martes, 4 de octubre de 2011
El Zen
“Aprender el camino del Buda, es aprender acerca de uno mismo. Aprender acerca de uno mismo es olvidarse de uno mismo. Olvidarse de uno mismo es estar iluminado por todas las cosas del mundo. Estar iluminado por todas las cosas del mundo es prescindir del cuerpo y de la mente propias.”
Maestro Zen Dogen
El ZEN, antecedentes: EL BUDA.
La palabra Budismo proviene de ¨ Buda ¨ que significa ¨ el iluminado ¨, ¨ el sabio ¨, ¨ el solitario de los Zakyas ¨, y fue el nombre que se dio al fundador del Budismo que se llamaba Siddharta Gotama, quien fue un personaje histórico, hijo del jefe de la tribu de los Zakyas, que creó la religión nueva contra el formalismo de los brahmanes, considerando que vivir es sufrir y que el sufrimiento resulta de la pasión. Gotama vio en la renuncia de si mismo el único medio de librarse del sufrimiento.
Siddharta, en el periodo en que se destruían las relaciones propias del régimen de comunidad primitiva y se constituían los Estados clasistas, dio expresión a la protesta de las masas del pueblo contra la religión brahmánica, contra las diferencias de casta consagradas por dicha religión, contra los complicados ritos de adoración a los dioses y contra los sacrificios cruentos. Basaba la liberación de los sentimientos, no en las transformaciones sociales ni en la lucha contra las fuerzas de la naturaleza, sino en el perfeccionamiento moral al que ha de llegar el hombre apartándose de la vida, sumergiéndose en el nirvana.
Buda negó la existencia de un dios creador, rechazó la religión de los Vedas; pero tomó de ellos la doctrina de las reencarnaciones (sansara) y de la recompensa (karma). Indicaba que las nuevas reencarnaciones no dependen de que pertenezcan a una u otra casta, ni de los sacrificios, sino de los actos buenos y malos del individuo.
Siddharta Gotama nació príncipe en un reinado por donde ahora es el área del límite entre la India y Nepal. A la edad de 29 años, deseando conocer el camino que guía al final de toda inestabilidad (impermanencia) y angustia, para asegurar su bienestar permanente, renunció al mundo llegando a ser un vagabundo ascético, haciendo voto solemne de encontrar la Realidad Ultima y Verdadera.
A la edad de 35 años el completó su propósito y obtuvo la realización de la Sabiduría Perfecta. El encontró la respuesta que guía a la completa cesación de toda la inestabilidad y angustia, que guía a alcanzar la otra orilla, la cual es la Realidad Verdadera Permanente, el Nirvana. Comenzó entonces a enseñar, instruir y guiar a otros que similarmente estaban buscando la sabiduría y la iluminación. Es la enseñanza del Buda la que es base y fundamento del Budismo.
En el Budismo, el énfasis está en la búsqueda de la Verdad, en conocerla y entenderla. El énfasis no está puesto en una fe ciega. La enseñanza del Budismo está basada en ven y observa y nunca en ven y cree. El Budismo es racional y requiere el esfuerzo personal, declarando que solo por el esfuerzo de uno mismo puede realizarse la Sabiduría Perfecta. Cada individuo es responsable por su propia emancipación de la angustia y el sufrimiento.
El Budismo permite a cada individuo estudiar y observar la Verdad internamente y no exige ni necesita ninguna fe ciega antes de aceptarlo. El Budismo no aboga por dogmas, ni credos, ritos, ceremonias, sacrificios o penitencias, todos los cuales deben ser aceptados por una fe ciega. El Budismo no es un sistema de fe y culto, sino más bien es un pasaje a la Iluminación Suprema. El Buda se refirió a sus enseñanzas como simples o como una balsa que nos saque de esta orilla de sufrimiento e impermanencia y nos lleve a la otra orilla de bienaventuranza y seguridad, la Realidad Permanente y Verdadera o Nirvana. Posteriormente a la realización del Nirvana, la balsa ya no es necesaria.
El Buda se refirió a sus enseñanzas como el Camino Medio, llamado así porque el evita los extremos de ambos, la indulgencia propia del mundo y la mortificación propia de un ascetismo estricto.
