Sobre el Sentido de la Vida
El hombre, una vez cubiertas sus necesidades primarias, creerá, no sin razón, que el sentido de su vida es alcanzar la felicidad, en todos los órdenes, para ello exige su libertad, tanto interna como externa, procura disponer para sí de los placeres mundanos, defender y proteger a los que ama, adquirir conocimientos y reconocimiento, atrapar su sitio en el mundo, porque sólo se vive una vez y la vida no se puede desperdiciar.
Hay otra posibilidad la cual, sin menoscabar el fin antes mencionado y pudiendo acaecer al mismo tiempo, estriba en creer que el sentido de la vida es conocerse a uno mismo, que debemos buscar algo más fuera de nuestro ego, de nuestra existencia mortal y puntual, del dolor y del placer, de la muerte como fin de la existencia. El que se encuentra en este estado, después de comprobar su ignorancia sobre casi todo, de entender que los ideales del ser humano, como felicidad, libertad, etc., son sólo instantes en los que degustamos, o mejor, olfateamos ese Bien, vislumbra que hay algo más profundo y recóndito. Cuando este hombre descubre su origen dependiente o, mejor dicho, que hemos sido creados por una entidad superior, se pregunta por qué y para qué en otra dirección; si hemos sido creados, y el acto de creación no es sólo el resultado del azar evolutivo ¿cuál será el sentido de nuestra vida? Todo lo creado tiene una finalidad ¿qué propósito tendría ese creador? ¿No podría ser que, a la par de ser felices, se nos hubiera encomendado purificar cuerpo y mente para poder despertar la chispa divina que coexiste con ellos, pero que tiene en pequeña escala todos los atributos de la perfección, para liberarla de las limitaciones de la materia?
En el lado opuesto, la agresividad y la violencia son el resultado de la inteligencia desequilibrada; eso puede corregirse según expresa el Dalai Lama con la superación, primero, de la ignorancia (origen del sufrimiento) sobre la verdadera naturaleza del ser, después aprender a vivir sin la marca de la culpabilidad, y, por fin, cultivar los estados positivos. De esa manera, reduciendo la presencia de los estados negativos, que sólo son obstáculos transitorios, nos daríamos cuenta de que todos venimos al mundo con la misión inexcusable de ser felices.
Pero nadie puede dejar de ser egoísta, excepto los hipócritas. El egoísmo es natural. Sí, siendo egoísta llega un momento en el que estás compartiendo. Lo fundamental es amarte a ti mismo tanto que ese amor rebose y alcance a los demás: “si una sociedad se sustenta en la ley, esa sociedad está dominada por el miedo. Cuando se sustenta en el amor, el miedo desaparece y no es necesaria la ley. El hombre no ha cambiado debido al castigo, sino que, en realidad, lo ha vuelto más corrupto”.
¿Qué es lo que entendemos por bondad ó compasión? Decía OSHO que: “significa aceptar los fallos y debilidades de los demás, sin esperar a que se comporten como si fueran perfectos. La compasión sólo surge cuando puedo ver que todo el mundo está relacionado conmigo; todo el proceso de la sociedad es una especie de hipnosis. Hay que volver a la mente natural, como un niño, deshacerse del odio, la rabia, la envidia. Una vez en este tramo nos iluminará la compasión, que no es sinónima de bondad. La bondad es algo que podemos ejercitar, pero la compasión sólo es posible cuando el ego ha desaparecido del todo”.
Y según el Dalai Lama: "Al generar compasión, en cambio, el asumir el sufrimiento de otro, también se puede experimentar inicialmente un cierto grado de incomodidad, una sensación de que aquello es insoportable. Pero, el sentimiento es muy diferente porque, por debajo de la incomodidad, hay un grado muy alto de alerta y determinación, ya que se asume voluntaria y deliberadamente el sufrimiento del otro con un propósito elevado. Aparece un sentimiento de conexión y compromiso, la voluntad de abrirse a los demás, una sensación de frescura en lugar de desánimo."
Olvidemos un poco el amor perfecto y valoremos esas pequeñas cosas que nos pasan desapercibidas por hábito ó costumbre, o porque estamos demasiado ensimismados en nuestro ego pero que, reconociéndolas, dan sentido continuo a nuestro existir.
Sabemos que todos somos interdependientes y, sin embargo, luchamos por ser autodependientes. Decía Bucay que el camino de la autodependencia que devolviera el sentido a la vida, que habíamos perdido, empezaba por contestarse en este orden tres preguntas básicas: quién soy, adónde voy y con quién. El Amar da por sí mismo sentido a nuestra vida, sin esperar a que seamos correspondidos en ello; pero, como el amor perfecto lo consideraríamos imposible, cualquier grado que alcancemos participa en su justa medida de ese ideal. Aunque parcial e incompleto, siempre genera una fuerza capaz de mejorarnos a nosotros mismos y alcanzar a los demás, cualquier gesto, mirada, intención, etc. hacia cualquier ser vivo que origina un canal para transmitir y recibir.
