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jueves, 14 de junio de 2012
Los Seises
Aunque no soy en absoluto católico, aunque sí bautizado "por la fuerza de la costumbre", tengo que admitir que esta tradición tan genuinamente sevillana es una joya de la cultura. Solo he visto este "espectáculo" en vivo una vez, y fue cuando nos pidieron unos amigos costaleros que hiciéramos un reportaje fotográfico, en forma desinteresada, ya que no podían pagarnos por ello, sobre la Coronación Canónica de la Virgen de las Angustias de la Hermandad de los Gitanos. Cierto que nos pusimos a ello y logramos regalarles un buen audiovisual de diapositivas del evento, que mezclamos convenientemente y le añadimos la música que creímos apropiada. Dentro de tal celebración destacaba el Baile de los Seises ante la imagen expuesta delante de uno de los altares de la Catedral de Sevilla. Consiguieron autorizarnos para realizar las fotos desde muy cerca. Tal es la belleza de este "baile", aumentada por la grandiosidad de la Catedral, que a veces me olvidaba de la cámara para no perder detalle, quedándome ensimismado, como trasladado a otra época. Esta es la razón de incluir este entrada como parte del "Alma de Sevilla".
Se llaman así porque en un principio fueron seis, pero su número ha variado hasta los diez que lo componen desde comienzos del XVII, a pesar de los intentos del arzobispo Palafox de que intercediera el Papa para su eliminación. Se forjó entonces la leyenda de que fue necesario enviarlos de prueba a Roma, donde llegaron los seises con sus borceguíes, vaquerillos, bandas, valonas, sombreros, castañetas en un barco fletado por el Cabildo. Tan prendado quedó el Papa cuando se ejecutó el baile en su presencia que ordenó que nadie en adelante osara perturbar la posesión de una costumbre inmemorial, sancionada por el tiempo y abonada por la licitud de la ceremonia. Otra leyenda cuenta que el Papa les dijo que pervivirían mientras les durase el traje que llevaban. Por eso, es tradición hacerles vestimentas nuevas que lleven siempre un retal del viejo traje añadido al nuevo, para que perdurara el vestido primitivo, rojo en el Corpus y azul en la Inmaculada.
Según nos cuenta Carlos Ros en su libro Sevilla, día a día, la existencia de los seises se pierde en los siglos medievales. Lo que comenzó siendo niños de coro, que existieron desde la creación de la Iglesia de Sevilla a mediados del siglo XIII, terminó con la danza y el baile cuando el Corpus arraigó en Sevilla en el siglo XV. Un periodista a principios del XIX defendió la supuesta irreverencia de que se acusó a esta tradición por bailar delante del Santísimo Sacramento, recordando que representa el pasaje del baile del Real Profeta bailando ante el Arca de la Alianza. Fue una bula del Papa Nicolás V donde se concede a la Catedral de Sevilla un maestro de canto para los niños cantorcitos, como así se llamaban, puesto que los servicios de canto “son de más inmediata y directa utilidad que los de Gramática, para el culto de la Iglesia y para aumentar su brillo y esplendor”.
Como apunta Herminio González, canónigo de la Catedral “los seises realizan una danza sagrada y va destinada al Santísimo. Por "extensión y analogía", pueden intervenir en celebraciones litúrgicas fuera de la Catedral, pero no tiene sentido que actúen en celebraciones extralitúrgicas o "profanas". Por eso, nunca se ha permitido su participación en el teatro, en muestras de danzas populares, en películas y otras funciones de carácter no ya folklórico, sino ni siquiera popular o socio-cultural. Hemos de ser conscientes de que los seises ejercen, con sus bailes, una "función ministerial" en las celebraciones litúrgicas y paralitúrgicas. En efecto, la danza sagrada de los seises es expresión del sentimiento humano, es alabanza, adoración, y ayuda a crear, entre los fieles, ese ambiente propicio para elevar los sentimientos, los corazones y todo su ser hacia el Señor presente en la Eucaristía; esto es, para impulsarnos a rezar.
También los niños son conscientes, cuando actúan, de su papel de actores, dentro de la celebración litúrgica, y que deben comportarse con respeto, devoción, incluso adoración... No, no están en ningún teatro, ni realizando una danza folklórica o costumbrista, sino una danza sagrada tradicional”.
Hola Manu
ResponderEliminarHe visto el video y junto con tu escrito me he quedado asombrada con ese baile tan especial.
Cuando lo empiezas a ver parece sencillo, pero no lo es, se va complicando y da lugar a un espectáculo solemne y muy bonito.
Me ha gustado mucho, y desonocía este baile así como muchas costumbres de que forman parte de vuestra cultura como es este baile.
Gracias por compartirlo.
Un abrazo
No conocía esta danza. Me ha encantado conocer su historia que me ha parecido muy interesante, y leyéndola, entiendo el porqué de su exclusividad en celebraciones litúrgicas.
ResponderEliminarUn abrazo!
Saludos Uxue, Gloriana, no imaginaba siquiera que no conociérais esta antigua tradición. Ahora entiendo que al realizarse exclusivamente en fechas concretas y especiales dentro de la Catedral, fuera de Sevilla se tenga poca noticia. De la misma forma nunca he visto las danzas vascas ni las sardanas, excepto por tv.
ResponderEliminarLa verdad tiene magia el verla "in situ".
Abrazos!