La calidad de tu conciencia
determina la calidad de tu vida. Sin conciencia no tienes nada. La conciencia
no es tu mente. Si la mente fuese una bombilla, la conciencia será la
electricidad que la ilumina. Una mente iluminada por la conciencia está en paz
y está presente, tiene una plácida amabilidad que hace que los demás se sientan
bien. Si consideras a la conciencia como tu “luz interior”, estarás más cerca
de comprender su vital importancia.
La conciencia es como la
luz del sol. Esclarece las emociones e ilumina la mente. Las mentes embotadas y
las emociones turbias también reflejan mal la conciencia. La conciencia está en
todas partes en todo momento, lo que ocurre es que no nos fijamos en ella.
Normalmente andamos preocupados por cosas, personas y pensamientos que ocupan nuestras
vidas cotidianas. Somos conscientes de todos ello, pero ¿lo somos de la
conciencia? No mucho.
La conciencia pura no puede captarse con
el ojo de la mente. No es un objeto, una idea o una emoción. No es algo físico,
así que no puedes hacerte con ella. No obstante, una vez que has experimentado
la conciencia pura de manera directa o, en realidad, no-experimentado, todo
esto tendrá un perfecto y hermoso sentido.
No es necesario comprender
nada acerca de la conciencia para que ella obre maravillas en tu vida.
La conciencia pura es una
e informe. Eso significa que carece de límites que nuestras mentes pudieran
identificar, ni llegarás a poder controlarla ni a manipularla. No existe como
una cosa, y en lo que respecta a tu mente, ésta considera que no existe. Pero
sí existe. Así que esa es la tarea a la que nos enfrentamos. Debemos encontrar
algo que carece de forma y sustancia. Luego debemos llegar a conocer esa
“no-cosa” de una manera más íntima de lo que conocemos nuestras propias mentes.
Finalmente, hemos de utilizar esta “no-fuerza” para curarnos a nosotros mismos
y curar a otros.
Este conocimiento es
secreto porque vivimos en nuestras mentes, inconscientes de la conciencia. A
pesar de que la experiencia de toda una vida nos dice lo contrario, creemos a
nuestra mente cuando nos dice que la alegría, la paz y el alma infinitas
proceden de las cosas, y que una “no-cosa”, una nada, carece de valor. Pero sin
embargo la tiene.
Este tipo de nada dura para siempre. Todo
el resto, es decir, toda la creación, cambia y acaba dejando de existir. El
cambio es la única constante en la esfera de lo creado. La conciencia pura
nunca cambia, nunca muere. Es el terreno del amor eterno y la paz infinita.
Todo lo que tiene forma procede de la informe conciencia pura.
En nuestra jerarquía
energía-orden, cuanto más tangible es el orden de un objeto, menos energía
expresa. Cuanto más sutil es el nivel de creación, mayor energía contiene. La
forma creada más básica es la onda y, justo después de la conciencia pura, hallamos
el campo de punto cero o estado cuántico. A este nivel básico de la creación se
lo denomina fuerza vital, y es lo que insufla vida a la existencia orgánica.
¿Alguna ves se te han
acabado los pensamientos? Me parece a mí que no. Si los pensamientos son
energía y resulta que nunca se agotan, tiene sentido pensar que el origen del
pensamiento es una fuente de energía inextinguible. De ello también se
desprende que aprovechar de manera directa esa fuente de pensamiento nos
beneficiaría enormemente. Todo ello indica que desvelar la fuente del
pensamiento puede tener una influencia curativa positiva definida y
apabullante sobre las dolencias físicas, las relaciones personales, los éxitos
económicos, el buen estado emocional y, sí, incluso la vida amorosa. Todos los
aspectos de nuestras vidas quedan maravillosamente transformados con el simple
hecho de hacernos conscientes de dónde procede todo. Es decir, nuestra siempre
presente compañera la conciencia pura.
Aquí es necesario
comprender un aspecto vital: la conciencia pura es la fuente de energía, pero
no es energía. Tiene el potencial de crear, pero todavía no lo ha hecho. Podría
decirse que la conciencia pura es la perfección a la espera de expresarse.
Cada pensamiento de
reciente creación es un punto de energía chispeante en el umbral de la
conciencia pura. Una vez que nace, el pensamiento corta el cordón umbilical que
lo une con la madre conciencia y empieza a expandirse. El ego nace en el
preciso instante en que el pensamiento se separa de la totalidad. Al
expandirse, el pensamiento se va debilitando cuanto más se aleja de su origen. Finalmente, estallará como una burbuja en la superficie de la mente. Es en ese
momento cuando actuamos siguiendo nuestros pensamientos conscientes. Cuanto más
se aleja el pensamiento de la conciencia pura más posibilidades tiene de ser
disonante. Si somos capaces de ampliar nuestra conciencia de manera que podamos
acercar el pensamiento a su origen, disminuiremos la posibilidad de disonancia.
Cuanto más cerca de la conciencia pura
contactemos un pensamiento, más energía y orden tendrá. Contactar un
pensamiento en su concepción es realizar la perfección, libre de influencias
disonantes.
La clave es detener los
pensamientos, permanecer atentos al intervalo, al espacio entre pensamientos. Ese intervalo es conciencia pura. Puede
ser fugaz, pero no por eso deja de aparecer. Pon atención al intervalo, cuando
aparezca. Búscalo cuando no lo haga, te darás cuenta de que tus pensamientos
están más sosegados y tu cuerpo más relajado.
¿Por qué ser consciente de la conciencia
pura implica una diferencia tan grande en el modo en que sentimos y nos
comportamos? Al ser consciente, eres capaz de contactar tus pensamientos a
niveles más refinados y sutiles. Cada nivel ofrece más orden y energía. El
intervalo que percibiste entre los pensamientos fue la experiencia de la
no-experiencia. Esa no-experiencia era conciencia pura, un espacio lleno de
calma.
¿Quién observa el
intervalo? No hay pensamientos, ni emociones, ni movimiento de ningún tipo…
Pero tú sigues ahí, estabas justo esperando que volviese a aparecer el
pensamiento. ¿Quién es el que percibe? ¿Quién es ese tú? ¿Quién observa cuando
la mente desaparece? Para observar debes estar presente, ¿no es así? Por tanto,
cuando la mente se apaga no eres consciente de nada. En ese momento no hay nada
sino conciencia pura. Y ahora acabas de resolver el misterio de quién eres.
¡Eres conciencia! Tu percepción directa ha revelado que tu ser interior es
conciencia. Así es: antes de que naciese el “yo”, estaba el ser solitario,
conciencia pura. Ha permanecido inmutable a lo largo de todas las fases de tu
vida. Cuando llegas a apreciar tu ser interior como conciencia inmutable,
ilimitada y eterna, eres consciente de que estás más allá de todas las cosas y
pensamientos que son tu “yo”, existes eternamente como conciencia. Descubrir que
eres conciencia pura es el primer paso para vivir una vida plena y llena de
abundancia.
Al proceso de sanación a
partir de la conciencia pura para aprovechar directamente la fuente de la
creación, lo denomino Curación Cuántica. La conciencia pura es el origen de la
energía y el orden, y cuando utilizas la Curación Cuántica
estás recurriendo a la más pura y potente que existe. Cuando empleas la Conciencia Cuántica ,
no serás tú quien realiza la curación, sino la conciencia pura.
Frank Kinslow – La Curación Cuántica
La salud es orden. Cuanto más orden reflejamos, más sanos estamos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.