miércoles, 15 de febrero de 2012

Cuando miro los ojos de un niño... (Cayetano Arroyo)




Los niños sois las semillas que se preparan para florecer, sois los futuros árboles que darán sombra. Los mayores han de ser para vosotros palos sólidos a los que os amarraréis con las cuerdas del amor y la ternura para crecer rectos. Procurad ser dignos soportes de estos frágiles tallos, porque cuanto hagáis ahora en ellos perdurará en sus rumbos. Y nunca les impongáis vuestros criterios sino hacedlos despertar al criterio y que ellos tomen aquel que más llene su ser. Porque aunque a todos se os han dado por hijos de sangre, a muy pocos de vosotros os serán dados también como hijos de espíritu.

Los niños son quienes heredan nuestras ilusiones por un mundo mejor, a la vez que nuestra mediocridad. Son ellos los que reciben sobre sus frágiles hombros el peso de nuestra conducta, nuestras leyes y costumbres, y a ellos ahogamos su infancia mágica a cambio de un mundo podrido por la competencia y el confort, por la velocidad y el consumo, por la inercia y la mecanicidad.

Demos entrada al periodo en que el hombre toma conciencia de Humanidad y en sí mismo se olvida para ser en todos sus hermanos. Benditos fueron y son aquellos que abren este camino y lo hollan con los pies descalzos de la humanidad. Ellos siembran la nueva semilla a la Escuela del Mundo para acoger al HOMBRE NUEVO.

Muchos son los que viven muertos y pocos son los que VIVEN.
Los primeros son los más numerosos y, aunque sus vidas sean largas, murieron muy jóvenes. Son aquellos que siguen a los muertos y se entierran todos los días con ellos. Y sus vidas se quedan aquí en este Plano, como si en él estuviera todo. Aquí se construyen palacios de egoísmo y viven atormentados porque cada día quieren más. Escogieron un peso mayor que el que podían y una y otra vez caen bajo él. Mas los otros son muy pocos. Son aquellos que mueren, día a día, al egoísmo, siguen a la LUZ, buscándola en cada acción, en cada hecho, a cada paso.

Cuando hacéis un acto bueno, es como una chispa de LUZ que parte de vosotros y se siembra en otro ser y espera ser avivada para inflamarlo. Mas la Voluntad de avivarlo o apagarlo solo es dada a aquel que lo recibe. Sed pues sembradores con vuestros actos, mas no volváis nunca atrás la vista de la curiosidad para comprobar si floreció o no floreció vuestra siembra. Porque es tiempo que perderéis y no ocuparéis en nuevas acciones… Ved que estén ansiosos de recibirla. Porque de nada sirve perder semillas en campos donde no hay agua, o donde las piedras no han sido aún cubiertas por el humus de la Vida.

Mírame en todas las cosas y ámame en ellas. Porque ellas no son sino puntos donde nos unimos en un lazo. No olvides que el Amor nos une en los demás y no nos separa como lo hace el deseo. ¿Acaso una flor no es una materialización del lazo del Amor? ¿Y un pajarillo no es el Amor condensado en el aire?

Ya está bien de querer herir al viento.
Ya está bien de gritar en las playas desnudas de vuestras existencias, queriendo cambiar el curso de las olas.
Ya está bien de que os deleitéis construyendo castillos de arena con una mano para irlos destruyendo con la otra.
¡Has venido al mundo desnudo, hombre, y te quieres arropar con todo cuanto te alcanza la vista! ¡Y has olvidado que te irás desnudo!
¡Has venido al mundo mudo; y con las palabras quieres conquistarlo! ¡Y levantas olas de letras, que chocan con las otras letras, para al final morir en las costas de un horizonte! ¡Y has olvidado que te irás mudo!
¡Has venido solo; y desde que viste la luz, has buscado compañía! ¡Y has olvidado que te irás solo, si no te encuentras a ti mismo!
¡Has venido sin ver! ¡Y cuando abriste esos ojos, creíste ver! ¡Qué iluso eres! ¡Y te irás ciego, porque la mayor ceguera es creer que has visto!

No dejes que los ojos te engañen, ni dejes que los oídos te engañen, ni dejes que te engañen los pensamientos que pasan por ti como nubes mecidas por las circunstancias y los ambientes. No dejes de ser “tú mismo” y descubre en ti esas montañas que ondulan el cielo, esos valles que se adormecen con el sol, esos ríos que se buscan a cada momento, esos árboles que son tu respirar, esos pajarillos que son tu esperanza y tu alegría.

Pocos de vosotros se han parado. Menos aún se han preguntado. Y aún muchos menos han llegado hasta su llama interior, sublimándola como una antorcha en la atalaya de sus cabezas.
Es más cómodo a vuestros corazones levantaros cada día con mayor ceguera. Y tropezando hacer vuestro mundo. Y tropezando hacer Principios y Leyes que os guarden. Y tropezando haceros unas murallas que os dejen dormir tranquilos.

