MIS AMIGOS COMPRENDEN Y DESAPARECEN
Ella, tú no lo sabías,
cuando estabas fuera visitaba tu casa,
y esperaba tus palabras
sentado en el tronco de madera.
Los jardines que adornaba tu fina mano
me recibían con jolgorio y juventud …
“… el agua viene de la fresca mano,
arriba y abajo lanza vida que llena.
¡Ella, riega la tierra, alimenta nuestras bocas¡
tu imprevista presencia recoge nuestras almas,
las dignifica y esparce por el aire
limpio. Tu sudor lo conviertes en sangre
de la que brotarán cálidos pastos
no aquí, sino entre montañas y lagos.
Son de verdad los amigos de tus cuentos
y con ellos jugarás; nos traerá el viento
el eco de vuestras felices canciones,
el alma pura de los puros cantores …”
Mis amigos comprenden.
Sí, mis amigos desaparecen.
No sabían que conocían mi futuro
los verdes tallos,
las húmedas raíces de las plantas
que crecían entre nosotros.
Si algún día llega a apagarse esta llama,
pido que no desconcierte mi sino
y haga de mis días
una ilusión por revivirlos.
Si desfallezco en mi búsqueda,
a nadie pediré que me levante,
aún un tímido gesto
es más fuerte que la agonía.
Si me protejo en la sombra del amigo,
que pierda el mundo su luz
y dé vueltas la loca esfera,
que no haya nada en la penumbra.
Si hago música con mis ojos,
y fantasías y romances de amor,
que sea única y libre de ecos
pero comprendida y quieta en otros ojos.
Ella, contar mi historia sin degenerarla,
mis sueños, mis anhelos jamás conseguidos,
esas felicidades dormidas,
para alcanzarlas piden un artilugio …
“… mientras oigo clamores de salvación,
eructos de un sacerdote grisáceo,
espléndidos fines de semana
en climas boreales, pintorescos,
orgías arrebatadoras de la sed
en un mundo desnudo,
vuelo henchido entre pájaros,
relatos llenos de fingimiento,
canciones y cuentos animados
de músicas sacrílegas;
palmas, timbales y armónicas,
flautas en una de las esquinas
del reformatorio de santos,
donde aparca el cartero
y nos regala misivas en forma de celda …”
No entiendo cómo me dejan pensar en mí,
sin angustias o iras devorándome,
temblores que mis nervios revelan
por no gustar de lo cotidiano,
sucesos que no me atañen
y que lograrán imponerme si
no descubro pronto lo que hay
tras la cárcel de mis ojos.
TÚ, A TI QUE ME LO PEDISTE
En ese día que la vida es desconcierto, tú,
a ti, que me reclamaste unas palabras que ignoro,
el desánimo es la disposición a la muerte,
pero cuando hay hálito, cuando queda vida,
todo lo sucedido es superfluo,
cuanto que se exagera lo que pudo ser,
y lo más importante se dejó a un lado.
Es la perfección la que subsiste,
a pesar de creerla extraña a nosotros…
en ti camina resuelta,
en ti el vigor lo es todo.
Pero tú caminas vacilante,
y dices que no conoces tu destino,
y crees que eres sólo tú la que gritas,
no sabes por qué sufres sin parar.
El mundo está desboronándose,
pero sigues en pie, ¿no te da eso más valor?
Hay una seguridad recóndita
que es más fuerte que tu lamento,
actuar, fecundar tierras fértiles,
escapar del mundo para vencerlo desde fuera.
Huir de la apatía, del silencio,
sin contar las horas que pasan,
porque no tienes límites de tiempo
cuando es el paso deseado.
Cuando es así te sientes capaz
y buscas y lo encuentras todo,
y, si caes… es para soñar.
Nada es eterno más que tú,
nada esperas que no hayas merecido,
no dejes que lo no querido reviva
y absorba tus esperanzas.
¡ AH, DE LOS TARADOS, CANTAD¡
En sentimientos, dolor y llanto,
consumidos todos los soles, niebla
perpetua a nuestros males como espina
encargada al tiempo venidero;
envenenan el tacto y el iris,
salpican danzantes gestos reales.
Revestidos los cuerpos de una cera,
lacra de arcas en nuestros labios,
pereza en el placer, ¡no palpitar¡
clavan como miradas en la sombra,
como restos de sangre en la piel,
la ventosa salada esclaviza,
y no miramos, no sentimos, no somos,
ni miran adelante los deseos.
Ah, de los tarados humanos,
cantad conmigo:
Gigantes esclavizadores,
infrahumanas bestias,
saltad a oto plano,
por sí o por nosotros,
alzad en vuelo, rebuscad
mierdas del fango celestial,
rezad a Satán argumentos
de la maldad del tiempo,
del dolor gozoso del diablo mundo.
EN SU BUSCA
Detrás de las oscuras paredes de mi tensa
imagen rebosan caudales coloridos de espuma,
blancas mujeres sirenas, voluptuosas,
reservadas a los ojos del poeta descubridor;
siembran corrientes de vida las musas,
cálidamente acompaño sus risas serias,
en sus bosques resbalo y me pierdo.
