El ansia de saber condujo a Ibn Arabi a una vida viajera, recorriendo primero su Al-Andalus natal y luego el Norte de África visitando a los diferentes grupos sufíes.
Los maestros sufíes de muchas órdenes en el sufismo desde hace siglos lo han considerado como un gran maestro conocedor por 'experiencia (espiritual) directa', al que incluso han dado el calificativo de Sheij al Akbar, o el más grande de los maestros.
Su obra es, ante todo, de carácter gnóstico-religiosa; sus críticas al entendimiento meramente externo y árido de la religión e incluso a la filosofía misma son abundantes. Pero es evidente que no es un simple "místico": el contenido metafísico de su obra abarca desde la interpretación gnóstico-sapiencial de la sharia (Ley Islámica) hasta una cosmología basada en la revelación divina y de su Unicidad.
La doctrina de Ibn Arabi abunda en el carácter absoluto de Dios como unidad suprema. Esta niega cualquier tipo de analogía entre Dios y lo creado -por lo tanto escapando del panteísmo que le han adscrito algunos-, pero también desarrollando una compleja relación de lo creado con el Creador, del que es una expresión de sus diferentes Nombres y Atributos. Esta radical separación de Dios y su creación impide su conocimiento racional de Dios como Esencia, pero no impide su conocimiento a través del develamiento, o sea, de la certificación o Realización de la Realidad de las cosas, que no es otro que Dios. Con él el sufismo alcanza el desarrollo más refinado de la expresión de la elaboración teórica.
La doctrina de Ibn Arabi abunda en el carácter absoluto de Dios como unidad suprema. Esta niega cualquier tipo de analogía entre Dios y lo creado -por lo tanto escapando del panteísmo que le han adscrito algunos-, pero también desarrollando una compleja relación de lo creado con el Creador, del que es una expresión de sus diferentes Nombres y Atributos. Esta radical separación de Dios y su creación impide su conocimiento racional de Dios como Esencia, pero no impide su conocimiento a través del develamiento, o sea, de la certificación o Realización de la Realidad de las cosas, que no es otro que Dios. Con él el sufismo alcanza el desarrollo más refinado de la expresión de la elaboración teórica.
He visto la gloria en la ascesis ,
la riqueza en la pobreza ,
el contento en la moderación ,
el alivio en la paciencia ,
la provisión en la confianza contenta ,
la verdad en la sinceridad ,
la religión en el temor consciente ,
el descanso en la soledad ,
la guía en el esfuerzo insistente,
la extinción en la contemplación,
el amor en el seguimiento [del Profeta] ,
la influencia espiritual benéfica en ajustarse a lo permitido ,
la luz en la adoración,
la obtención del secreto en mantener el secreto ,
la felicidad en el cuidado solícito ,
la bondad con el compañero en el medio de vida ,
la magnanimidad en el poder ,
el cumplimiento en el pacto ,
el amor en la compañía de la amistad ,
la elevación en la humildad ,
la nobleza en el conocimiento,
la sabiduría en el silencio ,
la salud en la dieta ,
la develación en el hambre ,
la vigilancia del propio estado en la vigilia ,
la negligencia del recuerdo de Dios en la pereza ,
el beneficio en el trato condescendiente y benevolente ,
el temor en el corazón ,
la dulzura en la convivencia ,
la adaptación y la conformidad en el compañerismo
la reflexión en el pensamiento ,
la reorientación a Dios en la atención despierta ,
el conocimiento en la humildad ),
la nobleza en la generosidad ,
la misericordia en el amor mutuo ,
la venganza en el odio ,
sufrir una prueba en el amor ,
tornarse humilde en el llanto ,
y la proximidad en las acciones supererogatorias .
Sigo los comentarios de Andrés Guijarro en su excelente libro Ibn Arabí – El Libro de la Extinción en la Contemplación, para que nos ilumine en la oscura profundidad de esa elevada doctrina.
A pesar de su título, este tratado puede considerarse como una introducción al estudio de la vía esotérica y al dominio del conocimiento metafísico del Islam, en su expresión más elevada: el sufismo. Su tesis supone que la Divina Realidad Esencial, que es el objetivo de la vía de Conocimiento metafísico, no puede contemplarse más que por una realización que es, por una parte, “extinción” de lo que es relativo y contingente en el ser, o en el “ojo” que contempla y, por otra, “permanencia” de lo que es absoluto y necesario. Esto no implica ningún cambio de naturaleza, ninguna alteración o supresión de esencia alguna, y no conduce a ninguna situación que no existiera ya. La Visión aparece como algo “nuevo” en este “ojo”, “el ojo de la Unión y del Ser Puro” o “el ojo de la Síntesis y de la Realización”. Se trata de la culminación de la realización espiritual que recibe el nombre de “Estación de la Quietud y de la Suficiencia Inmutable”.
“Este “Ojo” ve los Números como un “Único”, el número “Uno” que, sin embargo, viaja en los grados numéricos donde recibe nombres que varían con los grados. El “Uno” o “Único” no aparece con su propio nombre al tiempo que lo hace con su esencia más que en el de la Unidad primera. En todas las demás ocasiones en las que aparece con su esencia no lo hace con su propio nombre. Así, por su “nombre propio, produce la extinción, y por su “esencia”, la permanencia”. Este tipo de desvelamiento y de ciencia debe ocultársele a la mayoría de las criaturas, por ser su naturaleza demasiado elevada. Por encima de esto se encuentra un abismo profundo y temible. Si alguien desprovisto del conocimiento de las realidades propias de las cosas e ignorante de la continuidad infinitesimal de los vínculos universales aborda este tipo de doctrina contemplativa, al no haber tenido primero ninguna experiencia directa, puede llegar a creer que también a él le está permitido decir: “Yo soy Aquel a quien amo” y Aquel que ama soy yo”. Por esta razón, velamos y guardamos este tipo de enseñanzas, solo deben exponerse a gentes del gusto iniciático. Dice Abu Hurayra: “He recibido del Profeta dos “recipientes”; he repartido el contenido del primero entre vosotros, pero si hiciera lo mismo con el otro me degollaríais”.
El “día” es la unidad de tiempo, y “la obra del día” que te concierne fue traída a la Existencia para ti, no para Dios. Él no necesita nada, y nada puede llegarle por parte de Sus criaturas que Él no tenga ya por Sí Mismo. Lo que ha creado lo ha creado para ti… estate tú también cada día en una obra para tu Señor. Sin embargo, lo que no eres tú ni es Él es un don que ha de llegarte… Y si Él te dice: “¡Coge!, contéstale: “Tú eres el que coge”. Si te dice: “¡Vuelve!, respóndele: “De Ti hacia Ti”. Si te dice, “¿Cómo es que cuando te digo cojas me respondes que Yo soy el que coge? No hay nada más que yo pueda coger”, indícale tú. “Yo no sabría como coger, porque “coger” es un acto, y yo no tengo ningún “acto”, Tú eres el que coge, pues Tú eres el Agente. Toma Tú mismo por mí lo que Tú me das, y no digas: “Coge, tú (criatura), que no puedes coger, porque al decirme que coja de Ti, extiendes un velo sobre mí. Yo no puedo tomar nada. Como Tú no eres mío, y yo no tengo ningún poder para coger, si tratara de hacerlo, obtendría la nada, que es el peor de los males. Si no… Pero pido que me dispenses de continuar con este diálogo peligroso, ‘oh! Tú que tomas y no puedes ser tomado, oh Tú que posees y no puedes ser poseído!”.