Llegaste aquí
cuando te tocó llegar y te marcharás cuando sea el momento, independientemente
de tu opinión al respecto. Si ves cómo envejece tu cuerpo, saber que no eres tú
el que lo está cambiando, que los cambios simplemente ocurren. Tu cuerpo está
siendo vivido por el gran Tao, la fuente creadora de todo. Si tu ego fuera de
verdad el que manda, nunca te saldrían arrugas, ni manchas de la edad, ni
canas, ni morirías. Te guste o no, algo más grande que el ego está a cargo de
todo.
Al hacerte
consciente de tu auténtico ser, solo necesitas prestar una total atención a tu
ego, y éste retrocederá poco a poco y de manera natural ante la luz de tu
conciencia. Recuerda, tú no eres solo el cascarón temporal al que llamas tu
“cuerpo”, eres una esencia divina que no tiene límites ni forma, que es
infinita.
Cuando te fijas en
el parloteo del ego, descubres la capacidad de superar hábitos muy
establecidos, y empiezas a ver todo aquello para lo que estabas cegado a base
de poner excusas. El conocimiento te lleva a tu ser más elevado; el ego te
lleva a tu yo terrenal. Cuando dejas que lo divino crezca en ti, aportas
conocimiento a todos los aspectos de tu vida.
Dejar que lo divino
crezca en ti implica sinceridad, servicio a los demás, bondad y reverencia para
toda la vida. Emprender el camino del conocimiento fomenta el crecimiento y la
aparición de pensamientos auténticos en tu mundo interior, y tu yo inferior se
desvanecerá mientras lo divino crece dentro de ti.
A mí la lógica me
parece suficientemente clara: sintoniza
con la energía que lo puede todo, porque esa es tu naturaleza original. Las
excusas son pruebas de que has descartado una manera de pensar que todo lo
puede, a favor de una que todo lo limita. En otras palabras, es imperativo que
reduzcas el pensamiento dominado por el ego (que casi siempre solo te ofrece
excusas) a favor de un modo de pensar que esté sintonizado con las ideas de
“todo es posible”.
Estando en el
ahora y en un estado de gratitud por todo lo que es y por todo lo que eres,
domas al ego y entras en un estado en el que las excusas no se pueden ni
considerar. ¿Qué excusas necesitas cuando estás completamente presente?
Ninguna. ¿De qué sirve el ego, ese falso yo, cuando estás con la fuente en este
momento? No gastes el presente con pensamientos de pesar o preocupación. La
experiencia del conocimiento superior es tu premio. Cuando el ego toma el
control, prácticamente todos los pensamientos están poniendo excusas,
centrándose en lo que siempre ha sido o en lo que temes que siempre será. Pero
cuando haces amistad con el momento presente, dices adiós a ese molesto ego.
Las excusas que
utilizas con frecuencia (será difícil, va a ser arriesgasdo, se va a tardar
mucho tiempo, habría un drama familiar, no me lo merezco, no es mi manera de
ser, no me lo puedo permitir, nadie me va a ayudar, nunca ha ocurrido antes, no
soy lo bastante fuerte, no soy lo bastante listo, soy demasiado mayor, las
reglas no me lo permitirán, es demasiado grande, no tengo tanta energía, la
culpa es de mi historia familiar personal, estoy demasiado ocupado, me da mucho
miedo…) se han instalado en tu mente, que está dominada por tu ego o falso yo. Por
consiguiente, no se limitarán a hacer las maletas y marcharse sin entablar
lucha. Esas excusas se han convertido en compañeros familiares para tu ego, y
siempre están preparadas para saltar en tu defensa.
Probablemente las
excusas en las que tiendes a apoyarte incluyen algunas ideas que has contemplado
durante toda tu vida hasta la fecha. Cuanto más reflexionas sobre la
imposibilidad de que tus deseos se cumplan, cuanto más te quejas de lo injusta
que es la vida y más te molesta lo que la vida se empeña en manifestar, más
definen tu vida esas mismas cosas. Eso se debe a que aquello en lo que te
concentras aparece invariablemente en tu vida, ya sea lo que quieres o lo que
no quieres. Así que si siempre estás pensando o hablando de lo que va mal en tu
vida, estás atrayendo precisamente lo que no deseas.
Decidirse por una
actitud “!Basta de excusas!” significa negarse rotundamente a participar en el
ritmo derrotista que acabo de describir. Aprendes a moverte en un nuevo
terreno, donde tus pensamientos se ven como realidades potenciales, y tienes el
sagrado deber de contemplar solo lo que se origina en tu auténtico ser. Y esto
es algo en lo que puedes empezar a trabajar ahora mismo.
Para comprender
del poder de la contemplación, debes esforzarte por entender la ley de tu ser
como algo que te permite utilizar tus procesos de pensamiento para mantenerte
sintonizado con el espíritu o la energía de la fuente.
Procura imaginar
que todo y todos tienen su origen en una energía sin forma que hemos acordado
llamar “espíritu”, y después visualiza el espíritu como una fuerza creativa que
utiliza la contemplación para expresarse a sí misma en una forma material.
Cuando simplemente
te haces consciente, dejas de ser una víctima de los infinitos virus mentales
que parece que te impiden acceder a tu completa realización. Ya no te resulta
difícil cambiar aquellos viejos patrones de pensamiento que te impiden vivir a
niveles óptimos de éxito, felicidad y de salud. Disfrutas conscientemente del
conocimiento de que ni los memes, ni los genes, ni ninguna otra cosa del mundo
material tiene control absoluto sobre ti… y no hay límites respecto a en quién
puedes convertirte.
