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martes, 20 de diciembre de 2011

La Rueda del Tiempo (Carlos Castaneda)


Este libro de citas de Carlos Castaneda recoge la línea de pensamiento más sutil y profunda del brujo chamán Juan Matus en el proceso de adiestramiento del mismo Castaneda a una nueva realidad. De por sí arduo entender su significado aún habiendo leído y reflexionado durante años sus enseñanzas, aún más si cabe redactar y ordenar de forma congruente una selección de citas de citas que pueda hacerlas accesibles y útiles, ya que muestran el cambio a un mundo cognitivo desconocido, provocando progresivamente en el autor ciertas experiencias, mientras que nosotros solo disponemos de su lectura y nuestro entendimiento. Animo a sumergirse en el fabuloso mundo de sus libros a aquel que aún no lo haya hecho, nunca es tarde; si somos capaces de identificarnos un poco con el Castaneda aprendiz, el mundo para nosotros puede que ya no sea el mismo.





De la Introducción

La línea de acción de don Juan Matus consistía en un intento deliberado de empujarme hacia un “sistema cognitivo” diferente, que los chamanes del antiguo México poseían. Por ejemplo, percibían la energía tal como fluye libremente en el universo, libre de las ataduras de la socialización y de la sintaxis, como pura energía vibratoria. A este acto lo llamaban “ver”, como primer paso necesario para adquirir una visión más global. Previamente a poder “ver” se necesitaba la “recapitulación”, que consistía en el escrutinio sistemático de la propia vida contemplándola con desapego.

“Ver” la energía tal como fluye en el universo significa tener la capacidad de percibir al ser humano como un “huevo luminoso” o como una “bola luminosa” de energía, y distinguir en esa bola un punto brillante, que llamaban “punto de encaje”, donde la percepción se encajaba o ensamblaba. Nuestra cognición del mundo se realizaba en ese punto.

En este otro mundo cognitivo la unidad más importante es el concepto de “intento”, que es una fuerza que los chamanes podían visualizar cuando “veían” la energía tal como fluye en el universo, una fuerza omnipresente que intervenía en todos los aspectos del tiempo y del espacio e íntimamente ligada al hombre, quien podía manipularla. Para ello se necesitaba un comportamiento impecable, como el de un “guerrero”, camino que cualquiera podía tomar después de abandonar su “historia personal”.

Para ellos, el tiempo es algo así como un pensamiento pensado por una fuerza inconcebible. Por su parte, el espacio es un ámbito abstracto de actividad, la suma total de los esfuerzos de todas las criaturas. Ambos, tiempo y espacio, forman parte integral del hombre.

Otra unidad cognitiva de los chamanes es la “rueda del tiempo”, algo asi como que el tiempo es como un túnel de longitud y anchura infinitas, un túnel con surcos reflectantes. Cada uno de los surcos es infinito y hay un número infinito de ellos. Los seres vivos están compelidos, por la fuerza de la vida, a fijar sus miradas en uno de los surcos. Mirar solo uno de ellos implica ser atrapado por él.

La meta final de un “guerrero” es la de enfocar, mediante un acto de profunda disciplina, su atención inquebrantable en la “rueda del tiempo” con el fin de hacerla girar. Una vez que se consigue es capaz de mirar en el interior de otro surco y extraer de él lo que desee en cualquiera de las dos direcciones: la llegada o la partida del tiempo.




Algunas citas ordenadas a mi criterio desde "Las enseñanzas de Don Juan" hasta "El segundo anillo de poder"


Los ojos del hombre pueden realizar dos funciones: una es “ver” la energía general tal como fluye en el universo y la otra es “mirar las cosas de este mundo”. Ninguna de ellas es mejor que la otra, sin embargo, educar los ojos solo para mirar es un lamentable e innecesario desperdicio.

Cuando un hombre no se preocupa por ver, las cosas le parecen más o menos las mismas cada vez que mira al mundo. En cambio, cuando aprende a ver ninguna cosa es igual cada vez que la ve y sin embargo es la misma. Cada vez que un “vidente” ve un hombre, ve un huevo luminoso, pero no es el mismo huevo luminoso.


