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viernes, 28 de octubre de 2011

Ibn-Arabí y el Sufismo

Nacido en Murcia (año1.165) de padre murciano y madre bereber, se trasladó con su familia a Sevilla a la edad de 7 años. Sus estudios literarios juveniles transcurrieron entre Lora del Río y Carmona.
El ansia de saber condujo a Ibn Arabi a una vida viajera, recorriendo primero su Al-Andalus natal y luego el Norte de África visitando a los diferentes grupos sufíes.


 Los maestros sufíes de muchas órdenes en el sufismo desde hace siglos lo han considerado como un gran maestro conocedor por 'experiencia (espiritual) directa', al que incluso han dado el calificativo de Sheij al Akbar, o el más grande de los maestros.

Su obra es, ante todo, de carácter gnóstico-religiosa; sus críticas al entendimiento meramente externo y árido de la religión e incluso a la filosofía misma son abundantes. Pero es evidente que no es un simple "místico": el contenido metafísico de su obra abarca desde la interpretación gnóstico-sapiencial de la sharia (Ley Islámica)  hasta una cosmología basada en la revelación divina y de su Unicidad.


La doctrina de Ibn Arabi abunda en el carácter absoluto de Dios como unidad suprema. Esta niega cualquier tipo de analogía entre Dios y lo creado -por lo tanto escapando del panteísmo que le han adscrito algunos-, pero también desarrollando una compleja relación de lo creado con el Creador, del que es una expresión de sus diferentes Nombres y Atributos. Esta radical separación de Dios y su creación impide su conocimiento racional de Dios como Esencia, pero no impide su conocimiento a través del develamiento, o sea, de la certificación o Realización de la Realidad de las cosas, que no es otro que Dios. Con él el sufismo alcanza el desarrollo más refinado de la expresión de la elaboración teórica.


He visto la gloria  en la ascesis ,
la riqueza  en la pobreza ,
el contento  en la moderación ,
el alivio en la paciencia ,
la provisión en la confianza contenta ,
la verdad en la sinceridad ,
la religión en el temor consciente ,
el descanso en la soledad ,
la guía en el esfuerzo insistente,
la extinción en la contemplación,
el amor en el seguimiento [del Profeta] ,
la influencia espiritual benéfica en ajustarse a lo permitido ,
la luz en la adoración,
la obtención del secreto  en mantener el secreto ,
la felicidad en el cuidado solícito ,
la bondad con el compañero en el medio de vida ,
la magnanimidad en el poder ,
el cumplimiento en el pacto ,
el amor en la compañía de la amistad ,
la elevación en la humildad ,
la nobleza  en el conocimiento,
la sabiduría en el silencio ,
la salud en la dieta ,
la develación  en el hambre ,
la vigilancia del propio estado en la vigilia ,
la negligencia del recuerdo de Dios en la pereza ,
el beneficio  en el trato condescendiente y benevolente ,
el temor en el corazón ,
la dulzura  en la convivencia ,
la adaptación y la conformidad  en el compañerismo
la reflexión en el pensamiento ,
la reorientación a Dios en la atención despierta ,
el conocimiento  en la humildad ),
la nobleza  en la generosidad ,
la misericordia en el amor mutuo ,
la venganza en el odio ,
sufrir una prueba  en el amor ,
tornarse humilde  en el llanto ,
y la proximidad en las acciones supererogatorias .


Sigo los comentarios de Andrés Guijarro en su excelente libro Ibn Arabí – El Libro de la Extinción en la Contemplación, para que nos ilumine en la oscura profundidad de esa elevada doctrina.

A pesar de su título, este tratado puede considerarse como una introducción al estudio de la vía esotérica y al dominio del conocimiento metafísico del Islam, en su expresión más elevada: el sufismo. Su tesis supone que la Divina Realidad Esencial, que es el objetivo de la vía de Conocimiento metafísico, no puede contemplarse más que por una realización que es, por una parte, “extinción” de lo que es relativo y contingente en el ser, o en el “ojo” que contempla y, por otra, “permanencia” de lo que es absoluto y necesario. Esto no implica ningún cambio de naturaleza, ninguna alteración o supresión de esencia alguna, y no conduce a ninguna situación que no existiera ya. La Visión aparece como algo “nuevo” en este “ojo”, “el ojo de la Unión y del Ser Puro” o “el ojo de la Síntesis y de la Realización”. Se trata de la culminación de la realización espiritual que recibe el nombre de “Estación de la Quietud y de la Suficiencia Inmutable”.