La renuncia es el
primer paso. Pero la verdadera renuncia consiste en darse cuenta de que no hay
nada a lo que renunciar, puesto que nada es tuyo. Aunque te pueda resultar difícil
asimilarlo, cuando renuncias produces riqueza. Estar dispuesto a rendirse
significa no volver a necesitar excusas. Al final, todo es como es. Dios no
necesita excusas… y como tú y Dios sois la misma cosa, tú tampoco las necesitas.
Tienes que estar
dispuesto a aceptar los aspectos de la vida que te salgan al paso y ordenarlos
de manera que trabajen contigo y para ti, no contra ti. La clave es estar
dispuesto. Las piezas aparecerán. Siempre lo han hecho y siempre lo harán. Tu disposición
a ordenarlas en lugar de quejarte o poner excusas, tendrá su recompensa.
Cuando cambias al
estado de compasión toda culpa desaparece. Así que, independientemente de lo
que quieras para ti mismo, descubre cómo puedes querer más para algún otro y
después haz ese cambio. En ese momento de contemplación, la compasión erradicará
el señalar con el dedo y derrotará a la presentación de excusas. Y empezarás a
pensar como piensa Dios: servir, ofrecer, dar y amar libremente.
Ahora es el
momento más importante porque es el único momento en que tenemos algún poder. La
persona más importante es aquella con la que estás, porque nadie sabe si alguna
vez tratarás con alguien más. Y el asunto más importante es hacerle el bien,
porque solo para ese propósito fue enviado el hombre a esta vida.
Entabla una
conversación con tu mente subconsciente en la que dejes claro que no vas a
permitir que parte de tu vida esté dirigida por un extraño invisible que actúa
y reacciona basándose en una programación memética o genética. Y decide que no
vas a consentir (o a excusar) una conducta originada en una parte inconsciente
de ti.
Cuanto más vivo, más
dispuesto estoy a dejar que unos poderes invisibles hagan su magia conmigo y a
mi alrededor, y menos lo pongo en cuestión. He renunciado a la idea de que
estoy separado de la mente omnisciente del universo. En este estado de
reverencia siento pasión todo el tiempo. No necesito hacer nada: la siento ante
cada rostro que miro, ante cada noche estrellada y cada flor que observo. Mis mejores
momentos de entusiasmo ocurren cuando intento pensar y actuar como lo hace la
ommnisciente y benevolente fuente de todo. Cuando me libro del ego, soy más
capaz de mantener mi pasión. La presencia de la pasión (sentirse bien) es también
lo mismo que haber despertado al Dios que hay dentro.
Wayne Dyer – ¡Basta
de excusas! Cómo cambiar los pensamientos de toda una vida. (... en español se ha editado con el título: "Piensa diferente,
vive diferente. No te creas todo lo que piensas". Creo que el original del autor es más directo y apropiado. Una lectura enormemente recomendable, junto a su conmovedora película: El Cambio -The Shift-).
Tiene muy buena pinta ese libro. Seguro que nos ayuda a sentirnos mucho mejor.
ResponderEliminarUn beso grandote
La verdad es que pone el dedo en la llaga de la inutilidad de las excusas que solemos poner para, en definitiva, no ser lo felices que podemos ser. Todo radica en nuestra mente mezquina que entorpece nuestro crecimiento con su yugo formado de conceptos.
EliminarSaludos!
ResponderEliminarCuanto más vivo, más dispuesto estoy a dejar que unos poderes invisibles hagan su magia conmigo y a mi alrededor, y menos lo pongo en cuestión. He renunciado a la idea de que estoy separado de la mente omnisciente del universo. En este estado de reverencia siento pasión todo el tiempo. No necesito hacer nada: la siento ante cada rostro que miro, ante cada noche estrellada y cada flor que observo. Mis mejores momentos de entusiasmo ocurren cuando intento pensar y actuar como lo hace la ommnisciente y benevolente fuente de todo. Cuando me libro del ego, soy más capaz de mantener mi pasión. La presencia de la pasión (sentirse bien) es también lo mismo que haber despertado al Dios que hay dentro.
Este párrafo lo tendré que analizar muy bien.
Saludos!
Pero analízala desde tu corazón, porque la mente nos va a poner mil y una pegas. Es como se defiende el ego, que se va a resistir lo indecible para no ser aniquilado.
EliminarPor otra parte, es casi imprescindible leer el libro completo para entender cómo ha llegado el autor a esa certeza, que es fruto de muchos años de introspección,
Un abrazo!
Realmente creo que no soy solo el cascarón de mi cuerpo y si una esencia, pero divina, lo pongo en duda. Tan sólo me veo como un ente que se infiltró de una estructura y vive en un mundo real a primera vista e irreal en todos los sentidos.
ResponderEliminarEcharé un vistazo al libro.
Saludos.
Muy bien, pero ese ente diferenciado de la materia debe haber salido de alguna parte, o ser expresión de una energía creadora. Sea como fuere, cualquier concepto de lo divino acabará tarde o temprano resultando falso, solo tenemos de espejo de ello a la naturaleza, la creación, el misterio de la vida. Por eso el autor incide en que nos consideremos como Dios, como depositarios de una pureza espiritual que es feliz y radiante por sí misma, llamémosle divina o lo que sea... la cuestión es si la sentimos o no. Pero seguramente no la sentimos porque el ego que hemos ido creando se ha apoderado de toda nuestra vida y, valga el símil, se ha erigido en "macho alfa" de la manada de nuestro yo total.
EliminarSaludos!