lunes, 17 de agosto de 2015

Estar atentos a la Sincronicidad (James Redfield)



Nuestro desafío personal consiste en superar el condicionamiento cultural que nos lleva a reducir la vida a lo ordinario, al lugar común y a lo carente de misterio. La mayoría de nosotros hemos aprendido a ir por la vida solo con nuestro ego y pensar que debemos tener un control total sobre nuestra vida. Creamos listas mentales inflexibles de proyectos que pensamos llevar a cabo y perseguimos esos fines con una especie de visión de túnel. Sin embargo, el misterio sigue estando, bailando en las orillas de nuestra vida, dándonos visiones fugaces de posibilidades. Debemos tomar la decisión de desacelerarnos y modificar nuestro punto de atención, y empezar a actuar de acuerdo con las oportunidades que se presentan en nuestro camino.

Es casi imposible que, al mirar hacia atrás no veamos un esquema de sincronicidad en los hechos misteriosos que pasaron para hacernos llegar a lo que ahora tenemos. Mucho más difícil es la percepción de esos hechos tan importantes en la vida del presente, cuando ocurren. Las coincidencias pueden ser impactantes, pero también muy sutiles y fugaces y por lo tanto fácilmente pasadas por alto, como si fueran obra del azar o simple casualidad.




Cómo llega la información es siempre un misterio, pero siempre es la perspectiva, la investigación o la idea de un ser humano sobre el mundo que nos llega justo en el momento indicado para ampliar nuestra conciencia. Nuestra sensación de que la información nos está llegando quizá derive de que estamos integrando todos los pasos de crecimiento necesarios para establecer nuestra aptitud al siguiente capítulo en la historia de nuestra vida. La sincronicidad, al igual que la nueva conciencia espiritual que estamos construyendo, es apenas la concientización de la forma en que lo divino obra en nuestras vidas, la percepción o la experiencia de nuestra conexión con esta fuerza divina.

Tal vez el mayor desafío para los que empezamos a vivir la nueva conciencia espiritual sea relacionarnos con los escépticos. Debemos recordar que un grado de escepticismo es, de hecho, importante. No hay que tomar una idea de moda al pie de la letra, y todos debemos contemplar con ojo crítico cualquier afirmación sobre la naturaleza de la realidad, sin olvidar mantener la mente lo bastante abierta.

Hemos llegado por fin a un punto en que la idea de una experiencia personal trascendente forma parte de nuestra nueva conciencia espiritual. Lo importante es la percepción mística aumentada que expande nuestra conciencia y nos baña en una sensación de seguridad, bienestar  y claridad nunca antes soñada. Cuando la sincronicidad nos lleva a dar el siguiente paso a la experiencia mística directa, todos superamos la tentación de simplemente intelectualizar este pasaje. Todos debemos encontrar esa experiencia espiritual que expande nuestro sentido del yo desde el interior, que transforma nuestra comprensión respecto de quiénes somos y nos abre a la inteligencia que hay detrás del universo.



Al alcanzar lo trascendente nos sentimos más vigorosos, como si un canal de energía espiritual hubiera empezado a inflarnos desde adentro; experimentamos una sensación de unidad con todas las cosas. Al mirar nuestro medio mientras estamos en este nivel de conciencia, todo lo que percibimos nos parece parte de nosotros mismos, sentir que todo lo que nos rodea es parte de nuestro yo cósmico más amplio que ahora está viendo a través de nuestros ojos.

Al abrirnos a la energía interior divina, tenemos la certeza de que la vida es eterna y espiritual, formamos parte de l gran orden del universo. No solo somos eternos sino que estamos protegidos, incluidos, colaboramos incluso en el gran pan que es la vida en la Tierra. Y, si estamos atentos al sentido de bienestar y seguridad que penetra en nosotros, podemos ver que nos sentimos a salvo, porque estamos llenos de una fuerte emoción que impulsa todas las otras emociones: estamos imbuidos de un gran sentido de amor, que existe sin un punto de atención pensado y en una constante penetrante que mantiene a todas las demás emociones en su contexto. La constancia del amor evita que las emociones negativas invadan nuestra mente, quedan dentro de un contexto razonable en el cual podemos sentirlas y dejarlas ir, concentrándonos en el amor penetrante que energiza nuestro ser.


Podemos descubrir quiénes somos en realidad, y cuando la sincronicidad continúe y la inspiración aumente, nuestros cuerpos alcanzarán niveles de energía cada vez más altos hasta convertirnos en seres espirituales de luz.


James Redfield – La Nueva Visión Espiritual

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