¿Hay mayor inteligencia
vital que el instinto?
Un ser humano, para que la
vida sea vida, no tiene que desconectarse jamás de su corazón. Si no hay pureza
no es posible conectar con las potencias cósmicas que nos ayudan. Si no hay
pureza ¿qué seremos capaces de hacer con esta vida? Pureza y consciencia: eso
es lo que necesitamos.
Todas las criaturas
sufren. Pero el ser humano puede transformar el sufrimiento y abrazarlo para
acopiar, a través de él, consciencia y pureza. Consciencia pura; intenciones
puras. Todas las criaturas son iguales, pero cada criatura es a la vez
especial, porque es una célula de la Gran
Diosa. La experiencia va a nuestro favor si sabemos qué hacer
con ella. Ahora bien, el tiempo, como no nos apliquemos al trabajo sobre
nosotros mismos, va siempre en contra nuestra. La vida es un suspiro. Es como
un sueño, pero como un sueño que podemos hacer consciente.
La consciencia es una
gloria y una carga muy pesada; un logro
y una limitación. Depende de lo que hagamos con ella. El cuerpo es el vehículo
del espíritu. Es Sagrado. El espíritu entra y sale por cada poro de nuestro
cuerpo. No debe hallar obstáculos. El espíritu lo impregna todo y en todo
palpita. Siente la naturaleza. Percíbela. No la pienses. Percibe la atención
serena; el sosiego atento. Que nada se te pase. No pienses; no analices.
Siente, percibe. Este es el momento, el instante. Puede ser el último,
aprovéchalo.
Desde este universo de
formas podemos conectarnos con el otro y obtener sus influencias auxiliadoras.
Cada vez que logramos entrar en el lugar anterior al pensamiento, se abre la
puerta al otro mundo. En el silencio interior se escucha el lenguaje inaudible
del otro mundo. Tenemos que sentir la vida como una generosa copa cuyo dulce
líquido nunca se agota.
Nos queremos mal a
nosotros mismos y lo que hacemos es desear que los demás nos procuren placer y,
enganchados a ese placer que nos proporcionan, creemos engañosamente que eso es
amor. Cada uno es responsable de su propio aprendizaje vital, pero hay
“conocimientos” que nos pueden ayudar a desarrollar y acumular consciencia,
compasión y sabiduría. Estos conocimientos no son de nadie en particular, pero
quien los tiene los puede transmitir, como la llama de una vela enciende otra
vela. La consciencia acumulada es el desencadenante de la compasión. Sin
consciencia y sin compasión el cuenco de nuestras vidas siempre está vacío,
penosamente vacío. Y si no tienes nada en el cuenco, ¿qué vas a dar?
Tienes que aprender a ser
consciente de lo interno y de lo externo; o sea, volver con lucidez la mente
hacia fuera y hacia dentro. Pureza interior y acción diestra. Todos los métodos
y enseñanzas son para llegar a lo mismo. Esta tierra sería apacible y hermosa si
los hombres hubieran ganado la intención pura y la acción diestra.
El soma es el néctar
interior que circula por nuestras venas cósmicas cuando abrimos el ojo de la
sabiduría. Es el más dulce y nutritivo alimento espiritual. Hay muchos planos
de existencia. En cada plano hay una realidad, pero es real solo en es plano y,
en cambio, ilusoria en otro. Los fenómenos de esta vida son reales en su plano,
pero no en la mansión de la Paz
donde habitan los espíritus de los muertos.
Aprende a desasirte de los
pensamientos, porque de nada te protegen ni en nada te ayudan. Encárate contigo
mismo, en soledad, para sacar lo más real de ti mismo. Si te aferras, te
aterras. No te resistas a la soledad. Atraviésala. El secreto está en que
cuando no nos resistimos a ella, desaparece. Si nos apresuramos lentamente,
llegaremos pronto; si nos apresuramos rápidamente, ya no llegaremos. Si te
aferras a algo, ya lo estás perdiendo; pero si te alejas de ello,
conscientemente lo atraes.
Escucha tus emociones y el
lenguaje de tus células. Tienes que aprender a observar y a observarte, pero no
debes implicarte en lo observado, para de ese modo poder ir recobrando el lugar
anterior al comienzo. Ese lugar se halla antes de la mente, las emociones y el
cuerpo. Si aprendes a renunciar a tu ego y a contener tu pensamiento mecánico
encontrarás la energía de la Suprema Diosa
dentro de ti. Pero hasta que uno comienza a tomarle el gusto a ese lugar
anterior al comienzo, y se ejercita para instalarse en él, uno permanece
extraviado en las percepciones, en las emociones y los intrincados lenguajes
del pensamiento. De vez en cuando tienes que aprender a detener el pensamiento
y nutrirte de la reveladora desnudez del ser antes de manifestarse como mente y
cuerpo. Aprende a no dejarte absorber por el ruido de la mente.
Hay un gran poder curativo
en el silencio interior. Se abre una vía de escape a los residuos del trasfondo
de la mente y éstos evacuan. Hay una puerta muy estrecha hacia el elemento de
no-muerte y que solo algunos logran encontrarla y muchos menos abrirla. Si te
sientes “yo” no eres más que una persona en la esclavitud; pero si no te
sientes, eres el Universo que juega a limitarse en tu organización
cuerpo-mente. Si dejamos fuera el ego, nos incorporamos a la vida y sentimos la
inmensidad de lo Inefable.
Trata de armonizarte con
los ritmos del universo. Armonízate. La mente vacía; el cuerpo como un valle
silencioso e inmóvil. La respiración como una nube que viene y parte.
Inmensamente quieto. Tienes que aprender a sentir sin pensar, mirar sin
analizar, vivir sin juzgar. Si tu cuerpo es como un hueco, te sentirás el Todo.
Ramiro calle – El Sabio de las Montañas Azules
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