lunes, 13 de junio de 2016

Humanismo: libertad y autorrealización





Un humanista es alguien que sitúa a la persona, su vida y sus valores en el centro de su visión del mundo. El humanismo da gran importancia a la libertad, la razón y las posibilidades y derechos del individuo; pero la razón es solo una de las herramientas que empleamos para comprender el mundo. También hemos de usar nuestra capacidad de cosechar experiencias. Razón y experiencia constituyen la base de nuestro conocimiento.

El ser humano no puede, ni basándose en la razón, ni en las experiencias, decir que existe un dios. Pero tampoco se puede decir con seguridad absoluta que no exista ninguno. Un humanista suele por tanto definirse como agnóstico.
    Los humanistas reconocen que las facultades del ser humano son limitadas. Hay preguntas a las que no sabemos contestar. Hay enigmas que no sabemos solucionar. Y sin embargo es humano formarse ideas sobre lo desconocido. Lo que no debemos hacer es convertir esas ideas en principios religiosos absolutos. En la práctica, los humanistas adoptan por tanto una postura atea. Viven como si no existiera ningún dios. No aceptan ninguna realidad sobrenatural, porque carecen de fundamento para creer en alguna; existe una sola realidad que es relevante para la vida.




Como los humanistas no cuentan con ningún destino o voluntad divina que dirija la vida de los hombres, subrayan que el ser humano tiene que fiarse de sí mismo. El hombre es su propio señor. La visión que tiene el humanismo de los seres humanos es positiva y optimista. El ser humano tiene gran valor y muchas posibilidades, y es bueno por naturaleza.
   Los humanistas señalan a menudo al hombre como un ser espiritual, con facultades y posibilidades que superan a las de todos los demás seres, y también una libertad muy distinta. Posee la facultad de crear algo mediante el trabajo y la actividad artística.

El ser humano constituye también una parte de la naturaleza, y como tal está ligado a sus leyes. El alma humana está totalmente relacionada con las funciones del cerebro. El humanismo rechaza por ello que el hombre tenga un alma inmortal. El hombre no tiene ninguna consciencia después de la muerte.
   El ser humano es un ser único. Pero, aunque somos distintos, todos los seres humanos somos igual de valiosos. La tolerancia mutua ante las cualidades que distinguen a los unos de los otros es uno de sus ideales principales.



También es muy importante el que ningún ser humano sea usado como medio para algún otro fin, sea por “necesidad histórica”, medios políticos superiores u otra cosa parecida. Una persona a menudo puede encontrar sentido en lo de “sacrificarse” por una causa, pero jamás debe ser convertido involuntariamente en víctima para los fines de otros. Cualquier persona es un fin en sí misma, jamás ha de ser tratada como un mero número en la masa.
   El objetivo debe ser que todo el mundo pueda realizarse personalmente y desarrollar sus aptitudes; la felicidad y la autorrealización del individuo son por tanto de gran importancia.

Con su énfasis en la singularidad de cada uno, los humanistas tienen una visión individualista del ser humano. Pero éste no vive solo para sí y lo suyo. Los humanistas suelen identificarse con la humanidad en general, y tienen una visión optimista de su evolución.

Opinan que el ser humano gracias a su razón conoce la diferencia entre el bien y el mal. No necesita ningún mensaje o reglas impuestas desde fuera. Sobre una base puramente racional sabe establecer ciertos valores y normas fundamentales.
   El principio ético más importante de los humanistas es la regla de oro que dice que debes hacer a los demás lo que quieres que los demás te hagan a ti. Dicho “principio de reciprocidad” se puede establecer sobre una base humana, como el respeto por la dignidad y la inviolabilidad del ser humano. Los derechos humanos ocupan, por tanto, un lugar principal. Como prójimo, estoy obligado a luchar por la libertad, la igualdad y la justicia entre los hombres en el mundo entero.





Con su énfasis en la vida en la tierra, en el aquí y ahora, los humanistas también luchan por un mayor bienestar material. Ahora bien, este objetivo tiene que sopesarse constantemente con los valores vitales y la calidad de vida en un sentido amplio. El fin en sí no es un aumento ciego de la eficiencia, ni un materialismo ávido de placeres. En este sentido, el humanismo se opone al materialismo y al desarrollo tecnológico unidimensional, sea bajo el auspicio socialista o capitalista.


Jostein Gaardner, Victor Hellern, Henry Notaker – El Libro de las Religiones

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