 “Este “Ojo” ve los Números como un “Único”, el número “Uno” que, sin embargo, viaja en los grados numéricos donde recibe nombres que varían con los grados. El “Uno” o “Único” no aparece con su propio nombre al tiempo que lo hace con su esencia más que en el de la Unidad primera. En todas las demás ocasiones en las que aparece con su esencia no lo hace con su propio nombre. Así, por su “nombre propio, produce la extinción, y por su “esencia”, la permanencia”. Este tipo de desvelamiento y de ciencia debe ocultársele a la mayoría de las criaturas, por ser su naturaleza demasiado elevada. Por encima de esto se encuentra un abismo profundo y temible. Si alguien desprovisto del conocimiento de las realidades propias de las cosas e ignorante de la continuidad infinitesimal de los vínculos universales aborda este tipo de doctrina contemplativa, al no haber tenido primero ninguna experiencia directa, puede llegar a creer que también a él le está permitido decir: “Yo soy Aquel a quien amo” y Aquel que ama soy yo”. Por esta razón, velamos y guardamos este tipo de enseñanzas, solo deben exponerse a gentes del gusto iniciático. Dice Abu Hurayra: “He recibido del Profeta dos “recipientes”; he repartido el contenido del primero entre vosotros, pero si hiciera lo mismo con el otro me degollaríais”.

El “día” es la unidad de tiempo, y “la obra del día” que te concierne fue traída a la Existencia para ti, no para Dios. Él no necesita nada, y nada puede llegarle por parte de Sus criaturas que Él no tenga ya por Sí Mismo. Lo que ha creado lo ha creado para ti… estate tú también cada día en una obra para tu Señor. Sin embargo, lo que no eres tú ni es Él es un don que ha de llegarte… Y si Él te dice: “¡Coge!, contéstale: “Tú eres el que coge”. Si te dice: “¡Vuelve!, respóndele: “De Ti hacia Ti”. Si te dice, “¿Cómo es que cuando te digo cojas me respondes que Yo soy el que coge? No hay nada más que yo pueda coger”, indícale tú. “Yo no sabría como coger, porque “coger” es un acto, y yo no tengo ningún “acto”, Tú eres el que coge, pues Tú eres el Agente. Toma Tú mismo por mí lo que Tú me das, y no digas: “Coge, tú (criatura), que no puedes coger, porque al decirme que coja de Ti, extiendes un velo sobre mí. Yo no puedo tomar nada. Como Tú no eres mío, y yo no tengo ningún poder para coger, si tratara de hacerlo, obtendría la nada, que es el peor de los males. Si no… Pero pido que me dispenses de continuar con este diálogo peligroso, ‘oh! Tú que tomas y no puedes ser tomado, oh Tú que posees y no puedes ser poseído!”.

miércoles, 26 de octubre de 2011

lunes, 24 de octubre de 2011

Hades... ¿voz de la Tradición?

Es este un resumen textual de las primeras treinta páginas del libro de Hades (Alain Yaouanc) "Su Salud por la Astrología" atendiendo al contenido ex/sotérico de sus afirmaciones:



En nuestra actual Era de Hierro (kali-yuga) el cuerpo físico ha sufrido una degeneración. No sabemos alimentarnos, ni establecer una vida positiva de relaciones con los otros o con nuestro “yo”, es decir, con nuestra voluntad según las leyes de la verdad y el amor, caracteres que llaman a la paz. Lo queramos o no obedecemos a nuestros instintos y nuestras emociones, en lugar de gobernarlos y calmarlos. El hombre moderno, el hombre sin Dios, ignora sus propios límites, lo que le impide definirlos, ya sea para respetarlos o superarlos.


