El Amor nació el
primero,
no lo alcanzan los
dioses,
ni los manes, ni
los hombres…
Por lejos que se
extiendan el Cielo y la Tierra,
por lejos que
vayan las aguas,
por alto que arda
el Fuego,
tú eres más
grande, Amor.
El viento no puede
llegar hasta ti,
ni el Fuego, ni el
Sol, ni la Luna,
¡tú eres más
grande que todos ellos, Amor!
(Atharva Veda)
Aquello en que
todas las cosas
se unen y se
dispersan.
Aquello en que los
dioses tienen su asiento,
en Eso el
imperecedero,
el supremo
firmamento…
Aquello de que
fueron llenados el Espacio
y el Cielo y la Tierra.
Aquello por lo que
el Sol calienta.
Por lo que las
Aguas propagan la vida,
es Eso, el Orden y
la Verdad,
el Supremo brahmán
de los profetas.
Ombligo del
Universo,
Eso sostiene todas
las cosas…
Más diminuta que
lo más diminuto,
más vasta que lo más
vasto,
el Alma está
depositada
en lo más secreto
de la criatura.
(Maha-Narayana
Upanishad)
Al principio, el
Alma
que trasciende
todas las formas de existencia
se movía sobre las
aguas
como una brisa
ligera;
en ella se
manifestó primero el Ego,
raíz de todas las
cosas,
en que se
equilibraban las tres cualidades…
Cuando se halla
afectada
por las horas y
desgracias de la existencia,
se la denomina
jiva, alma individual.
Las almas
vivientes son prisioneras
de las dichas y
las desdichas de la existencia;
para liberarlas de
la magia natural,
se precisa el
conocimiento del brahmán.
Es difícil este
conocimiento,
pero es el único
barco
para cruzar el río
del samsara.
Mil son los
caminos que a él llevan,
pero es uno en
verdad,
el Conocimiento, refugio Supremo.
¡No! Este brahmán
por el que todas las cosas,
desde el Sol allá
arriba hasta este simple jarro,
son puestos de
manifiesto,
las Escrituras no
pueden revelarlo.
Eso se manifiesta
por sí mismo;
Eso está más allá
del lenguaje
tanto humano como
divino;
Eso no se mueve,
no sufre;
Eso trasciende
toda realidad.
(Yogatattva
Upanishad)
Como el perfume en
la flor,
la manteca en la
leche,
el aceite en el sésamo,
el oro en las
pepitas,
Eso está en todas
las cosas.
Sí, los seres
innumerables
están atravesados
por el Alma
como las perlas
por el hilo:
semejante al
aceite en el sésamo,
al perfume de la
flor,
el Alma está en el
cuerpo del hombre
que envuelve y que
habita.
(Dhyanabindu
Upanishad)
Y el Conocimiento
está escondido
en el seno de cada
individuo,
al igual que en la
leche
la manteca que no
se ve;
por eso es por lo
que el adepto prudente
debe realizar en sí
mismo un batido,
utilizando sin
descanso su propio espíritu
como mazo de
batir.
(Amritabindu
Upanishad)
El atmán no nace,
no muere nunca;
no ha devenido, no
devendrá;
no engendrado,
eterno, permanente,
no muere cuando
muere el cuerpo.
Así como se
arrojan las ropas gastadas
para ponerse unas
nuevas,
así también el
alma encarnada arroja los cuerpos gastados
para ponerse unos
nuevos.
El deseo ha
establecido su sede
en nuestros
sentidos, nuestro espíritu, nuestra inteligencia
usando de ellos,
oculta el Conocimiento
y engaña al
individuo;
se creen eficaces
los sentidos
y el espíritu, y
la inteligencia,
pero el deseo es más
fuerte que ellos.
Sabiendo que vence
incluso a la inteligencia,
mediante el atmán
es preciso fortificar
el atmán y
combatir el deseo,
el Enemigo, tan
difícil de herir.
(Bhagavad-Gita)
El cuerpo es como
un carro
cuyo propietario
es el alma;
la inteligencia es
el cochero,
el espíritu
desempeña el papel de las riendas;
en cuanto a los
caballos, son los sentidos;
el mundo es su
carrera.
(Katha-Upanishad)
Jean Varenne – El Yoga
y la tradición hindú
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