Cuando abandonabas tu casa
para ir al colegio, entrabas en una institución especialmente diseñada para
inculcar a los niños el comportamiento y el pensamiento adecuado para lograr la
aprobación de los demás. Pide permiso para todo. No te bases nunca en tu propio
juicio.
Pídele permiso a la maestra para ir al
lavabo. Siéntate en la silla señalada. No te levantes si no quieres incurrir en
una sanción. Todo estaba orientado hacia un control ejercido por los demás. En
vez de enseñarte a pensar, te estaban enseñando a no pensar por ti mismo. Dobla
tu papel formando dieciséis cuadrados y no escribas en los márgenes. Estudia
los capítulos uno y dos esta tarde. Estudia la ortografía de estas palabras.
Dibuja así. Lee esto. Te enseñaron a ser
obediente. Y en caso de duda, a consultar con la maestra. Si incurrías en el
enfado de la maestra o, peor aún, del director, tenías que sentirte culpable
durante meses, o al menos era eso lo que se esperaba de ti. Tu libreta de
calificaciones era un mensaje para tus padres para comunicarles el grado de
aprobación que habías alcanzado.
Si lees la declaración de
los postulados de tu colegio, que sin duda fueron escritos bajo la presión de
un grupo de supervisores y pedagogos oficiales, dirá sin duda algo parecido a
lo que sigue:
"Nosotros, los fundadores
de este colegio, creemos en la educación y desarrollo total de todos y de cada
uno de los alumnos. El currículum ha sido diseñado de manera que pueda responder
a las necesidades individuales de todos los alumnos de nuestro colegio.
Tratamos de conseguir, y apoyamos todos los esfuerzos que van dirigidos en esa
dirección, el desarrollo individual y la puesta al día, de nuestro cuerpo
estudiantil... etc".
¿Cuántos colegios o
profesores se atreven a poner en acción estas palabras? Cualquier alumno que
empieza a mostrar señales de ponerse al día y de tener un verdadero control de
sí mismo es puesto rápidamente en su lugar... Los alumnos independientes, seguros
de sí mismos, llenos de amor a sí mismos, poco susceptibles a la culpa o
preocupación, son sistemáticamente considerados como problemas y como
alborotadores.
Los colegios no son
eficaces para tratar con niños que dan muestras de un pensamiento independiente.
En la mayoría de colegios, la búsqueda de aprobación es el camino del éxito.
Los viejos clichés del "mimado de la maestra, o "lameculo" se
han convertido en clichés con razón. Existen y funcionan. Si logras el aplauso
de los profesores, te comportas de la manera que ellos te han enseñado,
estudias el programa que te han puesto por delante, saldrás triunfante. Peor
aún, también saldrás con una fuerte necesidad de aprobación, puesto que habrán
logrado desalentar todos tus impulsos para actuar por ti mismo y con confianza
en ti mismo.
Por lo general, cuando
llega a la escuela secundaria el alumno ya ha aprendido la lección. Ante la
pregunta de su consejero sobre las materias que le gustaría estudiar en la
secundaria, contesta con un "No sé. Dígame usted lo que necesito". En
la secundaria le costará decidirse por los estudios que querrá hacer y se
sentirá mucho más cómodo cuando las decisiones las toma un tercero. En el aula,
aprenderá a no dudar de lo que le enseñan. Aprenderá a escribir una tesis
correctamente y a interpretar a Hamlet. Aprenderá a escribir disertaciones
basadas no en su propio juicio y sus propias opiniones sino en citas y
referencias que apoyarán todo lo que él diga. Y si no aprende estas cosas, será
castigado con malas notas (y con la desaprobación del maestro). Y al tiempo de
graduarse, se dará cuenta de que le cuesta tomar por sí mismo cualquier
decisión ya que durante doce años le han enseñado cómo pensar y lo que debe
pensar. Ha sido alimentado con una dieta sólida de consúltalo con el maestro y
ahora el día de su graduación se da cuenta de que es incapaz de pensar por sí
mismo. Así es que suspira por la aprobación de los demás y aprende que el logro
de esta aprobación es equivalente al triunfo y a la felicidad.