Solo uno mismo puede modificar el determinismo de los acontecimientos que le afectan, pero no puede modificar ese determinismo mas que por una contracción de los sentidos, con la intención de una Unión con la única voluntad Eterna. El cuerpo no posee ninguna existencia propia. La “Maya”, el mundo ilusorio en el que todos estamos sumergidos representa en general la mentira, el inconsciente y el espejismo. Estas mentiras forman nuestro inconsciente, son las formas que toman nuestros deseos que se dirigen a otro cuerpo, a un alimento, a una distracción o a una adquisición, conjunto de espejismos que persiguen otros espejismos.


Las enseñanzas tradicionales son la única agua que puede apagar nuestra sed. Esta agua divina existe en la piedad y el amor, la sangre recogida en el Grial de la tradición medieval.Toda iniciación es el camino que va del caos al orden, del inconsciente al consciente y del deseo a su extinción.




El cuerpo sutil, cuyo vehículo es la sangre, está tejido con nuestros sueños y deseos. Hace de vehículo para todo lo que se nutre de nuestro inconsciente, y en la muerte, antes de ser disueltos, nos situará delante de las formas ilusorias nacidas de nuestros actos. Estas formas nos acompañan hacia otro estado del ser, a menos que en vida nos hayamos ya liberado de las tentaciones nacidas del inconsciente, que tienden a encarnarse, a precipitarse en actos, encadenándonos siempre, ya que es propio del deseo el ser insaciable.


Nuestras acciones tienen una tremenda importancia para nuestro porvenir, ellas han forjado este cuerpo sutil que es nuestro actualmente. No existe otro paso al estado humano, otra encarnación, nuestros actos nos llevan a otros estados, hacia una serie indefinida de posibilidades. Este mundo, con las limitaciones del estado humano, no es mas que uno entre todos los estados posibles.


Este cuerpo sutil nos enseña que todas nuestras acciones nos acompañan; para liberarse de ellas es indispensable por lo tanto emanciparse de la acción. Una de las técnicas que lo favorecen es el yoga, la supresión de los estados de conciencia.


En la mente, un pensamiento sigue a otro de forma continua, hasta la interrupción provisional del sueño. El hombre moderno está bajo la entera dependencia de sus pensamientos, incluso la soledad es devorada por ideas inútiles, se hace imposible permanecer a solas consigo mismo. De aquí el recurso incesante de las “distracciones”, que vuelven a poner al hombre frente a la nada, imágenes ilusorias que despiertan o halagan sus apetitos.


El hombre moderno se abandona así en el centro de una gigantesca tela de araña donde su frustración le inmoviliza sin esperanza. Sin embargo, los pensamientos en movimiento del cuerpo sutil harán nacer la insatisfacción. Para expulsarla, el hombre se enreda en las vías de distracción que significan tanto diversión como atolondramiento. En el plano de lo cotidiano este movimiento es el del hombre que quiere “distraerse”, es decir, salir de sí mismo, simplemente porque todo, y en primer lugar él mismo, se le hace intolerable. Esta salida de sí mismo constituye una ruptura del equilibrio, una enfermedad.


Otro movimiento va del exterior al interior, de lo que está fuera hacia el corazón, centro del yo. Es lo que se llama iniciación, acción de dar y recibir los primeros elementos de lo que permanecía hasta entonces escondido y misterioso.
Para el pensamiento tradicional, todo hombre que esté inmerso en el placer o en el dolor es un esclavo. Las limitaciones del mundo, las del tiempo y las del espacio multiplican y anulan el efecto de los deseos. Esto ocurre en el más fuerte éxtasis como en la más grande desesperación; pero más vale que el hombre se encuentre en el fondo de la desesperación, así los encantos del cuerpo sutil reciben el más formal de los desaires.


¿Por qué pararse? Porque durante esta pausa y gracia a ella tratamos de comprender el plan divino y la unión con lo invisible. Todo lo visible debe penetrar lo invisible. Este es el camino de lo espiritual, camino de la extinción del yo, es decir de las pasiones y al mismo tiempo del final del sufrimiento.


