jueves, 31 de octubre de 2013

Nuestros cerebros tienen amo (S. Freixedo)




Los seres humanos no solo no somos “los reyes de la creación” ni las criaturas más inteligentes del Universo, sino que ni siquiera somos los reyes de este planeta, ni las criaturas más inteligentes de la Tierra. La Humanidad, por más que esto hiera nuestro amor propio, pertenece a otros seres más inteligentes que nosotros, que también habitan este planeta y que son sus verdaderos reyes.

Estos seres son, de ordinario, invisibles (aunque se hacen visibles cuándo y como quieren): son llamados ángeles o demonios por el cristianismo, y “devas”, “asuras”, “dakinis”, etc., en otras religiones y culturas, aunque vulgarmente reciben el nombre de “espíritus”.

Estos seres, dentro de las escalas cósmicas, están en un peldaño superior al nuestro, pero nos usan lo mismo que nosotros usamos a los animales. Y, si bien tienen principios éticos, los usan solo entre ellos. Además son más inteligentes que nosotros, disimulan su presencia en el planeta y nos dejan creer que somos nosotros quienes mandamos aquí, cuando, en realidad, globalmente hablando, solo hacemos lo que ellos quieren que hagamos; y, de hecho, nos tienen programados para ello. El lector tiene que reflexionar sobre el hecho de que –si es creyente cristiano-, en su religión se admite como algo incuestionable la existencia de estos seres y, de hecho, los vemos a lo largo de la Biblia interfiriendo constantemente en la vida de los hombres; y si no es creyente tiene que resultarle muy extraño que semejantes personajes aparezcan en todas las literaturas y en todas las culturas de todos los tiempos, con toda suerte de nombres.

Otro hecho que debe hacernos reflexionar es la espantosa historia humana. Ésta es, más que nada, un conjunto de disparates y salvajadas llevadas a cabo concienzuda y recalcitrantemente. Es una guerra permanente de unos contra otros y de todos contra todos, basada en principios “muy serios” y, a veces, “sagrados”, como son las religiones, las patrias, las diversas razas, el honor, etc., dando como resultado final ríos de sangre y una auténtica montaña de muertos.

¿Por qué el ser “más inteligente” del planeta se comporta de una manera tan bárbara y no es capaz de vivir en paz consigo mismo? Porque a estos seres (que son los auténticos dueños de este mundo) les interesa que los hombres peleen entre ellos. Estos seres son las entidades que se manifiestan en todas las apariciones. Ellos son las diferentes “vírgenes” que han estado apareciendo por siglos. No obstante, ¿por qué a veces se manifiestan positivamente y a veces negativamente? Porque ellos, en sus manifestaciones, atienden principalmente sus intereses, y no a los nuestros. Vienen a por lo que les interesa y prescinden de si nos perjudica o nos beneficia.



El próximo paso es conocer por qué se aparecen, saber qué es lo que buscan cuando se manifiestan en nuestro mundo:

1)    Cierta energía sutilísima que produce el cerebro humano. El cerebro produce no solo las ondas que se pueden ver en los electroencefalógrafos, sino también muchísimas más, de unas frecuencias y de unas longitudes variadísimas. Estas ondas constituyen la actividad psíquica del cerebro, pero esta actividad psíquica es tan física como la energía cinética, y no es “espiritual”, en el sentido que a esta palabra suele dársele. Los seres inteligentes que se manifiestan en las apariciones pueden captar estas ondas con gran facilidad, les producen un placer especial y la utilizan de alguna manera que nos es desconocida.

2) Preferentemente, la energía de muchos cerebros simultáneamente (que       deben estar lo más apiñados que sea posible), para así poder sumar las energías de todos. La estrategia que han usado siempre los “dioses” que nos dirigen desde las sombras ha sido la de erigir los templos y santuarios en los que se reunían los devotos. En los tiempos modernos, cuando la asistencia a iglesias y santuarios ha descendido notablemente, la estrategia que los “dioses” han utilizado para reunir a los humanos son los campos de deportes, y especialmente los estadios. Y esto domingo tras domingo en el mundo entero.

3) Cerebros que no se hallen en reposo o en funcionamiento normal, sino       excitados por alguna emoción fuerte y, sobre todo, por algún dolor.             Tienen que estar ansiosos, angustiados, expectantes, eufóricos y, mejor     aún, llenos de ira, dolor y miedo. El dolor parece ser lo que más propicia la producción de esas ondas cerebrales, aparte de que se puede                 conseguir más fácil y rápidamente. En los estadios los hombres no solo       están apiñados, sino que con mucha frecuencia están eufóricos y, más       aún, excitados, angustiados y llenos de ira. En cuanto a los santuarios,       hay una mezcla de fervor, expectación, temor reverencial, tedio, hastío, e incluso rechazo y miedo por las amenazas de castigos eternos.


Las religiones han causado a la humanidad mucho más dolor que alegría y se puede decir que, en gran parte, han sido la causa del estancamiento cultural, social y tecnológico de muchos pueblos del mundo. En lo que a las apariciones se refiere, es bastante ordinario que los videntes se conviertan en seres sufrientes. La insistencia enfermiza de todas las “vírgenes” en demandar sacrificios, penitencia y dolor, es algo que tiene que hacernos sospechar.

La gran conclusión a la que indefectiblemente debemos llegar es que la entidad que se manifiesta es una energía inteligente o un conjunto de ellas, tienen algún grado de personalidad, tanto los videntes como los acompañantes proporcionan a estas entidades una energía suplementaria para hacer su presencia más palpable entre nosotros.

A estas inteligencias, o seres de otros niveles de existencia, no les es difícil manipular la materia y producir fenómenos atmosféricos. En el fenómeno OVNI (que es otra manera que tienen de manifestarse) los producen constantemente y de mil formas diferentes. Los milagros se realizan para que acudan multitudes, y las amenazas de castigos terribles para la Humanidad, la exigencia de penitencia y sacrificios y el tono doliente y atormentado de algunos videntes sirven para que reine en el lugar un clima de ansia y de angustia. Millones de fieles ingenuos y llenos de buena voluntad acuden pensando que están en presencia de algo divino.

Lo que se deduce de todo lo dicho es que en vez de correr ingenua y gregariamente a los lugares donde haya apariciones o donde sucede cualquier fenómeno extraño, para caer de rodillas en adoración o para convertirse en uno más de la manada de boquiabiertos papanatas, lo que tenemos que hacer es fortalecer nuestro psiquismo y nuestra personalidad, no solo contra estos intrusos del más allá, sino contra los grandes manipuladores de la conciencia y de las mentes de acá, que han convertido a gran parte de los humanos en auténticos gusanos, seguidores inconscientes y ciegos de sus “líderes” y de sus ídolos: líderes políticos, líderes religiosos, ídolos deportivos y musicales.

Salvador Freixedo – Las Apariciones Marianas


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