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martes, 17 de diciembre de 2013

Lo importante sería conocer el pensamiento de Dios (Stephen Hawking)

Nos hallamos en un mundo desconcertante. Queremos darle sentido a lo que vemos a nuestro alrededor, y nos preguntamos: ¿cuál es la naturaleza del universo? ¿Cuál es nuestro lugar en él y de donde surgimos él y nosotros? ¿Por qué es como es?




Para tratar de responder a estas preguntas adoptamos una cierta “imagen del mundo”. Del mismo modo que una torre infinita de tortugas sosteniendo a una tierra plana es una imagen mental, lo es la teoría de las supercuerdas. Ambas son teorías del universo, aunque la última es mucho más matemática que la primera. A ambas teorías les falta comprobación experimental.

Los primeros intentos teóricos de descubrir y explicar el universo involucraban la idea de que los sucesos y los fenómenos eran controlados por espíritus con emociones humanas, que actuaban de una manera muy humana e impredecible. Tenían que ser aplacados y había que solicitar sus favores para asegurar la fertilidad del suelo y la sucesión de las estaciones. Gradualmente, sin embargo, tuvo que observarse que había algunas regularidades. El Sol, la Luna y los planetas seguían caminos precisos a través del cielo, que podían predecirse con antelación y con precisión considerables.

A medida que la civilización evolucionaba y, particularmente en los últimos trescientos años, fueron descubiertas más y más regularidades y leyes. En el determinismo científico de LaPlace Dios elegiría cómo comenzó el universo y qué leyes obedecería, pero no intervendría en el universo una vez que éste se hubiese puesto en marcha. El determinismo era incompleto en dos sentidos. No decía cómo deben elegirse las leyes y no especificaba la configuración inicial del universo.

La mecánica cuántica se ocupa de esta situación, en la que las partículas no tienen posiciones ni velocidades bien definidas, sino que están representadas por una onda. Pero quizás ése es nuestro error: tal vez no existan posiciones ni velocidades de partículas, sino solo ondas. El hecho de que la gravedad sea siempre atractiva implica que el universo tiene que estar expandiéndose o contrayéndose. De acuerdo con la teoría general de la relatividad, tuvo que haber un estado de densidad infinita en el pasado, el big bang, que habría constituido un verdadero principio del tiempo. De forma análoga, si el universo entero se colapsase de nuevo tendría que haber otro estado de densidad infinita en el futuro, el big crunch, que constituiría un final del tiempo. Incluso si no se colapsase de nuevo, habría singularidades en algunas regiones localizadas que se colapsarían para formar agujeros negros. En el big bang y las otras singularidades todas las leyes habrían fallado, de modo que Dios aún habría tenido completa libertad para decidir lo que sucedió y cómo comenzó el universo.




Parece haber una nueva posibilidad que no surgió antes: el espacio y el tiempo juntos podrían formar un espacio de cuatro dimensiones finito, sin singularidades ni fronteras. Pero si el universo es totalmente autosostenido, sin singularidades ni fronteras y es descrito completamente por una teoría unificada, todo ello tiene profundas implicaciones sobre el papel de Dios como Creador.

Einstein una vez se hizo la pregunta: ¿cuántas posibilidades de elección tenía Dios al construir el universo? Si la propuesta de la no existencia de frontera es correcta, no tuvo ninguna libertad en absoluto para escoger las condiciones iniciales. Habría tenido todavía, por supuesto, la libertad de escoger las leyes que el universo obedecería. Incluso si hay solo una teoría unificada posible, se trata únicamente de un conjunto de reglas y ecuaciones. ¿Qué es lo que insufla fuego en las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas? ¿Por qué atraviesa el universo por todas las dificultades de la existencia? ¿Es la teoría unificada tan convincente que ocasiona su propia existencia? O necesita un Creador y, si es así, ¿tiene éste algún otro efecto sobre el universo? ¿Y quién lo creó a él?

Hasta ahora, la mayoría de los científicos han estado demasiado ocupados con el desarrollo de nuevas teorías que describen cómo es el universo para hacerse la pregunta de por qué. Por otro lado, los filósofos no han podido avanzar al paso de las teorías científicas.




No obstante, si descubrimos una teoría completa, con el tiempo habrá de ser, en sus líneas maestras, comprensible para todos y no únicamente para unos pocos científicos. Entonces, todos, filósofos, científicos y la gente corriente, seremos capaces de tomar parte en la discusión de por qué existe el universo y por qué existimos nosotros. Si encontramos una respuesta a esto, sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos el pensamiento de Dios.


Stephen H. Hawking – Historia del Tiempo

2 comentarios:

  1. Yo también me pregunto cómo ha surgido todo, pero mientras sí y mientras no, mientras las distintas versiones no sean más que eso, versiones dependiendo de quién las defienda, lo único que pienso es que debemos cuidarlo y mimarlo.
    Un fuerte abrazo y felices fiestas si no nos leemos antes, jejeje

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  2. Tiene un poco de trampa el título, como puedes entender, lo mejor que podemos hacer en conectar con la Conciencia, que es como mejor entiendo a Dios, intuirla y dejarse llevar, que es distinto a conocerla.

    Un abrazo, y feliz "tránsito" navideño.

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