El paraíso y el infierno son mitos que corresponden a los estados superiores del ser humano. Realizan su existencia aquí y ahora; para empezar es suficiente con cerrar los ojos y suprimir el mundo prójimo y sus encantamientos.
La pausa es la de todo ser que cumple con su deber, tratando de separarse de los frutos unidos a la actividad, único medio de volver a la pureza. La experiencia sensual, la del mundo, carece de provecho para el hombre que quiere liberarse.

El tercer estado, el del espíritu, no tiene nada que ver con el mundo sutil, que se desvanece en la muerte con todas nuestras experiencias. Está situado más allá del mundo y de los mundos, unidad perfecta, que comprende a la vez todas posibilidades de lo manifestado y lo no-manifestado. El Universo tiene una unidad, esta unidad toma la forma de lo que no muere, de lo Eterno. Así el hombre es Eterno, sólo mueren el cuerpo físico y el cuerpo sutil, es decir, que se transforman.


El núcleo verdadero del Ser está más allá de todas las transformaciones que para el cuerpo son naturales o accidentales.

miércoles, 19 de octubre de 2011

De "Mil Vías hacia la Tranquilidad", por David Baird. (2)

Gracias a Liptuán, su interés me ha llevado a repasar un poco este "librito" de bolsillo de 460 páginas. En la contraportada avisa: "Un libro indispensable, una refrescante aproximación a la sabiduría tradicional, que ofrece mil pensamientos sabios, ingeniosos e inspiradores para alcanzar la tranquilidad. El perfecto compañero en el siglo XXI". La verdad es que a veces parece que la mano va sola para abrir el mensaje más adecuado al momento. Además trata la Calma, la Paciencia, el Contento, la Percepción, la Paz y la Tranquilidad perdida. Una joya de 11 x 11 x 3 cms. (La de la foto es mi hija, este verano en la Barrosa).













¿Qué es la tranquilidad, y dónde encontraremos esa pequeña puerta en el jardín que nos lleva a ella? La buscamos frenéticamente y nunca la encontramos.

Los tontos se quejan, condenan y critican. La tranquilidad pertenece a aquellos capaces de elogiar en los demás lo que hacen bien.

La tranquilidad está más allá de la forma, no puede atraparse ni sujetarse. Está más allá del sonido pero quizá dentro de él, y sin embargo no puede ser oída. No puede verse, y sin embargo está en todo lo que vemos.

Al alma tranquila le es concedido el poder de maravillarse, el de la curiosidad y el del placer. Cree en ti mismo y todo ello vendrá.

La tranquilidad se alcanza en cuanto somos capaces de aceptar que es poco probable que la vida vaya tal y como la planeamos.

La tranquilidad se puede alcanzar simplemente permitiendo que la mente se calme.

La traquilidad no se crea. Ya existe en nosotros. Simplemente perdemos el contacto con ella.

Un momento de tranquilidad puede aliviar una vida de confusión.

Nuestra tranquilidad y nuestra felicidad dependen de nosotros mismos.

A veces, cuando estamos demasiado centrados en nosotros mismos y en la confusión en que estamos inmersos, la tranquilidad nos evita y tenemos que desviar momentáneamente la atención de nosotros mismos.



La tranquilidad es un sentimiento, no un pensamiento. Hay que intentar sentir, y no pensar en el sentimiento.

Hay un tipo de tranquilidad en la gratitud con la que recibimos a la vida, y todo lo que contiene.

En esta vida, rara vez somos libres. Nos dejamos convertir en esclavos de la moda, de la imagen, de los pensamientos y de las sensaciones. No son más que obstáculos al flujo de nuestro proceso de reflexión natural.


No hay nada mejor que descansar después de no hacer nada, la pereza es descansar antes de no hacer nada. (Esta frase es hechizante)

Vive en armonía con la Naturaleza, no nades siempre contracorriente… en ella no hay miedo, no hay odio, no hay envidia, y sin temor, odio ni envidia el corazón puede estar tranquilo.



martes, 4 de octubre de 2011

El Zen





“Aprender el camino del Buda, es aprender acerca de uno mismo. Aprender acerca de uno mismo es olvidarse de uno mismo. Olvidarse de uno mismo es estar iluminado por todas las cosas del mundo. Estar iluminado por todas las cosas del mundo es prescindir del cuerpo y de la mente propias.”
Maestro Zen Dogen




El ZEN, antecedentes: EL BUDA.


