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jueves, 29 de septiembre de 2011
viernes, 16 de septiembre de 2011
Mis Dificilísimos
Después de concluido el periodo de todoslosforos, inserto en mi blog los textos que propuse en este espléndido juego, que no sólo nos ofreció entretenimiento, sino sobre todo cultivo del discernimiento, conocimiento de textos de escritores de prestigio, y preferentemente un nexo de unión con mis conocidos en los mundos de internet.
Este texto es distinto. Si se lee con detenimiento no es difícil percibir que tiene un estilo directo, que es de índole y condición diferentes. Es, como se ve, un documento poco común. En efecto, seguro que Ud. (con su enorme lucidez y precisión) descubre qué es lo que lo convierte en muy específico. ¿Qué es?
Pues intenten reconocerlo en estos textos:
Estos enormes seres probóscides con colmillos, que son un peligroso y temible enemigo con el que conviven los pueblos del islote, pues destruyen chozos y cultivos, tuvieron que ser reducidos uno por uno en un rincón del territorio. En ningún momento los guerreros interrumpieron multitud de incendios, ni el sonido ensordecedor de los bombos de pellejo de cordero, ni sus gritos, consiguiendo dirigirlos por un corredor obstruido en su término. Uno después de otro, en número de quinientos, vi que, siguiendo el sendero de su jefe y desconociendo su error, se vieron presos sin poder huir por ningún sitio.
Se escuchó un prolongado sonido de óboe y entendieron su sentido, subiendo todos sobre sus jumentos. El chico y el ruso consiguieron con dinero muchos de ellos y subieron en sus lomos difícilmente. El chico se entristeció viendo el jumento del ruso: lleno por todos sitios con onerosos cestos repletos de textos.
- No creo en lo fortuito-dijo el ruso, pretendiendo seguir con el hilo de su coloquio-. Fue por mor de un conocido que me envió por estos senderos, después de lo sugerido por un beduino, que…
Los lobos pueden moverse con mucho sigilo. El ruido que producen puede tener similitud con el de los “espíritus tímidos”. Primero retroceden y siguen como un espectro muy junto del ser que despertó su interés. Después, surgen de repente enfrente del ser y descubren medio rostro, viéndoles con un fulgente ojo desde el reverso de un tronco. Velozmente, el lobo, en un giro brusco y en un borroso revoltijo en el que difícilmente se pueden distinguir su níveo cuello y su velludo extremo, se pierde con el fin de retroceder y ponerse de nuevo en el dorso del intruso. Eso es ser un espectro.
Se confirmó que el Hechicero no murió, sino que sólo mudó su requisito por vivir, de evidente y visible que fue primero, en lúgubre, oculto y poco o menos que perceptible. Pero, ¡ pobre de quien se le topó recorriendo el bosque, o de pronto descubrió su rostro, encendido por un fulgor de nuestro lucero nocturno, o, sin verle, oyó su tono melodioso muy remoto, en el silencio del crepúsculo! Pues quien eso le sucedió, bien se le confundió el juicio, bien hubieron de sobrevenirle otros infinitos infortunios. De modo que, en veinte u otros muchos kilómetros en derredor, fue un dicho cierto el sostener que pudo ver u oír voces del hechicero todo el que circuló mustio y embebido, todo mozo ojeroso, negligente y triste, todo el que pereció muy pronto y todo el que se rindió o buscó su defunción.
Mi tío defendió un concepto muy curioso; sostuvo que todos irrumpimos en el mundo con un bolso de fósforos en nuestro interior, pero que no podemos encenderlos solos… es imprescindible el concurso de oxígeno y lumbre. De este modo el oxígeno, por ejemplo, viene del soplo de gente que queremos; lumbre puede ser todo tipo de sustento que ingerimos, bellos sones, mimos, voces o ecos que engendre el estruendo que incendie uno de los fósforos. Por un momento, nos recorre un intenso estremecimiento. Un tibio regocijo crece dentro de nosotros, diluyéndose conforme corre el tiempo, entre que sobreviene un nuevo estruendo que lo excite. Todos nosotros tenemos que descubrir lo que puede producirnos explosiones y subsistir, puesto que el humo que se despide de los fósforos encendidos es lo que nutre nuestro espíritu. Ese fuego, en resumen, es su sostén. Si uno no descubre en su momento qué sucesos producen esos estruendos, ese bolso de fósforos se humedece y puede que ni uno solo de los fósforos se incendie en el futuro.
Entre que me pongo tibio de churros, le pregunto si fue él el origen de mis recientes infortunios.
Responde que sí, pero que lo hizo con su mejor intención.
Lo útil del coloquio por medio del cerebro es que se pueden componer interlocuciones con el morro lleno.
Le pregunto por qué demolió el propósito de mi existir que yo mismo diseñé, convirtiéndome en un ser libertino en los ojos de todo el mundo y me responde que no pudo permitir el hecho de consumirme expendiendo licores en el chiringuito del señor Quini y su mujer Merchi, y mucho menos concluir en un enredo con mi inquilino del sexo opuesto, por mucho que el supuesto de que esto ocurriere, dijo con disimulo, es utópico, porque yo estuve conduciendo el idilio muy pobremente.
Tenemos otro mosqueo, después oímos el timbre. Fuimos. Es el vecino contiguo, que viene con enojo porque no le permitimos dormir. Dice que si queremos discutir, que es mejor que lo intentemos con pleno pulmón, como todo el mundo, que los gritos y objetos rotos no son molestos ,pero el coloquio sin sonidos se oye por el televisor, y no veis el tedio que produce.
Este sepulcro no se expone menos que otros con el correr del tiempo, con los efectos del rocío, del líquen y los excrementos de los seres que recorren el cielo. El líquido puro lo pone verde y el viento lo ennegrece. No reside muy junto de los senderos, no es cómodo el merodeo por ese sitio por lo crecido del césped. En el momento en que lo sumerjen los centelleos del sol, se le suben diversos reptiles. En derredor se mecen los brotes de trigo movidos por el viento, y después del invierno se oyen en los troncos los ruiseñores.
Este liso pedrusco sigue desnudo. Lo hendieron previendo sólo el destino del túmulo, esto es, siendo lo suficientemente extenso y estrecho que escondiese un difunto.
Ningún nombre se lee en él. Pero en tiempos precedentes, uno escribió en su lomo estos versos que se fueron volviendo ilegibles de goteos repetidos y polvo, y que posiblemente hoy estén deshechos:
Duerme. Si bien el destino fue con él juguetón,
él vivió. Murió en el momento en que perdió
su espíritu. El fin simplemente llegó,
como viene el crepúsculo después de irse el sol.
Lo desconocemos todo sobre cómo se constituye el Ciervo Etéreo (puede ser porque ningún hombre lo vio con nitidez), pero sí que estos funestos seres viven en sitios profundos, y no tienen otro deseo que irrumpir en pos del brillo del sol. Emiten voces de hombre y piden que los mineros los guíen. Primero, quieren seducirlos prometiéndoles oro y cobre. Si no funcionó este embuste, los Ciervos los persiguen, y entonces los hombres los recluyen firmemente en los hondos recovecos. Se dice del mismo modo que hubo hombres que sufrieron tormentos por los Ciervos.
El mito sostiene que si los ciervos emergen y les cubre el sol, se convierten en un líquido pestilente que puede destruir todo el territorio.
Es este un pueblo tórrido y luminoso, muy rico en olivos y cerdos (con perdón), con sus muros como envueltos de nieve, que me siguen doliendo los ojos si los recuerdo, con un zoco todo cubierto de pedruscos lisos, con su hermoso venero de tres chorros en su centro. En otro tiempo, en que me fui del pueblo, en que dejó de surgir el líquido elemento de sus orificios, empero, ¡qué esbelto!, ¡qué distinguido!, nos semejó ese venero con su vértice el perfil de un niño desnudo, con su recinto todo retorcido en su borde como los símbolos de los romeros. En el zoco se ubicó el consistorio, enorme y de rectos contornos como un estuche de puros, con un torreón en medio, y en su cúspide un reloj, lechoso como un cuerpo de comunión, detenido siempre en el tiempo como si el pueblo no requiriese de su servicio, sino sólo de su hermoseo.
Unos pocos de sus conocidos le creyeron medio loco, no entendieron cómo pudo ir por el mundo, con sumo deleite, refiriéndose siempre bien de su cónyuge. Expresó su devoción incluso en momentos íntimos, en los que discurrieron como consigo mismos en el rincón de un huerto o en el pórtico del templo.
Su consorte resultó ser un sujeto común y corriente, con sus imprescindibles indicios de pésimo humor, con su ineludible desprecio por el sustento corriente, con su repelente certidumbre de que el mejor momento de querer fue siempre el que eligiese, con sus eufóricos comienzos y sus éxodos nocturnos, con su perfecto discurso y su muy prudente desinterés entre lo que son y deben ser los hijos. Un cónyuge como otros. Por eso se dedujo sorprendente su condición de perpetuo idilio que se desprendieron de los ojos y el regocijo del tío Enrique.
Fue noche de plenilunio. Hubo de producirse un ciclón de nieve. Creo que cubrió por lo menos medio metro sobre el terreno reconocido por los reflectores. El timbre de silencio tocó como siempre en el nueve del reloj. Pocos minutos después oímos desde nuestro recinto, que entonces fue el seis, fuertes gritos de dolor y órdenes de los SS. Miré por donde percibir lo sucedido: entre el portón de introducción y el recinto once, como tres veces veinte metros de trecho, pude ver entre los copos de nieve y el fulgor de los focos un grupo informe de gente, en exilio, recibiendo golpes como si fuesen reses.
