martes, 30 de octubre de 2012

Si amas, te das (Michel Quoist)

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El hombre, orgulloso de sus conquistas y de su poder sobre la materia y sobre la vida, parece dominar el Mundo cada día más. Pero a medida que con la ciencia y la técnica domina el universo, pierde el hombre el dominio de su universo íntimo. Quiere regir el universo y no sabe regir su propia persona. Domeña la materia, pero cuando debería – libre de su tiranía – vivir más del espíritu, la materia perfeccionada se vuelve contra él, le esclaviza y el espíritu muere. Si el hombre pierde el espíritu lo pierde todo. Desaparece el hombre. Hay que comenzar de nuevo.

Realmente nuestra civilización está en peligro, pero no tanto en las fronteras geográficas como en las del mismo corazón humano. El gusano roedor está dentro, progresa inexorablemente, cebado por las facilidades del mundo moderno, que ofrecen al cuerpo la fruición de la carne y al espíritu el orgullo del poder.



Hay que devolver al hombre la conciencia de su alma. Hay que rehacer al hombre para que el universo –por medio de él- sea rehecho en el orden y en el amor. Si el espíritu del hombre zozobra frente a la materia triunfante es porque olvida, ignora o niega a Dios.

El hombre en pie es aquel cuyo espíritu enteramente libre domina la sensibilidad y el cuerpo. No desprecia ni a uno ni a otra, puesto que ambos son bellos y útiles como creados por Dios, pero los domina y los dirige: Él es el amo; ellos los servidores.

La mujer debe, en el mundo actual, reino de la materia todopoderosa, llevar y engendrar lo humano. Su misión está en hacerse consciente de su responsabilidad en la construcción del mundo. En aceptar estar presente en él y desempeñar en él su papel, acomodado a todos los planes económicos, políticos, sociales, desde la célula más insignificante a las más extensas agrupaciones… De esta manera se perfecciona el mundo.

La alegría florece en la cúspide de la entrega, pero la entrega exige el olvido de sí, la muerte a sí mismo. De esta manera, la alegría es la vida, reencontrada en el momento en que se había aceptado perderla. La alegría comienza en el instante mismo en que tú cesas en la búsqueda de tu propia felicidad para procurar la de los otros.

Humanamente no eres libre en tanto no hayas construido en ti al hombre de pie, sometiendo a tu espíritu, tu cuerpo, tu sensibilidad, tu imaginación. Tú, solo tú, con la complicidad de los otros y de las cosas, limitas tu libertad. Si quieres ser libre has de luchar contra ti, has de conquistar tu libertad. No son las cosas las que te atan a ti, sino tú quien te atas a las cosas. Te entregas a ellas como esclavo. Si la vida te domina sin que logres tú dominarla, no eres un hombre acabado.

Con demasiada frecuencia el hombre moderno se atormenta porque no tiene el placer de detenerse, o no sabe ya darse, contemplarse, para adquirir consciencia de sí mismo. A fuerza de correr, no se atreve ya a recogerse, porque se vería brutalmente colocado frente a responsabilidades que le dan miedo. Correr le da la impresión de vivir. De hecho, se aturde, se evade de sí mismo y se condena a la vida instintiva. Ya no es hombre sino bestia.




El valor profundo de un hombre se mide, entre otras cosas, por su poder de relación, pero el poder de relación no es esencialmente un conjunto de cualidades externas: amabilidad, jovialidad, facilidad de palabra y de ademanes…, no es solo el fruto de cualidades interiores: fina sensibilidad, compostura y atención. La facilidad en las relaciones se beneficia de estas cualidades, que son solo primicias del auténtico encuentro. Esencialmente, el poder de relación se mide por el desprendimiento interior, por el vacío de uno mismo. Si quieres relacionarte con tus semejantes extiende en ti el desierto, pero aceptando que vengan los demás a poblarlo. Haz el silencio en ti, pero aceptando que vengan los demás a meter ruido en él.

Si sabes escuchar, muchos irán a ti para explicarse. Muéstrate atento, silencioso, recogido y acaso antes de que hayas pronunciado una palabra constructiva, se habrá ido ya el otro, feliz, libre, ya que, inconscientemente, lo que él esperaba no era un consejo, una receta de vida, sino alguien en quien descansar.

Si amas, te das. Si te das a los demás te vuelves rico de los demás. De este modo, el amor engrandece infinitamente a quien ama, puesto que quien acepta desprenderse de sí mismo descubre a los demás, y se une a la humanidad entera.


Michel Quoist - Triunfo

jueves, 25 de octubre de 2012

¿Concordia o rencor con Cataluña? (F. Cambó)


Por mi parte, como andaluz, siento mucho respeto y admiración por el resto de nacionalidades históricas que componen el país y que todas puedan conservar su identidad cultural y lingüística singular, en el marco de un estado común que nos ampare pero con las máximas posibilidades de autonomía en la gestión de los recursos humanos y económicos. Coincido en lo que dice Cambó de un estado único o federal, una suma de pueblos que hoy por sí solos no tendrían posibilidades de subsistir, pero que en el respeto mutuo y la concordia tienen mucho que ganar.

Más aún por Cataluña, que la siento como mi segunda patria, siempre con gratos recuerdos y vivencias. En ningún otro sitio me he sentido tan "como en mi casa", ya no solo en el trato agogedor y amable, en tener familia allí, también por su bella geografía con aspectos similares, bosques de pinos junto al mar, acantilados y playas con magia, verdes valles, clima templado, pueblos pintorescos, altas montañas, idioma propio...

Una de esas "casualidades" que me ocurren, cuando algún asunto me interesa, ha pasado con este libro de Cambó que encontré en la sección de !!!"expurgo" de la biblioteca pública!!!, como si el libro, del que extraigo una serie de párrafos, no tuviera utilidad alguna, precisamente lo contrario al momento presente, cuando toma viva actualidad la amplitud de miras del autor, allá por el remoto 1923, para la concordia y el diálogo en la solución al problema del hecho diferencial catalán como única salida válida, ni asimilismo, ni separatismo, ni rencor.





Ante el doble hecho de una realidad hispana y una realidad catalana caben tres soluciones; dos, claras y definitivas, y una, estéril y transitoria: considerar incompatibles los dos hechos, lanzándolos uno contra otro, con el deliberado propósito de que el más fuerte destruya al que le estorba; considerarlos compatibles y armonizables, buscando una coordinación de la que resulten ambos favorecidos; y finalmente, la solución actual de resquemor constante, que dura tantos años, sin paz definitiva ni guerra declarada. Esta tercera solución, a más del inconveniente de debilitar a todos, resulta estéril, porque fatalmente habrá de terminar en una de las otras dos indicadas.

