No ofrecer resistencia a
la vida es estar en un estado de gracia, tranquilidad y ligereza, un estado que
no depende de que las cosas sean de cierta manera, buenas o malas. Cuando
desaparece la dependencia, la vida fluye con tranquilidad.
Toda resistencia interna
se experimenta como negatividad de uno u otro tipo. El ego cree que puede
manipular la realidad mediante la negatividad y conseguir lo que quiere. En
lugar de atraer un estado deseable, más bien le impide emerger. En lugar de
disolver un estado indeseable, lo mantiene en su lugar. La única “utilidad” de
la negatividad es fortalecer al ego, y por eso al ego le encanta. Cuando estás
identificado con una emoción negativa no
quieres soltarla, y en algún profundo nivel inconsciente no deseas un cambio
para mejor porque pondría en peligro tu identidad de persona deprimida,
enfadada o maltratada. Entonces ignorarás, negarás o sabotearás lo positivo de
tu vida.
Observa cualquier planta o
animal y permite que te enseñe a aceptar lo que es, a rendirte al ahora. Deja
que te enseñe a Ser. Deja que te enseñe integridad, que significa ser uno
mismo, ser real. Deja que te enseñe a vivir y a morir, y a no hacer un problema
de la vida y de la muerte. Cuando sientas surgir la negatividad en tu interior,
tanto si está causada por algo externo como si está provocada por algún
pensamiento o por nada concreto de lo que seas consciente, considérala como una
voz que te dice “Atención. Aquí y ahora. Despierta. Sal de tu mente. Mantente
presente”.
No busques la paz. No
busques ningún estado diferente del que tienes; así ni producirás conflicto
interno ni resistencias inconscientes.
Perdónate por no estar en paz. En el
momento en que aceptas completamente tu falta de paz, la no-paz se transforma
en paz. Cualquier cosas que aceptes plenamente te llevará allí, al estado de
paz. Éste es el milagro de la rendición. Cuando aceptas lo que es, cada momento
es el mejor. Eso es iluminación.
La rendición es una
sabiduría simple. Simple pero profunda que implica ceder más que oponerse al flujo
de la vida. El único lugar en el que puedes experimentar el flujo de la vida es
el ahora; por tanto, rendirse es aceptar el momento presente incondicionalmente
y sin reservas. Es renunciar a la resistencia interna a lo que es. La
resistencia es la mente.
Rendición no es resignación. No tienes por
qué aceptar una situación de vida desagradable o indeseable. No. Reconoces
plenamente que quieres salir de ella y entonces limitas tu atención al momento
presente sin ponerle ninguna etiqueta mental. Eso significa que no hay juicio
sobre el ahora. Por tanto, no hay resistencia ni negatividad emocional. Aceptas
el momento tal como es. Después te pones en acción y haces todo lo posible por
salir de esa situación. Eso es lo que denomino acción positiva.
La rendición es
perfectamente compatible con la acción, con iniciar cambios o alcanzar
objetivos. Pero, en el estado de rendición, tu acción fluye desde una energía
completamente diferente. La rendición te conecta con la fuente-energía del Ser,
y tu hacer, imbuido en el Ser, se convierte en una alegre celebración de la
energía de vida que te lleva más profundamente al ahora.
La no-resistencia realza enormemente la
cualidad de tu conciencia y, por tanto, la cualidad de cualquier cosa que estás
haciendo o creando. Entonces los resultados vendrán por sí mismos.
Hasta que practicas la
rendición, la dimensión espiritual es algo sobre lo que lees, sobre lo que
hablas, algo en lo que piensas, algo en lo que crees o no crees. Todo lo
anterior no supone ninguna diferencia. No hasta que la rendición hace que se
vuelva una realidad en tu vida. Cuando te rindes, la energía que emanas y que a
partir de ese momento dirige tu vida es de una frecuencia vibratoria mucho más
elevada que la energía mental que gobierna el mundo. A través de la rendición,
la energía espiritual entra en este mundo. No genera sufrimiento para ti, para
los demás seres humanos ni para el resto de los seres vivos del planeta.
No resistirse no significa
necesariamente no hacer nada. Lo único que implica es que la “acción” no va a
ser negativa. Recuerda la profunda sabiduría que subyace en la práctica
oriental de las artes marciales: no te resistas a la fuerza del oponente. Cede
para vencer.
“No hacer nada” cuando
estás en un estado de intensa presencia es un poderoso transformador que sana a
las personas y a las situaciones. Es radicalmente diferente de la inactividad
en el estado de conciencia ordinario que surge del miedo, de la inercia o de la
indecisión. El verdadero “no hacer nada” implica ausencia de resistencia
interna e intensa alerta. El ego cree que la fuerza reside en resistirse,
cuando en realidad la resistencia te separa del Ser, el único estado de
verdadero poder.
Hasta que se produce la
rendición, buena parte de la interacción humana se limita a cumplir papeles
inconscientes. Cuando te rindes, ya no necesitas las máscaras del ego ni sus
defensas. Te vuelves muy simple, muy real. “Eso es peligroso”, dice el ego. “Te
sentirás herido, serás muy vulnerable”.
Lo que el ego no sabe, por supuesto, es que
solo abandonando la resistencia, haciéndote “vulnerable” puedes descubrir tu
verdadera y esencial in-vulnerabilidad.
Eckhart Tölle – Practicando el Poder del Ahora
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