Después de eso no pudimos dormir. Mucho tiempo siguieron los golpes con empeño y no concluyeron los horribles gritos. Por si no fuese suficiente exhibición: esos perros gruñendo enfurecidos enfrente del cordón de presos.
¡Noche lúgubre! Estuvo lloviendo un diluvio, lloviendo, lloviendo, como si exprimiesen el cielo. Luz de búho y el gentío del referido Miguel vino cubierto de pieles y tembloroso sobre los jumentos. Los mulos torciéndose, ¡zuij! y se fueron de frente por el cieno. El frío hiriendo el cuerpo, por momentos se encendieron destellos de fuego, como el pecho de un Cristofué. ¡Y ruido de bombos y chuzos sin fin! Ese Miguel es un indio enorme, no bien dispuesto, gordo, llegó sobre los bordes del sendero y se hizo socio del Demonio, y por ese convenio no hubo quien le pudo vencer. Lucifer le sostiene el estoque. ¡Unión con Lucifer!
Si un hombre desconoce el doble origen del ser femenino y lo entiende por lo que supone, es muy seguro que sufriese desconcierto, pues desde que el origen indómito de lo femenino surge de lo profundo y en poco tiempo lo sentimos presente, frecuentemente tiene unos propósitos, unos intereses y unos sentimientos muy distintos de los que expresó en otros momentos.
Si pretende querer lo femenino, el hombre tiene que querer del mismo modo su origen indómito.
“El niño llegó entonces con los piececitos desnudos, que se volvieron rojos y grises del frío, sosteniendo en el vientre un bolso muy viejo, con montones de estuches de fósforos dentro, y mostró con sus dedos uno de ellos. No tuvo suerte hoy, ningún cliente se presentó y, por consiguiente, el niño no obtuvo ni un céntimo. El no comer en mucho tiempo, con frío y muy mísero vestido… ¡Pobre niño! Los copos de nieve se extienden en su copioso pelo rubio, que le desciende en preciosos bucles sobre el cuello. Pero no le preocupó su pelo, vio bullir luces por entre los vidrios de los edificios, el olor de los guisos percibiéndose por todos sitios. Es el 24 de Diciembre, y en este festejo reflexionó el infeliz niño”.
Yo, señor, no soy perverso, y puede que tuviese motivos suficientes de serlo. Los mismos cueros tenemos todos los hombres desde el comienzo, pero conforme crecemos el destino nos convierte como si fuésemos derretidos, y nos impele por senderos diferentes con el mismo fin: morir. Unos hombres son conducidos por senderos de flores, y otros hombres son impelidos por recorridos espinosos entre pinchos. Los primeros obtienen un “ver” sereno y el perfume de un feliz y risueño rostro inocente; estos otros sufren del sol violento del desierto y fruncen el ceño como los felinos por defenderse. Es muy diferente embellecerse el cuero con colorete y perfume, que coserse de signos que después no podremos suprimir.
Luego de oír seis toques en el reloj, después de beber un montón de té, me fui del centro de peregrinos, del que no recuerdo su nombre, pero sí lo recuerdo no muy lejos de Novocherkosk, en los terruños de los pueblos del Don. Hubo oscurecido y entonces, cubriéndome bien con un grueso curtido de piel y un poncho, me senté en el trineo junto del rostro de Elioshke. Me fijé en que no muy lejos del puesto de correos el tiempo pudiese ser menos frío y con poco viento. Cesó el goteo de nieve pero no pude ver luceros, y el cielo es como si estuviese enormemente junto y negro, no como el limpio terreno níveo que se extiende frente nuestros ojos.
Entornó de nuevo sus ojos, pero torpemente consiguió reconocer enfrente suyo el perfil de un médico con uniforme verde, uno de los muchos que en los últimos minutos vio por turnos desde su lecho. Incluso tener los ojos fijos unos segundos le supuso un enorme esfuerzo. Todo el confort e intrepidez que recientemente desembocó en su loco intento de deserción se esfumó muy pronto. Se sintió sufriendo como no recordó. Creyó que su cerebro produjese explosiones y retortijones de dolor, profundos como estoques introduciéndose por su cuerpo.
Voy corriendo con el deseo de volver pronto por mi piso, y los tornillos del techo se desprenden de mi bolsillo y se extienden por el suelo. Sé que debo detenerme y recogerlos, porque pueden destruir los soportes de todo coche que los pise, pero incluso el peligro de un reventón y el consiguiente choque múltiple no contienen mi propósito. Quiero irme por fin, quiero obstruir el portón y sentirme solo con el único ser vivo en el que confío: yo. Pero, torciendo en el stop de mi distrito… ¡veo el coche de Theodore puesto enfrente de mi piso!
Subimos de nuevo de nivel después de comer. Enfrente de nosotros se dibujó el perfil costero sin el menor temblor en su superficie, que el lucero de noche iluminó con su brillo. El enorme buque se deslizó, extendiendo por el cielo, que percibimos todo lleno de soles remotos, un reguero de humo negro; nos volvimos y vimos níveos torbellinos producidos por el movimiento del inmenso buque, los golpes de sus hélices removiendo el verde espumoso creímos que fuesen destelleos del lucero nocturno rompiéndose.
No recuerdo qué pensé. En mi mente conservo indeleble el dibujo del recinto: el dormitorio revuelto, el ropero desierto, un sol reluciente irrumpiendo por el portillo descubierto y mi cuerpo sobre el jergón deshecho, sosteniendo el escrito con los dedos, sintiendo mi preñez reciente entre que noto un chorro de sudor frío descendiendo por mis sienes. Los conceptos que en ese momento recorrieron mi mente, no sé si existieron o no produjeron vestigios porque desde ese momento no pude revivirlos.
José Gómez observó con regocijo que el cielo despuntó nítido y sin nubes en ese momento. En otro período no le hubiese supuesto ningún inconveniente el tiempo que hiciese. Es suficiente ponerse un sombrero si llueve o un viejo sobretodo que te preserve del frío. Pero ese lunes fue diferente en cierto modo, o esperó que lo fuese. En su existir monótono, en el vivir monótono de todos los ibéricos, un simple encuentro imprevisto puede convertirse en un evento distinto. Pocos minutos después temió ese encuentro insólito, no creyendo ser cierto. Pensó en el riesgo de que fuese un cruel chiste de uno de sus conocidos del periódico, de un error, de un equívoco. Pero no, el remite del sobre le demostró provenir de Londres. Leyó el escrito de nuevo entre sorbos de té en su oscuro dormitorio.
El joven se resistió desde muy pronto con los sordos deseos de sus progenitores. Rose se le reveló como un ser bello. Puede que un poco solemne, pero él supo que en su interior, los pocos momentos en que logró vivir muy próximo y se topó con su cuerpo en un breve pero perseguido encuentro, Rose fue como flor entre roquedos, que se extiende con el fulgor del sol ígneo.
Eso le hizo sentirse muy hombre, solo que en el primer progreso del codicioso novio junto ese pulmón estremeciéndose, Rose siempre produjo recelos.
Hoy puede ser un buen momento,
convéncete de ello,
sentirlo o que cruce sin fruto
depende mucho de creerlo.
Retén los minutos con hechos nuevos
que pueden surgir,
y recíbelos como si fuesen
motivos por existir.
No toleres que se esfume,
surge y consume
los sucesos por entero.
Hoy puede ser un buen momento,
duro con él.
Hoy puede ser un buen momento
donde todo interese por descubrir,
si lo dispones como el último
que te quede por vivir.
El último mono, es como siempre me dice quien me engendró en ciertos momentos decisivos, y no me lo dice porque investigue los orígenes del hombre. Me lo dice en el momento previo de sentir yo el coscorrón de turno. Me enfurece el que me tilde como el último mono, del mismo modo que le enfurece que en el pueblo me designen como el Miope. Es curioso que nos molesten motes distintos, siendo los dos del mismo origen.
El Imbécil es mi sobrinito, el único que tengo. Mi tío me reprende si le digo el Imbécil, pero no existe ningún mote que él considere oportuno… Se me ocurrió poco después de verle siendo bebé. Me llevó mi tío por los comercios, siendo yo muy pequeño, recuerdo que me pusieron lentes enormes y un mozo del puesto de legumbres me dijo:
“Pobrecillo, con lo pequeño que es”
Entenderéis como los hombres,
heridos por los perjuicios que ellos mismos se imponen,
prescinden de los bienes que les envuelven, que no oyen ni ven:
son pocos los que consiguen eludir su infortunio.
Ese es el destino que entorpece el espíritu de los hombres,
como juguetes de niños que recorren por uno y otro sitio,
oprimidos por sufrimientos sin número:
porque sin prevenirlo les hiere el Odio,
su congénito y triste socio,
quien no debe ser ofendido, sino cederle el turno y huir de él.
El cultivo del mejillón no es lo que fue en otro tiempo. Entonces, los que con duro esfuerzo recogieron mejillones de modo intensivo fueron solo expertos. Pero en el presente son los domingueros quienes en ciertos períodos de Julio cogen mejillones como gozo propio y exclusivo. Y peor, sin respeto del ciclo de reproducción. El observó de todo desde tiempos remotos. Cómo sirviéndose de un cepillo destruyen los símbolos femeninos y rehúyen los controles, cómo emprenden el expolio de cubos de otros e incluso se sumergen con el fin de coger con sus redes los mejillones de los cubos del prójimo. Por momentos se cuestionó dónde nos conduce todo si ni entre los cosecheros de mejillón reside el menor indicio de honor. Un hecho que comprobó, es que un pillo sustituyó un buen número de mejillones del interior de su red por un litro de buen vino. Ese chorizo, por lo menos, dio signos de un poco de rectitud o, en su defecto, de sentido del humor.
