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martes, 9 de abril de 2013

Despertar la Materia a la consciencia espiritual (Sri Aurobindo)





Hay un sitio en el Ser interior donde se puede permanecer siempre en calma y desde donde es posible considerar con equilibrio y discernimiento las perturbaciones de la consciencia de superficie y actuar sobre ésta a fin de modificarla.

Lo primero que hay que hacer es establecer en la mente una paz y un silencio estables. Solo en una mente silenciosa puede erigirse la verdadera consciencia.
Tener una mente sosegada no significa la ausencia total de pensamientos mentales, sino que estos permanecen en la superficie y que en el interior se siente el Ser verdadero separado observándolos pero sin dejarse arrastrar, capaz de vigilarlos y juzgarlos, de rechazar todo aquello que tiene que ser rechazado, y de aceptar y conservar todo aquello que es verdadera consciencia y experiencia verdadera.
Aspira a que la Madre te conceda este sosiego y esta calma bien establecidos en la mente y esta percepción constante del ser interior dentro de ti, separado de la naturaleza exterior y dirigido hacia la Luz y la verdad.

Es verdad que la mayor parte de nosotros mismos, o más bien de nuestras predisposiciones, de nuestra forma de reaccionar ante la naturaleza universal, procede de nuestras vidas pasadas. Pero la herencia no afecta en gran manera mas que al ser exterior; e incluso en este caso, no todos los efectos de la herencia son aceptados, sino solamente los que están de acuerdo con lo que debemos ser, o por lo menos, no son contrarios a ellos.


El propósito es que la consciencia se eleve hasta salir del cuerpo y se establezca encima, extendiéndose por todas partes, sin limitarse al cuerpo. Así liberado, se abre uno a todo lo que está por encima de la mente ordinaria, recibe desde allí todo lo que desciende de las alturas y observa todo lo que está debajo. Desde allí, el ser mental puede abrirse libremente a los planos superiores o la existencia cósmica y a sus fuerzas, puede actuar con mayor libertad y poder sobre la naturaleza inferior.

Las fuerzas que obstaculizan el camino son las fuerzas de la naturaleza inferior mental, y física. Detrás de ellas se encuentran los poderes adversos de los mundos material, vital y físico sutil. Tan solo a partir del momento en que la mente y el corazón hayan logrado adoptar una orientación unidireccional y se hayan concentrado en una aspiración exclusiva hacia el Divino se podrá luchar con éxito contra estos poderes adversos.

Las fuerzas hostiles tienen una cierta función que ellas mismas se han asignado: la de someter a prueba la condición del individuo, del trabajo de la Tierra misma y de su estado de madurez para el descenso y la realización espiritual. A cada paso del camino están ahí atacando furiosamente, criticando, sugiriendo, imponiendo el desaliento o incitando a la rebelión, fomentando el escepticismo y acumulando dificultades. Cada vez que se vence y se rechaza un ataque de tal naturaleza se produce una purificación en el ser, se gana un nuevo campo para la Madre, en tales momentos es la mejor manera de afrontar la dificultad.

Solo si se mantiene uno detrás, si se separa uno del vital inferior, negándose a considerar como propios sus deseos y sus reclamaciones y manteniendo en lo que a éstos respecta una ecuanimidad y una equidad perfectas en la consciencia, el vital inferior se purifica y se vuelve también tranquilo y ecuánime. Si llega una ola de deseo, debe ser observada con la misma tranquilidad y el mismo impasible desapego con los que observas cualquier cosa que sucede fuera de ti y tienes que dejarla pasar, rechazarla de la consciencia y poner persistentemente en su lugar el verdadero movimiento y la verdadera consciencia.

 

El subconsciente está hecho de hábitos y de recuerdos y repite pertinazmente, o siempre que puede, todas las cosas reprimidas. Es menester educarlo por medio de una presión todavía más pertinaz de las partes Superiores del ser, para que abandone sus viejas respuestas y adopte las nuevas y verdaderas.

Cuando tu consciencia penetre más en tu interior y la luz superior descienda a estas partes interiores encubiertas, las cosas que ahora se repiten de esa manera, desaparecerán.


Es necesario hacer que la consciencia se mantenga en un estado apacible, sin agitación ni inquietud y después, desde esta tranquilidad invocar la Fuerza para que ilumine toda esta oscuridad y la transforme.

Para ser capaz de recibir el Poder divino y dejar que actúe a través de uno en las cosas de la vida exterior, son necesarias tres condiciones:

1)    Sosiego, ecuanimidad, no inquietarse por ninguna cosa que ocurra, mantener la mente inmóvil y firme, observando el juego de las fuerzas, pero permaneciendo tranquila.
2)    Fe absoluta; fe en que lo que ocurra será lo mejor, pero también en que si uno llega a ser un verdadero instrumento, el resultado será el que la voluntad propia, guiada por la Luz divina reconozca como la cosa que hay que hacer.
3)    Receptividad: la capacidad de recibir la Fuerza divina, de sentir su presencia y la presencia de la Madre de ésta, y permitirle que haga su obra, guiando la visión, la voluntad y la acción de uno mismo. Si este poder y esta presencia pueden ser percibidos, y esta plasticidad se hace habitual en la consciencia en medio de la acción, el resultado final está asegurado.



El individuo no está limitado al cuerpo físico; es la consciencia exterior la que tiene esta impresión. Tan pronto como se logra superar esta sensación de limitación, lo primero que se puede percibir es la consciencia interior que aunque esté vinculada no pertenece al cuerpo, y después los planos de consciencia que están alrededor del cuerpo, que forman parte de uno mismo, del ser individual, y a través de los cuales se está en contacto con las fuerzas cósmicas y los otros seres: es la consciencia del contorno.

El Divino puede estar y está en todas partes, escondido, manifestado a medias o empezando a manifestarse, en todos los planos de la consciencia. En la Supermente empieza a manifestarse sin disfraz ni velo, en su propia forma esencial.

Lo que pretendemos hacer descender al mundo material es la consciencia, la luz y la energía supramentales, porque solo esto  puede transformarlo verdaderamente.

El Espíritu está ya presente en la Materia como en todas partes; solo una aparente inconsciencia de superficie o consciencia involucionada, vela su presencia. La tarea que nos incumbe es despertar la Materia a la consciencia espiritual escondida en su seno.



Sri Aurobindo – Guía del Yoga integral

 

1 comentario:

  1. . COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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