La meta de conducirse por el camino de la doctrina del Budismo es zambullirse en el Nirvana. Tiene el Nirvana como su objetivo, su fin, la Realidad Verdadera realizada.
Buda alcanzó esta experiencia de despertar llamada Iluminación mediante la práctica de una meditación exacta y poderosa, basada en el aquietamiento del cuerpo y de la mente y en una profunda introspección.
Después de su Iluminación, Buda señaló las Cuatro Nobles Verdades:
1. La Verdad del Sufrimiento. La existencia es sufrimiento.
2. La Verdad de la Causa del Sufrimiento. El deseo, el apego y la ignorancia son las causas del sufrimiento.
3. La Verdad de la Cesación del Sufrimiento. Los seres humanos podemos experimentar un estado de conciencia exento de sufrimiento.
4. La Verdad del Camino hacia la Cesación del Sufrimiento.
A este camino se le llama Noble Sendero Óctuple, porque esta formado por ocho aspectos:
• Visión correcta.
• Pensamiento correcto.
• Palabra correcta.
• Acción correcta.
• Medio de existencia correcto.
• Esfuerzo correcto.
• Atención correcta.
• Meditación correcta.
El Estado Permanente Verdadero de la Realidad es el Nirvana, ese que No es Nacido, sin Hacer, No Manifestado, No Hecho, el que No Tiene Condiciones, La Verdad, el Nunca Creado, El Sutil, El Estable, el que no se Deteriora, el que no Envejece, el que No Muere, El Inmortal, El Pulcro, La Paz, La Bienaventuranza, La Pureza, El Excelente, La Perfección y Grandeza de la Sabiduría, el estado Libre de Enfermedades, la Exoneración y Liberación de la Enfermedad, el Sin Nombre, la Serenidad y la Pureza de la Misma Realidad Incambiable y Absoluta, la Norma, el Maravilloso, la Meta, lo Real. En pocas palabras, El Final.
Un aspecto interesante del Budismo es que plantea que habrá renacimientos futuros y continuos, y que cada vida será de acuerdo con las pasadas, si ese ser realizó acciones buenas o malas en otras vidas ya transcurridas.
EL ZEN JAPONÉS
Para muchos el Zen es considerado la cima del Budismo. El Zen es la forma abreviada de la palabra en japonés zenna, que equivale en sánscrito a dhyana. En su esencia esta palabra reúne doble aspecto de “pensamiento” y “ejercicio”, que al castellano puede traducirse como “meditación,” “contemplación,” “aquietamiento” y “concentración mental”. Zen significa, pues, el proceso de concentración de la mente en un solo punto u objeto. El Zen es un método budista para conseguir una comprensión directa de la realidad de la vida. Fue difundido durante el siglo VI desde la India a China donde se le consideró como ¨ lo que apunta directamente al corazón del hombre ¨
Se puede afirmar que el Zen es el modus operandi del budismo. La filosofía del Zen es, naturalmente, la del budismo. El Zen es una disciplina y no una filosofía, que se ocupa directamente de la vida y es donde ha desarrollado sus rasgos más característicos. Nacido de la unión entre el Taoísmo chino y el Budismo Mahayana, el Zen tiene como convicción que todos los seres pueden lograr conocerse a si mismos mediante la práctica constante y eficaz del Zen.
En toda la historia de la existencia, el hombre siempre ha querido librarse de los sufrimientos, pero por mas que ha intentado escapar de ellos se le hace muy difícil evitarlos, ya que los deseos, las pasiones, las ambiciones, etc.; son parte importante de las causas de los mismos. Por eso, con la práctica de la doctrina del Zen, se logra rescatar al hombre del sufrimiento de la existencia.
