viernes, 29 de junio de 2012

Por favor... !atrévanse a comentar!

En este universo abigarrado de internet densamente poblado y variopinto nos encontramos siempre aprendiendo cosas nuevas. Pero quizá la clave para saber qué es lo que pensamos de cualquier tema radica en utilizar el diálogo y el comentario. Sé que disponemos muchas veces de poco tiempo, que la oferta es muy amplia y los intereses de cada cual infinitos. A pesar de lo específicos que puedan parecer los temas que suelo tratar, a fin de cuentas estoy hablando siempre del hombre, del ser humano, de nuestros ancestros, de los elementos espirituales que nos diferencian, del alma, de nuestros secretos profundos. Pero todo ello con vistas a tratar de cambiar un presente oscuro y degradado, cada uno por su parte y todos en conjunto. El intercambio de ideas y opiniones es lo que nos hará avanzar y reconocernos.

Muy acertado está Emilio Lledó cuando al hablar de la función del lenguaje escrito, nos dice: "Toda educación debe mantener y estimular ese intercambio entre semilla que se siembra, palabra, mensaje, discurso que se comunica, y permitir que esos objetos verbales, al anidar en la mente de quien los recibe, fomenten y alienten otros vuelos teóricos, crezcan en otras palabras, originen un caudaloso fluir en el cauce del futuro. Estos nuevos actos mentales transforman en vida el pensamiento, dando un nuevo sentido, en la mente y en la realidad, a la repetida y monótona sucesión con que se desliza el tiempo sin sustancia, ese tiempo estéril, idéntico siempre a sí mismo; simple “medida del movimiento”, pero sin “antes ni después”. 

Nada más opuesto, por consiguiente, a esa siembra educativa, que la trasmisión de un lenguaje cuyo destino es solo de ser recibido sin “recepción”; el de tener que caer en una mente que no puede hacer nada con él, sino incorporarlo al inerte material de una muralla donde falsos educadores, como falsos profetas, han ido piedra a piedra acumulando las endurecidas simientes de una lengua muerta y que produce muerte.

El leguaje escrito no se comunica en el instante en el que surge. La escritura se proyecta hacia otro tiempo que aquel en que surge. Las letras adquieren así una misteriosa cualidad. Escritas desde el concreto y motivado presente de un autor, y emergiendo de su pasado, de dirigen al borroso horizonte del futuro en el que, tal vez, encuentren lector y respuesta. Es evidente que esta perspetiva de una comunicación que, en el fondo, no se orienta hacia nadie determinado, rompe con la primaria estructura del lenguaje. Al moverse la escritura hacia ese impreciso futuro se afirma, sin embargo, como memoria, se convierte en memoria. El futuro en el que, posiblemente, actuará ese diálogo que las letras prometen en el alargamiento del presente de la escritura hacia un imaginario y siempre imprevisible lector.

El territorio de la cultura precisa ser aprendido, mirado desde perspectivas en donde el “alma” esté preparada para hacer germinar y, por consiguiente, hacer vivir lo que es silencio, hacer realidad lo que es posibilidad. Esta realización se transforma, a su vez, en el caso de que la recepción se haga escritura, en posibilidad que enhebra el tiempo en ese hilo que se llama inmortalidad".

Por ello, ayudadme a alargar el presente de la escritura con ese diálogo espontáneo o meditado, escueto o concienzudo, sobre cualquiera de las entradas.

Estaré un tiempo de vacaciones, pero me comprometo a responder a mi vuelta cada uno de vuestros comentarios... !hasta pronto!


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