viernes, 8 de marzo de 2013

El enorme poder del Reiki (Johnny De'Carly)



Desde los tiempos de las medicinas china, tibetana e india, e incluso desde la época de los alquimistas medievales, existen técnicas milenarias que nos enseñan que la materia, efectivamente, se transforma y puede ser moldeada con la intervención de una energía mayor. La energía es energía; no existe energía mala; solamente existe energía bien o mal dirigida. En una persona sana, la energía atraviesa libremente por nuestro cuerpo físico, fluyendo por “caminos”: chakras, meridianos energéticos y nadis. También rodea al cuerpo energético, al cual denominamos aura. Esta fuerza energética nutre nuestros organismos y células y regula las funciones vitales; cuando se bloquea esa energía y se interrumpe su circulación, ocurre una disfunción en órganos y tejidos, generando nudos y bloqueos energéticos.

La técnica Reiki utiliza la energía total, de la cual está constituido todo el universo; es esa energía original de todo y de todos los seres la que captamos y canalizamos tras la iniciación (sintonización) y activación de los centros energéticos (chakras). Después de estar sintonizados, pasamos a ser canales de esta energía cósmica, pudiendo así dirigirla colocando las manos sobre la zona afectada. Las manos emiten vibraciones que disuelven los nudos perjudiciales. De este modo, llegamos a intervenir efectivamente en la materia, en otros campos de energía y la conciencia, lo que conduce a un estado natural de bienestar, armonía y equilibrio. El Reiki cura al pasar a través de la parte afectada de nuestro campo energético, elevando el nivel vibratorio dentro y fuera de nuestro cuerpo físico, donde se alojan sentimientos y pensamientos en forma de nódulos energéticos, que actúan como barreras para nuestro flujo normal de energía vital; son muchos los que conviven con esas barreras a lo largo de toda una vida, reduciendo al mínimo su calidad de vida.

En una sesión de Reiki, la cantidad de energía recibida por el paciente está determinada por el propio paciente, toda vez que el terapeuta reikiano se limita a dirigir la energía y el proveedor –el Cosmos– la entrega de forma ilimitada. La palabra Reiki puede escribirse con ideogramas japoneses, que pueden ofrecer varias lecturas y significados, como “lluvia maravillosa de energía vital”, “lluvia maravillosa que produce el milagro de la vida”, “la comunión de una energía superior con una de orden terreno, aunque se pertenecen mutuamente”. Su color simbólico es el verde, que es el color de la curación, así como del amor; guarda correlación con el chakra cardíaco, responsable por nuestro amor incondicional y por el sistema inmunológico. Sus ideogramas son hechos en dorado, pues ése es el color cósmico. Reiki es luz que nos lleva de regreso a la gran luz. El Reiki tomó de la naturaleza, como símbolo, el bambú que, en su simplicidad, resistencia al viento, vacío, rectitud y perfección, puede representar, metafóricamente, el funcionamiento de la energía.



La sintonización/iniciación del Nivel 1 o físico (el despertar) de Reiki se centra, principalmente, en la apertura del cuerpo físico para que sea receptivo a la gran cantidad de energía vital que va a recibir, elevando la frecuencia vibratoria de los cuatro chakras superiores del cuerpo humano. La primera armoniza el corazón y la glándula timo, al mismo tiempo que sintoniza el chakra del corazón con el cuerpo etérico. La segunda afecta a la glándula tiroides y, en el campo etérico, ayuda a abrir el chakra de la garganta, que es nuestro centro de comunicación. La tercera afecta al llamado tercer ojo, que corresponde a la glándula pituitaria, nuestro centro de alta intuición y conciencia, y al hipotálamo, que actúa en el control y temperatura del cuerpo. La cuarta aumenta la apertura del chakra coronario, nuestra comunicación con la conciencia espiritual, que corresponde a la glándula pineal. Esta sincronización final completa el proceso, sellando el canal abierto, de tal modo que pueda mantenerse abierto por el resto de nuestra vida, aun cuando no lo usamos durante un largo periodo.