Ya, a bajar después de la fiesta
al seno enloquecedor de la escena
emanada, volteada sobre mi rostro.
Desde que el viento arroja seres
sobre los matojos, ras de las charcas,
las diosas abaten jubilosas farsas
que los hombres engullen. Del cielo.
En cuanto los animales se revelan sabios,
los sentidos de la tierra, de las simas
ocultas del mar abren sus encantos.
Ahí está, para recoger las semillas
del turbio y hollado pasado, inventado
por los ingeniosos, rastreadores bobos,
el hombre sanguinolento, acartonado
en recuerdos, sin saber vivir y renacer
a una vida que espera el olvido
de los lamentos ancestrales de otras penas.
Recoger lo llano y valedero, los despojos
y basuras a la obra de dioses y mitos falsos.
Y ya entran en la vida del pecador
las llamas y las llagas, el perdón y la miseria
creadas por el bulo de ser sobrenatural,
mueren sin conocer la vida real. Achicado
lo sobrante, encerrando la doctrina suprema,
la ciencia no desfallece por el cantar profético,
se vuelven neblinas las creencias, y humanos
aterrados por su cerebro inminente a desconectar.
Tras ese rumbo de la loca historia
de la tierra que se abre y traga inocentes,
siguen buscando incógnitas, pasatiempos,
los sirvientes del gigantesco molinillo
de hacer puré de pensamientos inútiles.
La verdad se sigue riendo del que la desconoce,
habrá vencedores y habrá total olvido.
VISION EN SUEÑOS
Viajaba por los sueños
una lejana madrugada.
Más y más me afané
por retenerlo todo.
Por eso desperté
y reconocí la otra vida.
Dormí de nuevo;
tuve la aventura
fulgurante de llamas rojas,
enfurecidas,
pero sin quemar nada,
como bálsamo de delicias.
La boca, algo dulce
al despertar de nuevo.
Quizá un beso,
ojalá un amor
nació para llenar el vacío
y sustentar
mis marchitas ansias,
como suspendido en jugoso
y suave almohadón.
Al renacer del sol por el este,
todo se esfuma,
esquivando la memoria,
deshaciendo el lazo.
¡ No caigo, aún no¡
Pronto es para ese día
en que deje de empañar un cristal,
o derramar la taza de leche
en la cama arrugada.
existe vida aún, intentos de felicidad,
los veo surgir de mi cabeza,
y tomar cuerpo
y salir de la negrura.
Se hace presente
apartando de mí la ruina;
hace un paréntesis
entre mis yos y todos los otros,
juntos cual hijos de la eternidad.
Los escollos se convierten
en amigos para huir del no
al sí de la risa.
Silabeando canciones,
notas en el espacio para decir:
felicidad,
cuando tan corta pareces,
cuando tan intensa, tan pueril.
Como joven es el día,
como embarazo es
la noche para la mañana,
como rutas, pegajosas,
hasta la senda del destino.
Tan querido y tan temido,
con tanta realidad equivocada
que solo parece la trampa
del sentir desvelado.
DESMIENTO LO QUE PIENSAN
DE MI MIS VIDAS DEL PASADO
Desmiento
lo que piensan de mí
mis vidas del pasado.
Mi ser hoy transcurre apático,
Mis reflejos fallan,
Se pierden como inútiles.
Y ¿qué ven en mí esos que me adelantan?
¿quién manifiesta, quién de lo que siente
te toma la mano y te hace revivir?
¡Qué escrupuloso es este mundo,
absurdo, que raros sus habitantes!
Por vivir, vivir más lejos
y soñar, soñar más alto
y cantar, cantar más fuerte y
amar, amor más puro.
Destrozar el lema caduco,
olvidar la muerte del sentir,
las astillas quemadas en el aire,
y el sol magnífico, radiando poesía.
lo anterior apabullado en sus tumbas.
Nuestro crecimiento allá quedó,
siendo claro su fruto
y andado su trayecto
y pasado su escozor.
Las pupilas al frente
d la senda perdida entre
maravillas. Por hoy marchar
de regreso al castillo
de la pesadilla rutinaria,
donde solo oigo conceptos de cemento,
donde se guarda, mientras se oculta
el poso de nuestra esencia,
para destapar la nítida figura
de almas marchitadas que ruegan
a otros hombres engreídos,
amos de sus iguales y de su pan …
¿qué ven en mí todos los que pasan?
¿qué manifiestan en su mirada?
¿dónde van, donde morirán?
¿cuándo hablaremos cara a cara?
¿dónde no se arrodillarán?
¿dónde estar con el descontento,
dónde ver juntos la luz?
En las tibias aguas
de las cálidas rocas
de la ardiente atmósfera
que calcine lo malo y estéril.
La esperanza es un vaho
que fracciona mi vida.
El deseo visionario esculpido en una losa
perpetua la grandiosidad
de una fijeza sin fin.
En unos espacios llenos de sombra y color,
en unas tierras acres, aceitosas, húmedas,
viviendo encerrada en su estricta composición.
E camino del hombre bordea la playa,
aquel que va a unos confines
donde al pisar se pierden los años;
al recordar, agudas dagas se incrustan
en la juventud del alma romántica.
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