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martes, 12 de julio de 2011

¡Oh, energía de Dios!, ¡oh Dios!, por favor, ocúpenme en Su servicio. (Swami Prabhupada)

Este texto lo he elaborado a partir del libro de Bhaktivendanta Swami Prabhupada "La Ciencia de la Autorrealización". Pido disculpas de antemano si por mi ignorancia en algún momento he podido desvirtuar el mensaje, debido al elevado nivel de estas enseñanzas. Me he permitido trascribir en muchos casos literalmente el texto original pero, en otros, quizá haya añadido algo de mi personal entendimiento. Por todo ello pido se me disculpe de mi atrevimiento, pero la lectura me ha llegado profundamente y he sentido el deber de comunicarla... !Hare Krisna!

Multitud de veces hemos visto a los seguidores de Krisna, ataviados con túnica azafrán, cantar y bailar con regocijo una estrofa que ha dado la vuelta al mundo: “Hare Krisna, Hare Krisna, Krisna, Hare Hare/Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare” que pocos han entendido su verdadera finalidad y significado. Tal como titulo este estudio, este cántico tenaz significa: ¡Oh, energía de Dios!, ¡oh Dios!, por favor, ocúpenme en Su servicio. Pero… ¿sabemos en qué consiste? Me temo que a muchos occidentales nos parecerá un nuevo tipo de fanatismo religioso, un adoctrinamiento excesivo, una dedicación con poco sentido. Nada más lejos de la realidad.

El maestro Prabhupada es uno de los más importantes propagadores de la Conciencia de Krisna. Fue encargado de su difusión en los años 60 del siglo pasado y destinado a los EE.UU, comenzando su misión en soledad, y ayudado por un pequeño tambor repetía sin cesar dicho canto. Rápidamente se le fue agregando una gran multitud de personas, ansiosos de una verdadera espiritualidad y de dar sentido a su existencia. Este movimiento de conciencia de Krisna no es un ciego fanatismo religioso, ni es una revuelta causada por algún reciente advenedizo, es más bien una manera autorizada y científica de entender cuáles son nuestras necesidades eternas en relación con la Absoluta Personalidad de Dios, el Disfrutador Supremo. El proceso de conciencia de Krisna simplemente trata de nuestra relación eterna con él y el desempeño de los deberes hacia Él. Así, el cultivo de la conciencia de Krisna nos permite lograr la perfección más elevada que se puede alcanzar en la actual forma humana de existencia.

Afirma Prabhupada que el deber del ser humano es entender su posición constitucional en relación con Dios, y actuar de acuerdo con ello. Si se hace esto, entonces nuestras vidas serán un éxito. Solemos sentirnos desafiantes y decimos: “No hay Dios”, o “Yo soy Dios”, o incluso “No me importa Dios”, pero ese espíritu desafiante no nos hará evolucionar. Debemos entender que Él es la raíz original de toda manifestación cósmica; en cierto sentido, no podemos escapar de Él. La base de esta conciencia es darnos cuenta que la vida no se nos ha dado sólo para trabajar arduamente como los animales, sino para lograr la perfección más alta. Si no queremos esa perfección, seremos forzados a estar sometidos sin ningún resultado por las leyes de la Naturaleza, y nos veremos obligado por las leyes de la naturaleza a transmigrar hacia las especies inferiores de vida.

Toda esta conciencia tiene como base los Vedas, el compendio de sabiduría más antiguo que se conoce y, especialmente, el Bhagavad Gitá, que se erige como respuesta completa al sentido de nuestra existencia. Tienen especial importancia los comentarios de Caintanya, Vyasadeva y otros espíritus avanzados que fueron capaces de clarificarnos la doctrina. Básicamente, el mensaje primordial es de que el cuerpo está anclado a la conciencia mundana por cinco fuertes cadenas: 1) El apego al cuerpo material por ignorancia de las cuestiones espirituales. 2) El apego a los parientes debido a las relaciones corporales. 3) El apego a la tierra y a las posesiones materiales. 4) El apego a la ciencia material, la cual siempre permanece como un misterio por falta de conocimiento espiritual. 5) El apego a formas religiosas y ritos sagrados, sin conocer a la Personalidad de Dios.

