

Morir es no oír más esta música cálida que
está sonando ahora; no oírla de la mano
del amor. Es no oír más la mar esta que suena
con la música, el silencio que escucha, de la luna;
no oírlos de la mano del callar.

No oír más lo que clama el dolor con el
amor, lo que grita el amor con el dolor, a esta
música cálida que ahora está sonando sobre el
son de las olas de la mar, son de las olas de la
mar, las olas de la mar, de la mar.



A UN POETA (PARA UN LIBRO NO ESCRITO)

    Creemos los nombres.
Derivarán los hombres.
Luego derivarán las cosas.
Y sólo quedará el mundo de los nombres,
letra del amor de los hombres,
del olor de las rosas.
Del amor y las rosas,
no ha de quedar sino los nombres.
¡Creemos los nombres!



¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!

… Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…

¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!



Procurad que delante de vuestros anhelos y de vuestras esperanzas se dilate siempre el infinito. No queráis nunca llegar a los límites, porque desde los límites sólo se puede regresar.

No hemos venido al mundo para vivir, sino para descifrarlo mientras vivimos.




… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostáljico…

Y yo me iré; y estaré sólo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.
 

4 comentarios:

  1. Sencillo, pulcro... Mi felicitación por el blog?
    Javier Blasco

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  2. Juan Ramón siempre será especial. Me gustó siempre, incluso cuando no me gustaba estudiar
    Un besote, guapetón

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    1. Un gran honor tenerle como lector, Javier, fue a través de su Antología como he llegado a conocer la faceta metafísica de Juan Ramón, donde se muestra a la vez la ternura y vital luminosidad del creador de Platero con su honda preocupación por la eternidad, usando siempre bella y sabiamente las palabras justas, para "dar nombre" al hombre que da nombre a Dios. Magnífico y ameno el Prólogo, sobre todo esclarecedor sobre las personalidad más profunda y esquiva del poeta, creo que poco conocida.

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    2. Era genial, Marisa, tan natural y sencillo en su hablar y sentir que se hacía querer de inmediato. Aún hoy si paseas por Moguer puedes recrear un poco las andanzas de Platero; no sé si has estado allí, pero verás un letrero a la entrada del pueblo que asevera: "Moguer, la luz con el tiempo dentro". Y es absolutamente cierto.

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