La doctrina del Zen hace énfasis en los siguientes fundamentos de sus enseñanzas:
1. La recuperación de la simplicidad y de la sencillez.
2. La posibilidad de hallarlo todo, paradójicamente, al perderlo todo.
3. Un especial entusiasmo en la riqueza del vacío.
4. La inexistencia de un principio y un fin. Tan solo existe el vacío.
EL concepto de vacío en el Zen significa darse cuenta de que realmente no se tiene nada y de que nunca se ha tenido nada. Nada que ganar y nada que perder, nada que dar y nada que recibir, ser exactamente así de pobre y sin embargo ser rico en posibilidades inagotables. El vacío zen es un vacío dinámico y vivo, inaprensible y atemporal, cuya verdadera naturaleza permanece desconocida. La esencia de la vida se siente, no se piensa, no se racionaliza o conceptualiza, y cuando se capta, se comprende su naturaleza de vacío. Ese estado de desprendimiento y ausencia de deseo es, a la vez, espiritual y psicológico.
Un poema Zen dice así: “El camino perfecto carece de dificultades, excepto la de negarse a admitir preferencias, solo cuando se ha liberado del odio y del amor se revela plenamente y sin disfraces, una diferencia de un décimo de pulgada es lo que separa al cielo de la tierra. Si quieres verlos con tus propios ojos, no debes tener pensamientos fijos, ni a favor ni en contra. Todo es adecuado y a la vez nada es adecuado”¨
Al vivir en la espontaneidad, en la naturalidad, de nada sirven los dogmas y las teorías. Objetivar, codificar, conceptualizar la realidad es la pretensión obsesiva que persigue el conocimiento convencional del hombre de Occidente. Todo lo que se presenta frente a él, ya sea divino o humano, debe ser clasificado y encapsulado dentro de una definición rígida e inamovible. De esta forma nos formamos ideas, creencias, deseos y aversiones, todas ellas ficticias, ajenas al mundo verdadero de la realidad presente y siempre cambiante.
El objetivo Zen es alcanzar el perfeccionamiento o la iluminación del ser humano de forma espontánea, instantánea, instintiva y natural. De forma fulminante se conquista la comprensión de la realidad y la armonía o integración del ser en la totalidad integradora del nuevo universo. Luego el camino zen llega a confundirse con su meta. El zen trata de conseguir vivir en la verdadera realidad, y para ello crea a su alrededor un clima o atmósfera para alcanzar la iluminación. Para ello se sirve de tres elementos: la meditación sentada o zazen, las enseñanzas de los maestros o sutras y los koan.
El zen persigue la aniquilación del orgullo, la vanidad, la obsesión, la susceptibilidad y la excesiva animosidad. El zen detesta el egoísmo que se manifiesta en efectos calculados (con resultados artificiosos y efectistas) o cualquier otro tipo de auto glorificación.
Para vivir la verdadera realidad de forma armoniosa con el universo, es necesario alcanzar el ¨satori zen¨ o iluminación inmediata. Tras una acumulación de conceptos y argumentaciones se llega al límite de carga admisible y el edificio se derrumba en sí y entonces se abre un nuevo cielo a lo lejos. Se trata de una especie de catástrofe espiritual que se presenta súbitamente. Estamos, entonces, en el verdadero punto de arranque hacia la iluminación.
Para llegar a ese punto hay que tener en cuenta lo siguiente:
1. Deshacernos de todas las imágenes ilusorias continuamente repetidas sobre las que se ha cristalizado durante tanto tiempo nuestra voluntad y que nos han proporcionado tantas angustias y preocupaciones.
2. Olvidarnos de nuestro ¨yo¨, siempre tomando tan a pecho y siempre origen de sufrimiento.
3. Desterrar todas las obsesiones que continuamente nos crispan, paralizan y absorben nuestra energía.
Una vez alcanzado el satori, las exaltaciones exteriores ya no provocan deseos contradictorios, de manera que el hombre, a partir de entonces, ya no sufre con las miserias de la vida. La ascensión al satori lleva consigo la disipación de todas las dudas e indecisiones. Ya no hay nada de lo que evadirse. Las complicaciones pasadas y presentes, siempre para, nuestro intelecto, gravosas e innumerables, ya no valen la pena.
El “satori” es, pues, el estado donde cada uno encuentra el lugar que le corresponde en el flujo de la vida, identificándose con todo lo existente y amado. Alcanzar el “satori” equivale a descubrir el significado de la propia existencia. Experimentar el estado natural de la mente, del que emanan todas las buenas acciones y la armonía. Llegar a ser verdaderamente humano, relacionándose con los demás con una conciencia y comprensión intuitiva totalmente desinteresadas.