La palabra Budismo proviene de ¨ Buda ¨ que significa ¨ el iluminado ¨, ¨ el sabio ¨, ¨ el solitario de los Zakyas ¨, y fue el nombre que se dio al fundador del Budismo que se llamaba Siddharta Gotama, quien fue un personaje histórico, hijo del jefe de la tribu de los Zakyas, que creó la religión nueva contra el formalismo de los brahmanes, considerando que vivir es sufrir y que el sufrimiento resulta de la pasión. Gotama vio en la renuncia de si mismo el único medio de librarse del sufrimiento.


Siddharta, en el periodo en que se destruían las relaciones propias del régimen de comunidad primitiva y se constituían los Estados clasistas, dio expresión a la protesta de las masas del pueblo contra la religión brahmánica, contra las diferencias de casta consagradas por dicha religión, contra los complicados ritos de adoración a los dioses y contra los sacrificios cruentos. Basaba la liberación de los sentimientos, no en las transformaciones sociales ni en la lucha contra las fuerzas de la naturaleza, sino en el perfeccionamiento moral al que ha de llegar el hombre apartándose de la vida, sumergiéndose en el nirvana.


Buda negó la existencia de un dios creador, rechazó la religión de los Vedas; pero tomó de ellos la doctrina de las reencarnaciones (sansara) y de la recompensa (karma). Indicaba que las nuevas reencarnaciones no dependen de que pertenezcan a una u otra casta, ni de los sacrificios, sino de los actos buenos y malos del individuo.
Siddharta Gotama nació príncipe en un reinado por donde ahora es el área del límite entre la India y Nepal. A la edad de 29 años, deseando conocer el camino que guía al final de toda inestabilidad (impermanencia) y angustia, para asegurar su bienestar permanente, renunció al mundo llegando a ser un vagabundo ascético, haciendo voto solemne de encontrar la Realidad Ultima y Verdadera.
A la edad de 35 años el completó su propósito y obtuvo la realización de la Sabiduría Perfecta. El encontró la respuesta que guía a la completa cesación de toda la inestabilidad y angustia, que guía a alcanzar la otra orilla, la cual es la Realidad Verdadera Permanente, el Nirvana. Comenzó entonces a enseñar, instruir y guiar a otros que similarmente estaban buscando la sabiduría y la iluminación. Es la enseñanza del Buda la que es base y fundamento del Budismo.


En el Budismo, el énfasis está en la búsqueda de la Verdad, en conocerla y entenderla. El énfasis no está puesto en una fe ciega. La enseñanza del Budismo está basada en ven y observa y nunca en ven y cree. El Budismo es racional y requiere el esfuerzo personal, declarando que solo por el esfuerzo de uno mismo puede realizarse la Sabiduría Perfecta. Cada individuo es responsable por su propia emancipación de la angustia y el sufrimiento.
El Budismo permite a cada individuo estudiar y observar la Verdad internamente y no exige ni necesita ninguna fe ciega antes de aceptarlo. El Budismo no aboga por dogmas, ni credos, ritos, ceremonias, sacrificios o penitencias, todos los cuales deben ser aceptados por una fe ciega. El Budismo no es un sistema de fe y culto, sino más bien es un pasaje a la Iluminación Suprema. El Buda se refirió a sus enseñanzas como simples o como una balsa que nos saque de esta orilla de sufrimiento e impermanencia y nos lleve a la otra orilla de bienaventuranza y seguridad, la Realidad Permanente y Verdadera o Nirvana. Posteriormente a la realización del Nirvana, la balsa ya no es necesaria.


El Buda se refirió a sus enseñanzas como el Camino Medio, llamado así porque el evita los extremos de ambos, la indulgencia propia del mundo y la mortificación propia de un ascetismo estricto.
La meta de conducirse por el camino de la doctrina del Budismo es zambullirse en el Nirvana. Tiene el Nirvana como su objetivo, su fin, la Realidad Verdadera realizada.
Buda alcanzó esta experiencia de despertar llamada Iluminación mediante la práctica de una meditación exacta y poderosa, basada en el aquietamiento del cuerpo y de la mente y en una profunda introspección.