La primera solución tiene como consecuencia la política asimilista por parte de España y la política separatista por parte de Cataluña; y tan estrechamente enlazadas están ambas, tanto se ayudan una y otra a fuerza de repugnarse, que entre los más desaforados partidarios de la política asimilista y los más extremos defensores de la solución separatista, ha habido siempre una instintiva y naturalísima simpatía. Es evidente que las virulencias de los asmilistas contra las manifestaciones del hecho diferencial catalán, fomentan y estimulan en Cataluña el sentimiento separatista; como es también cierto, por otra parte, que las estridencias separatistas refuerzan la posición de aquellos. De aquí que toda esa exacerbación de esta política provoque una reacción separatista, como toda campaña separatista no detiene, sino que excita y estimula la coriente asimilista.

Si no hubiese causado ningún daño la política asimilista seguida en Cataluña merecería la máxima condenación por su ineficacia. Una política persigue un resultado, lo único que justifica una política es su eficacia. Hoy, después de cuatro siglos, durante lo cuales, además de la acción brutal de las armas y de la acción suave y penetrante de la cultura, ha tenido la coacción todas las modalidades imaginables, el hecho diferencial es más manifiesto que nunca y la adhesión de los catalanes a este hecho es cien veces más intensa y más extensa que en el momento de iniciarse la acción asimilista. En Cataluña los únicos momentos en que la política asimilista estuvo a punto de triunfar, fueron aquellos en que la acción subyugadora de la cultura castellana no fue ayudada por coacciones de Poder, sino por la colaboración de los propios invadidos, más eficaz que las más brutales agresiones del invasor.

En Cataluña, el separatismo es más un sentimiento que una convicción, y es, esencialmente, un sentimiento reflejo. Cuando la acción asimilista se hace más intensa, cuando el encono contra Cataluña se acentúa, cuando en ésta se debilita la esperanza en una solución armónica del pleito catalán, entonces la irritación y la deseperanza engendran en el espíritu de muchos catalanes un sentimiento secesionista; incluso cuando el separatismo ha revestido en  Cataluña apariencias de convicción y de doctrina, ha seguido siendo un sentimiento simplemente cubierto con aquellos ropajes.




Una Cataluña independiente no subsistiría mucho tiempo. Habría de acabar siendo francesa o española. Y entre estas dos eventualidades el interés de Cataluña estaría a favor de una Cataluña española. Pero yo quiero suponer que, por un doble milagro, España y Francia respetasen la independencia de Cataluña, y que ésta, con toda tranquilidad, con libertad completa, pudiese consagrarse a su organización como estado independiente. ¿Habéis pensado en los problemas que se plantean a un país con la organización y administración de su independencia? Se encontraría con que los ferrocarriles están hechos a base de enlazarnos con España; que nuestra economía encuentra su mercado, así de exportación como de importación, dentro de España; que nuestra deficiencia demográfica se cubre con la inmigración del resto de España; que siglos de convivencia han traído consigo, en la división del trabajo, una fuerte especialización de actividades… Todo, hasta el mantenimiento de nuestra independencia, nos aconsejaría seguir una política de acercamiento a España, de unión económica con España y, finalmente, de federación política con España.

La labor de los intelectuales castellanos que quieran colaborar en la solución armónica del problema catalán, en suma, el reconocimiento definitivo de que el hecho diferencial de Cataluña constituye una realidad hispánica, y extirpar del alma castellana el sentimiento asimilista. Yo fío aún en la acción de los hombres superiores, de los espíritus cultos y selectos de la raza castellana, de aquellos en los cuales el patriotismo no nubla la visión de las realidades, y en éstas, la convicción del fracaso absoluto y definitivo de la coacción asimilista.

Pero en el momento en que alborre el nuevo día, los inteletuales catalanes cometerían un gran error e incurrirían en grave falta, si no aportasen su concurso a los intelectuales de otros pueblos de España que trabajen por una solución de efusiva concordia al problema secular de Cataluña.

¿Cuál es, en definitiva, esa solución política? Es el reconocimiento sincero del derecho que tienen los catalanes a conservar su personalidad colectiva, y a regir su vida interior con plenitud de atribuciones y de responsabilidades, de derechos y de obligaciones. Esto puede lograrse dentro de una España unitaria y dentro de una España federal. Puede ser Cataluña una excepción o puede ser pieza de un sistema aplicado a todo el estado español. No hemos de ser los catalanes quienes hagamos la opción: son los no catalanes quienes han de decir la solución que les resulte más grata y fácil.Y en cuanto a la determinación de las facultades que se han de atribuir a los poderes catalanes, puede y debe ofrecer Cataluña margen amplísimo a la transacción.

Las bases esenciales de una concordia son dos: la consagración de la unidad de Cataluña mediante la creación de organismos centrales que engloben, directamente, todo el territorio catalán, y el reconocimiento definitivo de que la lengua catalana es la lengua propia de los catalanes, con derecho a otorgarle las máximas consagraciones y los máximos honores en la vida interior de Cataluña. Aceptadas estas bases, que son la esencia del hecho diferencial catalán, los demás problemas son de fácil solución. La política del “todo o nada”, en el momento en que hubiese en Cataluña ambiente propicio para una concordia, debería ser radicalmente proscrita.


Francesc Cambó: Por la concordia

martes, 23 de octubre de 2012

Sé Super Rico y entrarás en el Paraíso... fiscal.





LA BANCA, EL FRAUDE FISCAL Y EL NEW YORK TIMES, articulo de Vicenç Navarro.

   

 El New York Times ha ido publicando una serie de artículos sobre Emilio Botín, presentado por tal rotativo como el banquero más influyente de España, y Presidente del Banco de Santander, que tiene inversiones financieras de gran peso en Brasil, en Gran Bretaña y en Estados Unidos,además de en España. En EE..UU. El Banco de Santander es propietario de Sovereign Bank.

   Lo que le interesa al rotativo estadounidense no es, sin embargo, el comportamiento bancario del Santander, sino el de su Presidente y el de su familia, así como su enorme influencia política y mediática en España. Un indicador de esto último es que ninguno de los cinco rotativos más importantes del país ha citado o hecho comentarios sobre esta serie de artículos en el diario más influyente de EE.UU. y uno de los más influyentes del mundo. Es de suponer que si se escribieran artículos semejantes, por ejemplo, sobre el expresidente Zapatero, tales reportajes serían noticia. No así en el caso Emilio Botín.

   Una discusión importante de tales artículos es el ocultamiento por parte de Emilio Botín y de su familia de unas cuentas secretas establecidas desde la Guerra Civil en la banca suiza HSBC. Por lo visto, en las cuentas de tal banco había 2.000 millones de euros que nunca se habían declarado a las autoridades tributarias del Estado español. Pero, un empleado de tal banco suizo, despechado por el maltrato recibido por tal banco, decidió publicar los nombres de las personas que depositaban su dinero en dicha banca suiza, sin nunca declararlo en sus propios países. Entre ellos había nada menos que 569 españoles, incluyendo a Emilio Botín y su familia, con grandes nombres de la vida política y empresarial .