Dicen los viejos futboleros
que un 6 de Diciembre creció su ilusión.
Del río Betis tomó su nombre
y lo defendió con pundonor.
Ejemplo de mi pueblo,
estirpe verde y níveo de Heliópolis,
un espíritu que vive rugiendo ¡Betis!
Siguiéndolo por los mundos victorioso.
Y es por eso que hoy vengo feliz,
bético seré incluso si muero.
bético seré incluso si muero.
De Torre del Oro presumo orgulloso,
si veo mi Betis en el Olimpo.
Mi Betis, Betis, Betis,
permaneceremos juntos en el sur,
disfrutemos del glorioso escudo,
orgullo del fútbol en el universo.
¡Oh, mísero de mí! ¡Oh, infeliz!
Consumidme, cielos, pretendo
puesto que decidís sobre mí,
qué delito cometí
sobre vosotros existiendo;
pero si viví, entonces entiendo
en qué delito incurrí.
Suficiente motivo promovió
vuestro rigor justiciero;
pues el delito superior
del hombre es que se engendró.
Sólo quiero inquirir,
por redimir mis desvelos
(poniendo en su sitio, cielos,
el delito de existir)
en qué os pude ofender
puesto que me destruís del todo.
¿No existieron los otros?
Pues si los otros existieron,
¿qué privilegios tuvieron
que no gocé de ningún modo?
Surge el colibrí, y con los colores
que imprime su bello vuelo,
en poco tiempo es espejo,
o conjunto de flores,
que con etéreos sones
se cierne muy veloz,
resistiendo el rumor
del nido que dejó en sosiego:
¿y teniendo yo espíritu pleno
tengo menos permisión?
En un pueblo de Toledo, de cuyo nombre no tengo recuerdo, no hizo mucho tiempo que vivió un noble de los de rejón en perchero, escudo envejecido, rocín enjuto y lebrel corredor… Un puchero con menos cordero que ternero, cocido de noche, duelos y desconsuelos los jueves, centeno los viernes, puede que un pichón de resto los domingos, viendo consumidos los dos tercios de su peculio.
El otro tercio consistió en vestido de fieltro, perniles de velludo en los festejos, con sus borceguíes de lo mismo, y el resto del tiempo enlucido con su vellori de finísimo hilo.
domingo, 11 de septiembre de 2011
Blas Infante, padre de la Patria Andaluza
Blas Infante Pérez de Vargas (Casares, 5 de julio de 1885 – Sevilla, 11 de agosto de 1936), político andaluz, considerado oficialmente por el Congreso de los Diputados y el Parlamento de Andalucía como el «Padre de la Patria Andaluza», por ser el máximo ideólogo del andalucismo político en todas sus vertientes, regionalista, federalista y nacionalista. Infante alternó las tareas de notario, historiador, antropólogo, musicólogo, escritor y periodista, además de ser un lector voraz y gran conferenciante. Varios libros suyos fueron publicados en vida del autor, así como póstumamente. Además se conservan numerosísimos manuscritos inéditos suyos. La Fundación Centro de Estudios Andaluces de la Junta de Andalucía, adquirió en 2001 la casa de Blas Infante en Coria del Río para convertirla en casa-museo como patrimonio histórico y cultural andaluz. Es homenajeado anualmente cada 28 de febrero con motivo de la celebración del Día de Andalucía.
En el año 1933 propuso que la melodía del canto religioso Santo Dios, un himno que los jornaleros cantaban al terminar su día de trabajo, fuera el Himno de Andalucía, cambiándole la letra por un texto suyo. Este himno, junto con la bandera y el escudo elegidos en la Asamblea de Ronda de 1918, son actualmente los símbolos oficiales de Andalucía, según el artículo 6.2 del Estatuto de autonomía de Andalucía de 1981.
Tras las elecciones de 1936, con la victoria del Frente Popular, el movimiento político andalucista recobró fuerzas. Durante la Asamblea de Sevilla el 5 de julio se aclamó a Blas Infante como presidente de honor de la futura Junta Regional de Andalucía. A los pocos días, se produjo el golpe militar que inició la Guerra Civil Española. Varios miembros de la Falange le detuvieron en su casa de Coria del Río y fue fusilado, sin juicio ni sentencia, junto a otros dos detenidos el 11 de agosto, en el kilómetro 4 de la carretera de Sevilla a Carmona.
Cuatro años más tarde el Tribunal de Responsabilidades Políticas, creado después de la guerra, le condenó a muerte y a sus herederos a una multa económica, según documento de 4 de mayo de 1940 escrito en Sevilla: … porque formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931 y en los años sucesivos hasta 1936 se significó como propagandista de un partido andalucista o regionalista andaluz.
"Mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano. Creo que, por el nacimiento, la naturaleza señala a los soldados de la Vida el lugar en donde han de luchar por ella. Yo quiero trabajar por la Causa del espíritu en Andalucía porque en ella nací. Si en otra parte me encontrare, me esforzaría por esta Causa con igual fervor."
"He visto entregada esta tierra a aventureros de la política, a advenedizos que hacen de ella asiento de su cretina vanidad y base de su mezquino interés. Los que hacen de la política una profesión exclusiva y excluyente (como una propiedad) suelen hablar de conflictos entre ideas y realidades. La diferencia entre ellos y nosotros es esta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados; para nosotros, las realidades de un país son los dolores creados por esos intereses."
"La tiranía económica y política que se hubo de desarrollar desde la conquista de este pueblo, no puede parangonarse con la que pasó sobre pueblo alguno del mundo. Los andaluces oprimidos perdieron la esperanza de su libertad y aún se olvidaron de ella. Pero esto no quiere decir que, si llega el caso de ejercerla, no puedan demostrar los que después de tiranizados, vilipendiados fueron, que, si hubo un pueblo creador en España, este pueblo fue el de Andalucía, como lo patentiza su historia, enterrada por los dominadores y desenterrada hoy por muchos de sus hijos entusiastas, los cuales se sienten inspirados por la grandeza de la región".
"No habiendo sido jamás Andalucía entregada a sí misma desde la conquista y dominación cristiana que vino a absorber nuestros jugos vitales y a esterilizar nuestro genio creador, no puede decirse que sea Andalucía incapaz de regirse bajo las nuevas condiciones. Cuantas veces fue libre, creó nuestra Región las únicas maravillosas civilizaciones que existieron en España. En su último período de libertad, Al Andalus salvó de la barbarie europea la cultura occidental e inspiró a Europa la civilización con que cuenta hoy en el mundo".
"Campesinos andaluces: Vuestra historia es la historia de Andalucía. Vuestros padres, hicieron de esta triste patria nuestra un vergel delicioso, en donde los más deleitosos frutos estaban de balde; en donde todo el mundo sabía leer y escribir, presidido este vergel por la gloriosa ciudad desde donde os dirigimos nuestra voz: por Córdoba, la ciudad que condensó el espíritu andaluz, acumulándolo en ochenta Universidades y Bibliotecas ingentes, como no existen en la España de hoy; prodigándolo generosamente a Europa, cuya civilización vino a iniciar. De aquí salió el espíritu que fundó las Universidades europeas. Aquí la civilización tuvo asilo inexpugnable, acosado por la barbarie medieval".
"Y vino esta barbarie a dominar por fin a Andalucía. Y, entonces, los dominadores se repartieron en grandes porciones el suelo de la patria y expulsaron a nuestros padres, generosos y creadores, a las playas inhospitalarias del Africa hosca y redujeron a los que quedaron a abdicar su genio rebelde y creador, encerrándoles como esclavos en esas ergástulas que llaman gañanías, en donde pena aún su martirio la Andalucía jornalera, la verdadera y triste Andalucía.
"Los caciques territoriales y políticos, por medio de la desamortización, por medio de contribuciones, vinieron a completar la obra de arruinar al pequeño labrador que cultivaba intensamente sus tierras, creándose así, junto a los estados de los nobles, los modernos latifundios".
"Mienten quienes digan que Andalucía ríe. La risa de Andalucía es la mueca del genio enloquecido por el martirio, debilitado por el hambre; de un genio que tuvo y tiene por fondo un optimismo creador; una santa alegría de vivir, caricaturizado hoy por una larga tragedia de miseria y sufrimiento".
"Cuando todos los andaluces conozcan su verdadera historia y esencia, será cuando logremos llegar a obtener el poder necesario para exigir el respeto a nuestra personalidad tan diferente de aquella que tratan de imponernos".
"Nosotros, conscientes de nuestra misión vital, invitamos fervorosamente a todos los andaluces a que, recordando como un acicate su gloriosa historia, no de guerras, sino de maravillosas civilizaciones pasadas, colaboren en la batalla nuestra; a que sientan un anhelo intenso y poderoso de la vida propia y distinta, considerándose cada individuo factor activo de la Historia nueva; a que fundan, sin temor al sacrificio, ese anhelo de eternidad que constituye el fondo último de todos los seres, con el objeto de una posteridad triunfante, la cual únicamente podrá perpetuar la vida nuestra, depurada por el dolor, dignificada por la libertad y santificada por la justicia".
Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos a ser jamás europeos. Externamente en el vestido o en ciertas costumbres ecuménicamente impuestas con inexorable rigor hemos venido pareciendo aquello que nuestros dominadores exigieron de nosotros. Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad: esto es, andaluces, euro-africanos, euro-orientales, hombres universalistas, síntesis armónicas de hombres".
