No se le puede pedir a la sociedad que contemple con los
brazos cruzados cómo unos cuantos renegados tratan de abatirla haciendo lo que
les venga en gana. Es natural que se desconfíe de esa gente y se considere mal
hecho lo que ellos tal vez hagan de buena fe. Y si la sociedad ve un mal en lo
que ellos estiman su bien, eso no es más que uno de los muchos castigos que
atraen sobre sí los que la burlan a sabiendas. No pretenderán que, mientras
ellos se pavonean, sus adversarios les aplaudan; eso sería pedirle mucho al
mundo. Y si eso sucediera, el mundo sería un lugar poco recomendable.
¡Reforma! La reforma puede esperar. Más importantes que
la reforma son el amor y el respeto. Si consideras que primero hay que destruir
las malas costumbres y las creencias equívocas, cada vez que quieras cruzar el
océano tendrás que empezar por achicar el agua. Desecha todo tu orgullo y todo
tu desprecio y, con auténtica humildad, identifícate con todos; entonces, con
amor, podrás poner remedio a millares de defectos e injusticias. Toda sociedad
tiene sus faltas y sus debilidades; pero mientras sus individuos se sientan
hermanados por el amor podrán neutralizar el veneno. La causa de la podredumbre
está siempre en el aire, pero mientras tú sigas vivo no podrá actuar, porque
solo las cosas muertas se pudren.
La diosa a la que yo adoro no es bella. La encuentro
donde hay pobreza y hambre, dolor y oprobio. No se le rinde culto con honores y
cánticos, sino con sangre. Sin embargo, mi mayor alegría es que no ofrezca
ningún elemento de simple placer; no, hay que prepararse a luchar con todas las
fuerzas y a renunciar a todo. Su imagen se nos muestra con crudo realismo y sin
paliativos; es un despertar, irresistible e insoportable, cruel y terrible que
pulsa con tal violencia las fibras de nuestro ser que, todas las notas de la
escala se quiebran en un sonido desgarrador. Cuando pienso en ello, el corazón
me salta en el pecho, la alegría que siento es una alegría de hombre. Lo que
busca el hombre es la visión de lo nuevo apareciendo en toda su belleza sobre
la llameante cresta de lo viejo, que es destruido. Sobre el fondo de este cielo
rojo de sangre, distingo un futuro radiante, libre de ataduras, lo estoy viendo
ahora, en este amanecer; escucha, en mi pecho resuena el latir de los tambores.
Aquello que es más grande que la patria solo puede
revelársenos a través de ella. Dios ha manifestado su naturaleza única y eterna
en distintas formas. Pero quienes dicen que la verdad es una y, por
consiguiente, solo hay una religión verdadera, aceptan tan solo esta verdad, es
decir: que la verdad es una, pero omiten reconocer la verdad de que la verdad
es ilimitada. La unidad infinita se manifiesta en la multiplicidad infinita.
Mientras disfrutamos de las comodidades de nuestra casa,
no podemos darnos cuenta del inmenso privilegio que es tener el aire y la luz
del exterior y nos olvidamos de los que, con culpa o sin ella, son sometidos a
insulto y a encierro y quedan privados de este don de Dios. No pensamos en esas
gentes ni nos sentimos ligados a ellos. Yo quiero ahora ser marcado con el
mismo estigma que ellos.
Quienes se dan por satisfechos adoptando la postura de
jueces son, en su mayoría, dignos de lástima. Los que están en la cárcel pagan
las culpas de quienes juzgan al prójimo, pero no a sí mismos. Muchos son los
que tienen parte en la perpetración de un delito, pero solo unos pocos
desgraciados lo purgan. Cuándo, cómo y dónde expiarán su culpa los que ahora
viven cómodamente es algo que no sabemos. Pero, por lo que a mí respecta, yo
denuncio esa falta respetabilidad y prefiero llevar en mi pecho la marca de la
infamia humana.
En este mundo, las cosas no ocurren como nosotros
quisiéramos. Primero te rondan sigilosamente, como el tigre en acecho, y luego,
de pronto, sin que tú sepas cómo, te saltan al cuello. También las noticias, al
principio, son como una hoguera apagada; pero se prende fuego y nadie puede
extinguirlo. Por esta razón a veces pienso que el único medio de ser libre es
mantenerse absolutamente estacionario. ¿Y dónde está la libertad si tú eres el
único que permanece estacionario? Si el resto del mundo opta por mantenerse en
movimiento, ¿Por qué va a permitírsete permanecer estático? Eso sería
contraproducente, pues cuando la marcha hubiese comenzado y te quedases solo,
no podrías por menos que considerar a tu inmovilidad como un engaño. Así, pues,
has de permanecer siempre alerta; de lo contrario, cuando todo avance, tú no
estarás preparado.
Piensa bien si obras en beneficio de una secta o en el de
toda la humanidad. ¡Qué distintas necesidades, qué diferencias de carácter, qué
multitud de tendencias! Todos los hombres no están en la misma etapa del
camino; unos están al pie de las montañas, otros frente a los mares y otros al
borde de las llanuras, pero ninguno puede mantenerse estacionario, todos deben
mantenerse en movimiento. ¿Quieres imponer a todos tu secta? ¿Pretendes cerrar
los ojos e imaginar que todos los hombres son iguales y que han venido al mundo
para hacerse miembros de tu secta? Si ésta es tu idea, entonces dime ¿en qué te
diferencias de esas naciones ladronas que, a causa de su culto a la fuerza
física, se niegan a reconocer que las diferencias entre los pueblos son de un
valor incalculable para toda la humanidad, y creen que la mayor ventura
imaginable sería que ellos conquistaran a todas las naciones del mundo
poniéndolas bajo su yugo y reduciendo a todos los hombres a la esclavitud?
Dios hizo a los hombres distintos unos de otros por sus
ideas y por sus obras, con una gran variedad de credos y de costumbres, pero
fundamentalmente iguales en su humanidad. En todos hay algo que ha de
identificarnos a unos con otros y nos revelará la existencia de un ser grande y
maravilloso en el que hallaremos la explicación del secreto que se esconde bajo
la historia de las religiones.
Veremos que la llama de sacrificios pasados sigue
ardiendo entre las cenizas, y vendrá un día en el que, rebasando los límites de
tiempo y lugar, esta llama abarcará todo el mundo.
Rabindranath Tagore – Gora