miércoles, 17 de mayo de 2017

Haber nacido humano es un don inapreciable (Ramiro Calle)



Si pudiéramos renovar la mente a cada instante, libres del pasado y del futuro, sin extraviarnos en preocupaciones ni ocupaciones varias, disfrutaríamos de la paz interior.
    La mente engendra sus propias creaciones y la persona se las cree.

Los conceptos son una limitación. Los pensamientos y palabras no pueden pensar ni hablar sobre lo que está más allá de ellos.
    Evita los extremos; son trampas peligrosas. Mantén la mente en equilibrio, sin reacciones desorbitadas. La ecuanimidad es la orquídea más preciosa.

Sé diligente, aplícate sin descanso al autodesarrollo, pues nadie puede liberar por ti las trabas de la mente y hallar la mente iluminada que en ti reside.
    Cuando eliminemos los densos nubarrones de ignorancia de la mente, en el vacío original de la misma surge el revelador sonido de la iluminación.

Según la mente, con su capacidad para amplificar y atenuar, el mismo hecho engendra en unos regresión y en otros evolución.
    Cuando la motivación y el anhelo espiritual son genuinos y van acompañados de la acción diestra, se desencadena la sabiduría reveladora.

Aplícate al cultivo metódico de la mente, porque la mente puede ser una aliada, pero también una implacable enemiga.
    El ego es una carga tan pesada que te sumerge en las aguas de la ignorancia. A lo que hay que renunciar es a la ofuscación de la mente y al ego.



A menudo el ser humano, por falta de visión penetrativa, se estrella contra la apariencia de los fenómenos.
    El hombre debe aprender a navegar hábilmente en dos océanos: el del espíritu y el de lo cotidiano.
    ¡Qué implacables para los demás! ¡Qué indulgentes para nosotros! En tanto la mente está empañada no sabremos ver ni vernos.

No hay pérdida que perderte a ti mismo, ni recuperación más fecunda y maravillosa que volverte a ganar.
    No hay peor apego que el apego a las opiniones y estrechos puntos de vista.



La imaginación descontrolada se vuelve contra uno como un peligroso boomerang.
    Convierte la vida en un ejercitamiento espiritual y no te pierdas solo en mezquindades, porque la muerte no espera en cualquier recodo del camino.

Hay una lección incomparable que aprender en el curso natural de los acontecimientos, sin necesidad de esforzarse inadecuadamente.
    Mediante la observación atenta de desencadena la visión clara; la visión clara conduce al entendimiento correcto; el entendimiento correcto permite tomar las cosa como son.

Duda para seguir investigando espiritualmente, pero no para cerrarte a ti mismo la senda. Confía en la enseñanza, pero no te arriesgues a la obediencia ciega ni a la necesidad de creer a cualquier precio.
    Larga y sinuosa es la marcha hacia la autorrealización, pero a tanto esfuerzo sigue una recompensa ilimitada.

Todo fluye, todo cambia, todo está sometido a la implacable ley de la transitoriedad.
    La senda falsa es aquella que conduce a apuntalar el ego en lugar de debilitarlo.

La perversa inteligencia humana siempre puede encontrar el modo hábil de engañar o autoengañarse.
   Hasta que no probamos el sabor de nuestro ser interno, vivimos de espaldas a nuestra propia identidad, identificados con lo que creemos ser y no somos.



Los maestros dicen: imagina una sola tortuga en un inmenso océano y que ésta solo saca la cabeza a la superficie una vez cada millón de años. Sigue imaginando. Imagina un aro flotando a la deriva sobre las aguas del descomunal océano. Escucha bien. Más difícil aún que la tortuga introduzca la cabeza en el aro cuando sale a respirar a la superficie, es haber obtenido una forma humana.

   Haber nacido humano es un don inapreciable. No lo desaproveches. Concede a tu vida un sentido profundo de lucidez y compasión.


Ramiro Calle – Cuentos espirituales del Tíbet

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