   Según el New York Times, esta práctica es muy común entre las grandes familias, las grandes empresas y la gran banca. El fraude fiscal en estos sectores es enorme. Según la propia Agencia Tributaria española, el 74% del fraude fiscal se centra en estos grupos, con un total de 44.000 millones de euros que el Estado español (incluido el central y los autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto, casi alcanza la cifra del déficit de gasto público social de España respecto la media de la UE-15 (66.000 millones de euros), es decir, el gasto que España debería gastarse en su Estado del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios a personas con dependencia, y otros) por el nivel de desarrollo económico que tiene y que no se gasta porque el Estado no recoge tales fondos. Y una de las causas de que no se recojan es precisamente el fraude fiscal realizado por estos colectivos citados en el New York Times. El resultado de su influencia es que el Estado no se atreve a recogerlos. En realidad, la gran mayoría de investigaciones de fraude fiscal de la Agencia Tributaria se centra en los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude fiscal representa -según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado español- sólo el 8% del fraude fiscal total. Es también conocida la intervención de autoridades públicas para proteger al Sr. Emilio Botín de las pesquisas de la propia Agencia Tributaria.
 
   El caso más conocido es la gestión realizada por la exVicepresidenta del Gobierno español, la Sra. De la Vega, para interrumpir una de tales investigaciones. Pero el Sr. Botín no es el único. Como señala el New York Times, hace dos años, César Alierta, presidente de Telefónica, que estaba siendo investigado, dejó de estarlo. Como escribe el New York Times con cierta ironía, "el Tribunal desistió de continuar estudiando el caso porque, según el juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los hechos y su presentación al tribunal". Una medida que juega a favor de los fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar la investigación. Fue nada menos que el Presidente del Gobierno español, el Sr. José Mª Aznar, que en un momento de franqueza admitió que "los ricos no pagan impuestos en España". Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de los súper ricos se justifica con el argumento de que, aún cuando no pagan impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos. El Presidente de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Artur Mas, ha indicado que la subida de impuestos de los ricos y súper ricos tiene más un valor testimonial que práctico, pues su número es escaso. La solidez de tal argumento, sin embargo, es nula. En realidad, alcanza niveles de frivolidad. Ignora la enorme concentración de las rentas y de la propiedad existente en España (y en Catalunya), uno de los países donde las desigualdades sociales son mayores y el impacto redistributivo del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al año que no se recaudan de los súper ricos por parte del Estado hubieran evitado los enormes recortes de gasto público social que el Estado español está hoy realizando.

   Pero otra observación que hace el New York Times sobre el fraude fiscal y la banca es el silencio que existe en los medios de información sobre tal fraude fiscal. Es lo que llaman "libertad de prensa".
 

Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
 


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El objetivo final de estas prácticas es minimizar el pago de impuestos para lo cual domicilian sus empresas en lugares distintos a donde estas producen físicamente la riqueza. Para ello se forman complejas marañas de participaciones cruzadas muchas de ellas enclavadas jurídicamente en el mismo paraíso fiscal.

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30 de las 35 empresas del IBEX-35 usan paraísos fiscales para evadir impuestos: 
Abengoa, Abertis, Acciona, Acerinox, ACS, Arcelor Mittal, Banesto, BBVA, Banco Popular, Banco Sabadell, Banco Santander, Criteria, Endesa, FCC, Ferrovial, Gamesa, Gas Natural, Grifols, Iberdrola, Inditex, Mapfre, OHL, Red Electrica, Repsol, Técnicas Reunidas, Telecinco, Telefónica, Bolsas y Mercados, Iberia y Ebro Foods

Estos son los resultados ya bochornosos del sistema  económico capitalista que nos domina y nos empobrece, no tiene límites su ambición y crueldad, ni base moral ni ideológica. Hay que reordenar el mundo desde la fuerza de la verdad y la unión de los pueblos, todos, que han sido desposeídos de la justicia.

viernes, 19 de octubre de 2012

En el Atardecer de la Vida, por Wayne Dyer




Totalmente desprevenidos entramos en el atardecer de la vida. Lo peor de todo es que nos adentramos en él con la falsa presunción de que nuestras verdades e ideales nos servirán a partir de entonces; pero no podemos vivir el atardecer de la vida con el mismo programa de la mañana, pues lo que en la mañana era mucho, en el atardecer será poco, y lo que en la mañana era verdadero en la tarde será falso.

Siempre he pensado que el auténtico objetivo de la vida es ser feliz, disfrutar de ella, y llegar a un lugar en que no estés intentando llegar a otro sitio. Muchas personas se pasan la vida esforzándose para poder llegar a otro lugar. Jamás consiguen llegar. Una de las formas de entender cómo encontrar un objetivo en la vida es regresar a la naturaleza y encontrar la tuya propia.

Es el espíritu lo que da la vida, no proviene realmente de tus padres; todos nosotros provenimos de ese lugar llamado espíritu. Todos, cuando llegamos al mundo, lo hacemos a partir de una gota diminuta de protoplasma humano, de una pequeña mota. Todo lo que había en aquella pequeña mota se convirtió en ti, todo lo que necesitabas estaba en aquella pequeña mota.

Una de las metáforas que siempre utilizo es que durante los nueve primeros meses de vida, desde el momento de la concepción hasta el momento del nacimiento, lo han hecho todo por ti y no has tenido que hacer nada. No te preocupas de qué color vas a tener el pelo o qué aspecto tendrá tu cuerpo. Es algo que no depende de ti, te rindes ante ello. Yo lo llamo impulso hacia el futuro. Es un impulso que te empuja hacia la dirección en la que se supone que tienes que ir. Y no es que sea ninguna barbaridad plantearse que si todo lo necesario para el viaje físico ya está contenido ahí… ¿por qué no todo lo necesario para el resto del viaje? Todos tus problemas están ahí; todo lo que eres, tu personalidad, está ahí; todo lo que puedes llegar a ser, no solo lo físico, sino todo el resto, si eres capaz de abrirte y lo permites.

Finalmente, nacemos y, como padres, miramos a esa pequeña criatura y solo se te ocurre decir: ¡Buen trabajo, Dios, buen trabajo, no podía ser mejor... ahora nos ocuparemos nosotros! Nos rodea un montón de gente, nuestra familia, nuestra cultura…, allá donde vayamos, y empiezan a decirnos que no podemos confiar en quienes somos. Tenemos que confiar en algo exterior a nuestra persona, y hacemos un viaje hacia la ambición. Desde que nacemos decimos: “ahora nos ocupamos nosotros”, le estás dando un matiz, estás cogiendo esa perfección y estás expulsando al Creador, estamos “echando a Dios”.

