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martes, 2 de abril de 2013

Meditación "cuerpo dormido, mente despierta" (Eric Harrison)





Muchas personas tratan de relajarse controlando todo el proceso, encontrar la forma “correcta” de respirar, y recurren a diferentes técnicas que les alientan a controlar la respiración. Todos estos son buenos ejercicios de concentración para estabilizar la mente, pero siguen siendo mecanismos de control. Hace falta disciplina, sí, pero solo para desmantelar la rigidez que bloquea la espontaneidad de la respiración.

El control no es necesariamente “malo” y la libertad “buena”. Es obvio que se necesita un equilibrio. Sin embargo, los occidentales generalmente se equivocan con respecto al control. La cristiandad destaca el dominio del hombre sobre la naturaleza, y aunque tal vez ya no seamos abiertamente cristianos, la actitud permanece. Las creencias orientales son muy diferentes. Creen que somos naturaleza y uno con la naturaleza. El camino interior es comprender mejor la naturaleza (y por consiguiente a Dios) para funcionar con armonía con las fuerzas que nos rodean. Esto significa aplicar la oreja al suelo y escuchar.

La respiración y el cuerpo son sabios. A diferencia de nuestros egos personales, el cuerpo hace decenas de miles de años que está presente. Sabe qué hacer si le damos la mínima oportunidad. Basta con sacar del medio a la mente que interfiere. En el zen dicen: “Si tu espalda estuviera perfectamente recta, vería la luz”. La postura perfecta significa salud perfecta y armonía interior. Tal vez queramos imponernos una buena postura o una mente iluminada, pero de ese modo no puede ser. El equilibrio perfecto se alcanza escuchando con humildad a la sabiduría interior de nuestra carne y nuestros huesos. O, en el nivel más básico, siendo conscientes de la postura y la respiración.

Las instrucciones básicas a emplear para la mayoría de las meditaciones son las mismas: Relajarse – Elegir algo sobre lo que concentrarse y explorarlo – Si la mente se distrae volver a la concentración – Dejar de lado todo lo demás. La diferencia principal entre las distintas meditaciones es el objeto sobre el que decidimos concentrarnos: Respiración y conciencia corporal – Mantras y afirmaciones – Visualización de objetos sensoriales (naturaleza, música, vela, sonidos, etc.).

Las meditaciones basadas en la respiración y el cuerpo tienden a estimular la conciencia de uno mismo, la salud, la memoria, la relajación y la dicha.

Mantras y afirmaciones son ideales para promover la tranquilidad. Son prácticas sencillas y flexibles, adecuadas para personas de temperamento devoto o religioso, a menudo producen felicidad a costa de la claridad mental; usan palabras para detener palabras. Son musicales, nos envuelven en sonidos y su ritmo nos transporta. Pueden aparecer colores e imágenes y la sensación es a menudo cómoda y sensual, pero también pueden ser soporiferos. Con frecuencia nuestros cuerpos se relajan, pero nuestras mentes siguen comentando, evaluando, preocupándose. Son una manera de contrarrestarlos.

Las meditaciones sobre objetos sensoriales hacen salir de uno mismo y aumentan la empatía con el mundo exterior y su comprensión. Las visualizaciones son positivas, creativas e individualistas. Pueden hacer aflorar el potencial de la mente, pero a menudo les falta profundidad. Pueden llevar a un estado mental ambicioso que exige resultados de cada meditación.



Cuando estamos relajados y conscientes, probablemente estamos en alfa: caminando por el parque, escuchando música, arreglando flores. Es cuando nos relajamos con una taza de té y soñamos despiertos, o estamos absortos en una manualidad. Cada vez que nos “perdemos” en algo hermoso o fascinante. El estado alfa se da con mayor probabilidad en el presente, en los sentidos y en contacto con nosotros mismos y lo que nos rodea. En “alfa” “somos” más que “hacemos”. Se da cuando nos abrimos y permitimos que el mundo entre. Es más pasivo, vulnerable y confiado.

Cuando el cuerpo se relaja suelta la energía retenida, que normalmente se desperdicia en los pensamientos (beta), la fantasía (alfa) o los sueños (theta ó zeta). Nuestro desafío como meditadores es usar esta energía para alcanzar una mayor claridad mental, para permanecer despiertos a medida que el cuerpo se hunde cada vez más en el sueño. El mundo se ve muy distinto cuando estamos en alfa. Aquí, el pasado y el futuro han desaparecido. Alfa es cuando estamos sintiendo, probando, tocando, cuando el cuerpo y las sensaciones son todo uno, ya sean agradables o no. No se logra entrar conscientemente en este estado si antes no se tiene interés por el estado previo, el de estar relajado y consciente. Cuando las personas aprenden a refrenar sus pensamientos errantes, cuando se relajan y disfrutan de una creciente claridad mental, entonces los estados más profundos se alcanzan automáticamente. Todo esto es tan sólido como una roca, pero es muy diferente de la perspectiva beta.

Las visiones alfa y beta de la realidad son aparentemente contradictorias, pero necesitamos a las dos. Son como el macho y la hembra, como el yin y el yang de nuestras vidas diarias. Necesitamos oscilar entre ellos, del pensamiento conceptual a la sensación directa una y otra vez. Lo que necesitamos es un diálogo armónico entre estas realidades opuestas. La meditación nos mantiene en contacto con la realidad solo si permanecemos alerta, y una de las mejores maneras de permanecer despierto es meditar con los ojos abiertos. Es un umbral que muchos meditadores nunca cruzan. Puede meditarse sobre cosas bellas, una rosa, la llama de una vela, un objeto de cristal, un árbol, las nubes, el viento que hace ondular la hierba, la lluvia que cae, un pájaro en un arbusto, el sol reflejándose en el agua, etc.

Cuando más nos dejamos ir es cuando el cuerpo está dormido y la mente despierta. Si nos mantenemos despiertos en el umbral del sueño, cualquier pensamiento o ansiedad se evapora de forma instantánea. Dado que no hay pensamientos que agiten la mente, el metabolismo puede hacerse más lento que si nos durmiéramos. En este estado “cuerpo dormido, mente despierta”, estamos casi completamente desconectados del cuerpo y de los pensamientos tipo “yo, mí y mío”. Solo hay pura conciencia, amor y aceptación. Es un estado que corta drásticamente la negatividad emocional que da pie a la mala salud del cuerpo.

La meditación acaba por cambiar la vida de las personas a mejor, pero no porque se relajan más y duermen mejor, sino porque la meditación les quita la venda de los ojos. Con la meditación nos despertamos, vemos y comprendemos lo que está pasando. La niebla se disipa y las fantasías inútiles desaparecen. Estamos en contacto, momento a momento, con las sensaciones y emociones físicas de estar vivos. Para mejor o para peor, estamos en contacto con la realidad.


Eric Harrison – Aprenda a meditar


3 comentarios:

  1. Alucinante, gracias por compartir esto

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  2. Buenas. No ago meditacion de ningun tipo, cuando me acuesto, cierro los ojos y pienso, luego de un rato, me doy cuenta de que no puedo mover mi cuerpo, pero sigo pensando normal, entonces me asusto y intent9 despertarme.es normal?

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    1. Ami me pasa lo mismo .. yo creo que tenemos que confiar que tdo esta bien y seguir explorando voy a intentar hoy!!

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