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jueves, 12 de febrero de 2015

Sé como una nube blanca (Osho)


Toda la existencia es como una nube blanca: carece de raíces, de causalidad, de causa final, pero igual existe. Existe como un misterio. Una nube blanca no tiene un camino propio. Anda a la deriva. No tiene un lugar al cual llegar, un objetivo, un destino que realizar, un fin. Una nube blanca flota hacia donde el viento la lleve. Un sendero sin senda, un camino sin rumbo. No se resiste, no lucha; en movimiento, pero sin intencionalidad alguna. Simplemente existir; ésa es la meta.




La meta es aquí y ahora. Cuando la mente está en otra parte, la mente inicia su travesía. Entonces, comienza a pensar y así comienza el proceso. Si el futuro está allí, entonces la mente puede fluir y tener espacio para moverse. Un objetivo implica futuro, y el futuro, a su vez, implica tiempo. Pero como la mente no puede existir sin objetivos, sigue creando objetivos, aspira a encontrar algún sentido. Si los objetivos mundanos se pierden, la mente crea objetivos religiosos. Si el mundo de la competencia, del dinero, ya no sirve, entonces adquiere importancia otro mundo de nueva competencia, de religión, de logros. Pero solo puede ser religiosa una mente que no tiene objetivos. Pero eso significa que la mente ha dejado de ser una mente. Piénsate a ti mismo como una nube blanca, sin mente.

Dondequiera que estés, ésa es la meta. La meta no es algo que termina en algún punto, la meta es el recorrido. La meta es cada momento. Aquí tú eres un Buda, un ser iluminado. Aquí has tenido éxito. Aquí eres lo más perfecto que puedes. No hay nada más que conseguir. En este mismo momento, todo está allí, solo que no estás atento. Y no estás atento porque tu mente está en el futuro. No estás aquí. No eres consciente de lo que te está sucediendo en este momento. Y esto es lo que ha ocurrido siempre. En todo momento has sido un Buda. No ha dejado de ocurrir ni por un solo momento. Esto no puede dejar de ocurrir; así es la naturaleza misma, así son las cosas. ¡No te lo puedes perder!



Pero no eres consciente, y no puedes serlo, a causa de tener una meta en algún lado que conseguir, a causa de la creación de esa barrera y de la pérdida de lo que eres. Una vez que descubras esto, una vez que te des cuenta, una vez que tomas conciencia de ello, se te revela el misterio más grande de la existencia: que todos somos perfectos. Eso es lo que queremos decir cuando afirmamos que cada uno es Brahma, que cada uno es el alma, el alma final, divina. Tú eres eso, no es que debas transformarte en eso. Si no lo fueras ya, ¿cómo podrías transformarte en eso? Entonces, no es una cuestión de transformación: es una cuestión de revelación.

No hay que tomarse la vida como un problema. Cuando entras por esa vía, estás perdido. Una vez que piensas que la vida es un problema, nunca lo puedes resolver. Así es como se mueve la filosofía, y así es como la filosofía siempre se mueve erradamente. No hay filosofías correctas, no puede haberlas, pues la filosofía implica considerar la vida como un problema. La vida no es un problema, sino un misterio.

Una nube blanca es la cosa más misteriosa, de repente aparece, de repente desaparece. Ni siquiera por un momento se conserva la forma. Es cambiante, se transforma, como la corriente de un río. Es un flujo. Y así es la vida. ¿Has adquirido una forma o estás cambiando permanentemente? Eres un flujo, una nube, no tienes identidad. Si tomas conciencia de esto, te transformas en una nube sin forma, sin nombre. Y entonces te lanzas a la deriva.



Si puedes vivir la vida como si no vivieras, estás de mi lado. Y cuanto más existas, tanto más enfermo estarás. Cuanto menos existas, tanto más saludable estarás, tanto más ingrávido serás, tanto más divino y dichoso serás.

Busca el misterio en la vida. Dondequiera que mires (en las nubes blancas, en las estrellas de la noche, en las flores, en un río que corre) busca el misterio. Y cuando encuentres que allí hay un misterio, medita acerca de ello. Meditación significa: disuélvete ante ese misterio, aniquílate ante ese misterio, dispérsate ante ese misterio. Deja de existir y deja que el misterio sea tan total que te absorba. Y, de repente, una nueva puerta se abre y se obtiene una nueva percepción. De repente, el mundo terrenal de la división, de la separación, ha desaparecido, y un mundo diferente, completamente diferente, de unidad, aparece ante ti. Todo pierde sus límites.

Somos impotentes frente a un misterio. Esa es la razón por la cual nos pasamos la vida transformando los misterios en problemas. Porque con los problemas podemos hacer algo, sentirnos que tenemos el control. Con los misterios, nos enfrentamos a la muerte, y no hay control posible. Esta es la razón por la cual, mientras más matemático y lógico se torna el intelecto humano, tanto menos abiertas están las posibilidades de éxtasis a la mente humana; tanto menos es posible la poesía. Se pierde el romance; la vida se vuelve fáctica y deja de ser simbólica.


Entonces, cuando digo que mi camino es El Camino de las Nubes Blancas, se trata de un símbolo poético, como un indicio de profunda fusión en lo misterioso y en lo milagroso. Si tu yo desaparece, es porque te has transformado en la nube blanca.


Osho – Mi camino. El camino de las nubes blancas

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