Y ahí aparece el Ego. El Ego es una parte nuestra que empieza a decirnos que no somos una creación divina y perfecta, esa parte de Dios de la cual provenimos. De hecho, nos dice: “tú solo eres lo que tienes”. Se empieza con cosas como los juguetes, para pasar a las cuentas corrientes y a las posesiones. En menos que canta un gallo empezamos a identificarnos en base a esas posesiones.

Empezamos a creer en una serie de creencias que dicen que cuanto más tenga más valioso seré como persona. Por lo tanto, nos pasamos la vida cogiendo a los niños y sumergiéndoles en una cultura que enfatiza ese “más”; casi se convierte en un mantra de ley. Tienes que poseer más; cuanto más tienes más consciente eres de que la gente va a intentar arrebatarte las cosas. Y más te obcecas en protegerlas, y en cómo poder conseguir muchas más. Pero el dilema es que, si eres lo que tienes y las posesiones desaparecen, lo que eres también desaparece en el proceso.

La segunda característica del Ego es que no soy solo lo que tengo, sino que también soy lo que hago. Lo que hago se convierte en eso que llamamos lógica. Y en este caótico mundo que cree que se es lo que se hace nos consumimos pensando que la idea del éxito, del valor y de la valía se basa en cuantas cosas puedas llegar a conseguir. Por lo tanto, tengo que ganar más dinero, tengo que intentar ascender, tengo que competir con todo aquel que quiera arrebatármelo. Esto se nos enseña una y otra vez. A los jóvenes se les enseña, por ejemplo, en la práctica del atletismo. Lo más importante es ser el número uno, somos los números uno, somos mejores que el resto, nos vemos constantemente envueltos en esta noción competitiva, de creer que el mundo está diseñado para la competición. Eso es lo que dice el Ego.

La tercera característica es que soy lo que los otros piensan de mí, es decir, soy mi reputación. Esto es muy importante entre los jóvenes a quienes se enseña que tienen que vestirse según el gusto de los otros, y que si no les gustas tienes un problema. Si esto te tortura serás distinto cada vez que salgas. Esto es bastante destacable entre las mujeres, sobre todo en relación con la familia. En nuestra cultura y sociedad a menudo se enseña que las mujeres solo pueden realizarse en sus relaciones familiares, ya sea como hijas, ya sea como madres, ya sea como abuelas. Y aunque estos aspectos sean muy importantes y creativos en la vida de cualquier mujer, si esa es su elección no es necesariamente la única opción. Muchas mujeres sienten la vocación de lograr algo grande, de poder hacer una gran contribución, pero, con frecuencia, lo dejan de lado. Así que desde aquí animo a las mujeres a que no desoigan esa llamada, no desoigáis esa parte que os dice que estáis aquí para crear algo poderoso, porque no solo tenéis la capacidad para hacerlo, sino que también tenéis el derecho de hacerlo igual que el resto.



El Ego tiene un sistema de creencias muy resistente que dice que la persona está separada del resto y de todo lo que echó en falta en la vida, todas las cosas que me gustaría tener. Finalmente el Ego nos enseña el error más mayúsculo de todos, nos enseña que estamos separados de Dios. Y una de las cosas más simples que se aprenden en el atardecer de la vida, cuando pasas a la fase del sentido de la vida es darte cuenta de que provienes de una fuente. Podemos llamarla Dios, Tao, no importa cómo la llamemos, esa fuente está en todas partes, no hay ningún lugar donde no esté. Tiene que ser así, porque lo crea todo, todo proviene de esa fuente. Por lo tanto, si está en todas partes, también está en mí. Y si está en mí está claro que también tiene que estar en lo que siento que me falta en la vida.

Si entiendes esto de algún modo ya estás en sintonía, en espíritu, con todo lo que echas en falta en la vida y te gustaría tener. Solo te queda buscar la manera de formar parte de ello y ser consciente de que ya estás en sintonía. A medida que nos acercamos al atardecer de la vida, seguimos las mismas directrices del Ego que aprendimos en el amanecer de la vida, que se basa en la ambición, en ganar, en ser mejores que el resto, etc. Intentamos aplicar estas mismas conductas en el atardecer de la vida, y por eso acabamos viviendo una mentira, porque lo que era verdad por la mañana, por la tarde es una mentira.

El problema es que no sabemos cómo pasar a la fase del sentido de la vida. Se trata de regresar a esos primeros nueve meses, desde el momento de la concepción hasta el momento del nacimiento. Tenemos que llegar a un lugar donde podamos rendirnos y tener la certeza de que no estamos solos, de que nos van a guiar, de que tenemos una naturaleza y de que podemos confiar en ella. No se trata de algo con lo que siempre tengamos que luchar, de lo que siempre tengamos que estar a cargo. Pensad en ello de esta forma: déjate llevar por él en vez de intentar controlarlo todo. Sin embargo, a medida que entramos en la fase del sentido de la vida lo que sucede es que empezamos a pensar en el cumplimiento de un dharma, en cumplir un destino, en algo más profundo, un llamamiento que solo podemos sentir en nuestro interior. Nadie más puede deciros qué es, pero si lo sentís y lo sabéis, ganar y superar a otra gente se vuelve menos importante que sentirse realizado y vivir la vida con un objetivo.

Todas las cosas del universo tienen que ser igual a su origen. Tienes que mirarte y hacerte las preguntas: ¿de dónde vengo? ¿quién soy? ¿cómo soy? En vez de tomar las decisiones desde el lugar que estamos realmente, nuestro auténtico ser, las hacemos desde el Ego, y cuando tomamos una decisión desde el Ego empiezan a suceder todo tipo de cosas que nos alejan de encontrar el sentido de nuestras vidas. Lo juzgas todo basándote en cómo te sientes, ¿estás estresado? ¿tienes miedo? ¿estás enfadado? ¿te sientes bien contigo mismo? ¿sigues un propósito? ¿tu vida tiene algún sentido? Cuando actúas desde la única parte de tu ser que es auténtica, la felicidad es la respuesta. Tu dharma no es algo que tienes que encontrar, es algo a lo que siempre has estado conectado, es tu propósito divino; es más, de hecho, seguirás conectado a ello toda tu vida, pero el Ego lo ha alejado. Ése es el problema.

Lo que intento decir es que llegas a un lugar en la vida en que te empieza a guiar algo que es mucho mayor que tú. Persiste en tus motivaciones y armoniza con el espíritu, con Dios, con la fuente. Sigue así, si insistes, la fase del sentido de la vida empieza a ganar importancia, y cuando empiezas a cruzar el atardecer de la vida es imposible regresar.


(He transcrito la mayor parte del mensaje que Wayne nos regala en la primera hora de la película. No cuento más, debéis verla. La verdad es que llega muy adentro a los que estamos en el "atardecer de la vida", nos sentimos identificados en esa búsqueda.)

