miércoles, 28 de diciembre de 2011

Telepatía: nuestro sexto sentido

Nos acercamos en una serie de episodios al fascinante mundo de la Telepatía, que en todos yace dormida y puede ser despertada. Encuentros y coincidencias mentales, sueños premonitorios, visiones místicas, precognición... todos somos o podemos volver a ser telépatas, aunque no siempre lo queramos. Ello depende en parte de los que llamamos PSI positivo o negativo, que radica en nuestra actitud favorable o desfavorable hacia las percepciones extra-sensoriales.









1) Telepatía y el Vehículo Etérico, por el Maestro tibetano Djwhal Khul


El Campo del Intercambio Telepático

Al considerar el tema de la telepatía debe tenerse en cuenta que el cuerpo etérico de todas las formas de la naturaleza es parte integrante de la forma sustancial de Dios Mismo -no la forma física densa- sino aquello que los esotéricos consideran la sustancia de la cual está hecha la forma. Empleamos la palabra Dios para significar la expresión de la Vida Una que anima a todas las formas en el plano objetivo externo. El cuerpo etérico o de energía de todo ser humano es parte integrante del cuerpo etérico del planeta mismo y, en consecuencia, del sistema solar. Por este medio, el ser huma­no se relaciona con toda expresión de Vida divina, grande o di­minuta. La función del cuerpo etérico consiste en recibir impulsos de energía o corrientes de fuerza que lo ponen en actividad. Y emanan de alguna fuente originaria. El cuerpo etérico, en realidad, sólo es energía. Está compuesto de miríadas de filamentos de fuer­za o diminutas corrientes de energía, mantenidas en relación, por su efecto coordinador, con los cuerpos emocional y mental y el alma. Estas corrientes de energía a su vez producen un efecto sobre el cuerpo físico, induciéndolo a emprender alguna actividad, según la naturaleza y poder del tipo de energía que rige al cuerpo etérico en determinado momento.


A través del cuerpo etérico circula energía que emana de al­guna mente. La masa humana responde inconscientemente a las decisiones de la Mente universal; esto en la actualidad se complica por la creciente respuesta al conjunto de ideas -denominado opi­nión pública‑ que proviene de la mentalidad humana, la cual evoluciona rápidamente. En la familia humana se encuentran tam­bién quienes responden a ese grupo interno de Pensadores que trabajan con materia mental, controlando, desde el aspecto subje­tivo de la vida, el surgimiento del gran Plan y la manifestación del Propósito divino.


Estos Pensadores se agrupan en siete divisiones principales, siendo presididos por tres grandes Vidas o Entidades supercons­cientes: el Manu, el Cristo y el Mahachohan, que trabajan em­pleando principalmente el método de influir las mentes de los adeptos y de los iniciados. Éstos a su vez influyen a los discípulos del mundo, los cuales, cada uno en su lugar y bajo su propia responsabilidad, elaboran su propio concepto del plan, tratando de expresarlo de acuerdo a sus posibilidades. Por lo tanto, como pue­den suponer, este proceso aminora el grado de vibración, hasta que llega a ser tan densa que afecta la materia del plano físico, facilitando así la producción de efectos organizados en dicho plano. Hasta ahora tales discípulos han trabajado en forma aislada, excep­to cuando, debido a las relaciones kármicas, se han puesto en contacto entre sí, y la intercomunicación telepática ha sido limitada fundamentalmente a la Jerarquía de adeptos e iniciados, tanto en encarnación como fuera de ella, y al trabajo individual que realizan con Sus discípulos.


Sin embargo, se cree que es posible establecer ahora una con­dición similar y una relación telepática entre los discípulos del plano físico. Donde se encuentre este grupo de místicos y conoce­dores, oportunamente hallarán que es factible comunicarse entre sí, y en la actualidad lo hacen con frecuencia. Una idea mística fundamental o alguna nueva revelación de la verdad es súbita­mente reconocida por una mayoría, hallando expresión simul­tánea en numerosas mentes. Nadie puede pretender el derecho individual a la verdad o principio enunciado. Numerosas mentes lo han registrado. Por lo general se afirma que dichas personas se han conectado con las corrientes mentales internas o han res­pondido a la acción de la Mente universal. Literal y técnicamente esto no es así. Un miembro de la Jerarquía planetaria extrae la idea de la Mente universal de acuerdo a Su tendencia y equipo mental, y las necesidades inmediatas son sentidas por los adeptos activos; entonces presenta la nueva idea, el nuevo descubrimiento o la nueva revelación al grupo de adeptos -lógicamente en forma telepática‑ y cuando ha sido considerado por el grupo, lo presenta a Su grupo de discípulos. Entre ellos hallará quien responda con más facilidad e inteligencia y éste, mediante su claro pensar y el poder de las formas mentales formuladas, puede entonces influir sobre otras mentes, las cuales a su vez captan el concepto como propio, se apoderan de él y lo llevan a la manifestación. Cada uno considera como privilegio especial hacerlo así y, debido a esta facultad especializada y a la responsabilidad automáticamente ge­nerada, pone en ello toda su energía; entonces trabaja y lucha en pro de sus formas mentales.

En la unión está la fuerza. Ésta es la segunda ley que rige la comunicación telepática.

