Existe una fuente en tu
interior eternamente fresca, que jamás envejece, y no puedes aburrirte de ella.
El hombre siempre mira las cosas lejanas; parece completamente ajeno a lo
evidente, a lo que tiene cerca. Tú eres lo más próximo a ti, y por eso lo
pierdes de vista. Y no hay forma alguna de alejarte de ti mismo. Tendrás que
aprender el arte de entrar en ti mismo; tendrás que empezar a mirar hacia
dentro. Eso es lo que llamamos meditación: no es sino mirar hacia dentro, para
llegar al punto de la fuente misma de tu vida. Y una vez que hayas alcanzado tu
fuente de la vida, no existirá el aburrimiento, y tu vida será una continua
fiesta.
En lugar de escapar,
adéntrate. Aproxímate a ti mismo para ver mejor. Nadie más puede ver tu
realidad interior; solo tú puedes ver ese esplendor y esa magnificencia. Porque
nadie más puede ver tu belleza interior, te condenan. No eres solo tú, casi
todos corren con toda la rapidez que pueden, para huir de sí mismos.
Adondequiera que vayas, serás tú mismo. Es el miedo a conocerse a sí mismo, el
mayor miedo del mundo. No puedes huir de ti mismo. Por el contrario, tienes que
aproximarte más, profundizar en tu ser, y olvidar ese tono de censura que te
han transmitido en el transcurso de tu vida. La humanidad ha creado una situación
muy extraña. En la que nadie se siente a gusto, en la que nadie puede
relajarse, porque en cuanto te relajas te enfrentas contigo mismo. La
relajación se convierte poco menos que en un espejo, y no quieres ver tu cara
por lo mucho que te afectan las opiniones negativas de los demás.
Esa es una de las razones
por la que las personas también tienen miedo a la soledad; necesitan
multitudes, siempre quieren gente a su alrededor, quieren amigos. Les resulta
muy difícil permanecer en silencio, tranquilos y solos. La razón es que en
soledad te quedas contigo mismo, y has aceptado esas estúpidas ideas de que no
hay nada valioso en ti. La soledad debería ser una de las mayores alegrías.
Todo se transmite durante
siglos, pasa de una mano a otra. Ese es el juego del que tienes que salir, y la
única forma de salir de él consiste en descubrir el respeto por ti mismo, en
volver a lograr la dignidad que tenías cuando eras niño, cuando aún no estabas
contaminado, cuando aún no estabas condicionado y envenenado por la sociedad ni
por la gente que te rodeaba. Vuelve a ser niño y no huirás de ti mismo.
La persona mundana huye de sí misma, y la
persona que busca entra en sí misma para encontrar la fuente de la vida, la
consciencia. Y cuando descubre esa fuente, no solo ha descubierto su fuente de
la vida, sino la fuente de la vida del universo. Solo has de renunciar a una
cosa: que es el pasado y nada más. Si eres capaz de renunciar al pasado te
sentirás completamente renovado, recién nacido, y vivir en esa renovación es
tal dicha, tal éxtasis que no se te ocurrirá escapar de ella ni un solo
momento. Quien se conoce a sí mismo jamás se toma vacaciones. Pero la mayoría
de las personas se comportan de una manera absurda. En ir hacia dentro está el
secreto de toda la transformación alquímica de ser.
Los meditadores son los
únicos que eliminan por completo el aburrimiento. La existencia los emociona de
tal manera, se sienten tan emocionados con su consciencia, que la armonía que
establecen con el pulso del universo, que no pueden aburrirse. Es algo que
cambia a cada momento, cada momento es un universo nuevo, y cada momento es una
nueva danza, una nueva canción, una nueva música que jamás habías oído.
En cuanto llevas luz al
interior, desaparece la oscuridad. En el momento que empiezas a observar, el
observador se irá fortaleciendo lentamente, y tu mente se irá debilitando. En
cuanto comprende que el observador ha madurado, la mente se somete
inmediatamente, como un buen criado. Entonces la mente se convence poco a poco
de quién es quien manda. Y como es tu ama desde hace milenios, cuando intentas
ser testigo se rebela, porque se ha olvidado por completa de que no es sino una
criada. Llevas tanto tiempo ausente que no te reconoce. De ahí la lucha entre
el testigo y los pensamientos.
Pero al final vencerás tú, porque la
naturaleza y la existencia quieren que tú seas el amo y la mente la criada. Las
cosas están en armonía y entonces la mente no puede equivocarse. Entonces todo
queda existencialmente relajado, fluyendo hacia su destino. No tienes que hacer
nada; simplemente observar. La esencia consiste en presenciar. Solo existe una
meditación, que consiste en el arte de ser testigo. Lo consigue todo, la
transformación completa de tu ser. Te abre las puertas de la verdad, la divinidad
y la belleza; de todo.
Presenciar, ser testigo es
el mejor método para alcanzar la no-mente. Cuando una persona alcanza el estado
de la no-mente, nada puede distraerle de su ser. Observar requiere cierto
distanciamiento. Cuanto más observas, más se agranda la distancia. Cuanto mayor
es la distancia, menos energía dedicas a tus pensamientos, y no tiene otra
fuente de energía. Al cabo de poco tiempo empiezas a morir, a desparecer. En
ese momento en que desapareces empiezas a vislumbrar la no-mente.
El logro definitivo es
cuando la no-mente te rodea veinticuatro horas al día. Lo cual no significa que
no puedes usar la mente; simplemente significa que la mente no puede usarte a
ti.
La no-mente parece una expresión muy
sencilla, pero su significado exacto es iluminación, libertad, liberación de toda atadura, la experiencia de
ausencia de muerte y la inmortalidad. Cuando esa mente deja de estar en
funcionamiento, pasan a formar parte de la mente del cosmos, de la mente
universal. Cuando formas parte de la mente universal, tu mente individual
funciona como una sierva obediente. Ha reconocido al amo, y transmite noticias
de la mente universal a quienes aún están encadenados a la mente individual. En
eso consiste su carisma, su poder, su magia.
Osho – La pasión por lo imposible