Durante el proceso de iniciación, la persona que está siendo activada podrá experimentar una serie de sensaciones, tales como: sentir mucha paz y armonía, un calor agradable, una profunda relajación, calor en las manos, tristeza profunda, llanto o amor. La persona también podrá visualizar maestros, ver luces, ver colores tales como: el azul celeste, el violeta, el dorado, e incluso proyectarse hacia el pasado. Tras la iniciación puede parecer que nuestra condición ha empeorado o presenta mayor gravedad; en realidad, estaremos pasando por un proceso de limpieza que no puede ser evitado. Ese proceso puede comportar graves crisis, pues estarán siendo erradicados bloqueos energéticos antiguos; durante esta eliminación serán desechadas todas las toxinas e impurezas de nuestros cuerpos físico, mental, emocional y espiritual. El practicante de Reiki podrá sentir reacciones emocionales (rabia/amor), magnéticas (rechazo/atracción), mentales (pensamientos/confusiones) y espirituales (construcción/destrucción). Ese proceso dura un máximo de veintiún días.



La iniciación al Nivel 2 o mental (la transformación) aporta un salto en el nivel vibratorio y se introducen tres símbolos sagrados del Reiki, el Choku Rei, el Sei He Ki y el Hon Sha Ze Sho Nen. Es un grado esencial para quien no solamente se capacita para participar en curaciones, sino que también desea rescatar sus habilidades divinas. Se abrirán ante el alumno horizontes vastos, y el espectro de sus facultades psíquicas aumentará considerablemente. El reikiano pasa a ser un puente de unión con todas las conciencias vivas del planeta y del cosmos, interacción que permitirá que mantengamos el flujo de energía, incluso en condiciones extremadamente adversas. La nueva modalidad de curación es un proceso singular que permitirá al agente curador llevar al paciente a un nivel en el que la percepción de éste podrá realizar la transformación del karma, promoviendo cambios positivos que alcancen hasta las cadenas de ADN. El elemento principal del Nivel 2 es la curación, a distancia, de personas ausentes, independientemente del espacio y del tiempo. La amorosa energía curativa puede enviarse como si fuese un “puente de luz” o una “flecha energética” que alcanza de lleno en un punto previamente determinado.



En el Nivel 3 o de la conciencia (la realización) percibimos que tenemos un poder ilimitado, adquirimos la conciencia de que no somos únicos en nosotros mismos y que estamos en intrínseco movimiento con el universo; lleva al alumno a encontrar su verdad más real, a tocar su propio Karma, al aprendizaje consciente y constante. En este nivel se recibe un cuarto símbolo, el Dai Koo Myo, cuyo significado puede traducirse como “llevándonos de regreso a Dios”, y permite una conexión inmediata con el “Yo físico” y el “Yo superior”, con una intensificación de la captación de energía Reiki. Nos pondrá en contacto con energías de alta frecuencia, acelerando las partículas energéticas de nuestro cuerpo y de todo el campo vibratorio. El Dai Koo Myo va derecho a la energía de la divinidad, a la energía original, a la energía más potente y positiva. Para reforzarlo, se puede usar conjuntamente otro símbolo milenario de meditación y curación, el Antahkarana, que es la conexión entre el cerebro físico y el Yo superior. Tiene su propia conciencia, siempre con efecto benéfico; crea lo que los taoístas llaman la "gran órbita microcósmica", en el punto en el que las energías psíquicas, que normalmente entran por el chakra coronario, entran por los pies y viajan subiendo por detrás del cuerpo hasta la parte superior de la cabeza, y de ahí descienden por delante hasta los pies nuevamente, conectando a la persona con la Tierra y creando continuo flujo de energía a través de los chakras.



Johnny De'Carli - Reiki 


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