Después de su Iluminación, Buda señaló las Cuatro Nobles Verdades:


1. La Verdad del Sufrimiento. La existencia es sufrimiento.
2. La Verdad de la Causa del Sufrimiento. El deseo, el apego y la ignorancia son las causas del sufrimiento.
3. La Verdad de la Cesación del Sufrimiento. Los seres humanos podemos experimentar un estado de conciencia exento de sufrimiento.
4. La Verdad del Camino hacia la Cesación del Sufrimiento.


 A este camino se le llama Noble Sendero Óctuple, porque esta formado por ocho aspectos:


• Visión correcta.
• Pensamiento correcto.
• Palabra correcta.
• Acción correcta.
• Medio de existencia correcto.
• Esfuerzo correcto.
• Atención correcta.
• Meditación correcta.


El Estado Permanente Verdadero de la Realidad es el Nirvana, ese que No es Nacido, sin Hacer, No Manifestado, No Hecho, el que No Tiene Condiciones, La Verdad, el Nunca Creado, El Sutil, El Estable, el que no se Deteriora, el que no Envejece, el que No Muere, El Inmortal, El Pulcro, La Paz, La Bienaventuranza, La Pureza, El Excelente, La Perfección y Grandeza de la Sabiduría, el estado Libre de Enfermedades, la Exoneración y Liberación de la Enfermedad, el Sin Nombre, la Serenidad y la Pureza de la Misma Realidad Incambiable y Absoluta, la Norma, el Maravilloso, la Meta, lo Real. En pocas palabras, El Final.
Un aspecto interesante del Budismo es que plantea que habrá renacimientos futuros y continuos, y que cada vida será de acuerdo con las pasadas, si ese ser realizó acciones buenas o malas en otras vidas ya transcurridas.




EL ZEN JAPONÉS


Para muchos el Zen es considerado la cima del Budismo. El Zen es la forma abreviada de la palabra en japonés zenna, que equivale en sánscrito a dhyana. En su esencia esta palabra reúne doble aspecto de “pensamiento” y “ejercicio”, que al castellano puede traducirse como “meditación,” “contemplación,” “aquietamiento” y “concentración mental”. Zen significa, pues, el proceso de concentración de la mente en un solo punto u objeto. El Zen es un método budista para conseguir una comprensión directa de la realidad de la vida. Fue difundido durante el siglo VI desde la India a China donde se le consideró como ¨ lo que apunta directamente al corazón del hombre ¨


Se puede afirmar que el Zen es el modus operandi del budismo. La filosofía del Zen es, naturalmente, la del budismo. El Zen es una disciplina y no una filosofía, que se ocupa directamente de la vida y es donde ha desarrollado sus rasgos más característicos. Nacido de la unión entre el Taoísmo chino y el Budismo Mahayana, el Zen tiene como convicción que todos los seres pueden lograr conocerse a si mismos mediante la práctica constante y eficaz del Zen.
En toda la historia de la existencia, el hombre siempre ha querido librarse de los sufrimientos, pero por mas que ha intentado escapar de ellos se le hace muy difícil evitarlos, ya que los deseos, las pasiones, las ambiciones, etc.; son parte importante de las causas de los mismos. Por eso, con la práctica de la doctrina del Zen, se logra rescatar al hombre del sufrimiento de la existencia.


La doctrina del Zen hace énfasis en los siguientes fundamentos de sus enseñanzas:


1. La recuperación de la simplicidad y de la sencillez.
2. La posibilidad de hallarlo todo, paradójicamente, al perderlo todo.
3. Un especial entusiasmo en la riqueza del vacío.
4. La inexistencia de un principio y un fin. Tan solo existe el vacío.