“¡Europa, no; Andalucía! Europa es por su método, la especialización que convierte al individuo en pieza de máquina. Andalucía por el suyo, es la integridad que apercibe al individuo como un mundo completo ordenado al mundo creador. Europa es el individuo para la masa. Andalucía, el individuo para la Humanidad. Europa es el feudalismo territorial e industrial, Andalucía, el individualismo libertario que siente el comunismo humano, evolutivo, único comunismo indestructible por ser natural, el que añoraron todos los taumaturgos; aquel que tiene un alma en la aspiración, que cada individuo llegue en sí a intensificar, de crear por sí, pero no para sí, sino para dárselo a los demás. Ese único comunismo posible que no puede llegar a crearse por artificio maquinista, sino por la alegría y por el espíritu que la alegría viene a crear. Europa es el empaque dominador megalómano, rabiosamente utilitario. Andalucía es, como decía no sé quién, como son sus casas de apariencia humilde, con patios, jardines centrados por fuentes; sencillez por fuera; iluminación por dentro”.
“
Andaluces: Andalucía es una nacionalidad porque una común necesidad invita a todos su hijos a luchar juntos por su común redención. Lo es también porque la Naturaleza y la historia hicieron de ella una distinción en el territorio hispánico. Lo es también porque, lo mismo en España que en el extranjero, se la señala como un territorio y un pueblo diferente. La degeneración de Andalucía será la de todos vosotros. Un pueblo abyecto y cobarde es un mero compuesto de individuos indignos y cobardes también.
"Declaremos a los representantes del régimen actual y sus procedimientos, incompatibles en absoluto, por su inconsciencia e inaguantable contumacia con las aspiraciones generosas de renovación. Una barrera impenetrable de intereses políticos o partidistas y plutocráticos, consustancial de la conservación de dinastías arcaicas y de oligarquías inmundas, impide el advenimiento de las nuevas condiciones, contradictorias de absurdos privilegios.
Rechacemos la representación de un Estado que nos deshonra, sosteniendo regímenes arcaicos y feudales en todos los órdenes de la Administración: en la Hacienda, en la Enseñanza, en la Justicia; Poderes que mantienen Códigos sancionadores de bárbaras costumbres privadas, por los cuales la sociedad salvaje de este territorio ejerce una tiranía espiritual mil veces peor que la económica y que la política, sobre los hombres cultos que se preguntan si este país es una patria o un establo".
"Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la libertad; de ese Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los pueblos extranjeros. Avergoncémonos de haber sufrido y condenémoslo al desprecio o al perecimiento; esto es, al vacío del olvido absoluto en donde el recuerdo del malo se extingue, a esas castradas generaciones antecedentes, que nos hubieron de legar la deshonra de este Estado, por no haber concebido ni ejecutado en su inconsciencia, en su cobardía o en su maldad, el esfuerzo generoso que exigía de ellas la esperanza de una posteridad feliz. Reneguemos de los padres que despreciaron a los hijos, viviendo con la España antigua la historia estéril para el progreso humano de un pueblo inspirado por dogmas sombríos de muerte, que hiciera cruzada contra la naturaleza y la vida, forjando para España y para los españoles de hoy la prevención y el menosprecio universales".
martes, 6 de septiembre de 2011
La Mirada Penetrante
Esperaba ansioso en el andén la llegada del tren. No soporto estos tiempos perdidos en los que parece que se te va la vida sin provecho; tampoco disfruto con observar la idas y venidas de los demás, ni me deleita escrutar sus vestimentas ni el empalago de sus aburridas tertulias. Además, hacía el mismo trayecto dos veces por semana, en el que empleaba una hora de camino, por lo que traté de suplir esa monotonía con algo de interés. Así, que, en cuanto se acercó a la parada, me lancé al borde de la vía y pulsé insistentemente el botón de apertura incluso antes de pararse del todo. Necesitaba tomar asiento y continuar la lectura del libro en que estaba enfrascado momentos antes. Tuve suerte de pillar uno vacío al lado de la ventanilla e, inmediatamente, abrí el libro de bolsillo por donde indicaba un bello marca-páginas, decorado con un ramo de flores en tono pastel y que, como único texto, aparecía debajo escrita a lápiz la frase: “para un ángel”. En su portada, con una mirada penetrante y enigmática, aparecía la figura de un rostro hipnotizante encuadrado en una sucesión de espejos que se difuminaban.
El interés del estudio estribaba en conversaciones con personas presuntamente dotadas de poderes psíquicos y realizadas por un periodista italiano en los años de postguerra, recibiendo el encargo de un célebre semanario italiano con el fin primordial de indagar y destapar el velo de lo oculto y lo mágico, si es que por ventura esos individuos seleccionados poseían algo de ello, o más bien se trataba de embaucadores o ilusionistas aprovechados de la incredulidad ajena. Concertaba sus citas a través de terceras personas de confianza, y para trasladarse a sus lugares de residencia utilizaba el transporte ferroviario. En el trayecto consultaba los datos que poseía y la manera de acercarse a ellos sin crear reticencias, mientras describía con detalle la geografía de la región. En ocasiones yo levantaba la vista y creía estar contemplando idénticos escenarios, campos sinuosos y pueblos apartados, gentes sencillas que saludaban a los viajantes, y compartía un cierto temor con el autor de que no pudiera vencerse su lógica hostilidad hacia un extraño de corte inquisidor y que los parapsíquicos prefirieran ocultar celosamente sus facultades.
No obstante, fueron apareciendo ante el entrevistador personas que por sus cualidades inexplicables, demostraban en su intimidad una especie de certeza la de considerar, como trascendental para la existencia, la opción de que el mundo tal como lo vemos es nada más que una pequeña parte de la realidad que nos envuelve, y que en conjunto supone aceptar que están en juego otras fuerzas y energías más poderosas, de carácter rebeldes y escurridizas, no visibles ni entendibles para el resto de los mortales.
Así, en tanto el periodista, de corte un tanto escéptico y precavido, iba interrogando a los supuestamente “dotados” que eran la base de su artículo, se estaba operando en él una seria transformación, cambio que igualmente trasladaba al lector, tanto que yo mismo fui envolviéndome cada vez más hasta quedarme ausente de todo lo exterior, tal era la intensidad de lo tratado que perdí un poco la noción del tiempo.. Fue comprobando tras algunas visitas que los hechos que se les narraban y los experimentos a los que él mismo fue sometido, distaban mucho de ser considerados disparates de gente excéntrica y alucinada, sino que sucedían ante sus ojos _mejor dicho, ante su mente pensante_ fenómenos del todo inexplicables que se escapaban de la esfera de lo razonable.
Tan metido estaba en el estudio que por poco me paso de mi apeadero; se abrieron las puertas justo cuando el autor entrevistaba al cineasta Federico Fellini _cuyas vivencias en el ámbito paranormal intentó plasmarlas en sus películas casi como una obsesión_, en el momento preciso en que el artista confesaba: “hay una parte de nosotros que puede estar en desacuerdo con lo que hace el consciente”. Entonces dando saltos, un poco atolondrado por las prisas, al salir del vagón, que era el último del vehículo se me deslizó el libro entre los raíles. El tren reinició su marcha y seguramente se percató del hecho un operario de la estación, que vi avanzar hacia mí haciendo gestos con la mano, indicándome que esperara. No quise comprobar sus intenciones, en cuanto partió el tren me deslicé hacia las traviesas para recuperar el libro. No sé aún qué explicación tiene el suceso, pero la maquinaria del tren lo había aplastado y ennegrecido, mientras hojas sueltas se desparramaban por doquier, haciéndose añicos la imagen de portada, pero de la que se salvó curiosamente un fragmento como cortado a cuchillo, justo donde aparecían los ojos con la mirada penetrante.
Totalmente Natural
Casi toda la tarde nuestro hijo Martín la había pasado enfrascado en una novela de suspense y espionaje; no recuerdo el título, ya que tiene una colección completa de ellos, pero éste le tenía totalmente ensimismado. Tendido en el sofá y ausente de nuestra conversación, apenas tomó unos sorbos de agua, solo alcanzó a musitar de forma poco audible “luego, luego…” cuando le instamos a que comiera algo. No le vimos probar bocado en todo el día, tanto que le repetimos que se iba a morir de inanición si seguía por ese camino. No hubo manera de convencerlo, y a eso de las 11:30 de la noche cerró el libro con fuerza, se levantó de repente y murmuró entre dientes:
_Me voy a la cama, estoy muerto de sueño, además, mañana tengo clase a primera hora_.
Ya nos tenía acostumbrados a esa conducta, tanto como su desapego por el sustento. Era de complexión vigorosa y a veces engullía de una vez inmensos menús, así que no le dimos mayor importancia al asunto y continuamos con nuestra partida de cartas, que se alargó esa noche bastante más de lo habitual.
Era más de la 1 de la madrugada, estábamos recogiendo el tapete y apagando las luces, cuando comenzamos a oír un extraño galimatías proveniente de su habitación, palabras atropelladas que no alcanzábamos a comprender. De pronto, un chasquido metálico que identificamos con la puerta de la terraza, nos hizo dar un salto y correr hacía allí a toda prisa…
Abrimos de golpe la puerta, aunque una butaca indebidamente colocada detrás chocaba contra la cama, casi nos impedía el paso. Por fin logramos entrar, Martín no estaba en su lecho, un fuerte viento zarandeaba las cortinas que daban a la terraza. Presos del pánico, temiendo un accidente imprevisto, saltamos por encima del desordenado espacio y descorrimos la pesada lona …
Descalzo y sin titubeos lo vimos andar descalzo por la estrecha barandilla, mirando hacia arriba, parecía totalmente sonámbulo y ajeno al lugar por donde transitaba, como hablando con alguien imaginario; nos pareció que decía: “ya está aquí… vamos…cógelo… está ahí, a tu lado …¿no lo ves?