Wayne Dyer: El Cambio (The Shift)





martes, 16 de octubre de 2012

Marxismo contra la Crisis... ¿tiene hoy validez?


Karl Korsch hace un concienzudo análisis, allá por los años 50, del verdadero legado de Marx, su carácter científico e histórico difícilmente refutables en el aspecto teórico, de cómo la necesidad de cortar de raíz los cimientos del modo de producción económico creado por el entramado burgués capitalista no se ha llevado a cabo, y el sistema comunitario y apolítico con la progresiva disolución de los estados nunca se efectuó. Los países que hoy se nos muestran como comunistas no son tales, sino meros cambios del poder opresor, distanciamiento social y no lucha de clases, enriquecimiento de unos pocos y no distribución justa de la riqueza.

Jamás ha habido una revolución social como soñara Marx, el socialismo actual se parece mucho al socialismo utópico y doctrinario de que nos hablaba como uno de los impedimentos a la transformación de las estructuras sociales y productivas. El socialismo se ha aburguesado, se ha acomodado a sus expectativas de poder. Mientras soplaba un aire de falsa bonanza impulsado por el frágil entramado inmobiliario y financiero, quizás pensó que de verdad era posible un estado de bienestar basado en tan etéreos principios, sin atreverse a una modificación profunda del sistema, hasta que fue cayendo aceleradamente a los pies del interés capitalista, sin opciones bajo la fuerza de poderes externos.

Ahora nos vemos con el agua al cuello, ni siquiera poseemos ya soluciones ni argumentos mínimamente válidos para cambiar el panorama razonablemente. ¿Es hoy válido el principio marxista de una Revolución Social, Económica, Jurídica, Cultural, etc., como una profecía de lo que tenía que ser ineludiblemente? 

En caso de desconcierto generalizado, esto puede dar un vuelco hacia no sabemos dónde.





La historia de los últimos cien años muestra que esta lucha de los trabajadores contra el capital, siempre rechazada, pero constantemente reanudada de nuevo, sobrevive a los periodos más cortos o más largos de represión férrea subsiguientes, a cada derrota, pese a que en esos periodos se aplasten materialmente todas las organizaciones obreras existentes. En esas luchas y derrotas las acciones de resistencia, al principio aisladas y más o menos elementales, crecen paulatinamente hasta convertirse en una forma masiva, más eficaz y amenazadora de movimiento, hasta una verdadera guerra entre la clase opresora y la clase oprimida.

La burguesía ha desgarrado despiadadamente los abigarrados lazos feudales que unían a los hombres con sus superiores naturales y no ha dejado más vínculo entre hombre y hombre que el interés desnudo. Solo en el posterior desarrollo histórico del modo de producción capitalista y de la sociedad burguesa basado en él, se ha visto claro que con las supuestas libertad e igualdad burguesas “para todos” en lugar de la vieja “ilibertad” para la gran masa del pueblo trabajador, encubierta con ilusiones religiosas y políticas, se tenía solo una nueva forma de opresión y explotación con revestimiento objetivo, en vez de personal. La tarea consiste en la eliminación práctica de esa nueva forma de servidumbre.

La magnitud del exceso de valor producido por los trabajadores en los productos de su trabajo respecto de su salario, o la cantidad de “plustrabajo” prestados para la producción de esa plusvalía, no son en el modo capitalista resultado de ningún cálculo económico. Son el resultado de una lucha de clases social que, precisamente por el hecho de que en el mecanismo económico de la producción capitalista no hay ninguna limitación objetiva al aumento de la tasa de plusvalía, va tomando en el curso del desarrollo formas cada vez más agudas. Con la creciente acumulación de capital en un polo y la creciente acumulación de miseria en el contrapelo de la sociedad,  finalmente desemboca en una revolución abierta.

La necesidad económica de la acumulación ininterrumpida e intensificada del capital que se expresó como “fanatismo del progreso”, constituye el valor (histórico) y la necesidad (transitoria) del modo de producción capitalista. En lugar de esa mistificación ideológica aparece en el caso del proletariado la clara orientación científica de su propia teoría y práctica hacia un nuevo desarrollo progresivo de las fuerzas productivas en la sociedad socialista.

Insiste mucho Marx en instruir al proletariado con la doctrina materialista de que no puede consumar su liberación de la particular forma de su presente opresión y explotación mediante una transformación meramente política, jurídica y cultural, sino solo mediante una transformación social de todas las relaciones de la existente sociedad burguesa, que llega hasta el fundamento económico.

En la sociedad comunista desarrollada se terminarán, junto con los restos de la presente estructura económica de la sociedad burguesa, junto con la “mercancía”, el “valor” y el “dinero”, también el estado, el derecho y todos los antagonismos que nacen de las condiciones sociales de vida de los individuos, o sea, todas las contraposiciones y todas las luchas de clases. Solo en una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido el sometimiento de los individuos a la división del trabajo, solo entonces se hará superfluo el inhumano sacrificio del presente para el futuro de la sociedad, y el unilateral principio del progreso desembocará en el “omnilateral desarrollo de los individuos libres en la sociedad libre”.




Dice Marx que: “La burguesía no puede existir sin revolucionar constantemente los instrumentos de producción y, por lo tanto, las relaciones de producción y todas las relaciones sociales. La constante transformación, inseguridad y movimiento disipa todo lo fijo y permanente… en un determinado estadio de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes… esas fuerzas mutan en trabas de las mismas. Empieza entonces una época de revolución social. Con la transformación de los medios económicos se subvierte también más o menos rápidamente toda la gigantesca sobrestructura. En este terreno la libertad no puede consistir más que en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente su metabolismo con la naturaleza, lo pongan bajo su control comunitario, en vez de ser dominados por él como por una fuerza ciega; en que lo realicen con el menor gasto de energía y en la condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero éste sigue siendo un reino de la necesidad. Más allá de él empieza el despliegue de la energía humana que se toma como fin de sí mismo, el verdadero reino de la libertad, el cual no puede florecer mas que sobre aquel reino de la necesidad como base”.

Con la disolución del materialismo económico de Marx en una serie de ciencias particulares sociológicas, se destruye el fundamento de su carácter práctico revolucionario. En lugar del ataque radical al todo del presente modo de producción capitalista y a la formación social y económica basada en él, aparece una crítica teórica a aspectos aislados del sistema capitalista existente, crítica del orden económico burgués, del estado, de la educación burguesa, de la religión, del arte y el resto de la cultura, una crítica que no tiene ya que desembocar necesariamente en práctica revolucionaria, sino que puede también disiparse en todo tipo de esfuerzos reformistas que no rebasan el terreno de la sociedad burguesa y de su estado.

