martes, 24 de enero de 2012

El Poeta clandestino (Luis Cernuda)



En la poesía de Luis Cernuda (Sevilla 1902 - México 1963) sólo el poeta puede intuir en una especie de rapto poético-erótico lo que él llama a veces “el acorde”, y que es como una visión del Ser no disperso. Puesto que el poeta canta para el hombre, la misma necesidad de que el poeta sirva de vate es señal de la decadencia ontológica de nuestro mundo humano. Aunque es cierto que a veces el poeta tenga una experiencia de perfecta compenetración con algo, como cuando contempla, extático, la naturaleza, y ve que se unifican, “Tal uno son amante, amor y amado / los tres complementarios luego y antes dispersos / el deseo, la rosa y la mirada”, las más de las veces la experiencia del poeta es la de un mundo ontológicamente decaído. He aquí por qué el poeta es el único héroe en la poesía de Cernuda. Los demás seres humanos, inconscientes, no sienten la división del Ser, simbolizado en la poesía por el distanciamiento de los dioses, la ausencia del “fuego celeste”, del “fuego originario” o del “soplo celeste”. 

Philip Silver – Antología Poética







Existo, bien lo sé

Existo, bien lo sé,
porque le transparenta
el mundo a mis sentidos
su amorosa presencia.

Mas no quiero estos muros,
aire infiel a sí mismo,
ni esas ramas que cantan
en el aire dormido.

Quiero como horizonte
para mi muda gloria
tus brazos, que ciñendo
mi vida la deshojan.

Vivo un solo deseo,
un afán claro, unánime;
afán de amor y olvido,
yo no sé si alguien cae.

Soy memoria de hombre;
luego, nada. Divina,
la sombra y la luz siguen
con la tierra que gira.


Todo esto por amor

Derriban gigantes de los bosques para hacer un durmiente,
derriban los instintos como flores,
deseos como estrellas,
para hacer sólo un hombre con estigma de hombre.

Que derriben también imperios de una noche,
monarquías de un beso,
no significa nada;
que derriben los ojos, que derriben las manos como estatuas vacías,
acaso dice menos.

Mas este amor cerrado por ver sólo su forma,
su fortuna entre las brumas escarlata,
quiere imponer la vida, como otoño ascendiendo tantas hojas
Hacia el último cielo,
donde estrellas
sus labios dan a otras estrellas,
donde mis ojos, estos ojos,
se despiertan en otros.


¿Son todos felices?

El honor de vivir con honor gloriosamente,
el patriotismo hacia la patria sin nombre,
el sacrificio, el deber de labios amarillos,
no valen un hierro devorando
poco a poco algún cuerpo triste a causa de ellos mismos.

Abajo pues la virtud, el orden, la miseria;
abajo todo, todo, excepto la derrota,
derrota hasta los dientes, hasta ese espacio helado
de una cabeza abierta en dos a través de soledades,
sabiendo nada más que vivir es estar a solas con la muerte.

Ni siquiera esperar ese pájaro con brazos de mujer,
con voz de hombre oscurecida deliciosamente,
porque un pájaro, aunque sea enamorado,
no merece aguardarle, como cualquier monarca
aguarda que las torres maduren hasta frutos podridos.

Gritemos sólo,
gritemos a un ala enteramente,
para hundir tantos cielos,
tocando entonces soledades con mano disecada.


Si el hombre pudiera decir

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad porque muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.


Donde habite el olvido

Donde habite el olvido
en los vastos jardines sin aurora;
donde yo solo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
no esconda como acero
en mi pecho su ala,
sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
sometiendo a otra vida su vida,
sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
disuelto en niebla, ausencia,
ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
donde habite el olvido.



Hacia la tierra

Cuando tiempo y distancia
engañan los recuerdos,
¿quién lo ignora?, es amargo
volver. Porque interpuesto

Algo está entre los ojos
la imagen primera,
mudando duramente
amor en estrañeza.

Es acaso un espacio
vacío, una luz ida,
ajada en toda cosa
ya la hermosura viva.

Mas volver debe el alma
tal pájaro en otoño,
y aquel dolor pasado
visitar, y aquel gozo.

Nube de una mañana
aúrea, rama de púrpura
junto a una tapia, sombra
azul bajo la luna.

Posibles paraísos
o infiernos ya no entiende
el alma sino en tierra.
Por eso el alma quiere,

Cansada de los sueños
y los delirios tristes,
volver a la morada
suya antigua. Y unirse,

Como se une la piedra
al fondo de su agua,
fatal, oscuramente,
con una tierra amada.
 

El viento y el alma

Con tal vehemencia el viento
viene del mar, que sus sones
elementales contagian
el silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchas
insistente en los cristales
tocar, llorando y llamando
como perdido sin nadie.

Mas no es él quien en desvelo
te tiene, sino otra fuerza
de que tu cuerpo es hoy cárcel,
fue viento libre, y recuerda.


Para estar contigo

Sé que a solas, aburrido
de estar vivo y quedar muerto,
pasas el tiempo, o te pasa
el tiempo sin tú quererlo.

Pues el fuego no la anima
sino en lumbre pasajera,
entiende la paradoja
de tu existencia incompleta.

La luna es a veces clara,
el aire a veces es tibio,
el cuerpo joven tan puro
como siempre, y tan perdido.

El sino te lleva, y puedes,
si así lo quieres, pararle,
cuando seguir cansa. Entonces
eres dueño en lo que vale.

Luego la vejez alcanza,
y con ella ese recelo,
de una falla, ajena o tuya,
en el cielo ya completo.

No digas que no esperabas
todo ello en el principio,
y acepta, como si iguales,
lo esperado y lo vivido.


Viendo volver

Irías, y verías
todo igual, cambiado todo,
así como tú eres
el mismo y otro. ¿un río
a cada instante
no es él y diferente?

Irías, en apariencia
distraído y aburrido
en secreto, mirando,
pues el mirar es solo
la forma en que persiste
el antiguo deseo.

Mirando, estimarías
(la mirada acaricia
fijándose o desdeña
apartándose) irreparable todo
ya, y perdido, o ganado
acaso, quién lo sabe.

Así, con pasmo indiferente,
como llevado de una mano,
llegarías al mundo
que fue tuyo en otro tiempo,
y allí le encontrarías,
al tú de ayer, que es otro hoy.

Impotente, extasiado,
y sólo, como un árbol,
le verías, el futuro
soñando, sin presente,
a espera del amigo,
cuando el amigo es él y en él le espera.

Al verle, tú querrías
irte, ajeno entonces,
sin nada que decirle,
pensando que la vida
era una burla delicada,
y que debe ignorarlo el mozo hoy.



País

Tus ojos son de donde
la nieve no ha manchado
la luz, y entre las palmas
el aire
invisible es de claro.

Tu deseo es de donde
a los cuerpos se alía
lo animal con la gracia
secreta
de mirada y sonrisa.

Tu existir es de donde
percibe el pensamiento,
por la arena de los mares
amigos,
la eternidad del tiempo.



3 comentarios:

  1. Algunos me parecen preciosos, Manu. Y entonces me veo chiquitita al lado de los que escriben y a la vez describen tan bien.
    Un abrazo enorme

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    1. Hola Gloriana,Marmopi, celebro que os guste esta selección, ya que es uno de los poetas de más difícil lectura que conozco (excepto yo, claro... jaja); además casi siempre va inundado de pesimismo en su forzado exilio, con gran desapego hacia su país y la vida en general.

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