Pude atraparlo por la cintura y arrojarnos al suelo, antes de que diera el siguiente paso desde la quinta planta… al vacío.
_Me voy a la cama, estoy muerto de sueño, además, mañana tengo clase a primera hora_.
Ya nos tenía acostumbrados a esa conducta, tanto como su desapego por el sustento. Era de complexión vigorosa y a veces engullía de una vez inmensos menús, así que no le dimos mayor importancia al asunto y continuamos con nuestra partida de cartas, que se alargó esa noche bastante más de lo habitual.
Era más de la 1 de la madrugada, estábamos recogiendo el tapete y apagando las luces, cuando comenzamos a oír un extraño galimatías proveniente de su habitación, palabras atropelladas que no alcanzábamos a comprender. De pronto, un chasquido metálico que identificamos con la puerta de la terraza, nos hizo dar un salto y correr hacía allí a toda prisa…
Abrimos de golpe la puerta, aunque una butaca indebidamente colocada detrás chocaba contra la cama, casi nos impedía el paso. Por fin logramos entrar, Martín no estaba en su lecho, un fuerte viento zarandeaba las cortinas que daban a la terraza. Presos del pánico, temiendo un accidente imprevisto, saltamos por encima del desordenado espacio y descorrimos la pesada lona …
Descalzo y sin titubeos lo vimos andar descalzo por la estrecha barandilla, mirando hacia arriba, parecía totalmente sonámbulo y ajeno al lugar por donde transitaba, como hablando con alguien imaginario; nos pareció que decía: “ya está aquí… vamos…cógelo… está ahí, a tu lado …¿no lo ves?
Pude atraparlo por la cintura y arrojarnos al suelo, antes de que diera el siguiente paso desde la quinta planta… al vacío.
Una cuponera con estilo
Ni siquiera sé que voy a decir, por eso me gusta este espacio, que no hace falta decir casi nada para venir. Es como el bosque, ¿se le pregunta de antemano si podemos pasear por él y si es adecuada la visita? Me acordé de lo que dijo Marisa sobre lo de las “livianas”; mi madre, que tampoco sabe muy bien lo que es, cuando se lo expliqué, se partía de risa, y eso es un peligro, porque casi se me cae en medio de la calzada. El caso es que paseábamos por el barrio donde está la Residencia, o sea, más allá de ninguna parte, tan lejos y olvidado está que es más difícil encontrar un policía que una moneda de diez céntimos, que ya es decir por la pobreza que hay por allí. Ni limpian ni barren las calles, tanto que los banquitos de un descampado a la sombra de los olmos donde nos sentamos, están tan guarros que tomo la precaución de coger prestados dos diarios de esos gratuitos, uno para no sentarnos directamente encima de las inmundicias, y otro para leérselo a ella, haciendo un chiste de todo. Lo mejor fue cuando pasamos por una panadería en cuya puerta hay siempre una vendedora de cupones, que ve más que yo. Es rubia y simpática, pero como no hay quien le compre un décimo con la ruina que circunda, ha ideado una sutil estratagema; sentada en una sillita de anea con una guitarra te interpela: “Cómprame un cuponcito y te toco un fandanguito”. No falla.
lunes, 5 de septiembre de 2011
EL MISTERIO VASCO, leyendo a Louis Charpentier
Realmente complicado acertar plenamente en este misterio, que se hunde en el principio de los tiempos, pero que ciertos datos enlazados sabiamente pueden arrojar algo de luz, como lo que se propone en este libro. Me atrevo a resumirlo y ofrecer sus conclusiones, pero que, al desconocer por mi parte tanto el euskera como el no haber pisado nunca su geografía, podrían contener inexactitudes que me gustaría fueran matizadas, corroboradas ó descartadas tanto por aquellos naturales vascos como por especialistas a los que pudiera interesarles su esclarecimiento.
Y es que este tema no sólo atañe al conocimiento de esa cultura específica, sino que su dilucidación podría a la vez contener en sí misma el acercamiento al origen de nuestra sociedad actual, a los albores de la civilización, que siguen envueltos en la oscura nebulosa del mito y la leyenda. Empezamos…
¿Qué pueblo era éste que, no sólo desafiaba al gran Carlomagno, sino que también se permitía castigarlo?
Durante mucho tiempo se los llamó vascones, por extensión del nombre de una tribu vasca. Realmente un pueblo extraño, que ocupaba la costa atlántica, desde la cordillera cantábrica hasta Burdeos, y los Pirineos desde Tarbes hasta Hendaya. Este pueblo no se parecía a ningún otro, ni por su aspecto físico ni por sus tradiciones. Un pueblo de labradores, de pastores y marinos que, a través de las guerras y las invasiones, había conseguido mantener su independencia: un pueblo que hablaba una lengua sin ningún parentesco con las conocidas en Occidente y cuyo origen escapaba a la historia y penetraba en el terreno de las leyendas.
La más antigua de estas leyendas era la de “Mari” (Mari no es quizá su nombre original. Parece que, al cristianizarse, “Maya” -ó “Maia”- tomó el nombre de la Virgen). Mari, que por la costumbre de los latinos, llamamos “Diosa”, pero que los mitólogos vascos denominan “genio”, es la reina de todos los genios de formas y especialidades diversas que se ocupan de las cosas de la Tierra y de la Naturaleza en general. Se trata de un ser femenino, si bien a veces, sus apariencias sean masculinas. Es una “dama”(andere). Las habitaciones ordinarias de Mari son las regiones situadas en el interior de la tierra, que comunican con la superficie por diversos conductos que son las cavernas y los precipicios. Mari es una mujer que, a veces, tiene pies de ave (como la reina Pedauque tenía pies de pato); ó pies de cabra; puede ser un árbol parecido a una mujer o un zarzal ardiente, pero, en sus moradas, puede adoptar la forma de un macho cabrío, de un cuervo, de un caballo, de una novilla, de un buitre; puede ser también la ráfaga de viento, la nube, el arco iris, el globo de fuego. Ella es todas las fuerzas telúricas, a los que se atribuyen los fenómenos del mundo, pero es también el jefe _o la reina_ de todos los genios que provocan estos fenómenos. Mari tiene un esposo, uno de sus nombres es “Maju”, pero el más corriente es “Sugoi” o “Sugar”. La palabra quiere decir “serpiente”, pero en euskera, “Su” significa fuego, “Sugar” la llama… este “sugar” es la fuerza que rodea la tierra.
Pero la leyenda vasca es más extensa. En efecto, Sugar se presenta como un genitor. De las uniones de Sugar y Mari nacen dos hijos: Atarrabi y Mikelats, uno bueno, el otro malo… Sugar tuvo ciertas relaciones con una princesa que vivía en Mundaca, de la cual tuvo un hijo, Jaun Zuria, el primer señor de Vizcaya. Esta es, sin duda, la leyenda vasca más antigua que tenemos sobre el origen de los vascos. Los vascos han “nacido de la tierra” y, los señores, de una aportación celeste a los vascos. Son exactamente, lo que los griegos llamaban autóctonos.
Entre las teorías de las “invasiones”, la más interesante y, digámoslo, la única que podría parecer seria en relación con los conocimientos científicos actuales del hombre, sería la del origen atlante del pueblo vasco, y de algunos otros (al menos atlánticos) -aquí nos topamos con el tipo de Cro-Magnon-. En lo concerniente al País vasco, si bien no ha sido enorme la cantidad hallada de restos humanos de este periodo (que se sitúa aproximadamente en el periodo glacial de Wurm V, entre -13.700 y -7.000), los tipos encontrados parece que, en su totalidad, pertenecen al tipo de Cro-Magnon, que no fue el primer sapiens que apareció en la Tierra durante la Prehistoria. Fue precedido por otro tipo humano, cuya edad se ha calculado en -35.000 años y conocido por el hombre de Combe-Capelle. Era muy diferente del hombre de Cro-Magnon. Pequeño, sus arcos supercialiares eran más acusados, de órbitas redondas, un cráneo alargado, un marcado progmatismo y un mentón ligeramente desdibujado. El hombre de Neandertal, se extinguió casi totalmente cuando apareció el hombre de Combe-Capelle. No podría descartarse que el origen de esta raza de Cro-Magnon sea de fuera del lugar donde fue hallada por vez primera. Pudo tratarse de una invasión, pero, entonces, ésta sería obligatoriamente anterior al último periodo glacial (tal como apunta J.M. de Barandiaran). Paulette Marquer es aún más categórica: “El estudio del cráneo de Urtiaga nos permite afirmar que el primer habitante conocido del País Vasco español, paleolítico ó mesolítico, pertenecía, de forma indicutible, al tipo de Cro-Magnon”.
