La mente es una
enfermedad. La mente no puede estar sana porque nunca puede estar entera. La
mente siempre está dividida; la división es su base. Si no puede estar íntegra,
¿cómo va a poder estar sana? Y si no puede estar sana, ¿cómo va a ser sagrada?.
La mente es la enfermedad, porque dice: “… o esto o lo otro. ¡Elige!” Y elegir
es la función de la mente; la mente no
puede existir sin elegir. Al elegir caes en la trampa, porque siempre que
eliges lo haces en contra de algo. Cuando eliges, divides, y la vida es una
unidad. La existencia no puede dividirse, la existencia es un profundo
“unísono”. Si dices: “esto es bonito y esto es feo”, la mente ha entrado en
escena, porque la vida es las dos cosas juntas. No hay una línea divisoria. La
vida va fluyendo de esto a aquello. Lo bonito se vuelve feo, la vida se
convierte en muerte, y la muerte vuelve a nacer de nuevo.
¿Qué vas a hacer con la
vida? No puedes elegir. Si quieres estar con la vida, con la totalidad, tendrás
que vivir sin elegir. La mente tiene la tentación de dividir. Una vez que
divides, la mente se encuentra a sus anchas. Si no divides, si dices: “No voy a
decir nada. No voy a juzgar”, la mente se siente en su lecho de muerte.
La vida no es lógica. La
lógica es solo una parte (por supuesto muy clara, categorizada, encasillada,
dividida) pero la vida es confusa. ¿Qué le vas a hacer? Es así. No es tan
lineal, tan clara, tan dividida; es un caos. Pero la lógica está muerta y la
vida está viva, así que la cuestión radica en elegir la lógica o bien elegir la
vida.
Si el hombre se encuentra
en un problema es debido a los muchos maestros que han envenenado su mente, que
le han estado enseñando: “!Elige esto! ¡No hagas esto, haz esto!”. Todas estas
lecciones le han destruido. Y parecen lógicas. Si discutieras con ellos, ellos
siempre tendrían razón. La lógica les apoya.
Tu mente dirá: “Si no
tienes preferencias te convertirás en un animal. Si no eliges, ¿cuál es la
diferencia entre tú y un árbol?” hay una diferencia, una gran diferencia; pero
no la diferencia que trae la mente, sino una que viene a través de la
consciencia. El árbol vive sin elección, inconscientemente. Tu vivirás sin
elección, conscientemente. Esto es lo que significa consciencia. Sin elección,
y la mayor diferencia es que serás consciente de que no estás eligiendo.
¿Qué es el silencio? El
silencio es un profundo entendimiento; un entendimiento de que el fenómeno de
elegir te causa tensión. Aunque lo que prefieras es el silencio, te pondrás
tenso.
Entiéndelo, siéntelo; siempre que prefieras
algo, te pones tenso; cuando no prefieres, no hay tensión, estás relajado. Y
cuando estás relajado, tus ojos poseen cierta claridad, no están velados por
nubes y sueños. No se mueven pensamientos en la mente, puedes ver a través de ella.
Y cuando puedes ver la verdad, ella te libera. La verdad libera.
Vive sin opiniones. Vive
desnudo, sin ropa alguna, sin opiniones acerca de la verdad, porque la verdad
detesta todas las opiniones: Abandona todas tus filosofías, teorías, doctrinas,
escrituras! ¡Abandona toda esa basura! Vive en silencio, sin elegir, con los
ojos simplemente dispuestos a ver lo que hay, de ninguna manera esperando ver
tus deseos realizados. No cargues con deseos. Se dice que el camino del
infierno está completamente lleno de deseos, de buena voluntad, de esperanzas,
de sueños, de arco iris, de ideales. El camino del cielo está absolutamente
vacío. ¡Despréndete de todas las cargas! Simplemente ve lo que hay. No lleves
contigo ninguna mente. Vive sin mente.
Esta es la enfermedad de
la mente. Lo que a uno le gusta y lo que le disgusta, a favor y en contra. ¿Hay
alguna manera de superar esta enfermedad? No, no hay manera. Uno simplemente
tiene que entenderlo, mirar el hecho en sí mismo. Uno solo tiene que cerrar los
ojos y mirar en su propia vida; observarla. Y sentirás la verdad. Y cuando
sientes la verdad, la enfermedad desaparece. No hay ningún remedio para ella.
Simplemente entiende cómo has creado toda esta confusión a tu alrededor, cómo
has creado todo ese sufrimiento. Y nadie más que tú lo ha creado; es la
enfermedad de tu mente: preferir, elegir.
No decidas. Acepta la vida
en su totalidad. Tienes que ver la totalidad; la vida y la muerte juntas, el
amor y el odio juntos, la felicidad y la desgracia juntas, la agonía y el
éxtasis juntos. Si los ves juntos, entonces ¿qué quedará para elegir? Entonces
la elección desaparece.
No es que tú la dejes. Si eres tú el que la
dejas, se convertirá en una elección; ésta es la paradoja. No supongas que
tienes que dejarla, porque si la dejas eso ya quiere decir que has elegido a
favor y en contra. Ahora tu elección es la totalidad y en contra de la
división, pero la enfermedad ha entrado. Es algo muy sutil.
Simplemente entiende, pues
la propia comprensión hace que la elección desaparezca. Nunca la abandones.
Simplemente te ríes… y pides una taza de té.
La realidad está justo
ahí, siempre esperando cerca de tu corazón, cerca de tus ojos, cerca de tus
manos. Puedes tocarla, puedes sentirla, puedes vivirla, pero no puedes
“pensarla”. Puedes ver la realidad, ver es algo directo, tocar es algo directo;
pero pensar es algo indirecto. Es por eso que el pensar no toca la realidad. Un
amante puede conocer la realidad, hasta un bailarín puede conocerla, un
cantante puede sentirla, pero un pensador sigue sin tocarla.
Hay que parar el pensar,
pero no volviéndose inconsciente. Hay que parar el pensar haciéndose más
consciente, más alerta, dándose uno más cuenta, porque la energía que se pone
en el pensar se mueva hacia ser consciente y surja en ti un testigo del proceso
de pensar; mirándolo, observándolo, siendo un observador en la distancia,
siendo alguien que observa desde lo alto…
Osho – El libro de la nada