Es necesaria la desacralización de lo divino y su búsqueda en nuestro interior, una vez eliminados los obstáculos que se interponen, estructuras mentales y sociales sobre todo. Tenemos que renovar el concepto de Dios y conocer en qué medida somos también dioses, pero sabiendo de qué hablamos.¿Quizá la fe y las obras no se refieren a uno mismo?, ¿ó deberíamos decir: "Ama a Dios, al prójimo y a todas las cosas como a ti mismo”?, ¡no más ni sobre todo!
Si presuponemos la Creación en su conjunto como obra de un acto de Amor, como lo es la Música, la Pintura, las Artes en general, cuyo impulso que las genera en lo profundo creo que está basado en el amor al sonido puro, el amor a la imagen pura y perfecta, la construcción de objetos en un intento de asemejarnos a lo que un día fue la construcción perfecta, aunque no lleguemos nunca a tal nivel y sean copias imperfectas, ¿no genera esa producción felicidad, no se acerca a la plenitud, es irreal, es mala, es innecesaria? ¿no producen felicidad y amor a los que las disfrutan? ¿no irradian lo mejor del ser humano? Esa intención, ¿cómo la llamaríamos? No será que pretendiéramos con ese acto creativo inundar lo existente por Amor a la vida?
Si pudiéramos ponernos en el lugar de un hipotético Dios, creado o no a sí mismo, para el que la Vida es la consecuencia lógica, ya que la nada es absurda, no es nada ni puede crear nada, ¿no quisiéramos hacer extensiva la existencia a una multiplicidad de seres para hacer patente ese amor, para multiplicarlo, para perpetuarlo? ¿No sería un gozo observar tan solo la belleza del Universo, y no sería egoísta quedárselo para sí, en soledad? ¿Habría un objetivo más puro y loable que esta pretensión?
Admitiendo la existencia del espíritu individual, de algún lado tiene que haber salido ¿quién los creó? ¿son todos iguales? ¿o es sólo un único espíritu extendido por todas partes? ¿es ilimitadamente extenso e intemporal? ¿se puede decir que para ese espíritu no existen ni el espacio ni el tiempo? Puede que esos dos conceptos sólo sean convenciones útiles y válidas para los seres corpóreos, finitos y mortales que somos.
No somos perfectos, y dejando un poco de lado el acto creativo de dudosas causas y fines, ¿podemos afirmar que por el hecho de no ser perfectos ello nos induzca a pensar que no deberían existir otros seres que si lo fueran? Si hemos sido creados ó manipulados genéticamente en un remoto pasado, pero no con el fin de que estuviéramos al mismo nivel de partida de quien o qué lo hizo, sino sólo dándonos unas herramientas para que lo consiguiéramos por nosotros mismos, en un plazo abierto, con infinitas vidas por delante… ¡el Universo no tiene prisa!
Comparto la idea de la ausencia de un rumbo claro en nuestra sociedad actual, bajo mi punto de vista creo que no se ha hecho más que retroceder en lo referente al verdadero sentido de la vida y que en un comienzo se disponía de ese bagaje, que al parecer ante la amenaza evidente que tales poderes y conocimientos fueran utilizados de forma negativa, sus defensores los encerraron bajo el epígrafe de esotérico, podría decirse que sólo debían revelarse tras duras pruebas de iniciación a aquellos dignos de recibirlos. Ese lógico ocultamiento está desapareciendo y debe difundirse ese caudal como medio de encaminar al hombre a otro nivel de conciencia.
¿No parece utópico hoy día, cuando estamos controlados casi del todo por esos poderes oscuros que no tienen ningún interés en perder su dominio? Quizá tengamos todos pendientes de llevar a cabo el “conócete a ti mismo”, sencilla frase pero poderosa, compatible con el vivir aquí y ahora con toda su intensidad, puede que en esa labor encontráramos la grandeza escondida del ser humano, nuestra conexión manifiesta con todo lo existente, que sigo pensando que tiene como eje absoluto el Amor y la consecución de la Felicidad para nosotros y para los demás.
Así que vive con amor, intenta limpiar el lastre del pasado, desconfía de la mente y permanece atento a un cambio de conciencia que está a punto de llegar y que producirá un ser humano distinto, vibrando en otra dimensión donde sólo habrá sitio para el amor.
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