El paso preliminar para eliminar nuestra ignorancia y regresar a Dios es librarnos de la ilusión del concepto material de la existencia, dedicándonos constantemente a entender el conocimiento espiritual, apartándonos del goce de los sentidos. Lo primero que hay que entender es que uno es un alma espiritual y que debido a eso está mudando de cuerpo. Uno no se acaba cuando el cuerpo se acaba, se muda de cuerpo cada vez que se muere, pero “nosotros”, el alma espiritual que está dentro del cuerpo, sigue siendo el mismo. El alma espiritual es invisible para nuestra visión material, es de tamaño atómico. Después de la destrucción del cuerpo material continúa actuando el cuerpo sutil, hecho de mente, inteligencia y ego. Con la muerte material este cuerpo sutil lleva a la diminuta alma espiritual a otro cuerpo denso. Tan pronto como la fuerza viviente, el alma, abandona el cuerpo, ni siquiera el cuerpo más hermoso tiene valor y deja de existir. El alojo de este alma espiritual es el que posibilita la vida, en cuanto abandona el cuerpo, este muere, es inservible. Mientras el hombre posee todo el vigor de su vida, olvida la verdad desnuda de la muerte, con la que habrá de encontrarse. Así, el tonto no hace ninguna clase preguntas pertinentes acerca de los verdaderos problemas de la vida, piensa que no morirá, aunque a cada momento vea evidencia de muerte ante sus ojos. Aquí radica la diferencia entre la condición humana y la animal. El hombre inteligente sabe que la muerte nace cuando el nace, que está muriendo a cada segundo, y que el toque final vendrá cuando termine el lapso de su vida. Por consiguiente, se prepara para la siguiente vida, o para liberarse de la enfermedad de los nacimientos y muertes repetidos. Sin embargo, el tonto no sabe que recibe esta forma humana de vida después de una serie de nacimientos y muertes, que las leyes de la naturaleza le impusieron en el pasado. Él no sabe que la entidad viviente es un ser eterno, que no nace ni muere.

El nacimiento, la muerte, la vejez y las enfermedades son cuestiones externas que se le imponen a la entidad viviente, y ocurren debido a su contacto con la naturaleza material y al olvido de su naturaleza eterna y divina. La ignorancia de la muerte y de la vida es lo que diferencia al animal del hombre. El hombre, indaga sobre sí mismo y sobre lo que es. Desde la infancia, uno pregunta y pregunta muchísimas cosas de su vida, pero nunca pregunta sobre la verdadera esencia de la vida. Esto es animalismo. No hay diferencia alguna entre el hombre y el animal en lo relacionado a los cuatro principios de la vida material, ya que todos los seres vivientes existen mediante el comer, dormir, aparearse y defenderse. Por ello, la vida humana tiene por objeto investigar la vida eterna. Los que parezcan avanzar en cuanto a la ciencia material y esos cuatro principios, no son diferentes a los animales, no pueden sustraerse a las garras de la muerte con arreglo a la ley de la naturaleza, que funciona bajo tres modalidades: la bondad, la pasión y la ignorancia. Los que viven en condiciones de bondad son promovidos a la condición de vida superior y espiritual; los que viven en condiciones de pasión quedan situados en el mismo lugar donde están ahora en el mundo material, pero los que viven en condiciones de ignorancia se degradarán a las especies inferiores con toda seguridad.

El espíritu y la materia son cosas diametralmente opuestas. Todos nosotros somos entidades espirituales. No podemos tener felicidad perfecta por mucho que nos entrometamos en las cosas mundanas. Solo puede ser nuestra cuando seamos reinstituidos en nuestro estado natural de existencia espiritual, cuando el alma espiritual, como chispa eterna del fuego eterno de Dios, se reintegre a su origen, de vuelta a Dios. En el libro Srimad Bhagavatam se afirma: “ Todo aquel que cree ser este saco corporal, que se siente atraído por tener una relación íntima, que considera su tierra digna de admiración, que se baña en las aguas de los lugares sagrados pero que nunca sacan provecho de aquellas personas que verdaderamente poseen conocimiento, no es más que un asno o una vaca”.

Identificamos la jaula de nuestro cuerpo material con nosotros mismos, haciendo caso omiso del alma que se encuentra cautiva dentro. La jaula es la ruina del pájaro; el pájaro no está destinado a velar por el bien de la jaula, pero lo más que hacemos es tratar de darle algo de comer a la mente mediante el arte y la literatura. Pero no sabemos que esta mente es también material en una forma más sutil. Escasamente hemos tratado de darle algo de comer al alma, que es distinta del cuerpo y la mente. El mensaje de los textos védicos y los sabios que nos han precedido es que detengamos dichas actividades erróneas. En consecuencia, postrémonos a los pies de loto de Krisna, por la misericordia y bondad pura que nos ha otorgado, no malgastemos nuestra vida en la vana búsqueda de disfrute material, sino que vivamos de acuerdo con el proceso de conciencia de Krisna. El perjuicio más grande que se le pueda ocasionar a la humanidad es mantenerla en la oscuridad, en lo referente a esa conciencia. La liberación consiste en el disfrute de las condiciones plenas de la inmortalidad. Esta inmortalidad se disfruta en el reino eterno de Dios, y es el resultado que se obtiene por la adoración del Ser Supremo, la causa de todas las causas. Así pues, verdadero conocimiento significa adorar a la Suprema Personalidad de Dios (Krisna). El cultivo de este conocimiento culmina después de muchísimos nacimientos y muertes, cuano uno verdaderamente se vuelve sabio. Al volverse sabio, se entrega a Krisna, reonociéndolo finalmente como la causa de todas las causas y de todo lo que existe. Para los seres humanos hay un plan. No podemos aceptar la teoría de que no existe ningún plan para la vida humana, o de que todo nace de la casualidad y la necesidad material.

