De todas las poderosas armas de destrucción
que el hombre ha sido capaz de inventar,
la más terrible, y la más cobarde, es la palabra.
Los puñales y las armas de fuego dejan
vestigios de sangre. Las bombas hacen temblar
edificios y calles. Los venenos acaban siendo
detectados.
Dice el maestro:
La palabra consigue destruir sin dejar pistas.
Niños
condicionados durante años por los padres,
hombres criticados sin piedad, mujeres
sistemáticamente humilladas por comentarios de
sus maridos. Fieles alejados de la religión por
aquellos que se juzgan capaces de interpretar la
voz de Dios.
Intenta ver si tú estás utilizando esta arma.
Intenta ver si estás utilizando esta arma contra ti
mismo. Y no permitas ninguna de las dos cosas…
La palabra es poder. Las palabras
transforman al mundo y al hombre.
Todos hemos oído decir alguna vez:”No se debe
hablar de las cosas buenas que nos ocurren, pues
la envidia ajena destruirá nuestra alegría.”
Nada de eso: los vencedores hablan con orgullo
de los milagros de sus vidas. Si pones energía
positiva en el aire, atrae más energía positiva, y
alegra a aquellos que realmente te quieren bien.
En cuanto a los envidiosos, a los derrotados,
solo podrán causarte algún daño si les das ese
poder.
No temas. Habla de las cosas buenas de tu vida
para quien quiera oírlas. El Alma del Mundo
tiene una gran necesidad de tu alegría.
Partimos por el mundo en busca de nuestros
sueños e ideales. Muchas veces ponemos en
lugares inaccesibles lo que está al alcance de la
mano. Cuando descubrimos el error, sentimos
que hemos perdido el tiempo, buscando lejos lo
que estaba cerca. Nos culpamos por los
pasos equivocados, por la búsqueda inútil, por los
disgustos que causamos.
Dice el maestro:
Aunque el tesoro esté enterrado en tu casa,
solo lo descubrirás cuando te alejes.
Hay ciertas cosas en nuestra vida que tienen
un sello que dice: “Solo te darás cuenta de mi
valor cuando me pierdas y luego me recuperes.”
No sirve de nada querer acortar el camino.
Dice el maestro:
Todos necesitamos amor.
El amor forma parte de la naturaleza humana,
tanto como comer, beber y dormir. Muchas
veces nos sentamos ante un bonito atardecer,
completamente solos, y pensamos: “Nada de
esto tiene importancia, porque no puedo
compartir todas esta belleza con nadie.”
En estos momentos, vale la pena preguntar:
¿cuántas veces nos han pedido amor, y nosotros
simplemente giramos la cara para otro lado?
¿Cuántas veces hemos tenido miedo de
acercarnos a alguien, y decirle, con todas las
letras, que estábamos enamorados?
Cuidado con la soledad. Es tan viciosa como las
drogas más peligrosas. Si el atardecer ya no tiene
sentido para ti, sé humilde y parte en busca de
amor. Piensa que, así como otros bienes
espirituales, cuanto más estés dispuesto a dar,
más recibirás a cambio.
“Vamos a imaginar que la vida es perfecta.
Estás en un mundo perfecto, con personas
perfectas, que tienen todo lo que quieren, en el
que todo el mundo lo hace todo correctamente,
en el momento oportuno. En este mundo tienes
todo lo que deseas, solo lo que deseas,
exactamente como lo soñaste. Y puedes vivir
cuantos años quieras.
Imagina que, después de cien o doscientos
años, te sientas en un banco inmaculadamente
limpio, ante un paisaje magnífico, y piensas:
¡Qué aburrido! ¡Falta emoción!
En ese momento, ves un botón rojo delante
de ti, que dice: ¡SORPRESA!
Después de considerar todo lo que esta palabra
significa, ¿pulsas el botón? ¡Claro! Entonces
entras por un túnel negro, y sales al mundo en
el que estás viviendo en este momento.”
Paulo Coelho – Maktub
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