Mis avistamientos OVNI

Me gustaría contar lo más fielmente posible aquello que vimos una noche a primeros de Agosto de 1987. Tenía entonces 27 años y mi mujer estaba embarazada de nuestro primer hijo. No puedo precisar el día concreto, sería a mediados de mes; no encontré publicada la noticia en el periódico los días siguientes, sólo el recuerdo indeleble de una visión impactante que tuvimos alrededor de 120 ó 130 personas, que asistíamos esa noche a la sesión del cine de verano de Matalascañas (Huelva). Sería fenomenal que alguien que hubiera estado allí ese día leyera estas líneas. Aquello sucedió en cuatro o cinco segundos, suficientes para dejarme noqueado.

Esa tarde, cuando íbamos a la Playa, nos habíamos fijado en el Cartel del cine, que anunciaba, aún no me lo puedo creer, “Poltergeist”. Nos picó la curiosidad, porque hacía tiempo que nos gustaban las películas de terror, cine fantástico, etc., y además hasta ese día de agosto no habíamos ido al cine, que  resulta que se encontraba en un lugar privilegiado y fresco, en una especie de colina entre las avenidas de chalets de la urbanización, de forma que estaba de espaldas al sur y la playa y la pantalla quedaba al norte, y tras ella una vista desde de arriba de gran parte del poblado. Parece ahora de broma que fuera precísamente esa película, pero lo cierto es que el cine estaba con buena entrada, y  sucedió sobre las 11 o poco más de la noche, justamente en una escena de tensión de esas que no puedes apartar la vista de la pantalla.

Apareció de pronto, por el lado izquierdo, un objeto que parecía tener forma de ala delta ó boomerang, con un diámetro aproximado, según calculé mentalmente después, de entre unos 10 ó 15 mts., suponiendo que zigzagueaba solo a unos 20 ó 30 metros de la pantalla y a una altura de 5 o 10 mts. sobre ella; mayor o menor según la distancia real a la que pasó es otra cuestión, pero era la impresión que me dio entonces. La forma la sugería principalmente una luminosidad tenue de lo que pudieran ser unos ventanucos o luces de algún tipo, de color amarillento. Al irrumpir como en paralelo a la pantalla, avanzó “paseándose”, balanceándose arriba y abajo como un pájaro, en silencio absoluto, zigzagueando a una velocidad lentísima, por lo que nos dio tiempo a adivinar su oscura forma, más oscura que el fondo de un cielo despejado y estrellado, en que no había Luna. Nos quedarnos estupefactos al principio, pero uno o dos segundos después se oyó, casi al unísono, la voz de decenas de personas, como si hubiera estado ya previsto o ensayado qué frase ó qué exclamación había que hacer para casos como este: ¿¿¿… ESO QUÉ ES???. A la vez que lo dijimos, la mayoría nos levantamos del asiento como si un muelle nos propulsara, a mí me latía el corazón como nunca, con la vista fija en aquello hasta que desapareció. Nos quedamos mudos, aturdidos,  momentos después yo le afirmaba a mi mujer frenético: "eso no es humano, es una nave tripulada, un OVNI, si no, ¿dime qué es?”. (Tiempo después descubrí unas siglas que me parecen más acertadas para este tipo de casos: V.E.D. o Vehículo Extraterrestre Dirigido).

Recuerdo que algunos abandonaron el recinto, y el resto nos quedamos como ausentes, hasta el final de la película. Creo que nos tranquilizó un poco el que nos parecieran mucho peores y más peligrosos los demonios y entidades del film que la majestuosidad y elegancia con la que se presentó esa "nave inteligente tripulada", creo que ¡para que la viéramos!. Si no, ¿por qué iba a pasar precisamente por allí? Aquello era un islote habitado en medio de 30 kms. de pinares y dunas a la redonda. Por esos años se hizo famosa la zona de Doñana y Matalascañas por las oleadas OVNI frecuentes; pero lo más sorprendente de mi caso es que ahora vivo en medio de una zona que en los mismos años también vivió su especial oleada OVNI, el famoso cuadrilátero comprendido entre Aznalcóllar, Gerena, Salteras y Santiponce.

Ya de joven había leído sobre el tema extraterrestre, mi madre estaba suscrita a la revista Horizonte, que trataba de todo tipo de fenómenos paranormales y sucesos extraños, otras alternativas religiosas y políticas, entrevistas, etc., lecturas que muy pronto fueron desviando mi atención de novelas o poesías. Quiero decir con esto que estaba habituado a mirar al cielo, por si veía algo raro.

Y los hubo, ciertamente. Tendría unos quince años, veraneábamos en una casita, la última de la calle de una modesta barriada situada en el Aljarafe, que mis padres habían comprado a buen precio. Como de costumbre nos sentábamos por las noches fuera de la verja, y desde nuestra posición veíamos cada día las luces de los aviones, que hacían una especie de curva, no muy lejana a donde estábamos, en su trayectoria descendente hacia el aeropuerto de Sevilla. Un día, justo después de pasar uno de ellos, observamos otra luz blanca que parecía acercarse en nuestra dirección a una velocidad similar a la de un avión. Subitamente, realizó un giro brusco de 90 º y desapareció a gran velocidad. Fue tan rápido y fugaz lo visto que en ese momento no hubo unanimidad en creer que fuera una nave extraterrestre, fue anómalo y extraño y nos planteamos una duda razonable sobre qué pudiera ser, aunque mi madre sigue afirmando hoy que aquello era un OVNI. El caso es que pocos años después del avistamiento del cine, estábamos de acampada mi mujer y yo en un bonito y solitario paraje de la Sierra Norte sevillana, y se repitió esa misma experiencia como gota de agua; lo que pudiera ser un avión, satélite o globo metereológico quedaba totalmente descartado.  Porque esa maniobra, que yo sepa, aún hoy la tecnología no la ha logrado.