La teoría y la práctica del marxismo, como teoría materialista y socialismo “científico”, han nacido directamente en contraposición al socialismo “doctrinario y utópico” que, sin tener en cuenta las leyes del desarrollo material, quiere pasar directamente de la economía y la política burguesas al modo de producción consumado del socialismo y el comunismo plenamente desarrollados. Éste solo es resoluble por la práctica revolucionaria, no es puramente teórico.

Impresiona la exposición de por qué el sistema crediticio y bancario, que muchos saludaban como una “abolición gradual de la separación entre el hombre y la cosa, entre el capital y el trabajo, entre la propiedad privada y el dinero y entre el dinero y el hombre, en realidad es una autoalienación tanto más infame y extrema por cuanto su elemento no es ya la mercancía, el metal, el papel, sino la existencia moral, la interioridad del pecho humano y, bajo la apariencia de la confianza del hombre en el hombre, la suma desconfianza y la suma alienación.


Karl Korsch : Karl Marx 


lunes, 8 de octubre de 2012

Vive en la alegría, ahí brota la felicidad (Osho)

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La constitución estadounidense es una verdadera locura, contiene una idea absurda. Dice que la búsqueda de la felicidad es un derecho inalienable del hombre. ¿”Búsqueda de la felicidad”? Nadie lo ha logrado jamás, y los que lo han intentado han llevado una vida desdichada e infeliz.

Si vas en busca de la felicidad, hay algo seguro: que no vas a lograrla. Surge cuando ni siquiera estás pensando en ella, sin buscarla. Deja de buscar, y la habrás encontrado, porque buscar supone un esfuerzo de la mente, y no buscar significa un estado de relajación. Y la felicidad solo es posible cuando estás relajado.

La felicidad es siempre un derivado, no la consecuencia directa de una búsqueda. La felicidad no tiene nada que ver con el triunfo; la felicidad no tiene nada que ver con la ambición, con el dinero, con el poder ni el prestigio. La felicidad está relacionada con tu consciencia, no con tu carácter. La felicidad ocurre sin más. No es algo que se pueda controlar, ni fabricar, ni disponer. Es simplemente el estado de despreocupación, de relajación de tu ser con la existencia. Y está ahí; no va y viene. Está siempre ahí, como tu respiración, como el latido de tu corazón; pero si la buscas encontrarás la infelicidad.

Hay que comprender algo fundamental. El ser humano desea la felicidad; por eso es desdichado. Cuanto más desees ser feliz más desdichado serás. El deseo mismo de felicidad puede ser la causa del sufrimiento. En el mismo momento en que empiezas a desear la felicidad te alejas del presente. Te alejas de lo existencial, te trasladas al futuro, te metes en un sueño. Nadie puede llegar a lo real por mediación de lo irreal. Te has equivocado de tren.

El deseo de felicidad simplemente demuestra que eres una persona infeliz, y ésta proyecta en el futuro que algún día será feliz. Pero ese mañana es una proyección tuya, de lo que eres hoy, surgirá de esa infelicidad y serás aún más infeliz.

Lo primero es estar aquí y ahora. Sea lo que fuere, tienes que estar aquí y ahora, y entonces se producirá una revelación formidable. Esa revelación consiste en que nadie puede ser infeliz en el aquí y el ahora. La felicidad está donde tú estés. Está a tu alrededor, es un fenómeno natural. Es como el aire, como el cielo. La felicidad no es algo que hay que buscar, es la materia misma del universo… (así que…) mata el pasado, no pienses en el futuro e intenta ser desgraciado: no lo conseguirás. No lo conseguirás por muy diestro que seas en el sufrimiento.



La alegría significa entrar en tu ser. Al principio resulta difícil, arduo. Al principio tendrás que enfrentarte con el sufrimiento; el camino es muy duro. Pero cuanto más te internes en él, mayor será la recompensa. Una vez que hayas aprendido a enfrentarte a la desdicha, empezarás a sentirte alegre. Un día tienes ante ti la desdicha y te enfrentas a ella, y de repente, se produce el cambio: ves la desdicha como algo distinto de ti, como algo ajeno a ti; era una simple ilusión, una identificación en la que te habías metido. Ahora sabes que no eres eso, y se produce un estallido de alegría, una explosión de alegría.

Nadar puede ser meditación, como correr… cualquier cosa puede ser meditación si tú no eres. El éxtasis es algo del corazón, de la totalidad. Y baila hoy, no mañana. Que la danza sea aquí y ahora, y que venga de tu totalidad. Abandónate; emborráchate. Sí, la alegría es una locura, y solo los locos pueden permitírsela. La persona cuerda, normal y corriente, es tan lista, tan astuta y calculadora que no puede permitirse la alegría, porque no la puede controlar. Si quieres seguir manteniendo el control, nunca serás alegre, solo desdichado. Solo la desdicha puede ser controlada, por la sociedad o por ti.

Cuando eres realmente feliz, tu ego desaparece, sientes de repente una profunda unidad con el todo. Cuando eres desdichado quieres estar solo; cuando eres feliz quieres compartir.

El éxtasis de la felicidad es salvaje; no puedes controlarlo, no es un asunto de la cabeza, sino del corazón, es cuestión de sentimientos. Tienes que perder todo el control. Tienes que lanzarte al abismo, y es un abismo insondable. Caes y caes y nunca llegas al fondo porque la alegría no tiene fin. Es un proceso interminable, eterno. Y tan enorme que, ¿cómo vas a controlarlo?


Vive en la alegría, en el amor, aun entre quienes odian.
Vive en la alegría, en la salud, aun entre los afligidos.
Vive en la alegría, en la paz, incluso entre los atribulados.
Vive en la alegría, sin posesiones, como los luminosos.
El vencedor siembra odio porque el perdedor sufre.
Abandona la victoria y la derrota y encuentra la alegría.


Vive en el mundo sin pensar lo que va a ocurrir. Da igual que vayas a ganar o perder. La muerte se lo lleva todo. Que ganes o que pierdas carece de importancia. Lo único que importa es cómo has jugado el juego. ¿Lo disfrutaste, el juego en sí mismo? Entonces todo momento es un momento de alegría.


Osho: Alegría

viernes, 5 de octubre de 2012

Crisis en el mundo moderno (René Guenon)



Si se dice que el mundo moderno sufre una crisis, lo que se entiende más habitualmente por tal es que ha llegado a un punto crítico, o, en otros términos, que una transformación más o menos profunda es inminente, que un cambio de orientación deberá producirse inevitablemente en breve plazo, de grado o por fuerza, de una manera más o menos brusca, con o sin catástrofe. Esta acepción es perfectamente legítima y corresponde a una parte de lo que pensamos nosotros mismos, pero a una parte sólo, ya que, para nosotros, y colocándonos en un punto de vista más general, es toda la época moderna, en su conjunto, la que representa para el mundo un período de crisis; parece por lo demás que nos acercamos al desenlace, y es lo que hace más posible hoy que nunca el carácter anormal de este estado de cosas que dura desde hace ya algunos siglos, pero cuyas consecuencias no habían sido aún tan visibles como lo son ahora. También por eso los acontecimientos se desarrollan con esa velocidad acelerada; sin duda, eso puede continuar así algún tiempo todavía, pero no indefinidamente; e incluso, sin poder asignar un límite preciso, se tiene la impresión de que ya no puede durar mucho tiempo.