Cuando los seres humanos se ven como campos de energía, parecen fibras de luz, como telarañas blancas, como hebras muy finas que circulan desde la cabeza hasta la punta de los pies. De ese modo, ante el ojo del vidente, un hombre aparece como un huevo de fibras que circulan, y sus brazos y piernas son como cerdas luminosas que brotan en todas direcciones y le ponen en contacto con todo lo que le rodea.


Nos hablamos incesantemente a nosotros mismos acerca de nuestro mundo, mantenemos nuestro mundo con nuestro diálogo interno, lo renovamos, lo encendemos de vida, lo sostenemos, escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros mismos, repitiéndolo una y otra vez hasta el preciso momento de la muerte. Un “guerrero” es consciente de ello y lucha por detener su diálogo interno, ya que es lo que ata a la gente al mundo cotidiano. El mundo es de tal y cual manera solo porque nos contamos que es de tal y cual manera; el pasaje al mundo de los chamanes se abre cuando el guerrero ha aprendido a pararlo. Después, todo es posible, hasta los proyectos descabellados se vuelven factibles. El arte del guerrero consiste en equilibrar el temor de ser un hombre con la maravilla de ser un hombre.


Casi nunca nos damos cuenta de que podemos suprimir cualquier cosa de nuestras vidas en cualquier momento y en un abrir y cerrar de ojos. Un guerrero no necesita historia personal, un día descubre que ya no le es necesaria, y la abandona. La técnica para ayudarle a abandonarla consiste en perder su propia importancia, asumir la responsabilidad de los propios actos y utilizar a la muerte como consejera.


Sentirse importante le hace a uno pesado, torpe y banal. Para ser un guerrero se necesita ser liviano y fluido. Un guerrero no tiene honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni patria, solo tiene vida por vivir y, en tales circunstancias, su único vínculo con sus semejantes es su desatino controlado. Acepta la responsabilidad de sus actos, hasta del más trivial de ellos. Sabe que espera y sabe lo que espera, y mientras espera no desea nada, y así, cualquier cosa que reciba, por pequeña que sea, es más de lo que puede tomar. Para el hombre corriente el mundo es extraño porque cuando no se aburre de él, está enemistado con él. Para un guerrero, el mundo es extraño porque es estupendo, pavoroso, misterioso, insondable… debe asumir la responsabilidad de estar aquí en este mundo maravilloso, en este tiempo maravilloso. Debe aprender a hacer que cada acto cuente, pues va a estar aquí, en este mundo, tan solo un tiempo breve, demasiado breve para ser testigo de todas las maravillas que existen.


¿Puedes desviarte de la senda que tus semejantes han trazado para ti? Mientras permaneces con ellos, tus acciones y pensamientos permanecen por siempre fijados en sus términos: eso es esclavitud. El guerrero en cambio está libre de todo eso. La libertad es cara, pero el precio no es imposible de pagar… !no desperdicies tu tiempo y tu poder en temer la libertad!. No importa cómo le hayan criado a uno, lo que determina el modo en que uno hace cualquier cosa es el poder personal, un hombre no es más que la suma de su poder personal, y esa suma determina cómo vive y cómo muere. El poder personal es un sentimiento, algo así como tener suerte, un talante, un ánimo, algo que se adquiere a través de toda una vida de lucha.


Hay montones de cosas que un guerrero puede hacer en un determinado momento y que no habría podido hacer años antes. Estas cosas no cambiaron, lo que cambió fue su idea de sí mismo. Los actos tienen poder, especialmente cuando el guerrero que actúa sabe que esos actos son su última batalla. Hay una extraña felicidad ardiente en actuar, con pleno conocimiento, de que lo que uno está haciendo puede muy bien ser su último acto sobre la tierra; es natural para un guerrero lograr que su último acto sea lo mejor de sí mismo. Él no consigue victorias golpeándose la cabeza contra los muros, sino rebasándolos; salta sobre los muros, no los derriba.


