domingo, 10 de agosto de 2014

La amistad epicúrea para profanos (Maite Larrauri)



“De todos los bienes que la sabiduría procura para que la vida sea por completo feliz, el mejor con mucho es la adquisición de la amistad”
“No necesitamos tanto de la ayuda de nuestros semejantes cuanto de la confianza en esa ayuda”


Mejor que suspirar por lo que no tenemos, mejor que llevar una existencia poblada de sueños, miedos y fantasías, sería que aprendiéramos a gozar los bienes que poseemos, entre los cuales el máximo es la amistad.

Esa imposibilidad de retener los bienes, acompañada de una demanda insaciable y del miedo inconfesable a la muerte, establecen los principios sobre los que se asienta la infelicidad de los humanos: no saben vivir, y tampoco saben morir. Esta es la sentencia que tenemos que memorizar: cuando soy, la muerte no está, y cuando la muerte está, entonces ya no soy. La perspectiva de nuestra muerte nos hace temblar porque valoramos como escaso lo que hemos hecho o lo que las circunstancias nos han permitido vivir. La vida nos parece demasiado corta o demasiado injusta, y sufrimos por lo que supuestamente la muerte nos robaría. Es ese sufrimiento el que nos hace pobres y menesterosos.

Los amigos nos permiten gozar plenamente del presente. Cuando mi capacidad de sentir placer en un momento determinado se ve totalmente colmada, el goce que obtengo no admite nada más. Podría morir en el instante siguiente y no por ello tendría sentido decir que me perdería algo, a no ser que se entienda que me perdería la posibilidad de la repetición. Pero la repetición no añadirá nada, la perfección de la felicidad, ese instante de equilibrio y armonía, está toda ella allí, en ese día, en esas horas, siempre y cuando las viva con la confianza que la existencia de mis amigos me aporta.

Tanto la ausencia de dolor como la alegría son una expresión de equilibrio y armonía. ¿Por qué entonces existen los que quieren aumentar constantemente sus placeres hasta el punto de llevar una vida disoluta? No hay que limitar los placeres porque los placeres ya son en sí mismos un límite. En cambio, si hay que limitar los deseos. Es una enfermedad mental la de querer tener siempre más y más: la falta de moderación requiere una rectificación terapéutica que devuelva al individuo a los límites de la naturaleza. Esa rectificación es la negación de  la superioridad del alma sobre el cuerpo. De él nacen las sensaciones, y las sensaciones son verdaderas. Si rechazáramos las sensaciones perderíamos toda posibilidad de referencia para poder distinguir entre lo auténtico en las sensaciones y lo añadido por la imaginación.



“La amistad baila alrededor de la tierra habitada y, como un heraldo, nos anuncia a todos nosotros que despertemos para la felicidad”

Instálate en el presente, no lo dejes escapar. La amistad posibilita gozar del placer más puro, la instantaneidad del placer, en la medida en que extiende esa instantaneidad a la totalidad de la vida. A la perfección del momento, la amistad añade la extensión del momento. No es el cuerpo la fuente de nuestras miserias, sino el impulso incontrolable de la mente. El descontrol mental produce deseos ilimitados que nos hacen infelices. Y ahí es donde debe intervenir la filosofía.

No se trata de establecer un discurso moral que actúe como una policía de las costumbres, frenando los apetitos supuestamente inmoderados del cuerpo, sino que la filosofía tiene que parecerse más a una higiene, a una terapia mental. La filosofía tiene que ser un remedio, un fármaco. Necesitamos la filosofía porque todos tenemos vanas opiniones que nos invaden la mente y nos alejan de la felicidad. Se trata de restablecer el orden de la naturaleza, el del cuerpo, devolver la salud a la mente para que el cuerpo con su sabiduría nos indique el camino de la buena vida. Ningún placer es un mal, pero ciertos placeres, aquellos que nacen de querer realizar deseos innecesarios, generan más perturbaciones que satisfacciones.

La farmacia de Epicuro contiene la máxima de “al Dios no hay que temer”; por eso, la curación del mal de la religión es desarrollar las explicaciones racionales, el conocimiento científico para ahuyentar el miedo. Nos propone otro modo de concebir que los humanos puedan estar “religados”: no obedeciendo a una iglesia, sino sintiéndose unidos a la humanidad en su conjunto, en lo que la humanidad tiene de superior sobre el resto de los seres vivos.

Cada vez que alguien se piensa a sí mismo como sujeto de transformación y se junta con algunos de sus semejantes para perseguir conjuntamente otro tipo de vida, una vida placentera basada en principios humanistas y materialistas, renueva el jardín, contribuye a la eternidad de la amistad entre los humanos.


“El hombre bien nacido se dedica principalmente a la sabiduría y a la amistad. De éstas, una es un bien mortal; la otra, inmortal”

La amistad es un deseo natural porque expresa la aspiración humana de crear una relación por medio de la cual se puede alcanzar la felicidad. Este deseo está inscrito en la naturaleza de los humanos, es su parte divina e inmortal. Su conquista, su realización es lo único que permite decir que la vida vale la pena ser vivida. No son los lazos de sangre, familiares o nacionales, ni las coincidencias ideológicas con lo que se construye el jardín, esa comunidad superior en la que la felicidad florece.


La amistad es una finalidad en sí misma y una relación libre, “una comunidad de almas en el placer”. La construcción de esa comunidad se realiza a partir del contacto. El amigo puede practicar un tipo de sinceridad que nos aproxime al conocimiento de nuestros errores y nos sitúe en una posición moderada en cuanto al amor a nosotros mismos. Su imparcialidad nos puede salvar de la pasión narcisista. Si aceptamos la verdad sobre nosotros cuando la oímos en boca de un amigo, entonces podemos juntos salvarnos de la ignorancia y de la infelicidad.


Maite Larrauri – La amistad según Epicuro (Filosofía para profanos)


3 comentarios:

  1. Hola Maite,

    me encanta la filosofía desde bien pequeña, y no sé como hace unos días te encontré por you tube y me quedé prendada de tus palabras.

    Me encanta como te expresas y la facilidad que tienes para hacerte entender.

    Te felicito!!!

    Estefania

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  2. Increíbles palabras y cuanta reflexión escondida en ellas. Bravo.

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