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miércoles, 19 de julio de 2017

Evolución de la Consciencia (José María Doria)


En los tiempos actuales, la vida está complicada. La variopinta e hipnótica oferta consumista y el ansia de dinero se han convertido en fuente de tensiones que generan aflicción y diversidad de contracturas físicas y psíquicas. La familia y las relaciones afectivas están sufriendo una vertiginosa transformación y el ser humano de nuestro tiempo no sabe cómo “reciclarse” y actualizar los mecanismos emocionales que el nuevo “patrón de relación” demanda. En este sentido, no van a ser loas grandes discursos de los políticos los que van a iluminar la senda, sino, más bien, la voz de seres humanos con sensibilidad y profundidad que hayan decidido abrir las puertas del alma y, con ellas, la medicina del amor consciente como elemento transformador y curativo de la existencia.



Venimos de una cultura judeocristiana que ha primado obsesivamente la Unidad y se ha defendido violentamente de la diversidad. Entre otras cosas y gracias a ello, podemos considerar que nuestra civilización occidental ha dado un “tirón” único en la historia de la Humanidad hacia el sentimiento de transcendencia, pero, desgraciadamente, parece que nos hemos empeñado en recorrer la estructura superficial convirtiendo la unidad en uniformidad.

Con el formidable desarrollo de la conciencia experimentado por la mayor parte de esta Humanidad en los últimos veinticinco años, el ser humano puede ya poner mil y un máscaras a sus propios yoes, ya que todos ellos son conscientes y observables desde un nuevo punto de atestiguación desimplicada que está emergiendo. Actualmente la diversidad es considerada como un valor que favorece la vida; diversidad en las formas para acceder a la realidad de un “darse cuenta” que las unifica.

Sin duda, el sentimiento de confianza es la mejor opción de nuestra mente y es el gran rasgo de la inteligencia del alma. La confianza es complicidad y comunión con una sintonía más amplia. La confianza es sintonía con ese poder tan grande que mueve los átomos y las galaxias. Vivir en la confianza es sentir que, llegado el momento de las encrucijadas, uno sabrá hallar las claves y decidirá lo que entonces haga más falta. La confianza es saber que el tiempo va a favor y que, cada día, nuestra mente es más competente y sabia. Y de la misma forma que el Universo se expande a velocidades infinitas, nosotros también nos abrimos a lo que, en realidad, somos: observadores del gran regalo de la consciencia.



Cuando la vida está orientada hacia el desarrollo interior, capacita a hacer remitir tanto el sufrimiento propio como el ajeno, convirtiendo a los individuos conscientes en anónimos maestros y terapeutas. Un mundo en el que la riqueza consiste en experimentar el supremo gozo de ser útil a la liberación del sufrimiento humano mediante la evolución de la consciencia.

Cuando el ser humano se encuentra en su estado natural, es decir, en un estado en el que fluye por la vida, tiende a expresar su verdadera naturaleza. Se trata de una actitud abierta a ofrecer y compartir que precisa de dos ingredientes, que a su vez dan sentido a su verdadera condición humana. Esos ingredientes claves son la Inteligencia y la Consciencia.

Cuando el nivel de imaginar está fuertemente anclado al deseo de servir a su propósito esencial, se ponen en marcha energías transpersonales que pueden brotar hasta del propio futuro. Merece la pena utilizar nuestras increíbles facultades de imaginar y crear sutilezas utópicas. ¿Qué mejor utopía que la expansión de la consciencia al plano de lo infinito?, ¿aprender a hacer cesar el sufrimiento?, ¿sentir certeza de que uno no está en el Universo, sino que es el Universo el que está dentro de uno?, ¿saberse Luz que ocupa todos los espacios en tiempo cero?, ¿vivir en la espaciosidad de la paz profunda?, ¿amor que abraza todo lo existente en ternura y compasión profunda?



Para construirse un buen yo-persona, lo primero que conviene hacer es proceder a visualizar a éste como una “obra acabada”. La creación del yo es una obra mágica que tan solo está coartada por algo tan virtual y efímero como lo pueden ser las creencias limitadoras de lo que es o no posible.


Llega un momento en que el sujeto auto-consciente comienza a aportar a la sociedad la verdadera música que lleva dentro. Tras las primeras notas de melodía verdadera, la vida le devuelve multiplicada toda la energía puesta en juego y le proporciona aquellas oportunidades que su supervivencia y desarrollo evolutivo precisan. Son instantes especiales en los que se percibe la llegada de algo parecido a un milagro. Momentos en los que se siente que todo encaja fluyendo por sí solo, sin casi intervención ni esfuerzo.


José María Doria – Inteligencia del Alma

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