EL concepto de vacío en el Zen significa darse cuenta de que realmente no se tiene nada y de que nunca se ha tenido nada. Nada que ganar y nada que perder, nada que dar y nada que recibir, ser exactamente así de pobre y sin embargo ser rico en posibilidades inagotables. El vacío zen es un vacío dinámico y vivo, inaprensible y atemporal, cuya verdadera naturaleza permanece desconocida. La esencia de la vida se siente, no se piensa, no se racionaliza o conceptualiza, y cuando se capta, se comprende su naturaleza de vacío. Ese estado de desprendimiento y ausencia de deseo es, a la vez, espiritual y psicológico.


Un poema Zen dice así: “El camino perfecto carece de dificultades, excepto la de negarse a admitir preferencias, solo cuando se ha liberado del odio y del amor se revela plenamente y sin disfraces, una diferencia de un décimo de pulgada es lo que separa al cielo de la tierra. Si quieres verlos con tus propios ojos, no debes tener pensamientos fijos, ni a favor ni en contra. Todo es adecuado y a la vez nada es adecuado”¨
Al vivir en la espontaneidad, en la naturalidad, de nada sirven los dogmas y las teorías. Objetivar, codificar, conceptualizar la realidad es la pretensión obsesiva que persigue el conocimiento convencional del hombre de Occidente. Todo lo que se presenta frente a él, ya sea divino o humano, debe ser clasificado y encapsulado dentro de una definición rígida e inamovible. De esta forma nos formamos ideas, creencias, deseos y aversiones, todas ellas ficticias, ajenas al mundo verdadero de la realidad presente y siempre cambiante.


El objetivo Zen es alcanzar el perfeccionamiento o la iluminación del ser humano de forma espontánea, instantánea, instintiva y natural. De forma fulminante se conquista la comprensión de la realidad y la armonía o integración del ser en la totalidad integradora del nuevo universo. Luego el camino zen llega a confundirse con su meta. El zen trata de conseguir vivir en la verdadera realidad, y para ello crea a su alrededor un clima o atmósfera para alcanzar la iluminación. Para ello se sirve de tres elementos: la meditación sentada o zazen, las enseñanzas de los maestros o sutras y los koan.
El zen persigue la aniquilación del orgullo, la vanidad, la obsesión, la susceptibilidad y la excesiva animosidad. El zen detesta el egoísmo que se manifiesta en efectos calculados (con resultados artificiosos y efectistas) o cualquier otro tipo de auto glorificación.
Para vivir la verdadera realidad de forma armoniosa con el universo, es necesario alcanzar el ¨satori zen¨ o iluminación inmediata. Tras una acumulación de conceptos y argumentaciones se llega al límite de carga admisible y el edificio se derrumba en sí y entonces se abre un nuevo cielo a lo lejos. Se trata de una especie de catástrofe espiritual que se presenta súbitamente. Estamos, entonces, en el verdadero punto de arranque hacia la iluminación.


Para llegar a ese punto hay que tener en cuenta lo siguiente:


1. Deshacernos de todas las imágenes ilusorias continuamente repetidas sobre las que se ha cristalizado durante tanto tiempo nuestra voluntad y que nos han proporcionado tantas angustias y preocupaciones.
2. Olvidarnos de nuestro ¨yo¨, siempre tomando tan a pecho y siempre origen de sufrimiento.
3. Desterrar todas las obsesiones que continuamente nos crispan, paralizan y absorben nuestra energía.


Una vez alcanzado el satori, las exaltaciones exteriores ya no provocan deseos contradictorios, de manera que el hombre, a partir de entonces, ya no sufre con las miserias de la vida. La ascensión al satori lleva consigo la disipación de todas las dudas e indecisiones. Ya no hay nada de lo que evadirse. Las complicaciones pasadas y presentes, siempre para, nuestro intelecto, gravosas e innumerables, ya no valen la pena.


El “satori” es, pues, el estado donde cada uno encuentra el lugar que le corresponde en el flujo de la vida, identificándose con todo lo existente y amado. Alcanzar el “satori” equivale a descubrir el significado de la propia existencia. Experimentar el estado natural de la mente, del que emanan todas las buenas acciones y la armonía. Llegar a ser verdaderamente humano, relacionándose con los demás con una conciencia y comprensión intuitiva totalmente desinteresadas.
El “satori” es un estado interno, lleno de claridad y paz, que logra en cada persona identificarse con todo lo que le rodea y contemplar a la gente sin juzgarla. Para el hombre “iluminado,” el ¨yo¨ pasa a no existir, alcanzando un estado de “pobreza” y “vacuidad” equiparable a una experiencia mística (el satori).




