La felicidad es un guiso
que cada cual condimenta de acuerdo con su propio carácter, con sus objetivos e
ilusiones y con las circunstancias en que se encuentra. No es lo mismo la
felicidad que busca y se confecciona a sí mismo el consumidor de placeres que la
que pretende el indolente, y mucho menos que la felicidad de las personas
comprometidas y solidarias. Los mendigos y vagabundos, los pobres de este
mundo, los enfermos y desahuciados, todos sin excepción, pueden ser
aceptablemente felices, porque existe ese rango fijo, ese termostato de
felicidad personal que a todos nos lleva a recuperar el estado básico de
felicidad que nos caracteriza. No obstante, hay un elevado porcentaje de
felicidad que depende de nuestra actitud en las circunstancias que nos afecten
en el Hoy, Aquí y Ahora de nuestra vida cotidiana. Ésa es la felicidad que está
en nuestra mano depararnos en cada instante de nuestra existencia.
El rumbo que das a tu
vida, tus proyectos y objetivos contribuirán a proporcionarte felicidad
solamente si están pensados y orientados a vivirlos y disfrutarlos de forma
gozosa en el Hoy de cada día que la vida te vaya desgranando, en el Aquí
concreto de lugar en que vivas o te encuentres en el Ahora de ese instante que
se hace realidad en el presente continuo en que hablas, actúas, piensas,
sientes… en definitiva, todos tus proyectos, como todos los rumbos posibles, no
tienen más razón de ser que contribuir a otra cosa que no sea el que sientas
vivamente la dicha de ¡existir!, de sentirte presente con todo lo que disfrutas
en el Ahora del instante, integrado en el Hoy de todos y cada uno de los días
que jalonan tu vida.
Los problemas no provienen
de las cosas, personas y circunstancias, sino más bien del juicio que emitimos
sobre todo lo que nos sucede, sucedió o pensamos que puede sucedernos. “Hoy es
siempre todavía”, lo que significa que estás a tiempo de lograr lo que te
propongas, pero con una condición: que seas absolutamente impecable y no te
permitas rumiar el pasado negativo, aquello que ya fue y no puede dejar de ser.
Tampoco debes inquietarte ni montar películas agobiantes sobre el futuro. Toda
la energía de tu ser debe estar concentrada y centrada en lo que tienes
programado para el Hoy y disfrutarlo plenamente.
Cualquier día en que te encuentres viviendo
tiene su fin, y esta realidad es muy positiva por muy beneficiosa y gozosa que
sea la experiencia que vives y disfrutas, perdería su fuerza motivadora, su
atractivo y encanto, si no la cambiaras por otra que activara en ti nuevos
deseos, una mayor dificultad y te provocara mayor curiosidad y deseos de logro.
Si la experiencia que vives, la realidad que te ha tocado afrontar y los hechos
tozudos te fueran adversos, y no te fuera posible encontrar la solución
adecuada, a veces saber que llegará un nuevo día con otras opciones y
circunstancias nos fortalece para aceptar de buen grado lo que es desagradable y
problemático. De este modo no permitimos que toda una cadena de pensamientos y
sentimientos derrotistas nos impida sacar el mayor provecho posible al hoy que
tenemos en nuestras manos.
Otra maravilla es la
renovación que debes hacer de ti mismo en cada nuevo hoy de tu existencia. La
maravilla de ser el mismo pero no lo mismo, es decir, como si nada cambiara en
ti. Ser tú mismo en tu esencia, pero introduciendo en tu cotidiano vivir nuevas
alegrías, más sentido del humor, ternura, más o menos pasión, que unas veces es
fuego y otras prefiere quedarse en rescoldo, te renovará y rejuvenecerá, pero
también rejuvenecerá y renovará a todas las personas a quienes de manera más o
menos directa y cercana hoy “toques” con tus palabras, con tu presencia o
simplemente con tu mirada.
Ese aquí que llamamos
Mundo, y en el que habitamos los humanos, ha sido creado para que todos sin
excepción lo recreemos y lo embellezcamos. Es una responsabilidad ineludible de
cualquier mortal contribuir con su vida a hacer un mundo mejor, y curiosamente
la clave de la Felicidad
con mayúsculas, ese chirimiri de dicha que cala de gozo hasta el alma, tiene
que ver con las acciones desinteresadas, solidarias y generosas de quienes
tienen como proyecto de sus vidas ser útiles a los demás y dejar el mundo con
menos violencia, menos pobreza y dolor y más riqueza, bienestar y paz para
todos.
El “todos para todos”
forma parte integrante e integradora del TODO que a todos nos acoge y al que
pertenecemos, pero teniendo bien presente que el Mundo es obra nuestra: si
llenamos los océanos y mares de inmundicia, si continuamos sin respetar las
sabias leyes de la
Naturaleza y entre los individuos que poblamos la Tierra apenas quedan buen
entendimiento, amor y acogida, y son el odio, la violencia y el terrorismo los
que todo lo inundan, este mundo, que fue creado para que lo fuéramos recreando
y enriqueciendo con nuestro buen hacer de cada día, será pasto de las llamas de
la
destrucción a la que lo
tenemos sometido.
Es verdad que este Aquí o
Mundo que a todos nos acoge en su regazo es el libro más gigantesco, la
enciclopedia más completa, llena de sabiduría sin límites, a la que todos podemos
acceder. El problema no es del Mundo, sino de quienes ni saben ni quieren aprender
a leerlo y tampoco tienen el menor interés en acceder a su insondable e inagotable
sabiduría.
Somos nosotros los que debemos adaptarnos
al Mundo, al aquí en que nos ha tocado vivir. Me refiero especialmente al "aquí" con minúscula, al lugar donde vivimos, la familia a la que pertenecemos,
el lugar y momento en que existimos y actuamos.
La aceptación gozosa de la
realidad que nos ha tocado vivir y la adaptación de buen grado a lo que nos
depara el lugar en que nos encontramos, las personas con las que convivimos y
el momento que estamos viviendo, son aspectos esenciales para esa buena vida
que viven las personas más sabias y felices.
Bernabé Tierno – Hoy, Aquí y Ahora
Felicidad es un sinónimo de libertad. Es necesario un buen dominio de sí mism@ para serenarse y sacar el mejor partido a las peores circunstancias; saber elegir cuando nos parece que no hay posibilidades. Vivimos rodeados de "maestros", "solo" hay que saber detectarlos.
ResponderEliminarTodo lo que nos rodea es nuestro maestro, y a la vez nos hace que seamos el mejor maestro para nosotros mismos. Solo en las dificultades nos damos cuenta de esta realidad: tenemos todo lo que hace falta para ser felices, solo por el hecho de existir. Nuestro problema habitual es desear aquello que no necesitamos, la salud que creemos que otros tienen o la aparente felicidad de otros que nos parecen más favorecidos por la suerte. Son eso, apariencias.
EliminarReza el refrán: No es oro todo lo que reluce. ¡Saludos!
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