Por otra parte, esta raza de Cro-Magnon la encontraremos, precisamente, a lo largo de las costas del atlántico, tanto en Europa como en África… también corresponde a las pinturas rupestres del Norte de España (y Sur de Francia), un arte diferente al del Sur de España ó al impresionista de Levante. Ahora bien, el mesolítico confirmará, en el País Vasco, la evolución “in situ” de la población indígena paleolítica que culminará con los vascos actuales, es decir, que los artistas de Altamira, Santimamiñe, Ekain son cromagnonoides, antepasados de los vascos. Debe señalarse que, salvo los bisontes y los osos, casi todas las pinturas rupestres son las que representan animales ahora domesticados. Al menos en el País vasco: en Alkerdi, bovinos; en Santimamiñe, bovinos, caballos y carneros; en Ekain, caballos; en Isturitz, renos, cabras y carneros. Igual que los hombres, estos anímales estaban allí ya en el magdaleniense: “ni unos ni otros proceden de otra parte”. Estos animales fueron domesticados “in situ” por los cromagnonoides. Desde luego, esto constituye “gran magia”, es decir, una gran ciencia; una ciencia fundada en un profundo conocimiento de la Naturaleza, incluso, quizá, de la Genética, como podría llevar al trigo, al maíz o a algunas otras especies que sabemos fueron creadas por mutación, fruto de una ciencia antigua que nuestra ciencia moderna sería incapaz de realizar… después llegó el cataclismo.
Fuese cual fuese el aspecto del cataclismo, rápido o lento, se produjese la fusión, brutal o no, hubo un diluvio que seguramente hizo desaparecer una gran parte de todo cuanto vivía en la tierra. Únicamente debió de sobrevivir una gran parte de lo que vivía en las montañas. Si existía, lo cual es probable, una civilización de las llanuras o de los valles, ésta debió de desaparecer totalmente y además, mecánicamente, de una forma lenta o no, se restableció el equilibrio: el equilibrio entre la velocidad de rotación de la Tierra y el reparto de las aguas sobre la superficie del globo. Sucedía, sólo, que ya no había civilización. Este cataclismo constituyó el final de una civilización, el arte de las pinturas rupestres desapareció definitivamente y no solo este arte, sino también lo que se denomina la “industria magdaleniense”. Pero éste no fue el hecho de la desaparición de una raza humana, al menos en el País vasco, pues la raza siguió. Fue el tipo de ruptura, de transformación de la vida humana que se denominó el “hiato neolítico”.
Si retrocediéramos en el tiempo, veríamos la conformación tradicional de lo que comúnmente se entendió por “vascos”, que no sólo se circunscribía a las siete provincias históricas, sino que su alcance e influencia en tiempos anteriores, correspondería a gran parte de la cornisa cantábrica, de los pirineos y todo el sur de Francia hacia el Este. Esto se puede corroborar analizando tanto los croquis de la distribución del arte parietal, de los megalitos y del porcentaje de sangre tipo “0” .
En el Neolítico, los vascos ya eran tal como los conocemos hoy. Esta civilización nos aportará muchas cosas nuevas. En primer lugar, apareció el hacha de piedra pulida, no era ya un arma de caza ni de guerra, sino un útil. Un útil de leñador y, por tanto, de carpintero. Exigía, por parte del fabricante, un extraordinario conocimiento de las piedras susceptibles de ser utilizadas, es decir, capaces de ser afiladas sin perder su cohesión o su dureza. Las únicas construcciones que perduran de esta época son los dólmenes, cuya antigüedad no puede establecerse. Los montantes, colocados de canto, los que sostienen la laja y los que tapan las aberturas restantes dejan siempre una abertura para penetrar en la camara dolménica, y esta abertura es dirigida con bastante cuidado hacia el nacimiento del sol: en el solsticio de invierno (sudeste) o en el solsticio de verano (nordeste). Un punto interesante es que estas “avenidas cubiertas de piedra” raras veces son rectas, sino que forman un ángulo más o menos acentuado hacia la izquierda, igual que todas las iglesias hasta el Renacimiento, como los templos egipcios.
A causa de la notable identidad de construcción de los dólmenes en la parte del mundo en que se encuentren, muchos eruditos e investigadores han emitido y defendido la hipótesis de la existencia de lo que han denominado “el pueblo de los dólmenes”, han imaginado la existencia de un pueblo que extendió el arte dolménico a través del mundo. Si esta existencia fuera probada, toda la frágil idea que nos hemos hecho sobre el pasado, incluso el más reciente, se derrumbaría, si fueron ellos solos, los antepasados de los vascos, es decir, los descendientes de la raza llamada de Cro-Magnon.
La lengua ha sido el elemento que más ha llamado la atención de los especialistas pero, por razones más sentimentales que científicas, la mayoría de los lingüistas se dedicaron a encontrarle una filiación con otras. Casi todo lo que encontraron como emparentado con la lengua vasca no resistió a ningún estudio crítico serio. Algunas raíces existen en todas las lenguas y que pudieron ser el resultado de intercambios a lo largo de los siglos. Pero si los vascones se reconocen como tales, es por cortesía hacia quienes tiene costumbre de llamarlos así. En el País Vasco, al vasco se le llama euskaldun; euskaldun es quien habla euskera, pues la idea dominante, aunque sin duda inconsciente, es de que sólo es digno de ser euskaldun el que habla el euskera y que, por tal razón, conserva la esencia de la raza… ¿no será que el euskera es también un mensaje procedente del fondo de los tiempos, y que es un don, una enseñanza, constituyendo, en sí mismo, una valor sagrado que debe guardarse a cualquier precio? Es principalmente una lengua hablada por quienes, en los montes, tiraban de los enormes bloques de piedra para construir dólmenes, y lo hacían con ayuda de bueyes.
El euskera conserva la mayor parte de las palabras de aquellos tiempos lejanos. El hacha, que fue de piedra antes de que apareciera el bronce, es llamada aún aitzkora, de aitz: piedra, aitzkur:azada, aitzkurbegi, que es el agujero del hierro de la azada en la cual va metido el mango, aitzto: cuchillo. También Barandiarán ha escrito: “El hecho de que urraida (de urre, oro y aide, parecido) y zirraida, sean los nombres vascos del cobre y del estaño y que su formación corresponda justamente al orden de la aparición histórica de estos metales, indica igualmente que el vocabulario vasco conserva palabras anteriores a la difusión del cobre (eneolítico) y del estaño (Edad de Bronce)”. Es asimismo notable que hortzi, de hortz “el cielo” signifique el rayo y, asimismo, diente… y sabemos que en los tiempos prehistóricos el diente llevado en un collar era una protección contra el rayo. Pero quizá es más atigua todavía, ya que la tierra, en su calidad de suelo, “lur” provenga de la misma raíz que nieve: blur; lo mismo puede suceder con uno de los nombres de la piedra: arri y del hielo: karri; incluso “orma”: pared, tiene sentido de hielo en Navarra, parece recuerdo de un tiempo en que el suelo era de nieve.
Tiene cierto aspecto de maravilloso la perennidad de un pueblo que, en su rincón geográfico, valerosamente defendido a lo largo de los tiempos, pueda hallar en sus cementerios, sus necrópolis, sus cavernas los restos de sus antepasados, de sus pensamientos, de sus artes, que se han sucedido sin solución de continuidad desde hace 30.000 años. Antepasados que se han transmitido en su tierra, hasta los descendientes actuales en su etnia apenas modificada, con su lengua, con su sangre. Los antiguos, al referirse a alguien de su familia, decían que “era de su sangre”. Se era_o no se era_ de “sangre real”. Ahora bien, estadísticamente, se advirtió muy pronto que existe una relación entre la distribución de los tipos sanguíneos y la geografía, lo cual no carece de significado. Los vascos, generalmente, poseen sangre del tipo “0” . Incluso poseen uno de los mayores porcentajes de sangre de este tipo en el mundo, siempre por encima del 50%.
Esta alta densidad sería igualmente alcanzada en Marruecos, principalmente en las montañas del Atlas e, igualmente, en Tunicia, en la islas Canarias, en la parte oeste de Irlanda, igualmente del tipo cromagnonoide. Desde luego, no es una coincidencia y se puede extraer una primera conclusión: al ser los vascos cromagnonoides y al haber evolucionado su raza sin interrupción y sin ninguna aportación extranjera importante desde la época de Cro-Magnon, debe admitirse forzosamente que existe una directa relación racial entre el cromagnonoide y la sangre del grupo “0” . Estas características se vieron reforzadas cuando se descubrió el factor “rhesus”. Y resulta que, en la humanidad, existen genes que poseen este factor y otros que no lo poseen. En el pueblo vasco es en el que se ha observado la mayor ausencia de este gen (rhesus negativo).
En resumen, 1) todos los pueblos con gran frecuencia o predominio del gen “0” y Rh- se encuentran al borde del mar, y su mayor densidad se halla en el Atlántico. 2) Prácticamente, sólo hay dólmenes en las regiones en las que existen genes “0” en proporción notable.
Tanto si la historia de los descendientes de la raza de Cromagnon se desarrolló como he dicho o de forma diferente, es de todos modos cierto, que esta vieja raza atlántica ha dejado en Europa un núcleo de descendientes que han permanecido prácticamente solos y puros. El pueblo vasco. Para el vasco, todo lo que tiene nombre existe y, consecuentemente, todo lo que existe debe llevar un nombre. Resulta evidente que, conscientemente o no, nombrar es una forma de sacralización. Bailar es un placer y el placer es un sentimiento religioso. Creo lo que el eclesiástico vasco dijo, como la cosa más natural del mundo: “si no fuera sacerdote, me habría hecho bailarín…” Y esto explica la seriedad que adoptan los vascos al realizar todos los ejercicios corporales que suelen considerarse como distracciones. El juego de la pelota tiene un aspecto religioso.