Uno percibe sin esfuerzo que esta preocupación del «fin del mundo» se relaciona estrechamente con el estado de malestar general en el cual vivimos ahora: el presentimiento obscuro de algo que está efectivamente a punto de acabar, agitándose sin control en algunas imaginaciones, produce en ellas naturalmente representaciones desordenadas

Así pues, para reducir las cosas a sus justas proporciones, diremos que parece efectivamente que nos aproximamos realmente al fin de un mundo, es decir, al fin de una época o de un ciclo histórico que, por lo demás, puede estar en correspondencia con un ciclo cósmico, según lo que enseñan a este respecto todas las doctrinas tradicionales. Ha habido ya en el pasado muchos acontecimientos de este género, y sin duda habrá todavía otros en el porvenir; acontecimientos de importancia desigual, por lo demás, según que terminen períodos más o menos extensos y que conciernan, ya sea a todo el conjunto de la humanidad terrestre, ya sea solamente a una o a otra de sus porciones, una raza o un pueblo determinado. En el estado presente del mundo, hay que suponer que el cambio que ha de intervenir tendrá un alcance muy general, y que, cualquiera que sea la forma que revista, y que no entendemos buscar definir, afectará más o menos a la tierra toda entera.



¿Llegará el mundo moderno hasta el fondo de esta pendiente fatal, o bien, como ha ocurrido en la decadencia del mundo grecolatino, se producirá, esta vez también, un nuevo enderezamiento antes de que haya alcanzado el fondo del abismo a donde es arrastrado? Parece que ya no sea apenas posible una detención a mitad de camino, y que, según todas las indicaciones proporcionadas por las doctrinas tradicionales, hayamos entrado verdaderamente en la fase final del Kali-Yuga, en el período más sombrío de esta «edad sombría», en ese estado de disolución del que no es posible salir más que por un cataclismo, porque ya no es un simple enderezamiento el que entonces es necesario, sino una renovación total. El desorden y la confusión reinan en todos los dominios; han sido llevados hasta un punto que rebasa con mucho todo lo que se había visto precedentemente, y, partiendo del Occidente, amenazan ahora con invadir el mundo todo entero; sabemos bien que su triunfo no puede ser nunca más que aparente y pasajero, pero, en un grado tal, parece ser el signo de la más grave de todas las crisis que la humanidad haya atravesado en el curso de su ciclo actual.

Algunos hablan hoy día de la «defensa de Occidente», lo que es verdaderamente singular, cuando es Occidente el que amenaza con sumergirlo todo y con arrastrar a la humanidad entera en el torbellino de su actividad desordenada; singular, decimos, y completamente injustificado, si entienden, como así parece a pesar de algunas restricciones, que esta defensa debe dirigirse contra Oriente, ya que el verdadero Oriente no piensa ni en atacar ni en dominar nada, y no pide más que su independencia y su tranquilidad, lo que, se convendrá en ello, es bastante legítimo. No obstante, la verdad es que Occidente tiene en efecto gran necesidad de ser defendido, pero únicamente contra sí mismo, contra sus propias tendencias que, si se llevan al extremo, le conducirán inevitablemente a la ruina y a la destrucción; así pues, es más bien «reforma de Occidente» lo que sería menester decir, y esta reforma, si fuera lo que debe ser, es decir, una verdadera restauración tradicional, tendría como consecuencia completamente natural un acercamiento a Oriente. Por nuestra parte, no pedimos más que contribuir, en la medida de nuestros medios, a la vez a esta reforma y a este acercamiento, si no obstante hay tiempo todavía, y si puede obtenerse un tal resultado antes de la catástrofe final hacia la que la civilización marcha a grandes pasos; pero, incluso si fuera ya demasiado tarde para evitar esta catástrofe, el trabajo cumplido con esta intención no sería inútil, ya que, en todo caso, serviría para asegurar así la conservación de los elementos que deberán escapar al naufragio del mundo actual para devenir los gérmenes del mundo futuro.

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René Guenon : La Crisis del Mundo Moderno”




Edge of The Milky way / Starry Night in Malaysia





martes, 2 de octubre de 2012

Divagaciones Divinas (Joaquín Cózar)

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Me gustaría comentar brevemente algunas ideas expuestas por Joaquín Cózar Infante en su interesante libro “La Razón sobre la Fe”, cuya lectura aconsejo tanto para creyentes como no-creyentes. Es un libro muy meditado y, en cierto modo, original; tiene el enorme valor de que incita a contrastar ideas y a posicionarse sobre un tema tan resbaladizo como trascendental. Aunque en el fondo hay muchos puntos de acuerdo, otros, sin embargo, están sujetos a matizaciones importantes (en cursiva citas textuales). En ciertos pasajes observo una cierta presunción de tener la Verdad, zanjándose así de un plumazo cuestiones muy discutibles.



La presunción de tener la VERDAD absoluta es el mayor signo de irrespetuosa soberbia.

El verdadero DIOS es el creador del Universo, el de la creación, el de la naturaleza, el que nunca se ha manifestado al hombre.

Aunque pensemos y queramos creer que es así, la VERDAD absoluta no la podemos tener, está en lo inexplicable. Al ser inexplicable nunca lo podremos comprobar, y por ahí se nos queda siempre el resquicio de que puede que no haya ningún DIOS.


DIOS ha creado al hombre...

El DIOS de la Creación , del Universo que podemos llegar a conocer, el de hace unos 14.000 millones de años… ¿cuándo nos creó? En ese momento parece que no, luego para crearnos, ha tenido que hacerlo mucho después ¿por qué procedimiento? Pero si el hombre o la raza humana ya ha sido pensada antes de la Creación y existía en el mismo momento de dicha Creación no podremos negar que es posible que alberguemos una parte de ese DIOS, con sus mismas características, lo que se ha denominado alma o espíritu inmortal.


Ese DIOS inexplicable e inalcanzable, que dirige el Universo, que no interviene en la Evolución del hombre, se desliga totalmente de él en el mismo momento en que empezó la creación, dejándolo libre… Mezclar a DIOS en toda una enorme evolución del hombre creo que es un error y es desfigurar la clara trayectoria del hombre como humano desde el principio del mundo hasta su final… El hombre siempre ha evolucionado solo… y nunca ha creído en ese DIOS creador (sino que) ha vivido y continúa envuelto en una idea falsa de otros “dios” desde toda su evolución. La Evolución del hombre se desarrolla en el término de lo explicable, porque en ella todo puede ser conocido por la razón. DIOS pertenece a otra dimensión, que llamamos inexplicable.