El “satori” es un estado interno, lleno de claridad y paz, que logra en cada persona identificarse con todo lo que le rodea y contemplar a la gente sin juzgarla. Para el hombre “iluminado,” el ¨yo¨ pasa a no existir, alcanzando un estado de “pobreza” y “vacuidad” equiparable a una experiencia mística (el satori).
Beneficios de la práctica del Zen
La práctica de la meditación Zen no está en contradicción con nuestra vida diaria y sobre todo no es una evasión ante las dificultades que el vivir diario nos presenta. Gracias a la practica asidua del Zen, podemos encontrar la lucidez, la clama y las energías necesarias para resolver con soltura y eficacia las situaciones cotidianas.
A través del abandono del egoísmo, los deseos, las ambiciones, podemos sumergirnos sin miedo en nuestra existencia y evolucionar sin problemas. Los mejores momentos para sentarse en Zazen son el amanecer y el anochecer.
Estos momentos de trasformación de la naturaleza y de nuestros propios ritmos biológicos favorecen la concentración y nos preparan para purificar nuestra conciencia y nuestro cuerpo de todas las impresiones sensoriales nocivas que hemos acumulado durante el día por otra. Las personas que continúan diariamente esta práctica son testimonios de la profunda renovación que han experimentado en sus vidas.
Un aspecto a tener en cuenta es la educación en el Zen, ya que esta precisa de mucho rigor, constancia y disciplina para de esta forma lograr los beneficios de él esperados. Con relación a esto la enseñanza del Zen se dirige sobre todo al sistema nervioso frontal, fortaleciendo así el espíritu y el cuerpo, lo psíquico y lo orgánico, dicho de otra manera, al ser en su totalidad.
Practicando el Zazen influenciamos fuertemente en nuestro hipotálamo y nuestro tálamo, tranquilizándose el cerebro pre-frontal y el cerebro frontal.
Otro aspecto a tener en cuenta para la enseñanza del Zen es la figura de un maestro, pues la presencia de este es necesaria no solamente para controlar la postura y para enseñar la pacificación del espíritu sino para guiar a cada uno. Esta es la razón por la cual el Zazen debe ser practicado en la atmósfera apacible de una sala de meditación. De esta manera el practicante se beneficia, no solamente de la dirección del maestro, sino de la presencia de los demás participantes. El esfuerzo de cada uno se multiplica en un vasto esfuerzo colectivo, que sostiene, alienta y apacigua.
Consideraciones Finales
En un mundo cada vez mas globalizado por las ideas, la cultura, la información, donde lo que está cada vez mas es la ley del mas fuerte, el más rápido, el más inteligente, sumándole todo esto las catástrofes mundiales como guerras , el terrorismo, los problemas ambientales, la pobreza, la desigualdad mas creciente entre los hombres. Donde la incertidumbre y la inestabilidad son los protagonistas de esta era en la que estamos viviendo resulta entonces interesante como contrasta las diferentes religiones en los diferentes países y que papel juegan en el entorno cada vez más complejo.
Partiendo de nuestros tiempos, cada vez toma mas relevancia muchas religiones que defienden sobre toda las cosas la paz y la tranquilidad espiritual entre los hombres. En el contraste de lo que defiende cada religión y lo que realmente esta ocurriendo en el mundo es signo de alarmante preocupación.
El Budismo Zen es parte de un fiel ejemplo de lo que es experimentar la tranquilidad espiritual, haciendo énfasis sobre todo a la renuncia de todo aquello que provoca el sufrimiento en el ser humano como son las ambiciones, el egoísmo, las aberraciones, los deseos y las pasiones, todas estas emociones que en su mayoría están siendo utilizadas por aquellos que tienen el poder en detrimento de otros hombres.
El budismo Zen es más que una filosofía, es un modo de vida muy difícil de conquistar pero que conlleva increíbles beneficios al ser humano para su práctica constante hay que tener mucha fuerza de voluntad y estar convencido del Zen.
En Japón el budismo se manifiesta en todas las facetas de la vida nipona y ha llegado para quedarse, reflejándose en cada japonés.
Ernesché Rodríguez Asien
Universidad de la Habana, Cuba
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