Beneficios de la práctica del Zen


La práctica de la meditación Zen no está en contradicción con nuestra vida diaria y sobre todo no es una evasión ante las dificultades que el vivir diario nos presenta. Gracias a la practica asidua del Zen, podemos encontrar la lucidez, la clama y las energías necesarias para resolver con soltura y eficacia las situaciones cotidianas.


A través del abandono del egoísmo, los deseos, las ambiciones, podemos sumergirnos sin miedo en nuestra existencia y evolucionar sin problemas. Los mejores momentos para sentarse en Zazen son el amanecer y el anochecer.
Estos momentos de trasformación de la naturaleza y de nuestros propios ritmos biológicos favorecen la concentración y nos preparan para purificar nuestra conciencia y nuestro cuerpo de todas las impresiones sensoriales nocivas que hemos acumulado durante el día por otra. Las personas que continúan diariamente esta práctica son testimonios de la profunda renovación que han experimentado en sus vidas.


Un aspecto a tener en cuenta es la educación en el Zen, ya que esta precisa de mucho rigor, constancia y disciplina para de esta forma lograr los beneficios de él esperados. Con relación a esto la enseñanza del Zen se dirige sobre todo al sistema nervioso frontal, fortaleciendo así el espíritu y el cuerpo, lo psíquico y lo orgánico, dicho de otra manera, al ser en su totalidad.
Practicando el Zazen influenciamos fuertemente en nuestro hipotálamo y nuestro tálamo, tranquilizándose el cerebro pre-frontal y el cerebro frontal.
Otro aspecto a tener en cuenta para la enseñanza del Zen es la figura de un maestro, pues la presencia de este es necesaria no solamente para controlar la postura y para enseñar la pacificación del espíritu sino para guiar a cada uno. Esta es la razón por la cual el Zazen debe ser practicado en la atmósfera apacible de una sala de meditación. De esta manera el practicante se beneficia, no solamente de la dirección del maestro, sino de la presencia de los demás participantes. El esfuerzo de cada uno se multiplica en un vasto esfuerzo colectivo, que sostiene, alienta y apacigua.




Consideraciones Finales


En un mundo cada vez mas globalizado por las ideas, la cultura, la información, donde lo que está cada vez mas es la ley del mas fuerte, el más rápido, el más inteligente, sumándole todo esto las catástrofes mundiales como guerras , el terrorismo, los problemas ambientales, la pobreza, la desigualdad mas creciente entre los hombres. Donde la incertidumbre y la inestabilidad son los protagonistas de esta era en la que estamos viviendo resulta entonces interesante como contrasta las diferentes religiones en los diferentes países y que papel juegan en el entorno cada vez más complejo.


Partiendo de nuestros tiempos, cada vez toma mas relevancia muchas religiones que defienden sobre toda las cosas la paz y la tranquilidad espiritual entre los hombres. En el contraste de lo que defiende cada religión y lo que realmente esta ocurriendo en el mundo es signo de alarmante preocupación.
El Budismo Zen es parte de un fiel ejemplo de lo que es experimentar la tranquilidad espiritual, haciendo énfasis sobre todo a la renuncia de todo aquello que provoca el sufrimiento en el ser humano como son las ambiciones, el egoísmo, las aberraciones, los deseos y las pasiones, todas estas emociones que en su mayoría están siendo utilizadas por aquellos que tienen el poder en detrimento de otros hombres.


El budismo Zen es más que una filosofía, es un modo de vida muy difícil de conquistar pero que conlleva increíbles beneficios al ser humano para su práctica constante hay que tener mucha fuerza de voluntad y estar convencido del Zen.
En Japón el budismo se manifiesta en todas las facetas de la vida nipona y ha llegado para quedarse, reflejándose en cada japonés.


Ernesché Rodríguez Asien
Universidad de la Habana, Cuba