lunes, 24 de julio de 2017

Un Mundo Infeliz (Aldous Huxley)



En la actualidad (finales de los años 50) nos hallamos en la primera fase de lo que quizá sea la penúltima revolución. Su próxima fase puede ser la bomba atómica, en cuyo caso no vale la pena de que nos preocupemos por las profecías sobre el futuro. Pero cabe en lo posible que tengamos la cordura suficiente, si no para dejar de luchar unos contra otros, al menos para comportarnos tan racionalmente como lo hicieron nuestros antepasados del Siglo XVIII. Suponiendo que seamos capaces de aprender, podemos esperar un periodo, no de paz, ciertamente, pero sí de guerra limitada y solo parcialmente ruinosa. Durante este periodo cabe suponer que la energía nuclear estará sujeta al yugo de los usos industriales.

El resultado de ello será, evidentísimamente, una serie de cambios económicos y sociales sin precedentes en cuanto a su rapidez y radicalismo. Todas las formas de vida humana actuales estarán periclitadas, y será preciso improvisar otras nuevas formas adecuadas al hecho –no humano– de la energía atómica. El científico nuclear preparará el lecho en el cual deberá yacer la Humanidad, y si la Humanidad no se adapta al mismo…, bueno, será una pena para la Humanidad. Habrá que forcejear un poco y practicar alguna amputación, la misma clase de forcejeos y amputaciones que se están produciendo desde que la ciencia aplicada se lanzó a la carrera; solo que esta vez serán mucho más drásticas que en el pasado.
    Estas operaciones, lejos de ser indoloras, serán dirigidas por gobiernos totalitarios sumamente centralizados; porque el futuro inmediato es probable que se parezca al pasado inmediato, y en el pasado inmediato los rápidos cambios tecnológicos, que se produjeron en una economía de producción masiva y entre una población predominantemente no propietaria, han tendido siempre a producir un confusionismo social y económico. Para luchar contra la confusión el poder ha sido centralizado y se han incrementado las prerrogativas del gobierno. Es probable que todos los gobiernos del mundo sean más o menos enteramente totalitarios, aun antes de que se logre domesticar la energía atómica; y parece casi seguro que lo serán durante el proceso de domesticación de dicha energía y después del mismo.



Desde luego, no hay razón alguna para que el nuevo totalitarismo se parezca al antiguo, que se ha comprobado que es ineficaz. Un estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuera necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducidos a amarla es la tarea asignada en los actuales estados totalitarios a los Ministerios de Propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela. Pero sus métodos todavía son toscos y acientíficos. Los mayores triunfos  de la propaganda se han logrado, no haciendo algo, sino impidiendo que algo se haga. Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad. Por el simple procedimiento de no mencionar ciertos temas, la propaganda totalitarista ha influido en la opinión de manera mucho más eficaz de lo que hubiese conseguido mediante las más elocuentes denuncias y las más convincentes refutaciones lógicas. Pero el silencio no basta. Si se quiere evitar la persecución, la liquidación y otros síntomas de fricción social, es preciso que los aspectos positivos de la propaganda sean tan eficaces como los negativos.



Los más importantes Proyectos Manhattan del futuro serán vastas encuestas, patrocinadas por los gobiernos, sobre lo que los políticos y los científicos llamarán el problema de la felicidad; en otras palabras, el problema de lograr que la gente ame su servidumbre. Sin seguridad económica, el amor a la servidumbre no puede llegar a existir. Pero la seguridad tiende muy rápidamente a darse por sentada. Para llevar a cabo esta revolución, necesitamos, entre otras cosas, los siguientes descubrimientos e inventos.

En primer lugar, una técnica mucho más avanzada de la sugestión, mediante el condicionamiento de los infantes y, más adelante, con la ayuda de drogas como la escopolamina. En segundo lugar, una ciencia, plenamente desarrollada de las diferencias humanas que permita a los dirigentes gubernamentales destinar a cada individuo dado a su adecuado lugar en la jerarquía social y económica. En tercer lugar (puesto que la realidad, por utópica que sea, es algo de lo cual la gente siente la necesidad de tomarse frecuentes vacaciones) un sustitutivo para el alcohol y los demás narcóticos, algo que sea al mismo tiempo menos dañino y más placentero que la ginebra o la heroína. Y finalmente (aunque este será un proyecto a largo plazo, que exigiría generaciones de dominio totalitario para llegar a una conclusión satisfactoria) un sistema de eugenesia a prueba de tontos, destinada a estandarizar el producto humano y a facilitar así la tarea de los dirigentes.

En colaboración con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino.




Ciertamente, a menos que nos decidamos a descentralizar y emplear la ciencia aplicada, no como un fin para el cual los seres humanos deben ser tenidos como medios, sino como el medio para producir una raza de individuos libres, solo podemos elegir entre dos alternativas: o cierto número de totalitarismos nacionales, militarizados, que tendrán sus raíces en el temor que suscita la bomba atómica y, en consecuencia, la destrucción de la civilización, o bien un solo totalitarismo supranacional cuya existencia sería provocada por el caos social que resultara del rápido progreso tecnológico en general y la revolución atómica en particular, que se desarrollaría, a causa de la necesidad de eficiencia y estabilidad, hasta convertirse en la benéfica tiranía de la utopía. Usted es quien paga con su dinero, y puede elegir a su gusto.


Aldous Huxley – Un Mundo Feliz (Brave New World)

No hay comentarios:

Publicar un comentario