Al igual que es el final de un camino el que lo define, así mismo, es la idea que tengáis del Más Allá, lo que define los pasos que dais en su búsqueda. Muchos hay que anulan hasta los pasos que dan, y no creen ni en los pies que les prestó el tiempo para hollar los senderos. Algunos ven una muralla donde solo hay una cuesta y, sentándose antes de llegar a ella, dicen: ¿Cómo me trata de esta forma la vida que en todo obstruye mis pasos? Y se ponen a fabricar conjeturas en el aire en vez de levantarse y escalarla. El Camino es de aquellos que dejaron los llanos y las laderas y empezaron a ascender el Monte. En cada paso se hacen su camino y lo único que llena sus cabezas es la Cima. Y lo único que llena sus pechos es abrazarla. Ellos son los que crean las veredas que otros muchos tomarán después para el ascenso.

El Conocimiento es el ser de todo cuanto es. Es el hilo de oro que une al ser que desea conocer, aquello que desea conocer y aquello que conoce. No se es libre esencialmente sin que el Conocimiento nos dé su mano. Solo en el Conocimiento se es Consciente.

No es esta el agua que me calmará la sed. Solo un cuenco de comprensión repleto de Amor la saciaría. Porque la sed me la da la angustia que veo en los corazones de los hombres. Sus deseos vanos, sus egoísmos, sus rencillas, sus luchas entre ellos llenas de absurdos y por cosas mezquinas. Se matan por una idea vana o por una apariencia. Y se dividen entre ellos por simples cambios de enfoque sobre las cosas. No ven aquello que les une sino tan solo lo que les separa. Esta es mi sed y mi soledad.



Cuando miro los ojos de un niño veo el semblante de la esperanza, pero veo también como se empañan con las lágrimas de un porvenir donde ya no hay jardines ni alegría. La música se va y viene el ruido. Se van los ríos alegres de aguas transparentes y vienen las cloacas inmundas. Se va el mar azul turquesa para volverse plomo muerto donde los hermanos peces se asfixian. Se va el hermano sol dorado y también se van las gotas de rocío resbalando lentamente por las hojas del manzano en el mes de mayo.

Cuando miro los ojos de un niño siento vergüenza. Siento vergüenza cuando le tengo que hablar de lo que hemos hecho de nuestro común hogar el mundo. De lo que le dejamos por herencia. Siento vergüenza de no poderle ofrecer la posibilidad de que crezca armónico y limpio. Sin prejuicios, sin fronteras, sin ideologías, sin credos.

Siento vergüenza cuando veo que lo que llamamos educación, no es sino conformarlos en nuestros errores, que como una pesada cadena arrastramos desde siglos inmemoriales. Introducirlos en nuestras creencias, que por lo general matan la naturalidad y la sinceridad. Introducirlos en nuestros complejos, que han hecho del corazón del hombre una cueva de rencores y envidias en vez de un valle abierto y soleado.

También siento vergüenza cuando veo que lo que llamamos enseñar no es sino hacerles tragar pensamientos sin que los digieran. Mostrarles el camino de la memoria y no el de la comprensión. Que los libros sean una ventana abierta y no una ventana con rejas.

Por el simple hecho de servirles de guía, deberíamos limpiarnos. Por el simple hecho de no perderlos en el camino hacia “ellos mismos”, deberíamos buscarnos. Por el simple hecho de hablarles del Amor, deberíamos ser Amor.

Cuando miro los ojos de un niño, aunque estén en un cuerpo viejo, veo una llama de esperanza. Una posibilidad, un camino nuevo hacia el gran sueño de la humanidad: la Armonía de todos con todos para que este ser Planeta Tierra, tenga un solo yo en la búsqueda de la luz.

Trabajemos todos por ello. ¡Adelante!


“Soy peregrino de la eternidad, buscando en el murmullo de la Naturaleza el camino y en los cielos la Meta.
Cuando duermo, sueñan en mí todos los soles con sus mundos. Y cuando me viene el despertar, nacen a la vida los seres”.


Cayetano Arroyo – Diálogos con Abul-Beka II

2 comentarios:

  1. Realmente no hemos hecho un mundo bueno para los niños. Lo que pasa con ellos en tantas partes es como para avergonzarnos de lo que somos cuarenta millones de veces.
    Me ha entristecido el relato, pero me reflejo en él por mucha lástima o coraje que me dé pensarlo.
    Un abrazo

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    1. De eso se trata, que nos dé coraje, que nos entristezca lo más posible durante un momento, porque es la verdad y duele. Pero para lo que debe servir es para amar la vida y el mundo, y que nos impulse a aportar algo nuestro para remediar lo mal que está, aunque nos parezca que no sirva para nada.

      Un abrazo para ti!

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