El movimiento de conciencia de Krisna no tiene nada que ver con ningún sistema de religión, es una cultura espiritual que puede resolver todos los problemas de la vida. Lo principal es seguir los mandatos de las Escrituras védicas que recomiendan, para esta era de oscuridad y degradación que es el Kali-Yuga, cantar el nombre de Dios. La manera más fácil es cantar el maha-mantra: “Hare Krisna, Hare Krisna, Krisna, Hare Hare/Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare” Rama y Krisna son nombres de Dios y Hare es la energía de Dios, así que cuando lo cantamos nos dirigimos a Dios, así como a Su energía. En la actualidad nos encontramos en las garras de la energía material. Por lo tanto, le oramos a Krisna pidiéndole que tenga la bondad de liberarnos de servir a la energía material y acepte que sirvamos a la energía espiritual. Sin embargo, Krisna no rehúsa a aquellos que opten por adorar la energía material, otorgándoles un nuevo cuerpo y una nueva posibilidad de escalar hacia la energía. Pero aquellos que se aplican a la conciencia de Krisna tienen la posibilidad en esta existencia de disfrutar de la felicidad del acercamiento a lo divino y regresar al ámbito de la energía espiritual, liberándose de los eternos nacimientos y, por ende, de los continuos sufrimientos de la existencia material. Si queremos el cuerpo de un tigre, con fueza de tigre y garras y colmillos para capturar animales y chupar sangre fresca, Krisna nos dará la oportunidad de hacerlo. Y si queremos el cuerpo de un santo, un devoto dedicado únicamente al servicio del Señor, entonces Él nos dará ese cuerpo. Si alguno no logra completar el proceso, recibe otra oportunidad, recibe todas las facilidades que se requieren para entender la importancia de la autorrealización. Krisna dice en el Bhagavad-Gitá: “ Mi querido Arjuna, si uno entiende Mi aparición, desaparición y actividaedes, simplemente por esa comprensión recibe la oportunidad de nacer en el mundo espiritual después de abandonar este cuerpo”. Uno tiene que abandonar este cuerpo, tiene que hacerlo. Pero la persona que ha entendido a Krisna no tendrá que recibir otro cuerpo material, va directamente al mundo espiritual. Esta es la solución final a todos nuestros problemas.

Aquellos que son devotos conscientes de Krisna, y se han refugiado en Él, su comienzo es oír y cantar. No tenemos que amar a ninguna otra cosa. Sencillamente, tratemos de amar a Dios, no tratemos de amar sólo plantas ó animales, eso nunca satisfará. Aprendamos a amar a Dios, ésa es nuestra misión, ése es nuestro deber en esta Era de Hierro. Ahora estamos pensando que el supuesto avance material es la solución a nuestros problemas, pero no es cierto. La verdadera solución es volverse consciente de Krisna, y salir enteramente de la condición material. Debido a que Dios es eterno, nosotros también somos eternos, pero cuando nos encontramos en la condición material, pensamos: “Yo soy este cuerpo”. Eso se debe a la ignorancia. En realidad, no somos nuestros cuerpos, sino chispas espirituales, partes o porciones de Dios. Podemos llegar a ese plano espiritual y, en esta era, debido a que la gente es tan caída, las Escrituras recomiendan que vayamos directamente al plano espiritual mediante el canto sagrado. Pero, aunque muy poderoso en sí mismo, es necesario complementarlo con cuatro reglas básicas de purificación material: 1) No mantener relaciones sexuales ilícitas. 2) No comer carne, pescado ni huevos. 3) No participar en juegos de azar. 4) No consumir drogas, ni alcohol, ni tabaco, ni siquiera café ni té. Maravillosa receta que, sin embargo, muy poco estamos en condiciones de querer asumir. Esa es la clave de la conciencia de Krisna, es la oportunidad que tenemos. Dejemos de actuar como tontos e ignorantes y aceptemos la realidad del Amor a Dios, no hay otra alternativa.

Pero tengamos en cuenta que los seres humanos no somos las únicas entidades vivientes que tienen alma espiritual_las bestias, las aves, los reptiles, los insectos, los árboles, las plantas, los seres acuáticos, etc. El alma espiritual simplemente está cubierta por diferentes atuendos, pero no estamos interesados en el atuendo, debemos interesarnos en nuestra alma espiritual. No hay ninguna diferencia en base al color, inteligencia o especie, toda entidad viviente es una partícula de alma espiritual. Sin embargo, sólo a la especie humana se le ha dado la posibilidad de conocer a Dios, esa es la única diferencia. Por tanto, no actuemos como animales; podemos saber que la presencia del alma establece la diferencia entre un cuerpo vivo y uno muerto. Tan pronto como el alma se va del cuerpo, éste muere, no tiene valor, teniendo que ser deshechado. Sólo el alma es lo que tiene valor. Debido a que el alma es parte o porción de Dios, tiene cualidades divinas, aunque en diminuta cantidad. El alma está transmigrando desde los seres inferiores a los más evolucionados, llegando por fin a la especie humana, única en comprensión de Dios. Aquí puede haber un bucle: podemos de nuevo deslizarnos hacia abajo y entrar en el proceso cíclico de la evolución, o podemos elevarnos a una vida divina. La elección está en nuestras manos.

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