Por encima y más allá del mundo existe lo desconocido, lo innominado, no asequible para los sentidos o el intelecto humanos, responsable de todo, pero fuera del alcance de los hombres. Ahora se le da un nombre: Jainko, que parece que fue introducido por el cristianismo y derivar de Jaungoikoa: “el señor que se encuentra en los cielos”. Desde luego, es hacer entrar a Dios en el círculo de las cosas que tienen nombre, que existen desde un punto de vista terrestre. Al ser incognoscible e innominado, no resulta asombroso que no aparezca en ninguna de las innumerables pinturas rupestres y, evidentemente, no queda ninguna huella en el idioma. Se sabe que ciertas piedras eran sagradas, ya marquen en el suelo lugares privilegiados o recuerdos que les den cierto derecho a la veneración. No se sabe nada, o casi nada, de los cultos antiguos, con excepción del culto danzado, parece que no existió templo en el que se desarrollaran los ritos, pero sabemos que las “gentes de la casa” se reunían ciertas épocas delante de ella _o delante de la caverna, por la noche_ para celebrar danzas religiosas. Un aquelarre. Es probable que fueran estas danzas las que inspiraron el famoso aquelarre de las brujas, en el cual fue introducido el diablo, representando el diablo de la religión anterior. Un nombre vasco, bastante antiguo, es, en efecto, xara. La palabra que da idea de reunión es batz. Xarabatz da la idea de reunión en el bosque…
Pero hay dos manifestaciones de la divinidad incognoscible, de fuerzas antagónicas o complementarias que se expresan en términos sexuales, masculino y femenino. Ahí es donde encontramos a la gran diosa de los antiguos vascos: Mari, que práticamente tiene todos los atributos de la naturaleza terrestre, y su marido: Maju, que parece contener todas las fuerzas celestes. Maju es tambien Sugaar, la gran serpiente cuya naturaleza es de fuego celeste y que tiene evidentes analogías con la N’wuoivre, la serpiente celeste de los celtas. Según José Miguel de Barandiarán: “Mari es un genio de sexo femenino… es considerada como una jefa de los genios”. Pero la palabra genio da la impresión de que resultaría más adecuada tomarla bajo la forma griega de “genan”, engendrar, hacer; egin en vascuence.
Uno de los personajes más apasinantes de la mitología vasca es el “Basa-jaun”. Es el señor del bosque, vivía apartado de los hombres, en tribu o en familia, en su bosque o en sus cavernas… es un genio bienhechor, gran protector de los rebaños y las cosechas. Su compañera era la “Baa-Andere”. Eran genios con forma humana, enormes y poseedores de una fuerza y de una agilidad prodigiosa. Todos los relatos que lo decriben nos lo presentan como de un hombre de una categoría superior a la de los humanos ordinarios. En este sentido, era un Jaun, un señor, con apariencia humana, salvo, según dice la leyenda, que uno de sus pies tenía la planta circular, como la reina Pedauca tenía pie de oca… Los Basa-jaunak eran una casta de hombres sabios acerca de todas las cosas de la naturaleza, y la leyenda les atribuye la mayor parte de los atributos que condicionan la vida de los hombres. Probablemente ese culto bailado que practicaban los vascos en ciertas lunas de su casa o de su caverna, los Basa-janak lo celebraban en los bosques, de ahí ese xarabatz (¡sabbat!).
Legendariamente, los dólmenes vascos fueron construidos por los “jentilak”. Jentilak es el plural de jentil que, según Barandiarán, sería un hombre salvaje, dotado de una fuerza extraordinaria. El jentil lanzaba rocas a grandes distancias; un pagano que, generalmente, vivía en paz con los cristianos, pero les ayudaba, vivía en diferentes cavernas, minero, cultivador de trigo, herrero, molinero, constructores de crómlechs, llamados por ello “jentilbaratz”, tumba de gentil, o jentilharri, el constructor de cierto tipo de casas. Entre estas atribuciones se reconocerán muchas propias de los Basa-jaunak. Todas aquellas gentes trabajaron con sus manos. Eran “sabios de la mano”. Esta mano se halla esculpida en toda la región pirenaica… entonces, ¿no nos llevaría esto más allá de los ba sa-jaunak del neolítico?
Los vascos son hombres de Cro-magnon que se convirtieron en euskaldunak. Desde luego, no todos los Cro-Magnon se convirtieron en vascos. Pero la toponimia vascoide se extiende mucho más allá del territorio pirenaico y de sus alrededores. Son aún importantes sus restos a medida que se asciende hacia el norte (y hacia el sur), aún podemos comprobar la existencia de numerosos sufijos berri, que significa nuevo.
Según Frank Bourdier, en vascuence ur designa el agua; en el Gard, la ninfa de la fuente de Eure, en la época romana se llamaba ura y la de la Ourne: Urna… Los nombres de ríos derivados del agua, ur, son muy numerosos en Francia: el Ure, el hure, la fuente de Lure, el Uzure, el Orne. Dun, que señala el lugar de la abundancia parece encontrarse en el Oudon; el urande es Ur-andi “agua grande”, todos los Alaisia (sierra de Alaiz) que parecen formados con la radical haitz (piedra ó roca) y al (ó Ahal): poder; igualmente mende, ¿no será un “mendi” (montaña)?...
Cójanse los mapas del reparto de la sangre "0" y compárense con el de la distribución de dólmenes, pueden ser difícilmente vinculados a un sistema cualquiera. En Francia, en las dos orillas del Báltico. Si Noruega e Islandia no poseen dólmenes, puede suponerse que la aportación de sangre 0 tuvo lugar después de la era dolménica. Irlanda, Inglaterra, Escocia y las Hébridas, presentan concentraciones del 75 al 80%; a lo largo del mar negro, en el Noroeste del Caúcaso, en Córcega, Cerdeña, en la costa mediterránea de Africa (en las tierras beréberes), en el Senegal, en Etiopía, Abisinia, India, etc…
Pero ¿cómo transportó ese arte a las islas o a lejanos continentes? Desde luego, fueron por mar. Todas las zonas en donde hay dólmenes son marítimas o están bastante próximas al mar. Entonces habrá que reconsiderar la idea generalmente propagada del hombre neolítico, y considerar que los hombres de Occidente tuvieron una marina antes que los cretenses y los fenicios, a quienes se supone generalmente como los primeros marinos del mundo. En primer lugar, es notable que la lengua vasca posea, tanto para las embarcaciones como para muchos accesorios, palabras que son específicamente vascas… al navío se le denomina “untzi”. Es la misma palabra para denominar todo tipo de vaso, así como para designar el arca. La embarcación de agua dulce es uruntzi, pero el navío que va por el mar es itsauntzi… no es el mismo tipo de embarcación. La navegación es ibilze, el navegante, ibile y itsaibile el navegante por mar.
Pero el vasco no es el único preocupado por esta búsqueda, los dólmenes vascos son vascos, pero los de otros lugares están más bien vinculados a los cromagnonoides, de los que los vascos no son más que una rama. Los más antiguos de estos monumentos son los de Portugal y sur de España. Podría ocurrir que Tartessos (Tarte-xili) significara “entre dos marismas” y, aunque según Pierre Laffite, un vasco jamás hubiera empleado “tarte” (entre) como prefijo, la etimología puede tratarse de una lengua antepasada neolítica. Es probable que los cromagnonoides fueran numerosos por toda la costa oeste de la Península Ibérica (ligures) y en el Sur de ésta donde abundan los dólmenes y una considerable densidad de sangre 0. Se halla a estos ligures muy cerca de Tartessos, en uno de los lagos que rodean el territorio de Tartessos (lago ligústico) creado por los aluviones del Guadalquivir. Así pues, puede admitirse que Tartessos, que poseyó la primera marina del mundo después del gran cataclismo, que era también un pueblo de dólmenes, conociera las Islas Británicas e Irlanda.
No se sabe cuándo empezaron a navegar los vascos, pero si el Este lleva el nombre del sol, el Oeste lleva el nombre del mar: itsasalde (región del mar).
No olvidemos de mencionar las Canarias, y los guanches (que al parecer significa “hombres” (gizon en euskera). Eran hombres de piel blanca, de cabellos rubios o rojizos, y de ojos azules, cuya organización social es ahora difícil de determinar. Estaban rodeados de nobles, los guayres (no resulta imposible que pueda asociarse esta palabra a la raíz vasca “gain”). Se conoce poco acerca de la lengua guanche, ésta era aglutinante, lo cual hacía inhabitual todo análisis y, aunque tenía flexiones, la propia fonética resultaba cambiada. Por una especie de similitud, los vascos eran los únicos que podían penetrar en ella. Se han encontrado afinidades entre los guanches y los beréberes del Atlas. La característica más notable de ambos es la proporción extraordinariamente elevada del grupo sanguíneo 0, hasta el 80%.
Es muy sorprendente cuando se ve que los cromagnonoides del atlántico fueron hasta Etiopía y aún más allá. Para los antiguos egipcios, el país de los muertos estaba al Oeste; el País de los Muertos, es decir, el país de los que están muertos, o sea, los antepasados. Los faraones tienen sus naves listas cerca de sus tumbas o dentro, para llevarlos a ese país de los antepasados, hacia el sol poniente, guiados por Osiris, hacia el mar abierto, hacia Occidente.
