La constitución
estadounidense es una verdadera locura, contiene una idea absurda. Dice que la
búsqueda de la felicidad es un derecho inalienable del hombre. ¿”Búsqueda de la
felicidad”? Nadie lo ha logrado jamás, y los que lo han intentado han llevado
una vida desdichada e infeliz.
Si vas en busca de
la felicidad, hay algo seguro: que no vas a lograrla. Surge cuando ni siquiera
estás pensando en ella, sin buscarla. Deja de buscar, y la habrás encontrado,
porque buscar supone un esfuerzo de la mente, y no buscar significa un estado
de relajación. Y la felicidad solo es posible cuando estás relajado.
La felicidad es
siempre un derivado, no la consecuencia directa de una búsqueda. La felicidad
no tiene nada que ver con el triunfo; la felicidad no tiene nada que ver con la
ambición, con el dinero, con el poder ni el prestigio. La felicidad está
relacionada con tu consciencia, no con tu carácter. La felicidad ocurre sin
más. No es algo que se pueda controlar, ni fabricar, ni disponer. Es
simplemente el estado de despreocupación, de relajación de tu ser con la
existencia. Y está ahí; no va y viene. Está siempre ahí, como tu respiración,
como el latido de tu corazón; pero si la buscas encontrarás la infelicidad.
Hay que comprender
algo fundamental. El ser humano desea la felicidad; por eso es desdichado.
Cuanto más desees ser feliz más desdichado serás. El deseo mismo de felicidad
puede ser la causa del sufrimiento. En el mismo momento en que empiezas a
desear la felicidad te alejas del presente. Te alejas de lo existencial, te
trasladas al futuro, te metes en un sueño. Nadie puede llegar a lo real por
mediación de lo irreal. Te has equivocado de tren.
El deseo de
felicidad simplemente demuestra que eres una persona infeliz, y ésta proyecta
en el futuro que algún día será feliz. Pero ese mañana es una proyección tuya,
de lo que eres hoy, surgirá de esa infelicidad y serás aún más infeliz.
Lo primero es
estar aquí y ahora. Sea lo que fuere, tienes que estar aquí y ahora, y entonces
se producirá una revelación formidable. Esa revelación consiste en que nadie
puede ser infeliz en el aquí y el ahora. La felicidad está donde tú estés. Está
a tu alrededor, es un fenómeno natural. Es como el aire, como el cielo. La
felicidad no es algo que hay que buscar, es la materia misma del universo… (así
que…) mata el pasado, no pienses en el futuro e intenta ser desgraciado: no lo
conseguirás. No lo conseguirás por muy diestro que seas en el sufrimiento.
La alegría
significa entrar en tu ser. Al principio resulta difícil, arduo. Al principio
tendrás que enfrentarte con el sufrimiento; el camino es muy duro. Pero cuanto
más te internes en él, mayor será la recompensa. Una vez que hayas aprendido a
enfrentarte a la desdicha, empezarás a sentirte alegre. Un día tienes ante ti
la desdicha y te enfrentas a ella, y de repente, se produce el cambio: ves la
desdicha como algo distinto de ti, como algo ajeno a ti; era una simple
ilusión, una identificación en la que te habías metido. Ahora sabes que no eres
eso, y se produce un estallido de alegría, una explosión de alegría.
Nadar puede ser
meditación, como correr… cualquier cosa puede ser meditación si tú no eres. El
éxtasis es algo del corazón, de la totalidad. Y baila hoy, no mañana. Que la
danza sea aquí y ahora, y que venga de tu totalidad. Abandónate; emborráchate.
Sí, la alegría es una locura, y solo los locos pueden permitírsela. La persona
cuerda, normal y corriente, es tan lista, tan astuta y calculadora que no puede
permitirse la alegría, porque no la puede controlar. Si quieres seguir
manteniendo el control, nunca serás alegre, solo desdichado. Solo la desdicha
puede ser controlada, por la sociedad o por ti.
Cuando eres
realmente feliz, tu ego desaparece, sientes de repente una profunda unidad con
el todo. Cuando eres desdichado quieres estar solo; cuando eres feliz quieres
compartir.
El éxtasis de la
felicidad es salvaje; no puedes controlarlo, no es un asunto de la cabeza, sino
del corazón, es cuestión de sentimientos. Tienes que perder todo el control.
Tienes que lanzarte al abismo, y es un abismo insondable. Caes y caes y nunca
llegas al fondo porque la alegría no tiene fin. Es un proceso interminable,
eterno. Y tan enorme que, ¿cómo vas a controlarlo?
Vive en la
alegría, en el amor, aun entre quienes odian.
Vive en la
alegría, en la salud, aun entre los afligidos.
Vive en la
alegría, en la paz, incluso entre los atribulados.
Vive en la
alegría, sin posesiones, como los luminosos.
El vencedor
siembra odio porque el perdedor sufre.
Abandona la
victoria y la derrota y encuentra la alegría.
Vive en el mundo
sin pensar lo que va a ocurrir. Da igual que vayas a ganar o perder. La muerte
se lo lleva todo. Que ganes o que pierdas carece de importancia. Lo único que
importa es cómo has jugado el juego. ¿Lo disfrutaste, el juego en sí mismo?
Entonces todo momento es un momento de alegría.
Osho: Alegría
Hola Manu
ResponderEliminarHe leído escritos de Osho, que comparto y me dan mucho qué pensar como éste.
Comparto lo que dice y no lo había pensado hasta leer esto que has puesto: si uno busca la felicidad es porque no está satisfecho con lo que tiene, por lo que no será feliz. Cuando uno se siente feliz consigo mismo, con lo que hace,...no necesita buscarla porque la tiene, esa felicidad forma parte de él y se demuestra en la forma de vivir la vida, sobre todo, viviendo el presente, disfrutando y apreciando lo que se tiene.
Me ha gustado mucho cómo concluye el escrito: "Vive en el mundo sin pensar lo que va a ocurrir..."
Es importante saber jugar, arriesgarse y disfrutar de lo que se está haciendo.
Gracias por compartirlo.
Un abrazo
Muy interesante lo que dices, Uxue, hay que saber jugar la vida, o tomar la vida como un continuo juego, en el que se tiene que ir arriesgando y probando, disfrutando de todo lo que se vive, lo que genera alegría y felicidad.
ResponderEliminarLa tenemos ahí desde siempre, somos Buddhas!
Un abrazo desde aquí
Me ha gustado mucho este texto de Osho. La felicidad a veces suele ser escurridiza, parece que se nos escapa entre los dedos de las manos como el agua. Siempre estamos intentando ser felices, lo lamentable es que a veces solo nos damos cuenta de que éramos felices cuando perdemos la felicidad. ¡Extraña paradoja!
ResponderEliminarUn abrazo, amigo, que la felicidad vaya siempre de nuestras manos.
Cuando estudiába en el Instituto los clásicos de la filosofía me quedó la noción de que se hablaba de un Bien casi inalcanzable, se precisaban muchas condiciones a la vez, parecía utópico. Y resulta que no, que somos felices por el simple hecho de vivir; es la mente la que va creando una capa de ilusiones, recuerdos, esquemas que nos cuesta parar, y decirles "eso no soy yo".
ResponderEliminarLo de la alegría aquí sabemos bien lo beneficioso que es; se trata solo de ir con una sonrisa o un gesto alegre natural, solo eso genera una sensación más placentera y relajada para uno y los que le rodean.
Así sea, amiga.