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viernes, 11 de abril de 2014

Ley del karma: Reencarnación (Dalai Lama)

La conciencia no tiene principio, y el continuo de la conciencia de una persona no tiene fin, nunca cesa.




La calidad del renacimiento en la próxima vida está determinada por la calidad de la actividad mental en la vida presente. En general, carecemos del poder de elegir el modo en que vamos a renacer; depende las fuerzas kármicas. No obstante, el período cercano al momento de la muerte ejerce gran influencia en tanto puede activar un karma entre los muchos que una persona ha acumulado anteriormente; por lo tanto, existe la oportunidad de intensificar y activar un karma virtuoso.

La propia mente de la muerte puede ser virtuosa del mismo modo que puede serlo incluso el momento mismo de la concepción. En este caso, una mente virtuosa de la muerte puede actuar como condición inmediatamente precedente, provocando una mente virtuosa de la concepción de la próxima vida. En general, aquellos que han practicado enérgicamente la virtud durante su vida experimentan una muerte fácil y apacible. Si durante la mayor parte de la vida se tiene una buena motivación, tratando sinceramente de ayudar a los demás tanto como sea posible, entonces no habrá arrepentimiento cuando llegue el último día. Cualquiera sentirá que ha hecho lo que ha podido y que ha vivido su vida de un modo significativo y fructífero. Ésta es una de las mejores protecciones para evitar el temor al acercarse el momento de la muerte.
    No obstante, las personas que dedican la mayor parte de su tiempo a engañar, defraudar e insultar a los demás, tienden a desarrollar un profundo sentimiento de culpabilidad. Puede que ni siquiera sus propios amigos conozcan sus sentimientos últimos, pero cuando llegue el último día, emergerán sus propios sentimientos de desasosiego profundamente arraigados.



Durante el proceso de la muerte, el calor del cuerpo se retira de sus partes de diferente manera según los distintos tipos de personas. En aquellas que han acumulado una gran cantidad de karma virtuoso, el calor del cuerpo comienza a retirarse desde las partes inferiores del cuerpo, mientras que en las que han acumulado una gran cantidad de karma no virtuoso, el calor se retira de las partes superiores del cuerpo. Después, paso a paso cesa la respiración externa y el calor se reúne en el corazón. 
   En el proceso de la muerte, las capacidades de los elementos para servir como bases de la conciencia disminuyen gradualmente, con lo que se dan una serie de apariencias mentales. Como signo interno, cuando la capacidad del elemento tierra se deteriora, se experimenta la sensación de ver un espejismo. Cuando lo hace el elemento agua, la lengua se seca y los ojos se hunden; tenemos la sensación de ver humo. Cuando lo hace el elemento aire, la respiración cesa y tenemos la sensación de ver una lámpara de aceite ardiendo en el espacio frente a nosotros. La conciencia permanece dentro del cuerpo mientras la clara luz de la muerte se esté manifestando. Después, simultáneamente a la cesación de la mente de la clara luz de la muerte, se separan la mente y el cuerpo. ¡Éste es el adiós final!

Siempre que se renace, existe un estado intermedio entre la vida presente y la próxima. Un ser del estado intermedio no posee un cuerpo físico burdo como el nuestro, tiene un cuerpo sutil formado por los aires internos y la mente, por lo cual el cuerpo de ese ser aparece instantáneamente allí donde el ser del estado intermedio desea ir. Según ciertos textos mántricos, el cuerpo sutil se parece al del ser en quien renacerá. Respecto a su tiempo de duración, una sola vida en él dura un máximo de siete días, al término de los cuales ocurre una pequeña muerte, y el período máximo de permanencia en esta serie de estados intermedios es de siete semanas. Se calcula la duración de un día en términos del tipo de vida en la que se renacerá. 
   ¿Qué tipo de percepciones tiene un ser en el estado intermedio? Ocurren varias apariencias favorables o desfavorables, según el karma (acciones) positivo o negativo de la persona. También puede ver a otros seres que se encuentran en su mismo nivel. Justo después de abandonar el viejo cuerpo y surgir en el estado intermedio podemos ver realmente nuestro antiguo cuerpo; sin embargo, en general no tenemos el deseo de volver a él. Durante el estado intermedio ocurren muchas apariencias distintas; por ello existen prácticas para que las personas puedan reconocer que se encuentran en dicho estado, un estado donde puede lograrse un avance en el camino (el Libro Tibetano de los Muertos las expone, la mayoría de ellas provenientes del Yoga Mantra Superior).



El ser del estado intermedio entra en conexión con un nuevo nacimiento. En general, se describen cuatro tipos de nacimiento: nacimiento espontáneo, nacimiento del vientre de una madre, nacimiento de un huevo y nacimiento por calor y humedad. El nacimiento de un ser en el estado intermedio es espontáneo. Si uno va a renacer por medio del calor y la humedad, percibe un lugar cálido y agradable al que se aferra de tal manera que genera el deseo de permanecer allí. Si debe renacer a través del vientre materno, percibe al padre y a la madre en unión sexual. Los que deben renacer como hombres se sienten atraídos por la madre y la desean; los que deben renacer como mujeres se sienten atraídos por el padre y lo desean. Con este deseo, cesa el estado intermedio y comienza el estado de nacimiento.

La cesación del estado intermedio y la concepción en el vientre materno ocurren simultáneamente. Durante el proceso de cesación del estado intermedio se experimentan varios signos, empezando con la visión de espejismos, al término de los cuales emerge la mente de la luz clara. Dado que el cuerpo del ser del estado intermedio es sutil, estos signos no se perciben con claridad y se suceden rápidamente, en tanto que, como nuestro cuerpo es burdo, los signos aparecen claros y permanecen un período de tiempo más prolongado.

Esta es la manera en que, de un modo aparentemente infinito, viajamos por la existencia cíclica. Mientras que permanezcamos en la existencia cíclica, tendremos que soportar numerosos tipos de sufrimientos distintos, que pueden resumirse en: el propio dolor, el sufrimiento del cambio y el sufrimiento del condicionamiento penetrante. Así pues, decimos que, mientras permanezcamos en la existencia cíclica, estamos atrapados en alguna forma de sufrimiento.
    Es importante tener en cuenta que estos sufrimientos se deben básicamente a nuestros propios errores del pasado. Igualmente es preferible afrontar estas pequeñas cantidades de tragedia durante la vida humana, ya que en ella disponemos de un mejor equipamiento para afrontar los problemas. Si nos ocurriera lo mismo durante un tipo de vida distinto (por ejemplo, como animal) sería más bien desconsolador. Ayudará el pensar que, por mi propia experiencia sé que tengo enfados, deseos, celos, orgullo; todo ello se encuentra en la mente. Desde un tiempo inmemorial, he permanecido demasiado acostumbrado a estas actitudes. Ahora, puesto que ciertamente las causas se encuentran en la mente, tienen que aparecer los resultados negativos. Por esta razón debo afrontar este sufrimiento. Que el sufrimiento que estoy experimentando sirva de actualización de muchos karmas negativos que he acumulado en el pasado.


También nos ayudará considerar el modo de pensar de un Bodhisattva, que busca el bienestar de los demás seres por encima de su propio beneficio, tomar el sufrimiento de los demás y darles la felicidad propia. Con ello, obtenemos una determinación interior, la de un Bodhisattva, firme como el acero. La determinación mental y el poder de la voluntad se encuentran entre los mejores métodos para superar el sufrimiento.


Dalai Lama – Hacia la Paz interior

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