El ser humano es lanzado a
la tarea de vivir, sin saber qué cosa siquiera es la vida, sin saber por qué
algunas vidas transcurren en medio de la opulencia y las satisfacciones
mientras otras lo hacen por la miseria y el sufrimiento. Unas se inician con
todas las ventajas que pueda idear el afecto y, sin embargo, las persigue un
atajo de calamidades, y el ser humano se debate en conjeturas, todas erradas, y
llega el día de su muerte sin haber adivinado la verdad respecto a todo eso.
Aprende la gran verdad: lo
que tú piensas se manifiesta. “Los pensamientos son cosas”. Es tu actitud la
que determina todo lo que sucede. Tu propio concepto es lo que tú ves, no
solamente en tu cuerpo y en tu carácter, sino en lo exterior, en tus
condiciones de vida. Los pensamientos son cosas. Tu vida, lo que te ocurre, obedece
a tus creencias y a lo que expresas en palabras. Es una ley, un principio: el
principio del mentalismo.
Si en tu mente está radicada la idea de que
los accidentes nos acechan a cada paso; si crees que “los achaques de la vejez”
son inevitables; si estás convencido de tu mala o buena suerte; lo que quiera
que tú esperes normalmente, en bien o en mal. Ésa es la condición que verás
manifestarte en tu vida y en todo lo que haces. Ése es el porqué de lo que te
ocurre.
No se está jamás
consciente de las ideas que llenan nuestra mente. Ellas se van formando de
acuerdo con lo que nos enseñan, o lo que oímos decir. Como casi todo el mundo
está ignorante de las leyes que gobiernan la vida, casi todos pasamos nuestra
vida fabricándonos condiciones contrarias; viendo tornarse malo aquello que
prometía ser tan bueno; tanteando, como dicen, a ciegas, sin brújula, timón, ni
compás; achacándole nuestros males a la vida misma, y aprendiendo a fuerza de
golpes y porrazos; o atribuyéndoselos a “la voluntad de Dios”.
El ser humano no es lo que te han hecho
creer: un corcho en medio de la tempestad, batido aquí y allá según las olas.
!Nada de eso! Su vida, su mundo, sus circunstancias, todo lo que él es, todo lo
que le ocurre son creaciones de él mismo y de nadie más. Él es el rey de su
imperio y si su opinión es precisamente que él no es sino un corcho en medio de
la tempestad, pues así será. Él lo ha creído y permitido. Nacer con libre
albedrío significa haber sido creado con el derecho individual de escoger…
¿escoger qué? El pensar negativa o positivamente; pesimista u optimista.
La metafísica siempre ha
enseñado que lo que pensamos a menudo pasa al subconsciente y se establece
allí, actuando como reflejo. Cuando el ser humano se ve envuelto en los efectos
de su ignorancia, o sea, que se ha producido él mismo una calamidad, se vuelve
hacia Dios y le suplica que lo libre del sufrimiento. El hombre ve que Dios le
atiende a veces, y que otras veces, inexplicablemente, no atiende. Sin que nos
demos cuenta clara de ello, le estamos atribuyendo a Dios una naturaleza de
magnate caprichoso, vengativo. Es natural pensar así cuando nacimos, vivimos
ignorando las reglas y las leyes básicas de la vida. Ya dijimos la razón de
nuestras calamidades: las producimos con el pensamiento. En este es que somos
“imagen y semejanza” del creador, somos creadores, cada cual, de su propia
manifestación.
La verdad es que la Creación funciona en todo
y siempre con siete principios. No descansan un solo minuto, se encargan de
mantener el orden y la armonía: Vida, Amor, Verdad, Inteligencia, Unidad,
Espíritu y Principio. No se necesitan policías en el espíritu. Aquel que no
marcha con la ley se castiga él mismo. Lo que piensas se manifiesta; de manera
que aprende a pensar correctamente. No hagas lo que has hecho hasta ahora:
aceptar todo lo que oyes y todo lo que ves sin darte la oportunidad de juzgar
entre el bien y el mal.
El cuerpo material no
tiene voluntad propia. No puede oponerse ni mandar. La vida está en el
espíritu, en el alma, en el Yo Superior. Es una chispa de la Divinidad ; es el agente,
el representante plenipotenciario. Así eres tú, un microcosmos, un diminuto
sistema solar repitiendo el mismo diseño universal. Ese arco iris completo es
tu gloria, tu Verdad innata. Eso jamás lo perderás. Es “tuyo por derecho de
conciencia. Por el hecho de poseer este cuerpo causal tienes el derecho de
afirmar “Yo Soy Perfecto”. Cada vez que lo piensas y lo practicas se acercan
más tus dos sistemas: tu Yo Superior y tu Yo Inferior. Son dos entidades vivientes,
aunque separadas, pero que forman junto con la Conciencia terrena un
solo ser.
Tú puedes y debes
dirigirte a esas dos entidades, hablarlas, amarlas, invocar la protección
divina en ellas, pues son perfectas, y juntas formas ese “YO” que tú nombras constantemente
y de quien debes hablar en los más altos y bellos términos. Estás hablando la Verdad porque te estás
refiriendo a Tu verdad, a tu Llama triple.
Conny Méndez – Metafísica 4 en 1
Que bello! Si es verdad todo lo dicho aqui. Somos todo la suma de nuestros pensamientos. Lo siento perdon gracias te amo!
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