En la universidad se
repite el mismo esquema de adoctrinamiento. Escriba dos disertaciones
mensuales; use el formato apropiado; use una distancia de 16 y 84 para los
márgenes; no se olvide que deben ser escritas a máquina; no se olvide de la
introducción, el cuerpo y la conclusión; estudie estos capítulos... La gran
línea de montaje. Sométase; complazca a los profesores y le irá bien. Cuando
finalmente el estudiante se inscribe en un seminario en el que el profesor
dice: "Este semestre podéis estudiar lo que queráis dentro del campo de
vuestros intereses. Yo os ayudaré a escoger lo que os conviene dentro del tema
de vuestro interés, pero se trata de vuestra educación y podéis hacer con ella
lo que os plazca. Yo os ayudaré todo lo que pueda". Cunde el pánico.
"Pero ¿cuántas disertaciones tendremos que hacer?" "¿Cuándo
tenemos que entregarlas?" "¿Quiere que las escribamos a
máquina?" "¿Qué libros tendremos que leer?" "¿Cuántos
exámenes habrá que pasar?" "¿Qué tipo de preguntas?" "¿De
cuántas páginas de extensión tienen que ser las disertaciones?"
"¿Dónde ponemos los márgenes? "¿Tendré que venir a clase todos los
días?"
Éstas son preguntas
típicas de quienes buscan la aprobación de los demás y no pueden causar la
menor sorpresa si consideramos los métodos educativos que acabamos de examinar.
Se ha entrenado al alumno a que todo lo haga para otra persona, para complacer
al profesor, para estar a la altura de las normas y expectativas de otras
personas. Sus preguntas son el resultado de un sistema que demanda la búsqueda
de aprobación para poder sobrevivir en él. El alumno tiene miedo a pensar por
sí mismo. Es mucho más fácil y seguro hacer lo que otra persona espera de
nosotros.
Vamos a fantasear unos
instantes. Hazte cuenta que realmente quieres la aprobación de todos y que es
posible obtenerla. Más aún, imagínate que es una meta sana y digna de alcanzar.
Ahora bien, teniendo esto en cuenta, ¿cuál sería el mejor método, el más
eficiente para lograr tu cometido?
Antes de contestar piensa
en la persona que, en el círculo de tus relaciones, es la que recibe mayor
aprobación. ¿Cómo es este individuo? ¿Cómo se comporta? ¿Qué hay en él que
atrae a toda la gente? Lo más probable es que estés pensando en alguien que es
directo y franco, independiente de la opinión de los demás, un ser realizado.
Lo más probable es que tenga poco o nada de tiempo para dedicarlo a la búsqueda
de aprobación. Casi seguro que es una persona que dice las cosas tal como son a
pesar de las consecuencias que esto le pueda acarrear. Quizá piensa que el
tacto y la diplomacia son menos importantes que la honestidad. No es una
persona susceptible, simplemente un individuo que tiene poco tiempo para el
tipo de juego que significa el hablar delicadamente y teniendo cuidado de decir
las cosas bien para evitar herir a los demás.
¿No te parece irónico? La
gente que parece conseguir la mayor cantidad de aprobación en la vida es
precisamente la que nunca la busca, que no la desea y a la que menos le
preocupa conseguirla.
De modo que, si tanto
quieres merecer aprobación es irónico pensar que la mejor manera de lograrla es
no desearla y evitar correr tras ella y no reclamársela a todo el mundo.
Estando en contacto contigo mismo y usando la imagen positiva de ti mismo como
consejera, recibirás mucha más aprobación.
Por supuesto que nunca
recibirás aprobación de todo el mundo por todo lo que haces, pero cuando te
consideres a ti mismo como una persona valiosa no te deprimirás cuando te la
niegan. Considerarás que la desaprobación es una consecuencia natural de la
vida en este planeta donde la gente es individualista en sus percepciones.
Wayne W. Dyer - Tus zonas erróneas
Excelente artículo, muchas gracias. Además, me encanta las ideas de este del autor citado: Wayne Dyer (que en paz descanse). Ojalá muchos pedagogos, maestros y padres de familia leyeran este artículo y tomaran consciencia de lo que la formación de los niños y jóvenes implica si se desea realmente educarlos como personas con liderazgo y éxito en sus vidas.
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