Cuando la sociedad está
tan dividida, cuando parece que cada uno va a lo suyo resulta que, de repente,
la gente deja de ser gente y pasan a ser personas que colaboran, sin pensar en
ideologías, banderas ni credos; se unen como una gran masa de amor y compasión
y arriesgan sus vidas, todo lo que son y tienen para ayudar, dar consuelo, para
demostrar que, a pesar de lo que nos intenten inculcar, el ser humano puede
sortear cualquier obstáculo, y convertirse en algo maravilloso y digno de
admiración.
El ser humano no está en crisis, solo lo está el poder de algunos seres humanos egoístas. En ocasiones perdemos la fe en la humanidad y en su capacidad de sentir y de ser mejores. A diario, los noticiarios nos proporcionan el lado más ruin y negativo de nuestros congéneres y, en definitiva, de nosotros mismos. Esto es una información sesgada. En el mundo ocurren cosas maravillosas cada día, pero esto no debe ser especialmente interesante para ciertos grupos que se dedican a utilizarnos como esclavos de un sistema que a ellos les conviene. Necesitan muchas manos que trabajen y que se preocupen por sostener un sistema económico y social que les beneficia a ellos, pero en el que la mayoría somos perjudicados. Hemos pasado de la esclavitud física a la mental y espiritual por arte de magia.
Mi fe, que podría ser tan
irracional o sólida como casi cualquier otra, es la de que la humanidad está
compuesta de seres que en muchas ocasiones se juzgan con demasiada dureza, que
actúan de tal forma que causan su propio sufrimiento y el ajeno pero que, en
esencia, ante una tragedia, cuando consiguen superar sus limitaciones
autoimpuestas pueden, sin duda, convertirse en héroes anónimos que poseen las
más bellas virtudes.
Pero lo cierto y verdad es
que incluso en las grandes tragedias –o especialmente en ellas– encontramos
fuerzas para comportarnos según nuestra verdadera naturaleza: la bondad. Cuando
las personas se hallan en una situación límite, acostumbran a actuar de una
forma heroica y desinteresada. Cuando un hecho trágico es tan impactante como
para que desconectemos el piloto automático por el cual otorgamos trascendencia
a cosas que por los demás solo tienen el alcance de lo efímero, eso debería
darnos la oportunidad de comprender que todos los seres humanos tienen la
capacidad de ser compasivos y, en esencia, héroes.
Tienes una fuerza en tu
interior capaz de aportar al mundo una diferencia. Eres capaz de dar amor,
ayuda, amparo, compasión y heroísmo. Y eres capaz porque lo llevas dentro. El
ser humano es como un trozo de carbón, que cuando se somete a muchísima
presión, da como resultado un diamante de belleza sobrecogedora. Eso somos,
diamantes por descubrir y, mediante la decisión consciente, podemos pulirnos
adecuadamente para brillar, tal vez para dar más luz a un mundo que, nos
quieren convencer, está lleno de oscuridad.
Solo los locos han tenido
la visión suficiente para hacer cosas que a los demás les hubieran parecido
absurdas, carentes de lógica, arriesgadas y peligrosas. A algunos de estos
“locos” hoy en día se les conoce como grandes genios. Estos genios en algún
momento dieron un paso más allá, como poseídos por una visión propia. Ellos
dieron la espalda a lo que era comúnmente aceptado y se embarcaron en una
aventura que era desaconsejada por todos.
Podemos tener la absoluta
seguridad de que todas nuestras acciones tendrán una consecuencia, lo que
llamamos Karma. Estrictamente hablando, las consecuencias no son buenas o
malas, sino que lo son las acciones. Si las acciones son conscientes, podemos
tener un mayor control sobre las consecuencias, darles el toque mágico de la
intención positiva, constructiva, alegre y desinteresada. Así, cuando
comenzamos a crear rutinas conscientes y positivas, nos acercamos mucho a una
visión mejorada de nosotros mismos. De hecho, al ser conscientes creamos las
rutinas que nos aportan la dinámica de acciones positivas que tendrán
consecuencias felices. Creamos nuestro futuro desde nuestro más inmediato
presente gobernando la nave de nuestros pensamientos y emociones.
Traer al consciente lo que es inconsciente,
estando presentes en cada acción que emprendemos y haciéndolo con una intención
positiva y generosa. Abrir nuestra mente y dejar que la magia ocurra. Dar sin
esperar a recibir. Demos: demos constantemente, seamos generosos. No esperemos,
no, no nos sentemos a esperar, sigamos dando porque recibiremos mientras
sigamos en nuestra acción de dar.
Ahora podemos crear las
consecuencias que viviremos mañana. Si elegimos correctamente, si para elegir
nos paramos un segundo a pensar en cómo puede afectarnos esa acción, podremos
actuar con sabiduría creándonos así el futuro que nos deseamos. No basta con
dejarse arrastrar por la vorágine. Eso no es vivir. Vivir es plantarse
firmemente y decidir. Hemos de vivir ahora, con todas nuestras fuerzas, nuestra
atención, decidiendo sobre nuestras vidas, tomando el control. Eternidad es
cualquier instante vivido intensamente, cualquier sensación de luz, de paz, de
alegría íntima. Alcancemos la inmortalidad en un instante. El tiempo no es más
que una percepción.
El bendito Karma tiene un
cien por cien de éxito debido a que no te exige que hagas cosas complicadas, te
pido que actúes con las armas que ya posees, tratando de dedicar un pequeño
tiempo a cuidar de dichas herramientas: no olvides dar las gracias
constantemente; evita la negatividad; reprograma tu mente con mensajes en
positivo; trae al consciente lo que está en el inconsciente. Deja espacio para
que la magia ocurra.
Salvador Badillo - ¡Bendito Karma! Atraer el éxito personal y la felicidad con gestos cotidianos