Nos
hallamos en un mundo desconcertante. Queremos darle sentido a lo que vemos a
nuestro alrededor, y nos preguntamos: ¿cuál es la naturaleza del universo? ¿Cuál
es nuestro lugar en él y de donde surgimos él y nosotros? ¿Por qué es como es?
Para
tratar de responder a estas preguntas adoptamos una cierta “imagen del mundo”. Del
mismo modo que una torre infinita de tortugas sosteniendo a una tierra plana es
una imagen mental, lo es la teoría de las supercuerdas. Ambas son teorías del
universo, aunque la última es mucho más matemática que la primera. A ambas teorías
les falta comprobación experimental.
Los
primeros intentos teóricos de descubrir y explicar el universo involucraban la
idea de que los sucesos y los fenómenos eran controlados por espíritus con
emociones humanas, que actuaban de una manera muy humana e impredecible. Tenían
que ser aplacados y había que solicitar sus favores para asegurar la fertilidad
del suelo y la sucesión de las estaciones. Gradualmente, sin embargo, tuvo que
observarse que había algunas regularidades. El Sol, la Luna y los planetas seguían
caminos precisos a través del cielo, que podían predecirse con antelación y con
precisión considerables.
A
medida que la civilización evolucionaba y, particularmente en los últimos
trescientos años, fueron descubiertas más y más regularidades y leyes. En el
determinismo científico de LaPlace Dios elegiría cómo comenzó el universo y qué
leyes obedecería, pero no intervendría en el universo una vez que éste se
hubiese puesto en marcha. El determinismo era incompleto en dos sentidos. No decía
cómo deben elegirse las leyes y no especificaba la configuración inicial del
universo.
La
mecánica cuántica se ocupa de esta situación, en la que las partículas no
tienen posiciones ni velocidades bien definidas, sino que están representadas
por una onda. Pero quizás ése es nuestro error: tal vez no existan posiciones
ni velocidades de partículas, sino solo ondas. El hecho de que la gravedad sea
siempre atractiva implica que el universo tiene que estar expandiéndose o
contrayéndose. De acuerdo con la teoría general de la relatividad, tuvo que
haber un estado de densidad infinita en el pasado, el big bang, que habría constituido un verdadero principio del tiempo.
De forma análoga, si el universo entero se colapsase de nuevo tendría que haber
otro estado de densidad infinita en el futuro, el big crunch, que constituiría un final del tiempo. Incluso si no se
colapsase de nuevo, habría singularidades en algunas regiones localizadas que
se colapsarían para formar agujeros negros. En el big bang y las otras
singularidades todas las leyes habrían fallado, de modo que Dios aún habría
tenido completa libertad para decidir lo que sucedió y cómo comenzó el
universo.
Parece
haber una nueva posibilidad que no surgió antes: el espacio y el tiempo juntos
podrían formar un espacio de cuatro dimensiones finito, sin singularidades ni
fronteras. Pero si el universo es totalmente autosostenido, sin singularidades
ni fronteras y es descrito completamente por una teoría unificada, todo ello
tiene profundas implicaciones sobre el papel de Dios como Creador.
Einstein
una vez se hizo la pregunta: ¿cuántas posibilidades de elección tenía Dios al
construir el universo? Si la propuesta de la no existencia de frontera es
correcta, no tuvo ninguna libertad en absoluto para escoger las condiciones iniciales.
Habría tenido todavía, por supuesto, la libertad de escoger las leyes que el
universo obedecería. Incluso si hay solo una teoría unificada posible, se trata
únicamente de un conjunto de reglas y ecuaciones. ¿Qué es lo que insufla fuego
en las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas? ¿Por qué
atraviesa el universo por todas las dificultades de la existencia? ¿Es la teoría
unificada tan convincente que ocasiona su propia existencia? O necesita un
Creador y, si es así, ¿tiene éste algún otro efecto sobre el universo? ¿Y quién
lo creó a él?
Hasta
ahora, la mayoría de los científicos han estado demasiado ocupados con el
desarrollo de nuevas teorías que describen cómo es el universo para hacerse la
pregunta de por qué. Por otro lado, los filósofos no han podido avanzar al paso
de las teorías científicas.
No
obstante, si descubrimos una teoría completa, con el tiempo habrá de ser, en
sus líneas maestras, comprensible para todos y no únicamente para unos pocos
científicos. Entonces, todos, filósofos, científicos y la gente corriente,
seremos capaces de tomar parte en la discusión de por qué existe el universo y
por qué existimos nosotros. Si encontramos una respuesta a esto, sería el
triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos el
pensamiento de Dios.
Stephen H. Hawking – Historia del Tiempo
Yo también me pregunto cómo ha surgido todo, pero mientras sí y mientras no, mientras las distintas versiones no sean más que eso, versiones dependiendo de quién las defienda, lo único que pienso es que debemos cuidarlo y mimarlo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y felices fiestas si no nos leemos antes, jejeje
Tiene un poco de trampa el título, como puedes entender, lo mejor que podemos hacer en conectar con la Conciencia, que es como mejor entiendo a Dios, intuirla y dejarse llevar, que es distinto a conocerla.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz "tránsito" navideño.