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domingo, 1 de julio de 2018

Los 5 poderes auténticos (Thich Nhat Hanh)




Hay otro tipo de poder, el poder de ser felices justo en el momento presente, libres de la adicción, el miedo, la desesperación, la discriminación, el enfado y la ignorancia. Este poder es un derecho inalienable de todo ser humano. El hecho de vivir nuestra vida con profundidad y felicidad y de tener tiempo para dedicarnos a las personas que amamos es otro tipo de éxito, otro tipo de poder, y es mucho más importante. Solo hay un tipo de éxito que realmente importa: el éxito de transformarnos a nosotros mismos, de transformar nuestras aflicciones, nuestro miedo y nuestro enfado. Este es el tipo de éxito, el tipo de poder, que nos beneficiará a nosotros y a los demás sin causar ningún daño.

Para proporcionar felicidad a los demás debemos ser felicidad. Este es el motivo por el cual siempre nos entrenamos para ocuparnos primero de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Solo cuando nosotros mismos seamos amables podemos dar lo mejor y cuidar de aquellos a los que amamos.
    Cuando vivimos sin ser conscientes, sin la capacidad de ver realmente el mundo que nos rodea, nuestra vida con frecuencia se asemeja a un tren fuera de control. Ya disponemos de tiempo suficiente para prestar atención a todas las personas y cosas que son más importantes para nosotros, y podemos vivir cada momento al máximo, sabiendo que es un momento maravilloso, el único momento que en realidad tenemos.



En el budismo hablamos de los 5 poderes auténticos, que son: la fe, la diligencia, la atención plena, la concentración y la visión profunda.

La fe es tener un camino que conduce a la libertad, a la liberación y a la transformación de las aflicciones. Si hemos visto el sendero, si tenemos un camino por el que seguir, disponemos de poder. Aquellos que no  disponen de un camino vagan sin rumbo, sufren. No saben adonde ir. Si tenemos alguna experiencia de que ese camino nos lleva en la dirección correcta, tendremos fe en el camino. Estaremos muy contentos de haberlo encontrado y, por consiguiente, empezaremos a tener poder.



La diligencia es practicar con regularidad la meditación sentada todos los días; si meditamos andando todos los días; si hacemos la práctica de respirar y comer con atención plena todos los días, estamos alimentando nuestra práctica de forma constante. Ésta es la segunda fuente de poder.

La atención plena es la energía de ser consciente de lo que está ocurriendo en el momento presente, vivimos con profundidad cada momento de nuestra vida cotidiana. La energía de la atención plena nos ayuda a saber qué deberíamos hacer y qué no. Nos ayuda a sortear las dificultades y los errores; nos protege e ilumina todas nuestras actividades diarias. Es la capacidad de reconocer las cosas tal cual son, a ver a las personas que queremos y a estar en contacto con ellas.

La atención plena hace emerger el poder de la concentración. La concentración puede ayudarnos a mirar con más profundidad la naturaleza de la realidad y a hacer emerger el tipo de visión profunda que puede liberarnos del sufrimiento. La concentración en la naturaleza de la transitoriedad, en el no-yo y en el interser puede ayudarnos a hacer grandes progresos que nos proporcionarán la visión profunda.

La visión profunda es una espada que, sin producir dolor, corta de raíz todos los tipos de sufrimiento, incluidos el miedo, la desesperación, el enfado y la discriminación. La visión profunda procede de la comprensión. Necesitamos crear un entorno en el que la atención plena y la concentración se conviertan en algo fácil.




Al centrarnos en nuestro poder espiritual, podemos transformar el balance final para que incluya también compasión. Sin compasión no podemos ser felices. Nos quedamos aislados y atrapados en nuestro propio mundo, incapaces de relacionarnos con la gente o de comprenderla. Si miramos con profundidad, vemos el dolor y el sufrimiento que hay en el mundo y  reconocemos nuestro profundo deseo de aliviarlo. También nos damos cuenta de que proporcionar dicha a los demás es la mayor dicha que podemos experimentar, el mayor logro. Al optar por cultivar el auténtico poder, no tenemos por qué abandonar nuestro deseo de vivir bien. De hecho, nuestra vida puede ser más satisfactoria y seremos felices y estaremos relajados, al tiempo que aliviaremos el sufrimiento de los demás y les proporcionaremos felicidad.


Thich Nhat Hanh – El arte del Poder