Pero si el hombre no ha sido creado en el justo momento de la Creación…“desde el principio del mundo”, es probable que su aparición haya sido forzada por otros seres anteriores a nosotros, en respuesta a un plan universal de propagación de las especies. No hay ningún problema entonces en admitir como posible que no hemos surgido ni evolucionado “solos”, ni que el DIOS Creador haya intervenido para nada, ni también que otros seres a los que hemos llamado “Dios” ó “dioses” en la gran parte de las tradiciones ancestrales hayan cumplido su parte de un programa cósmico de creación, o recreación, de vida inteligente. Está por ver que este aspecto pueda ser conocido por la razón y, algún día, sea explicable.


En cuanto lo explicable se mezcla con lo inexplicable se plantea como medio de explotación del hombre hacia el mismo hombre. La confusión está impuesta por el hombre dominante hacia el hombre ignorante. Solo el hombre que descubre la confusión es libre, pero es aniquilado por el sistema. El desajuste humano en lo social y en lo económico es consecuencia de la confusión. El pueblo de hombres ignorante adquiere a “dios” como su redentor, su guía y hasta el motivo de su existencia. Es lógico que el concepto “dios” como ser superior que no es el que está en lo inexplicable sea utilizado por el hombre ignorante como sostén de solución a sus ansias de libertad y de justicia.

En principio, la división generalizada entre hombre dominante y hombre ignorante no define por sí misma la historia de la humanidad. Me parece una opción muy simple y fácil para solucionar el problema, dando un carpetazo a toda la tradición esotérica ancestral y a las múltiples pruebas de que hemos sido visitados por seres no terrestres desde tiempo muy remotos, a los que no dudamos en considerar como dioses dado su potencial tecnológico. Estoy más de acuerdo si nos ceñimos a los últimos dos mil años de cultura occidental, donde el monoteísmo, quizá estructurado alrededor de un “Dios” inventado e intrasigente ha postergado toda evolución y se ha autoadjudicado como depositario de la VERDAD Absoluta.


¿Cúal será la idea de ese DIOS que está en lo inexplicable? Lo que sí sabemos de Él es que es de una sabiduría infinita, es un exacto y meticuloso creador del orden y un Dios que es lógico deducir que es inmensamente justo. Dios no infunde en el hombre el don del intelecto, el cuerpo humano transporta a lo largo de su vida ese don que lo hace diferente a todo ser creado. La configuración humana está dotada de unas esencias especiales y diferenciadas del resto de lo creado.

Lo único del párrafo anterior que comparto es que, sea lo que sea este DIOS Creador, “es un exacto y meticuloso creador del orden”, pero, dentro de lo inexplicable, no podemos introducir nuestros conceptos de sabiduría y justicia.  Ese DIOS no infunde en el hombre el don del intelecto, sino acaso un átomo de sí mismo que pasa de unos a otros tras la muerte física, que anhela retornar a su origen. El intelecto o mayor capacidad de raciocinio para entender y cambiar lo que nos rodea, así como el sentimiento y otras facultades extrasensoriales, nos pueden haber sido inducidos por un pequeño cambio en nuestro ADN original.


El concepto de “alma” inventado por la Iglesia y de la que se afirma que se separará del cuerpo en la hora de la muerte es un planteamiento de confusión y falsa esperanza para el hombre. Creerse que después de la muerte puede haber algún contacto con ese DIOS inexplicable es una ilusión a todas luces decabellada.

Cuando se haba de cuerpo y alma se identifican dos conceptos muy claves: uno, el del cuerpo del hombre físico, tangible, explicable  y caduco, y el otro espiritual, el invisible, el inexplicable, el pensar, el intelecto, la reflexión, la voluntad… ¿este segundo concepto es caduco como el cuerpo? Por supuesto que sí, ya que fue adquirido en la evolución por el mismo hombre.

Al mencionar el concepto de “alma” creo que no se refiere al de “espíritu” o chispa divina latente en los seres vivos, y es preciso diferenciar los términos para que no se cree confusión. Este concepto viene de muy antiguo, ni mucho menos la Iglesia actual lo ha inventado. Muchas culturas ancestrales identifican al menos tres entidades distintas en la composición humana: cuerpo físico, alma (tal como se ha expuesto: el pensar, el intelecto, la reflexión, la voluntad…) y espíritu, que trasciende a ambos. Ese alma o compuesto energético elaborado en el transcurso de nuestra vida comparto en que es también caduco, y una vez que desaparece el cuerpo físico se va diluyendo.
No es que el Espíritu vaya a tener un contacto con DIOS, sino que puede ser igualmente inmortal, como un electrón, y utilizar el cuerpo para conseguir depurar las impurezas de la materia.



La perfección del hombre se consigue con el cumplimiento de la verdadera doctrina de Jesús… Si pretendemos hacer de Jesús un hombre con todos los poderes de ese Dios, ¿qué merito tiene? ¿No es acaso más admirable que Jesús se ponga a nuestra altura limitada de hombres y que su sabiduría nos haga reconocerlo como un fuera de serie, un superdotado, un hombre sabio, un luchador por la defensa de la justicia y la verdad, un héroe y un ejemplo a a seguir?... No hay más verdad, ni más realidad, ni nada que pueda convencer tanto como la existencia y la obra de ese Jesús hombre, que debe ser ejemplo para todos… Jesús permanece siempre.

Dudo que el hombre pueda conseguir nunca la perfección, aunque un cumplimiento de la “verdadera doctrina de Jesús”, si es que alguna vez sabemos cuál es exactamente, nos haría más humanos y mejores. Admito la “humanidad de Jesús”, pero no podemos asegurar casi nada de cuáles fueron verdaderamente sus enseñanzas o si la mayoría son préstamos tomados de otros personajes. Es muy probable que existiera un tal Jesús, pero seguramente no fue el que nos han transmitido los textos.


¿Cómo puede el hombre cometer “pecado” con intención voluntaria de ofender a DIOS? Él está por encima del hombre, y sería absurdo creer que el hombre hace algo contra un Dios que no conoce y que no le ha perjudicado en nada. Yo definiría la oración como una cobardía, impotencia y no darse cuenta de que se debe luchar. La oración no es el medio para comunicar con el Creador, con DIOS. No hace falta reflexionar mucho para que nos demos cuenta de que es imposible contactar con Él.

Muy de acuerdo con este pensamiento, excepto en la cuestión de que sea imposible contactar con Él., aunque esté en lo inexplicable. Todo el universo está interactuando e influyéndose recíprocamente, y no podemos negar completamente que puedan existir estados en los que se identifique esa atracción y se haga uso de ella para una elevación espiritual (ver NeuroTeología, Zohar, etc.)