La razón hace que los seres humanos olviden que la descripción del mundo, es tan solo una descripción, y antes de que se den cuenta, han atrapado la totalidad de sí mismos en un círculo vicioso del cual raramente escapan en toda su vida. Siempre que el diálogo interno cesa, el mundo se desploma y afloran extraordinarias facetas nuestras, como si hubieran estado celosamente guardadas por nuestras palabras. Lo malo de las palabras es que nos hacen sentirnos iluminados, pero cuando nos damos la vuelta para enfrentarnos al mundo, siempre nos fallan y terminamos enfrentándonos al mundo como siempre: sin iluminación. Por esta razón, un guerrero busca actuar en vez de hablar y para ello obtiene una nueva descripción del mundo.


Siempre que un guerrero se implica con alguna creencia, lo hace porque ésta es su elección. Un guerrero no cree, tiene que creer. La muerte es el ingrediente indispensable para el tener que creer. Solo porque la muerte lo acecha es por lo que un guerrero tiene que creer que el mundo es misterioso e insondable. Cuando toma la decisión de pasar a la acción, debería estar dispuesto a morir, no habrá tropiezos, ni sorpresas desagradables, ni actos innecesarios. Todo encajará suavemente en su sitio porque no espera nada. Solo la idea de la muerte da al hombre el desapego suficiente para ser capaz de no abandonarse a nada. Un hombre así sabe que su muerte lo está acechando y que no le dará tiempo para aferrarse a nada, así que prueba, sin ansias, todo de todo. El poder pone siempre al alcance del guerrero un centímetro cúbico de suerte, su arte consiste en ser permanentemente fluido para poderlo atrapar… “la muerte es un remolino; la muerte es una nube brillante en el horizonte; la muerte soy yo hablándote, la muerte no es nada. ¡Nada! Está aquí, pero no está aquí en absoluto”.


Los seres humanos no son objetos, no tienen solidez, son seres redondos, luminosos; no tienen límites. El mundo de los objetos y la solidez no es más que una descripción que fue creada para ayudarlos, para facilitar su paso por la tierra. La ventaja oculta de los seres luminosos es que tienen algo que nunca utilizan: el “intento”. El hombre corriente sostiene la descripción del mundo con su razón, el chamán, con su intento. Ambas descripciones tienen sus reglas, pero la ventaja del chamán es que el intento abarca más que la razón. El intento es lo que puede hacer triunfar a un hombre cuando sus pensamientos le dicen que está derrotado, es lo que le hace invulnerable. Es lo que envía a un chamán a través de una pared, a través del espacio, al infinito.


El conocimiento llega a un guerrero flotando como motas de polvo de oro, el mismo polvo que cubre las alas de las polillas. Es como darse una ducha o recibir una lluvia de motas de polvo de oro oscuro.

La forma humana es un conglomerado de campos de energía que existe en el universo y que está exclusivamente relacionado con los seres humanos. Los chamanes lo llaman forma humana porque esos campos de energía han sido retorcidos y deformados por toda una vida de hábitos y maltratos. Los guerreros deben ser impecables en su esfuerzo por cambiar con el fin de asustar a la forma humana y deshacerse de ella. Al cabo de años de impecabilidad, llegará un momento en que la forma humana no soportará más y se irá. Es decir, llegará un momento en que los campos de energía, retorcidos por toda una vida de hábitos, se enderezarán. Este enderezamiento afecta profundamente al guerrero, que puede incluso morir… pero un guerrero impecable siempre sobrevive.


5 comentarios:

  1. El señor moreno de la foto quien es??? acaso sera DON JUAN MATUS ??? si parece heee,,, se ve temerario, loco, impredecible, extravagante y pese a su edad se ve fuerte...

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    1. Según parece es de las escasas fotos que se conservan de él...

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    2. ehhhhhhhhhh fotos de don juan? y de donde las sacaron?

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    3. Las encontré en imágenes de Google hace años buscando sobre Carlos Castaneda, y aparecía esa aclaración:"... de las escasas fotos que se conservan de él", y casi la única, si es que realmente es Don Juan...

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  2. por caso recuerdas en que web? gracias.

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