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lunes, 30 de diciembre de 2013

Más importantes que la reforma son el amor y el respeto (R. Tagore)


No se le puede pedir a la sociedad que contemple con los brazos cruzados cómo unos cuantos renegados tratan de abatirla haciendo lo que les venga en gana. Es natural que se desconfíe de esa gente y se considere mal hecho lo que ellos tal vez hagan de buena fe. Y si la sociedad ve un mal en lo que ellos estiman su bien, eso no es más que uno de los muchos castigos que atraen sobre sí los que la burlan a sabiendas. No pretenderán que, mientras ellos se pavonean, sus adversarios les aplaudan; eso sería pedirle mucho al mundo. Y si eso sucediera, el mundo sería un lugar poco recomendable.




¡Reforma! La reforma puede esperar. Más importantes que la reforma son el amor y el respeto. Si consideras que primero hay que destruir las malas costumbres y las creencias equívocas, cada vez que quieras cruzar el océano tendrás que empezar por achicar el agua. Desecha todo tu orgullo y todo tu desprecio y, con auténtica humildad, identifícate con todos; entonces, con amor, podrás poner remedio a millares de defectos e injusticias. Toda sociedad tiene sus faltas y sus debilidades; pero mientras sus individuos se sientan hermanados por el amor podrán neutralizar el veneno. La causa de la podredumbre está siempre en el aire, pero mientras tú sigas vivo no podrá actuar, porque solo las cosas muertas se pudren.

La diosa a la que yo adoro no es bella. La encuentro donde hay pobreza y hambre, dolor y oprobio. No se le rinde culto con honores y cánticos, sino con sangre. Sin embargo, mi mayor alegría es que no ofrezca ningún elemento de simple placer; no, hay que prepararse a luchar con todas las fuerzas y a renunciar a todo. Su imagen se nos muestra con crudo realismo y sin paliativos; es un despertar, irresistible e insoportable, cruel y terrible que pulsa con tal violencia las fibras de nuestro ser que, todas las notas de la escala se quiebran en un sonido desgarrador. Cuando pienso en ello, el corazón me salta en el pecho, la alegría que siento es una alegría de hombre. Lo que busca el hombre es la visión de lo nuevo apareciendo en toda su belleza sobre la llameante cresta de lo viejo, que es destruido. Sobre el fondo de este cielo rojo de sangre, distingo un futuro radiante, libre de ataduras, lo estoy viendo ahora, en este amanecer; escucha, en mi pecho resuena el latir de los tambores.

Aquello que es más grande que la patria solo puede revelársenos a través de ella. Dios ha manifestado su naturaleza única y eterna en distintas formas. Pero quienes dicen que la verdad es una y, por consiguiente, solo hay una religión verdadera, aceptan tan solo esta verdad, es decir: que la verdad es una, pero omiten reconocer la verdad de que la verdad es ilimitada. La unidad infinita se manifiesta en la multiplicidad infinita.

Mientras disfrutamos de las comodidades de nuestra casa, no podemos darnos cuenta del inmenso privilegio que es tener el aire y la luz del exterior y nos olvidamos de los que, con culpa o sin ella, son sometidos a insulto y a encierro y quedan privados de este don de Dios. No pensamos en esas gentes ni nos sentimos ligados a ellos. Yo quiero ahora ser marcado con el mismo estigma que ellos.

Quienes se dan por satisfechos adoptando la postura de jueces son, en su mayoría, dignos de lástima. Los que están en la cárcel pagan las culpas de quienes juzgan al prójimo, pero no a sí mismos. Muchos son los que tienen parte en la perpetración de un delito, pero solo unos pocos desgraciados lo purgan. Cuándo, cómo y dónde expiarán su culpa los que ahora viven cómodamente es algo que no sabemos. Pero, por lo que a mí respecta, yo denuncio esa falta respetabilidad y prefiero llevar en mi pecho la marca de la infamia humana.



En este mundo, las cosas no ocurren como nosotros quisiéramos. Primero te rondan sigilosamente, como el tigre en acecho, y luego, de pronto, sin que tú sepas cómo, te saltan al cuello. También las noticias, al principio, son como una hoguera apagada; pero se prende fuego y nadie puede extinguirlo. Por esta razón a veces pienso que el único medio de ser libre es mantenerse absolutamente estacionario. ¿Y dónde está la libertad si tú eres el único que permanece estacionario? Si el resto del mundo opta por mantenerse en movimiento, ¿Por qué va a permitírsete permanecer estático? Eso sería contraproducente, pues cuando la marcha hubiese comenzado y te quedases solo, no podrías por menos que considerar a tu inmovilidad como un engaño. Así, pues, has de permanecer siempre alerta; de lo contrario, cuando todo avance, tú no estarás preparado.

Piensa bien si obras en beneficio de una secta o en el de toda la humanidad. ¡Qué distintas necesidades, qué diferencias de carácter, qué multitud de tendencias! Todos los hombres no están en la misma etapa del camino; unos están al pie de las montañas, otros frente a los mares y otros al borde de las llanuras, pero ninguno puede mantenerse estacionario, todos deben mantenerse en movimiento. ¿Quieres imponer a todos tu secta? ¿Pretendes cerrar los ojos e imaginar que todos los hombres son iguales y que han venido al mundo para hacerse miembros de tu secta? Si ésta es tu idea, entonces dime ¿en qué te diferencias de esas naciones ladronas que, a causa de su culto a la fuerza física, se niegan a reconocer que las diferencias entre los pueblos son de un valor incalculable para toda la humanidad, y creen que la mayor ventura imaginable sería que ellos conquistaran a todas las naciones del mundo poniéndolas bajo su yugo y reduciendo a todos los hombres a la esclavitud?

Dios hizo a los hombres distintos unos de otros por sus ideas y por sus obras, con una gran variedad de credos y de costumbres, pero fundamentalmente iguales en su humanidad. En todos hay algo que ha de identificarnos a unos con otros y nos revelará la existencia de un ser grande y maravilloso en el que hallaremos la explicación del secreto que se esconde bajo la historia de las religiones.


Veremos que la llama de sacrificios pasados sigue ardiendo entre las cenizas, y vendrá un día en el que, rebasando los límites de tiempo y lugar, esta llama abarcará todo el mundo.


Rabindranath Tagore – Gora


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