Según los más recientes
conocimientos de la física cuántica, de la biología cuántica, de la matemática
moderna y de la epigenética, se hace cada vez más evidente que invariablemente
es el poder de los patrones de las convicciones humanas el que nos lleva a ser
lo que nosotros creemos que somos: desde la salud hasta la enfermedad, desde
las defensas inmunitarias hasta nuestro equilibrio hormonal, desde nuestra
capacidad de autocuración hasta nuestra capacidad de ser felices.
Los verdaderos límites se hallan solo en
nuestra cabeza. Por lo demás, tenemos ante nosotros un caudal de posibilidades
ilimitadas. Con nuestras convicciones no solo influimos en nuestra propia vida, sino en todo nuestro entorno. Con nuestra
fuerza mental y nuestros sentimientos tenemos la posibilidad de acometer en
nuestra vida todos los cambios que tanto deseamos.
A través de la Ley de la Resonancia entendemos
que todo en el universo se comunica entre sí por medio de vibraciones. Todas
las cosas y todos los seres vivos tienen una vibración propia. Existe un campo
cuántico que une todo con el todo.
Este campo de energía recibe varios
nombres: matriz divina, holograma cuántico, etc., pero lo especial es que no se
parece a ninguna de las formas de energía conocidas hasta la fecha. Este campo
energético, que parece funcionar como una red compacta, tiende una especie de
puente entre el mundo interno y el externo, nos permite estar unidos con el
todo, ya sea de manera consciente o inconsciente, de tal manera que podemos modificar
nuestro ADN solo con la fuerza mental. Lo que sentimos, pensamos o decimos de
manera persistente, o nuestra convicción, será captado por nuestro ADN
intensificando nuestro campo de resonancia. Por ello, cada pensamiento de
pérdida refuerza una nueva pérdida y cada convicción con respecto a una
victoria refuerza una nueva victoria. Por esta razón, todo lo que queremos
modificar en el mundo exterior solo puede ser modificado por medio de nuestro
modo de pensar.
Nuestro ADN esté en
condiciones de establecer conexiones con todo lo que existe. Esta comunicación
tiene lugar fuera del espacio y el tiempo, en una dimensión superior. Mientras
mantengamos nuestros deseos y visiones –o también nuestros miedos y temores–
nuestro campo de resonancia atraerá lo que tenga una vibración semejante.
Invariablemente, es la fuerza de las convicciones humanas lo que hace que nos
convirtamos en aquello en lo que creemos.
Ya sea por la energía de nuestro corazón,
por nuestro ADN o por nuestro cerebro, gracias a la fuerza del pensamiento,
continuamente –tanto si queremos como si no– enviamos impulsos hacia el
exterior, y éstos chocan con la energía de otras personas, que no pueden evitar
vibrar cuando se encuentran en el mismo campo de resonancia.
Si utilizáramos esta
capacidad de manea concreta, disponemos de la posibilidad de transformar
nuestra vida según nuestra voluntad. La premisa para ello es que conozcamos el
verdadero alcance de nuestras convicciones y de nuestros pensamientos y
dirigirlos de manera consciente.
La energía no indaga sobre moralidad o
provecho, reacciona solo de acuerdo con los impulsos que emitimos. La Ley de la Resonancia dice siempre
“sí”; además, podemos abandonar otra vez este mundo que hemos creado. Solo
hemos de hacer una cosa: modificar un poco nuestras perspectivas. La clave está
en darnos cuenta de cómo podemos transformar de manera consciente nuestro campo
de resonancia, de modo que atraigamos a nuestra vida las experiencias que
deseamos. En cuanto nos consideremos como parte de este mundo y no como algo
separado de él, habremos dado el primer paso para atraer a nuestra vida todos
nuestros deseos y anhelos. Cuando comprendamos de qué manera estamos unidos con
todo, tendremos acceso a la mayor fuerza del universo.
Se ha descubierto que
nuestro cerebro es moldeable, tiene la capacidad de variar de manera radical
sus conexiones y de crear nuevos enlaces de neuronas, cuando hacemos o pensamos
cosas nuevas durante un tiempo. En un plazo breve, la nueva habilidad, los
nuevos pensamientos o las nuevas convicciones se convertirán en una verdad
llena de fuerza, el cerebro se ajusta a ello. Solo el trabajo constante con las
nuevas convicciones deseadas nos permite eliminar las viejas muestras no
deseadas. Las afirmaciones nos ayudan a transformar nuestra fe de la manera más
rápida. Cuando no disponemos de algo, es que no hemos creado el campo de
resonancia adecuado para ello.
En tu mundo solo puede
suceder aquello que tú mismo eres. Cualquier otra cosa no puede realizarse.
Cuanto antes entres en resonancia contigo mismo, antes tu mundo cambiará de tal
manera que te parecerá un milagro.
¿Es posible cambiar el mundo de manera
duradera por medio del pensamiento positivo?
Pierre Franckh – La Ley de la Resonancia
Manuel buenos dias, excelente aporte - muchas gracias!
ResponderEliminarhace unos días hablé con alguien y me dijo que hay un conjunto de leyes universales, como la ley de la interferencia, correspondencia, entre otras. tu sabes dónde puedo conseguir mas informacion acerca de estas leyes? agradecería mucho tu ayuda y tu amabilidad. cordial saludo. jcmc.excelencia@gmail.com
Saludos, Juan Carlos. No he oído hablar de esas leyes que mencionas, aunque puede que tengan relación con la de Resonancia, la de Entropía ("La Entropía Desvelada" por Ben Naim) o la de Atracción (William Atkinson),por ejemplo. Otra ley interesante es la que propone Gregg Braden en La Matriz Divina. De todo esto hay muchos enlaces en internet.
EliminarTal vez se refería al libro del Kybalión.
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