Por último, este mismo verano, a principios de setiembre, he podido ver desde mi casa, con una vista completamente despejada y desde arriba en kilómetros a la redonda, cómo avanzaba lo que me pareció un globo o burbuja casi transparente, de tono gris claro azulado, a una distancia entre 50 y 100 metros. Sin viento alguno, antes de ponerse el sol y en trayectoria recta, de este a oeste y casi en paralelo a mí, con velocidad constante y a pocos metros por encima de los olivos, calculo que debía tener un metro o dos de diámetro, a lo sumo. A esa hora suelen verse desde aquí muchas aves pasar, por lo que justo estaba mirando con los prismáticos una pequeña bandada de garcillas boyeras… ¡y el objeto apareció delante de mis ojos! Pude verlo durante unos diez segundos hasta que desapareció tal como vino. Hay montones de testimonios sobre objetos similares, y se postula que pueden ser módulos autónomos de reconocimiento. El caso es que he encontrado un vídeo en que se ve un objeto idéntico, aunque parece que de mayor tamaño.

He intentado ser veraz, dejo para otro día unos sueños que se me repitieron hace años sobre una especie de colonización extraterrestre, pero si lo cuento le pondré la etiqueta de “fantasías y alucinaciones”.

Esta inquietud por ciertas cosas es un magnífico punto de partida, dejar la mente abierta por si en un momento dado algún hecho revelador se impone. En mi caso, se transformó la inquietud en certeza. Una certeza interior indescriptible, que no se sabe cómo surge, pero que te va empujando a ahondar más y no descartar ninguna posibilidad, sin prejuicios ni esquemas de lo que es posible o no. Es fácil pensar que esa actitud me hubiera predispuesto, pero la verdad es que ya "creía" y, después de aquello, "supe". 

Avistamiento de Luz No Identificada. Playa de Mazagón 19/05/2017

Pasábamos unos días en una casa alquilada en primera línea de playa. Alrededor de las 11:30 salí a la terraza a tomar el fresco y me recliné sobre la barandilla, así tenía la visión completa de la playa, tal como se muestra en el esquema. A la izquierda, el faro y las luces de Matalascañas, a unos 25 Km. de distancia; un poco a su derecha, a lo lejos, el resplandor del faro de Chipiona; a la derecha de mi posición las luces del Puerto Deportivo de Mazagón, a unos 3 Km. aproximadamente.

Era una noche sin Luna (aún, comenzaría a salir después de las 12:00) con un cielo estrellado (aunque no del todo nítido) y el mar más oscuro. Se distinguía en primer término Júpiter y a sus lados las constelaciones de Leo y Virgo. La línea del horizonte marino se apreciaba levemente, y las tímidas olas en la orilla lo delimitaban.

De pronto, enfrente y un poco a la izquierda de mi posición, aparece súbitamente una luz rojiza-anaranjada, potente y completamente inmóvil, a una altura aparente sobre el mar más o menos igual que del horizonte a la línea de playa; de un grosor como el doble aparente de Júpiter y que se reflejaba en el mar. Era como nítida y compacta. Solo se escuchaba el sonido de las olas. Al cabo de unos diez o quince segundos, la luz se extingue hasta desaparecer de la vista. Me quedé atónito sin lograr entender qué podía ser, era muy extraño. Barajé un momento todas las posibilidades de algún artefacto convencional, desechándolas.

Me quedé mirando hacia el lugar cuando, pasados unos 30 segundos, la luz se enciende de nuevo. Inmediatamente, llamé a mi mujer, quien también pudo ver la luz durante unos veinte segundos, sin poder determinar su naturaleza, repitiéndose lo anterior: inmóvil, en silencio total y su reflejo en el mar. Se desvaneció como antes, no de golpe, sino como apagándose durante dos o tres segundos. No pudimos determinar ni su tamaño real ni su distancia de nosotros, ni se fue o permaneció apagada en el mismo lugar. Solo calculé que, al menos, debía encontrarse a unos quinientos metros o quizá 1 Km. Ya no volvimos a verla.

Después, me quedé allí bastante tiempo por si se repetía el fenómeno, o quizá esperando algún sonido o movimiento. Unos minutos más tarde, observé una luz verde que delataba algún pesquero que se acercaba en dirección al puerto, tardando aún unos minutos en llegar a la posición aparente de la luz, quizá ese fuera el motivo de que se apagara. Desde luego, si la luz correspondia a un objeto extraterrestre, no alcanzo a entender qué estaba haciendo allí a esa altura sobre el mar, ni por qué se encendía y apagaba.

Varios minutos más tarde, observé la luz de un avión que cruzaba en una trayectoria SO-NE; antes de desaparecer, pareció cruzarse con otro en sentido inverso. A poco, fue apareciendo la Luna como a su mitad, iluminando su resplandor tanto el mar como la playa, borrando poco a poco la luz de las estrellas.