Jean Mazel advierte cierta identidad entre costumbres de Hadramaut, territorio en el extremo oriental de la península arábiga y los beréberes. Estas personas de Hadramaut, los “himyaritas, cuyo nombre podría significar “los rojos”, son, sin duda, lo primeros antepasados de de los primeros fenicios (del griego Phoenike:rojo), quienes remontando en tiempos muy antiguos las costas del mar Rojo, al cual dieron su nombre, llegaron para instalarse en la tierra denominada más tarde Fenicia, y actualmente el Líbano. Estos son, sin duda, con los cretenses _ a los que los egipcios llamaban igualmente “los rojos”_ los primeros marinos del mediterráneo oriental… y aún poseen un elevado porcentaje de sangre 0… Sus barcos los llevaban hacia el oeste del Mediterráneo, franqueaban las columnas de Hércules, llegaban a las Canarias y comerciaban con Tarshish, la Tartessos de los romanos, dejaban sus huellas en Galicia y en Armórica y los llevaron hasta las islas Casitérides… regresando, quizás, a los lugares de los que procedían sus antepasados, antes de la noche de los tiempos, antes del cataclismo que hizo desaparecer esta isla misteriosa de la Atlántida, que existía “antes de la mayor destrucción por las aguas”.
Fuera cual fuese el carácter de esta isla y de su existencia, es posible que este mito fuera una adaptación de una tradición anterior de invasión de Europa y de todo el Norte de África por un pueblo atlántico. En el relato platónico, Poseidón, dios del mar, era asímismo dios de la Atlántida, el antepasado, por lo menos, de los reyes que gobernaron la isla. Más tarde, seis mil años después del cataclismo, Homero llamó a Poseidón “agitador de las tierras”, vinculándolo así a los cataclismos terrestres, seísmos y volcanes, ¡del mismo modo en que los vascos emplearán la misma raíz para designar el cataclismo y el mar!
Nunca se ha sabido bien quienes eran los pelasgos. Su nombre griego indica que eran hombres venidos del mar, pero, en el Mediterráneo oriental, estos hombres sólo podían venir de Occidente. Generalmente se está de acuerdo en considerar a los antiguos tracios, frigios, lidios, carios, etrucos, epirotas, ilirios, italiotas (samnitas, oscos, etc) y los albaneses actuales, como ramas, más o menos mezcladas, de los pelasgos. Ahora bien, si se observa el mapa de reparto de la sangre tipo 0, se advertirá que es precisamente en esos lugares donde se encuentra cierta concentración de esa sangre, y siempre a orillas del mar, siempre esta tradición marítima. Platón los calificó de divinos, lo cual en él tenía cierto significado, no tanto de vinculación a los dioses como de una idea de saber o de astucia… ¿en qué época se fueron estos pelasgos, procedentes de Occidente, hacia las costas mediterráneas? Antes de la era dolménica, sin duda alguna, pues se encuentran dólmenes muy antiguos en Cisjordania, lo cual quiere decir que estaban allí antes de esta Era, es decir, antes del Neolítico.
A la luz de estos análisis tan modernos debe considerarse una leyenda griega que adquiere una extraña realidad: la del Vellocino de Oro. Se ignora lo que significaba. Probablemente se trataba de un documento iniciático, pues, para conquistarlo, hacía falta la intervención de una hechicera. Lo importante para nuestro propósito es que, en esta parte del Caúcaso, hay una mancha de sangre 0, o sea, cromagnonoides, Así pues, puede suponerse, que estos cromagnonoides habían poseído un documento simbolizado por el Vellocino de Oro y que los perlasgos de Argos aún lo recordaban, muchos siglos después, y que se pusieron en marcha para recuperarlo. En esta región del Caúcaso se ha encontrado un río llamado “Ebro”, e iberos; téngase en cuenta que, en vascuence, lluvia es “euri”, valle “ibar” y río “ibai”. El interior de la península ibérica es llamado “herribera”, bera puede ser una deformación de “bero”: calor; ello podría significar que “Herribera”_ nombre del cual puede derivar Iberia_ quiere decir “país caluroso”. Existe una palabra vasca, pelatx, que significa, a la vez, una clase de manzana y gavilán. Lo de manzana nos lleva a la isla de Avalón, la isla de las manzanas de los celtas, y también al Jardín de las Hespérides, en donde Hércules, después de haber ahogado a Anteo el atlante (sería un beréber del Atlas), fue a robar las manzanas de oro. En cuanto al gavilán, resulta imposible no pensar en Horus. Aquellos pelatxak _o pelasgos_ construyeron los recintos ciclópeos de Argos y de Larissa, en tiempos que parecen anteriores al neolítico, en los que se ha podido comprobar un descenso en el potencial técnico de la humanidad. Hicieron estas piedras cúbicas y después manipularon _ no se sabe cómo_ aquellos muros de piedra con los que levantaron las murallas. No es imposible que fueran ellos _ también estuvieron allí_ quienes tallaran las enormes piedras, que tanto intrigan a los hombres de ciencia, y que dispusieron aquella explanada de Baalbek en el alto Líbano
… y las tres pirámides de Egipto (Gizeh), piedras talladas, perfectamente ajustadas sin mortero, las únicas revestidas con un paramento. Parece que estas pirámides se hicieron de una vez, según un plan concreto desde el principio, sin improvisaciones ni retoques; ahora bien, no sucede lo mismo con el resto de las pirámides faraónicas, como si los constructores se hubiesen olvidado del arte de sus abuelos, recordando sin embargo el de las generaciones precedentes, el de los constructores de Soser, que se considera, por los cuidados del arquitecto Imhotep, como el primer constructor de pirámides. Por ejemplo, los constructores de las pirámides establecieron su construcción en el “ángulo de facilidad”, es decir, en una pendiente de 52º, una de las más fáciles de observar y de mantener de arriba debajo de la construcción. Pero la gran pirámide de Gizeh (Keops) está construida sobre un ángulo imposible, que no permite ningún dato geométrico conocido. Inclinación que (al estar destruido el revestimiento y ser indeterminable la medida absoluta) ya sea la inclinación PI, la cual da a la altura el valor del radio de la circunferencia teniendo el mismo perímetro que el de la base de la pirámide; o bien la inclinación PHI (o letra FI griega) que la del “número aúreo”, y tantas otras cosas que no corresponden a lo que se sabe de los conocimientos del Egipto faraónico. De hecho, existen muchas inscripciones visibles aún en la Gran Pirámide: signos en la cámara subterránea, un signo, al menos grabado en el techo… Y éste se halla asimismo en los petroglifos de Galicia, cerca de Santiago de Compostela. Pero se ignora su sentido.
Aunque tenga cabeza humana, la Esfinge no deja se ser un león. El zodíaco posee, desde tiempos imemoriales, la mayor parte de los signos que conocemos actualmente; ahora bien, el sol de primavera se hallaba en el signo de Leo entre 10.000 y 8.700 a . de J.C. A partir del 8.500 aproximadamente, el punto vernal entra en el signo de Cáncer, o, si se quiere, del cangrejo o del escarabajo, e incluso del cangrejo khmer, que hizo subir el nivel del mar ahogándose. La llanura de Gizeh está a 70 mts. sobre el nivel del mar. Esto coloca a la cúspide de la Gran Pirámide a 218 mts. Las aguas subieron por encima de esta altitud. Puede pensarse que quienes construyeron esta Pirámide sabían que allí, en aquel meridiano que divide tan exactamente las tierras en dos partes iguales al este y al oeste y que, quizá por esto mismo, posee una protección evidente contra los cataclismos marinos, era posible dejar, en una construcción inaccesible a los temblores de tierra y al aumento de las aguas, las Tablas de las leyes celestes y terrestres. El contenido de estas tablas llegó a conocimiento de Salomón, quien trazó el plano de su templo, que fue incapaz de realizar. Debemos señalar asimismo que uno de los dibujos preferidos de los guanches está constituido por tres triángulos parecidos a tres pirámides… ¿se tratará de una tradición que recuerda el tesoro de los antepasados?
También fue el tiempo en que estos hombres trazaron sobre el suelo de Occidente las paralelas que llevaron a las rías abrigadas de las orillas atlánticas. Por allí estaba la luz hacia el Oeste, más allá de aquellas orillas británicas, armoricanas, gasconas, galaicas, gadíricas y africanas.
Fue hacia esas orillas y más lla, adonde Hércules fue a buscar las manzanas de oro _o la agricultura_ del Jardín de las Hespérides, hijas de Atlas y, en una isla, los bueyes de Gerión.
Este Hércules fue originariamente llamado Heracles, nombre que se supone cretense; ahora bien, existe un verbo vasco, erakutsi, que significa mostrar, enseñar; erakasle es el maestro, quiene enseña. En todos sus trabajos, Heracles desempeñó el papel de maestro, de civilizador. Cuando se llevó sus bueyes domesticados, un tal Caco trató de robárselos. En Euskara existe la palabra “Kako” que significa ladrón. En sus peregrinaciones se encontró con la ninfa Pirene, con la cual concibió dos hijos, siendo uno de ellos Keltos, el antepasado de los celtas. Para conquistar frutos y bueyes, debió forzar el paso hacia el Atlántico, ahogar a Anteo que defendía aquel paso, así como matar a Gerión en su isla.
Hércules, cretense, era en realidad de origen pelasgo. Esto podría encubrir un antagonismo entre ciertos cromanonoides que habían permanecido en el Atlántico, y otros, expulsados u obligados a desplazarse hacia Oriente. ¿Tendrá esto algo que ver con la historia de Osiris, cuyos miembros fueron dispersados? Osiris expulsado por su hermano Seth.
Y el Diluvio llegó, y desapareció toda civilización, ya no se impedía el paso a las costas atlánticas. Los vascos no defenderían Galicia ni contra ligures ni contra los íberos _si es que no eran los mismos_, así como tampoco contra los celtas. Simplemente quedó una costumbre, la de ir a reposar cara al Oeste.