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viernes, 29 de noviembre de 2013

Un manantial en el corazón (De Mello)





He de aprender a sentir predilección por aquellas fuentes de las que bebo, pero sin estancarme en ellas; a disfrutar sin tratar de poseer; a buscar sustento sin echar raíces.
Porque debo estar siempre en condiciones de mudar cuando llegue el momento de nacer de nuevo.
Pienso cómo voy a beber hoy del amor, y de la alegría, y de la paz y del deleite.
Y pienso también cómo voy a buscar la autonomía y la libertad: los riesgos que me atreveré a afrontar, las incomodidades que habré de soportar, los cambios que estaré dispuesto a aceptar como preparación remota para el día en que habré de renacer a un distinto y más anchuroso Mundo.

Yo soy un tesoro. Algún día, en algún lugar, alguien me descubrió. No tendría yo conciencia de mi valor si alguien no lo hubiera descubierto. Recuerdo y revivo los detalles del hallazgo… Soy un tesoro polifacético. Había muchas cosas ocultas en mí que diferentes personas sacaron a la luz y me las revelaron.
Las examino todas ellas gozosamente, y recuerdo con agradecimiento a las personas que las revelaron.

¿Cómo voy a llevar paz a los demás cuando mi propio corazón está en conflicto? El conflicto entre lo que realmente soy y lo que parezco ser, entre lo que practico y lo que predico. Y el conflicto más profundo de todos: entre lo que quiero hacer y ser, entre lo que deseo que suceda en mi vida, y lo que Dios quiere…

¿Sabré dar libertad a los cautivos cuando mi corazón esté paralizado por afecciones desordenadas, preocupación por el futuro y culpabilidad por el pasado?

¿Voy a comunicar a otros la pasión por la verdad, mientras yo estoy tan a la defensiva y me aferro desesperadamente a mis ideas, negándome una y otra vez la apertura…?

¿Qué valor puedo ofrecer a los demás cuando soy tan cobarde, incluso en las menudencias, porque me aterroriza la idea de hacer daño, de rechazar una súplica, de estar en desacuerdo, y me espanta la contrariedad y la oposición?

Me he desprendido de mis ayeres. Pero aún debo desposeerme de mis mañanas, porque, al igual que el pasado, el futuro está muerto –es una construcción de la mente– y vivir en él significa estar muerto al aquí y ahora. De modo que renuncio a mi codicia y a toda ambición por adquirir, por lograr, por ser alguien en el futuro… La vida no es mañana; la vida es ahora. Igual que el amor, y Dios, y la felicidad. Cuando me libro de mi codicia, me libro de mi esclavitud de la ansiedad y quedo en libertad para estar vivo. Me tomo unos instantes para permitirme experimentar este alivio y esta libertad.

Después de haberme liberado del futuro y del pasado, entro en el presente para experimentar la vida tal como es, porque la vida eterna es ahora, la vida eterna está aquí. Escucho los sonidos que me rodean. Tomo conciencia de mi respiración y de mi cuerpo a fin de estar lo más presente posible.



La Naturaleza, tan frágil, tan insegura, tan expuesta a la muerte… ¡y tan viva!

La vida no es un problema que haya que resolver ni una pregunta que haya que responder. La vida es un misterio que hay que contemplar, admirar y saborear.

Soy realmente afortunado: me ha sido dada la riqueza de un día más de vida.

Cita una experiencia que por sí sola justificaría tu vida.

Si quieres ser creativo, aprende el arte de perder el tiempo.

Toda persona es portadora de pensamientos que poseen la virtud de proporcionarle paz al instante.

A pesar de toda evidencia en contra, sostengo firmemente esta verdad: mi vida ha sido un don, una bendición para el mundo.

La aceptación momentánea de todo tal como es vale más que mil años de piedad.

Contempla el impacto de una sola gota de lluvia y sabrás cuál es el impacto de tu vida en la historia humana.

Únicamente vives cuando descubres un tesoro por el que estarías dispuesto a morir.

Acepta los honores y los aplausos y perderás tu libertad.

El mercado es tan buen lugar para el silencio como el monasterio, pues el silencio es la ausencia del ego.

Para estar vivo y ser libre debes desprenderte de tu miedo a caminar sin compañía.

No llego a ninguna parte porque me da miedo caminar solo.

No volverás a ser el mismo después de haber estado expuesto a los rigores de la soledad.

La realidad es tu casa. Encuéntrala y nunca más estarás solo.

La soledad acaba con el engaño de que tú y yo somos dos cosas distintas.

La admiración es la esencia de la Contemplación.

La duda es amiga de la fe. El enemigo de la fe es el miedo.

Esta es la fuente de todo sufrimiento humano: considerar permanente lo que por esencia es pasajero.

Si tu Dios viene en tu ayuda y te libra de la aflicción, es hora de que empieces a buscar al verdadero Dios.

Presta tu adoración en el templo del momento presente.



Despídete de tus dorados ayeres, o tu corazón jamás aprenderá a amar el presente.

Estás comprometido a fondo, inmerso hasta el cuello… Asegúrate de que no te ahogas.

Descubre la recóndita cueva que hay en tu interior y lo descubrirás todo.

Eres responsable de las ofensas de que has sido víctima.

Yo no sabía que el sol, la luna y la estrella vespertina eran las palabras con las que Él me hablaba. De modo que nunca había oído su canto, su grito ni su silencio cósmico.

El auténtico poder consiste en sentirse a gusto con la falta de poder.

Escucha el canto de tu corazón. ¿Qué canto querrías que tu corazón cantara cuando vayas a morir?

Trata de aferrar y no aferrarte, de disfrutar y no de poseer.

Las acciones pueden ser buenas o malas; las personas, solo buenas.

¿Pretendes volver a nacer… y huyes de lo desconocido?

Siente latir la Creación al ritmo de los latidos de tu corazón.

Atrévete a afrontar la realidad; y de todo aquello a lo que te sientas apegado, di: “También esto pasará”.

La Naturaleza es una prolongación de mí mismo, mi más extenso cuerpo.

La oscuridad revela la ardiente belleza de la llama. La idea de la muerte revela el frágil encanto de la vida.

Cada vez que te atreves a morir, te vivificas. ¡Vamos, sigue andando, di adiós a las cosas!

Las peores atrocidades de la historia se han cometido de buena fe.

Nada ha cambiado, excepto mi actitud… Por eso, todo ha cambiado.

Mientras tú no dejas de correr, yo me siento, contemplo y admiro.

En la soledad se te devuelve tu propio yo.

El resentimiento se convierte en agradecimiento cuando consigo ver que tu ofensa me ha proporcionado gracia.

Nadie puede ser agradecido e infeliz.

Estamos aislados hasta que somos absorbidos por la corriente de la vida que nos arrastra.

Te encuentras separado de tu propio yo y de la realidad por el estrépito que llamamos el “ego”. Cuando el “ego” se esfuma, recuperas de nuevo tu ser… y el silencio.

Contempla la esencia de la vida: de la danza al polvo y de nuevo a la danza.

Tu centro es el centro del universo.

La certeza es el pecado de los fanáticos terroristas y de los fariseos. La compasión nos hace pensar que podemos estar equivocados.

Desciende hasta tus raíces en la Naturaleza y te encontrarás a ti mismo.

Escucha la sabiduría sin palabras de la llama.

Ningún mal puede resistir el fulgor de la conciencia.

El misticismo es sentir agradecimiento por todo.

Limítate a mirar… y algún día verás.


Anthony de Mello - El Manantial


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