La primera ley es:

El poder de comunicación se halla en la naturaleza misma de la propia sustancia; reside potencialmente en el éter, y el significado de la telepatía se encontrará en la palabra omni­potencia.

La segunda ley es:

El intercambio entre muchas mentes produce una unidad de pensamientos suficientemente poderosa como para ser re­conocida por el cerebro.


Tenemos aquí una ley que rige la actividad subjetiva y otra que rige la manifestación objetiva. Explicaremos estas leyes en la forma más sencilla posible. Cuando cada miembro del grupo puede actuar en la conciencia mental, sin el entorpecimiento del cerebro o de la naturaleza emocional, descubrirá la universalidad del principio mental, el cual constituye la primera expresión exo­térica de la conciencia del alma. Luego penetrará en el mundo de las ideas, llegando a ser consciente de ellas por medio de la placa sensitiva y receptora de la mente. Entonces buscará a quienes, respondan al mismo tipo de ideas y reaccionen simultáneamente al mismo impulso mental. Al unirse a ellos descubre que está en comunicación con ellos.


La comprensión de la primera ley produce su efecto en la mente o cuerpo mental; la comprensión de la segunda produce resultados en una estación receptora inferior, el cerebro, lo cual es posible mediante el fortalecimiento de la reacción mental del hombre por la reacción mental de otros, similarmente receptivos. Se observará que este proceso de comunicación, regido por ambas leyes, siempre ha actuado entre los adeptos, iniciados y discípulos avanzados que tienen cuerpos en el plano físico. Este proceso debe ser ahora divulgado y desarrollado constantemente por el grupo de místicos y servidores del mundo que emerge, y es, en potencia, el Salvador del mundo.


Sólo quienes conocen algo de lo que significa concentración y meditación, y pueden mantener la mente firme en la luz, serán capaces de comprender la primera ley y ese intercambio de ener­gías dirigidas por la mente, que tiene un punto de expresión en la mente de algún pensador inspirado y otro en la mente del atento servidor mundial, que trata de sintonizarse con esos proce­sos mentales que contienen la clave para la salvación final del mundo. La energía que dirige el pensamiento tiene su origen en un Pensador que puede penetrar en la Mente divina, debido a que ha trascendido Sus limitaciones humanas; el receptor dirigido por el pensamiento es el hombre que, exotéricamente hablando, ha ali­neado su cerebro, su mente y su alma.


En realidad la omnipresencia, ley de la naturaleza basada en el hecho de que los cuerpos etéricos de todas las formas constitu­yen el cuerpo etérico del mundo, hace posible la omniciencia. El cuerpo etérico del Logos planetario es impelido a la actividad por Su voluntad dirigida; la energía es el resultado de Su forma men­tal que opera en Su cuerpo de energía y a través del mismo. Esta forma mental corporifica y expresa Su propósito mundial. Todas las formas de vida subhumanas y las formas humanas, hasta la etapa del hombre avanzado, están regidas por el pensamiento divino, por intermedio de los cuerpos de energía que son parte integrante del todo. Sin embargo reaccionan inconsciente e igno­rantemente. La humanidad evolucionada, los místicos y conoce­dores, son cada vez más conscientes de que la mente dirige el proceso evolutivo. Cuando esta conciencia sea cultivada y la mente individual establezca conscientemente contacto con la mente de Dios, a medida que se expresa por medio de la mente iluminada de la Jerarquía de adeptos, tendremos el constante desarrollo de la omniciencia. Ésta es la descripción del verdadero sentido del intercambio telepático, pues describe el crecimiento de esa oli­garquía de almas selectas que oportunamente regirán al mundo, las cuales serán seleccionadas para gobernar y reconocidas por las masas como capacitadas para desempeñar tan alto cargo, gracias a la coordinación que han establecido entre:

1. La mente universal.

2. Su mente individual iluminada por la conciencia del alma.

3. El cerebro, reaccionando a la mente individual.

4. El grupo de aquellos cuyas mentes y cerebros están simi­larmente sintonizados y relacionados telepáticamente.

... se presu­me que sus mentes, están, en cierta medida, sintonizadas con el alma y también alineados en tal forma, que el alma, la mente y e1 cerebro se han coordinado, comenzando ya a actuar como una unidad. Tal es la responsabilidad del individuo. Ahora viene la tarea en que se ha de aprender a responder al grupo y tratar de ponerse en contacto con esas mentes que están energetizadas por corrientes de pensamientos similares, lo cual debe cultivarse.

2 comentarios:

  1. Complicada la telepatía...y a veces parece tan sencilla y le damos poca importancia.
    Saludos, Manuel!

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  2. Es que es muy sencilla, simplemente transmisión de energía junto a contenidos mentales. Si somos como bolas luminosas de extensión ilimitada, algo parecido a lo que dice Castaneda, se concluye fácilmente que estamos interconectados... luego la energía fluye libremente por todo lo que existe; somos receptores de radio permanentes que hemos olvidado cómo interpretar la señal adecuadamente.

    Lo que sí es más complicado es este texto, pero me interesó porque indaga en la mente universal o divina como germen que "controla" e informa lo existente.

    Saludos, Gloriana... y feliz año!

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